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09 diciembre 2020

Cien postales

Fran dio con la caja de postales de los abuelos haciendo limpieza. 
Estaba vaciando unos cajones llenos de adornos de navidad y allí, detrás del tensiómetro, encontró la lata donde guardaba las postales de los abuelos. Desde que era niño recuerda cómo su abuelo, que trabajaba en Correos, se encargaba de que le llegara una postal de Navidad. No porque vivieran lejos, sino por la ilusión de Fran al recibir correspondencia. La postal llegaba siempre la semana de Navidad. Algunos años tenía música y luces, otras una acuarela famosa. Un año llegó una con la receta del bizcocho de la abuela. 

Su madre decía que era una tradición ridícula y que más valía que la ayudaran a pagar los materiales del colegio o el uniforme. Lo de verse solo un par de veces al año con sus padres nunca llegó a superarlo y por eso tenían una relación tan vacía. Fran, sin embargo, adoraba a sus abuelos y los relacionaba con la Navidad. Cada encuentro era especial, esas postales eran un granito de cariño, sellado y certificado. Su madre las hubiese tirado pero él siempre se resistió a hacerlo. Las guardaba en esa lata grande y oxidada de chocolates Cadbury. 

El año pasado, cuando las postales dejaron de llegar, Fran ni se dio cuenta. Estaba estudiando 1º de Medicina en Salamanca y no volvió a casa por Navidad. Prefirió quedarse allí… estudiando. En realidad, todo fue porque había conocido a la guapa Ana en la facultad y ella enseguida le había invitado a pasar la fiesta señalada en la casa de sus padres. Partieron juntos el fin de año universitario y después siguieron celebrando muchos más momentos entre los dos. 

Los abuelos de Fran tuvieron un accidente de tráfico en 2019 y por eso dejaron de llegar las cartas. Su madre no se lo había contado entonces porque sabía que se preocuparía y podía desconcentrarse de sus estudios. Justo ahora, cuando iba por el buen camino. Meses más tarde, cuando su madre le explicó lo que había ocurrido a Fran, él no supo si sería capaz de perdonárselo. 

Estos días de fiesta, Fran vuelve a sacar el árbol de Navidad en su escueto piso de estudiante en Salamanca. Tiene pinta de que lo va a tener complicado para regresar a casa este año. Tampoco sabe bien qué le espera cuando se reencuentre con su madre, si será otra vez el vacío. Así que se aferra a la lata oxidada y pasea la vista y las lágrimas por sus postales. 

Mientras tanto, su madre sentada en su cocina de Las Palmas, arrepentida, se enfrenta a una postal de Navidad que esta vez no piensa dejar vacía. Una o cien… ¡las que hagan falta!


02 diciembre 2020

Entre sus brazos

El mayor sueño de Delia se vino a cumplir este año 2020. 
Al fin su hijo Jorge había sido padre. Después de un parto casi tan largo como una vida, había llegado al mundo una niñita pequeña y pecosa a la que llamaron Lucía. Desde ese momento el corazón de Delia le pertenecía. 

Suspiraba cada día por verla crecer, poder comprarle ropa y juguetes. Que no le falte de nada. Cada día mira sus fotos preguntándose si no es la cosa más bonita que haya visto. Está enamorada de esa niña tan preciosa. Y a la vez se acordaba tanto de cuando ella misma había sido madre y había fantaseado con tener una niña. Pero el destino quiso que tuviera solo a Jorge como único fruto de un matrimonio roto. Él los había abandonado un triste mes de diciembre. 

Por suerte, su hijo Jorge no había salido a su padre. Creció feliz, era un niño muy estudioso y cuando hubo que elegir carrera, eligió la psicología. Siempre fue muy divertido, de esa clase de persona que sabe mostrarte la luz cuando estás perdido. A Delia siempre la ayudó poder contar con él. Pero un buen día, arrastró una maleta hasta la puerta diciendo que “salía a buscar su futuro”. Nunca prometió que volvería. Luego conoció a su mujer en Hamburgo: una chica alemana tan graciosa y abierta como él. 

Ahí es donde viven, ahora junto a la pequeña Lucía. Luz de sus vidas. 

Después de todo, Delia lamenta que su nieta haya nacido este año. Ella vive en la calle que hay detrás de este Centro de Salud, a un paso de la farmacia. Con todo esto del COVID aún no ha podido ir a visitar a su hijo a Alemania porque, además, es paciente de riesgo. Así que no hay día que no se asome a la ventana esperando volver a ver aviones pasar o imágenes de aeropuertos otra vez llenos de vida en las noticias. 

Delia tiene ya varias bolsas de regalo guardadas, la maleta en la puerta y el alma en vilo, esperando. Todo para cuando se puedan volver a ver y pueda, por fin, tener a la pequeña Lucía entre sus brazos.

13 agosto 2020

Una nueva aventura

Hoy te escribo para contarte mi última locura: ¡Medicina Estética!
Este verano he podido cumplir, pandemia por medio, con este brillante objetivo marcando así el fin de mis estudios de Máster (por el momento). Estoy muy ilusionada ahora mismo por la oportunidad de desarrollarme en un campo tan diferente. Han sido un buen puñado de horas estudiando y unas cuantas más practicando y dejándome practicar. Con el confinamiento por COVID19 hubo una pausa que poco a poco se va olvidando y que hizo que esta última parte se cogiera con más ganas. Ha valido la pena: por la experiencia única, por intentar superar el temblor fino cada día y por las bellísimas personas que he podido encontrar en este camino. Estos estudios me han abierto una puerta a otro lado de la Medicina. 

También ha sido una vía de escape en los meses "malos". Era un alivio saber que, entre consulta y consulta, siempre había hueco para algo más. 

Aquí te espero, con mis labios puestos 😙💋 
¡Cuídate, cuidémonos! 



Un cariñoso abrazo para mis compis del #MasterMedicinaEsteticaCórdoba

Brillantes, después de la sesión de Peeling

09 mayo 2020

Lluvia de agradecimientos

Este rinconcito entre tú y yo es para devolver la lluvia de agradecimientos que nos llegan estos días de todas partes. Sin duda, lo mejor del día... todos los días. Estas pequeñas gotitas de alegría nos dan la energía para seguir trabajando. ¡Un millón de GRACIAS!😊



02 mayo 2020

Sin teclas

Así me quedé la semana pasada, sin ordenador.
Reconozco que ya estaba en las últimas, era cuestión de tiempo.
Pero siempre es un susto cuando el ordenador no te enciende. 
Traté de reanimarlo durante varias horas sin éxito. Finalmente declaré el apagado oficial. Una vez superado el parraque inicial, asumí la pérdida y comencé rápidamente con la búsqueda de un nuevo compañero. Para mi sorpresa, y alivio, vi que no era complicado encontrar bastantes modelos interesantes y disponibles en Canarias, incluso durante el confinamiento. El envío era gratuito en la mayoría de webs. Todo un detalle. 

El comecocos vino cuando tuve que tomar la decisión entre Windows y Mac. He ahí la cuestión. Siempre he sido de Windows y me echaba un poco para atrás pasar al otro sistema por creer que el coco no me da para aprender a usar un nuevo sistema operativo. Lo que verdaderamente hizo plantearme adquirir un portátil Mac fue mi (grata) experiencia con el iPhone.

Tengo un iPhone 7 desde hace 3 años que ya está más que amortizado: me ha acompañado durante un postoperatorio y luego por distintas latitudes, frío-calor, arena y lluvia, le ha caído agua, cerveza y babas, se ha cargado en un aeropuerto, en barco y en tren, ha vivido tanto con funda como desenfundado, en todo este tiempo no ha llegado a ocuparse más del 30% de su memoria y me ha permitido estar conectada con mi familia 24h... yo creo que este bicho no le tiene miedo a nada.

También anduve charlando con los que ya tenían un MacBook, todos estaba contentos. Me convenció que, al preguntarles si se comprarían otro en caso de tener que hacerlo, la respuesta fue afirmativa en todos los casos. Y entonces, otra decisión entre MacBook Air modelo de 2019 y 2020.

Si bien la cuestión económica es importante, el modelo nuevo es significativamente más rentable para la capacidad que trae consigo. Además, parece que hubo un cambio importante en la nueva versión que afecta directamente al teclado y ese es mi punto fuerte: darle a las teclas. Toda la información y más la encontré en este enlace, espero que te sea de ayuda si estás en la misma situación: Applesfera
Para mí todo esto han sido razones de peso para decidirme a entrar en Mac. Sí. Finalmente he sucumbido a la marca californiana. Qué le voy a hacer. Gracias Windows por todo lo que me ayudaste a crear. En adelante, seguiré tecleando entre tú y yo desde mi nuevo MacBook Air 2020.


PD: si necesitas ayuda con tu decisión, escríbeme ;) 

27 abril 2020

Los besos que el Coronavirus nos robó

Maldito. Maldito. Maldito. Coronavirus.
Pasa entre tú y yo como un tornado, desorganizándolo todo.
Los días se hacen largos, larguísimos, eternos, esperando el momento en que podamos volver a la "normalidad" aunque realmente lo normal es que queramos volver. A esos lugares, esos momentos, esas personas. Y nos ocupamos en oír las historias de la gente porque es mejor que escuchar nuestro propio retumbar. Ese sonido que se nos ha quedado pegado, como hueco.

En estos días en los que "cariño", "mi niña", "churri" o "mi amor" están en lista de espera nos vale cualquier migaja de amor. Ahora nos tratamos con los genéricos, es decir las vídeo-llamadas. Gracias a ellas suspiramos, de alivio, al conectar con los que están lejos. Pero están. Y volverán. Todos los besos tienen dueño: los que se han dado y hasta los posibles... Como todo ese amor que se nos ha quedado en la cola de impresión al acabarse la tinta.  

Esto nos ha pasado por encima y nos ha quitado nuestra esencia. Nos ha quitado. Y eso es motivo suficiente para seguir declarándole la guerra cada día. Por eso aún saboreo el primer beso que me dio mi novio, aunque lo tenga cerca, y el último que le di a mi madre, que la tengo a una isla de distancia. 

Nos llamamos en silencio, nos queremos por teléfono, nos besamos en sueños.

Hoy, un minuto de palabras por todos esos besos que el Coronavirus nos robó.

13 abril 2020

Y entonces, ¿qué es el poder?

Sin salir de casa y mediante vídeo-llamada.
Así se escribe nuestra Historia en estos días.
En el medio del Coronavirus, de esta crisis global, cada uno de nosotros va librando a diario sus pequeñas batallas al Presente que... ¿nos atemoriza? ¿nos priva de nuestra libertad? ¿nos merecemos? ¿nos ha tocado? ¿? Todo lo que quieras, pero aquí seguimos. Confinados, cansados, locos de la cabeza. Y yo no me quejo, aunque podría, porque no he dejado de trabajar y mi rutina vital ha seguido siendo más que menos la misma: levantarse, trabajar, comer, comprar, volver a casa y buscar algo productivo que hacer, escribir entre tú y yo, ver las noticias y dormir. 
Pero es inevitable mirar al frente y quedarse F-L-I-P-A-N-D-O. 
Tenemos butaca de primera fila para el streaming de esta película apocalíptica en la que estamos y en la que Bruce Willis aún no ha aparecido para salvar al Mundo. A lo mejor es que nadie puede. Cada día vemos cómo países, que son potencias mundiales, se desestabilizan y van cayendo uno a uno como un castillo de naipes que ha salido volando por un soplido. ¡ZAS!

Ayer mirábamos a Italia pensando "¡ay, los pobres!" porque aún nos quedaba lejos. Luego, cuando nos tocó en España, lo sentimos como una puñalada directa al corazón y no quisimos ni mirar. Ahora es Estados Unidos el que está en la UCI. Nooo, el lugar donde se cumplen los sueños (al menos los de algunos). Parece irreal que pueda sucumbir...

Ahí es donde, según se podía intuir, la pandemia podía tener un verdadero impacto debido a su gran población y su estilo de vida pero cada día vemos que, en todos los casos, los modelos pronósticos se habían quedado cortos. Mirar estas curvas no sólo da vértigo. Da miedo.


Datos epidemiológicos vía El País (13/04/2020)

Nueva York: una porquería de isla con una asquerosa élite minoritaria que amasa las fortunas del Mundo en sus carísimas residencias de Long Island o en los multimillonarios áticos de lujo en Central Park viviendo a todo tren y, por contra, un grueso de población pobre, desatendido, para el que la Sanidad es un lujo inaccesible (aunque prioritario) y que ahora llena las fosas comunes de la isla de Hart. ¿Ves bien de qué pie cojea esta sociedad? Encima son tan ignorantes que han dejado caer a su mano obrera, sus trabajadores, los que levantan con su esfuerzo ese pedazo de país. Si algo ha quedado claro con todo esto es que: 1) No conocen quiénes son su pueblo y 2) No saben protegerlo. Ahora se aferran a un clavo ardiendo: importamos un puñado de sanitarios y gente que trabaje en el campo para que nos salven. Pero, ¿saben qué? Ya es demasiado tarde, hace tiempo que quemaron todos esos puentes que necesitan. Eso pasa cuando piensas que puedes con todo. Van a hundirse en lo más profundo... 

Da asco. Y no podía dejar de escribir esto porque es Historia y aunque parezca ficción, es real y lo estamos viviendo. Cómo algo tan insignificante, como un virus, puede tumbar al más poderoso. ¡ZAS! Un soplido... y toda esa ilusión se desvanece, fugaz, como una tormenta de arena dejando a su paso nada más que un montón de polvo.
Y entonces, ¿qué es el poder? 
Acaso no son los súper-héroes, los que tienen "poderes", los que ayudan a los demás, los que luchan por el bien común. Para qué es el poder, ¿si no? Entonces, ¿por qué el dinero es poder si no nos sirve para lo importante? ¿Cuándo dejó de preocuparnos lo más mínimo compartir: riquezas, recursos, oportunidades? ¿Por qué nos hemos vuelto tan egoístas y avariciosos? ¿Cómo pudimos pensar que podíamos tomar sin permiso lo que quisiéramos sin respeto alguno? ¿Cómo puede vanagloriarse un país tan codicioso por despreciar a su pueblo, venga de donde venga, y además nosotros concederle tanta importancia? Da asco...

La naturaleza es cruel, si no busca algún documental de animales de los que pone la 2 al mediodía y lo comprobarás. Por qué iba a ser menos cruel con nosotros, que somos la peste de este planeta, la auténtica plaga que ha arrasado sin respeto alguno con todos sus recursos preciosos. No puedo decir que nos merezcamos esta pandemia pero sí confieso que deseo que nos resetee. Porque nos hace falta un CAMBIO RADICAL. Como un ordenador cuando no responde y nos afanamos por apagarlo como sea y al final la solución es hacerle un borrado y empezar de cero. Lo mismo deseo yo ahora. Que el planeta sea benévolo con nosotros y nos deje arrancar de nuevo. 
Ahora puedes indignarte conmigo o pasar de mí.
Pero, vayas en la dirección que vayas, espero que estos acontecimientos no pasen por delante tuyo sin generar en ti el cambio que necesitamos.
Porque aquí y ahora, tú y yo, vamos a decidir qué Mundo deseamos tener.

09 diciembre 2019

Melania


(Carita verde)
- Gracias por su valoración, señor.
(Carita roja)
- Qué quieres, yo estaba antes que esa otra mujer y encima no me has conseguido lo que venía buscando. Me llevo esto por llevarme algo.
- Disculpe las molestias, señora.
Melania trabaja, otro año más, en la campaña navideña de unos reconocidos grandes almacenes. Se pasa el día atendiendo a personas que, al pagar en caja, evalúan la calidad de su atención. Es decir, la evalúan a ella. "Es anónimo", le dijeron. Ya. Como si ella no viera desde su posición, al otro lado del mostrador, el color de la carita que marcan sus clientes. 
(Carita verde)
Por mucho que se esfuerce parece que nadie lo ve. Y eso que a veces debe atender requerimientos épicos como el del otro día: sacó a una clienta que se había quedado encerrada accidentalmente en el baño con ayuda de unas tijeras. A otro le había conseguido el último par de guantes de color lila que quedaba en todo el departamento. Ese sí le había puesto carita feliz. 
(Carita naranja
Hoy habían venido 4 buscando ponchos. ¡Ponchos! Una señora buscaba un abanico para una boda el próximo verano. ¿Para el verano? ¿En serio? Le han pedido algún sombrero, boinas, alguna estola y ¡bufandas! eso era lo que más vendía. Nadie era testigo de cómo cada día luchaba heroicamente contra su rinitis alérgica removiendo tejidos de aquí para allá. ¡¡Achús!!
(Carita verde)
Aún así, no le importaba trabajar en ese departamento. Mejor ahí que en la sección de Navidad cargando árboles o en la de juguetes, por supuesto, eso es la guerra. Además, gracias a esta ubicación ya había elegido su regalo estrella para Alba, su pareja, que es enfermera de Pediatría. Con lo divina que es, había decidido que este año le caería un pañuelo de seda. De los que le gustan. Lo había comprado en su propio departamento el día que llegó del almacén: lo envolvió con delicadeza en papel crepé naranja, que era su color favorito, y lo metió en una caja dorada extremadamente fabulosa, que ahora estaba debajo de su árbol de Navidad. Ese era el regalo que tenía preparado para el gran bombazo: resulta que después de 3 años juntas, estaba decidida a proponerle a Alba que fueran mamás. Con lo que le gustan los niños. Y si le decía que sí serían sus mejores Navidades. No sabía qué había que hacer ni cómo era el procedimiento pero todo en ella le decía que era el momento. Si le decía que sí sería increíble. Sería mejor que una de esas caritas verdes.

06 diciembre 2019

Linda Dara

Tan ordenada. Tan meticulosa. Tan "Linda". 
Todavía no se explica cómo pudo pasar. La semana anterior había perdido su posesión más valiosa: un anillo de oro con un delfín. Una horterada antigua, pero valiosa. No sabía cómo, se lo quitó momentáneamente para lavarse las manos en el baño y ahí se le quedó. En su trabajo, como administrativa en el mostrador del Centro de Salud, está constantemente dando la mano a la gente y tocando "cosas". Encima esa semana había ido a un taller de lavado higiénico de manos. Y mira. Va y se le olvida el anillo. 

Por supuesto, cuando se percató de que no lo llevaba en la mano corrió al baño a buscarlo. Por supuesto, no estaba.

Buscó hasta debajo de las piedras. Preguntó a toda persona, mujer, que pudiera haber pasado por ese baño. En teoría era sólo para uso del personal, eso reducía las posibilidades. Las limpiadoras del centro no lo habían visto. Fracaso. Esa semana sólo colocaron en la caja de objetos perdidos un sonajero encontrado en el área de Pediatría y una bufanda gris claro. Ni rastro del anillo. ¿Y si ponía un cartel en el office? Lo de las recompensas suele funcionar. Además, por alguna extraña razón, tenía la clara intuición de que lo iba a encontrar, de que lo tenía más cerca de lo que sabía. Por si sí o por si no, ella rastreaba con los ojos entrecerrados a toda fémina que se acercaba por ese baño.

A estas alturas, una semana más tarde, ya veía delfines por todas partes. Hasta había visto en la teletienda un modelo similar, más lujoso, con un delfín que saltaba sobre una pequeña amatista. Pero su anillo era su historia. O, al menos, la de su madre. Porque eso fue todo cuanto su mamá se trajo de Cuba cuando se marchó. Vino con un billete de ida, un anillo envejecido, con una hija y sin marido. Eso había sido su madre: un delfín que cruzó el charco y acabó al otro lado del océano. Tenía que encontrar ese anillo como sea. 

***

Lo que no recuerda Linda es que el anillo lo había guardado en el bolsillo izquierdo de su rebeca azul, la del Servicio Canario de Salud que se pone en el trabajo los días de frío. Allí la tiene colgada en la percha de su taquilla. Al final de esta semana, seguramente, se la llevará a casa para lavarla como siempre. Espero que ese anillo haga mucho ruido en su lavadora. 😉

Salvador

Antes de acabar el año, y para llevar la contraria al mundo, Salva acababa de apuntarse en un curso de yoga para principiantes muy cerca de su casa. 
Básicamente porque temía que, si esperaba al Año Nuevo, el yoga fuera otro de esos objetivos vacíos en listas llenas de propósitos que al final quedan en nada. Su mayor preocupación era que alguien lo reconociera o que coincidiera en su clase con algún vecino que tuviera la lengua demasiado ligera. Total, el yoga era para mujeres. Y él de mujeres no quería saber nada. Bastante tuvo con el divorcio en 2015. "Un acuerdo redondo", lo calificó su abogado. Y eso que no pudo quedarse ni con el perro. Sus amigos, los pocos que se quedaron a su lado, sintieron lástima y envidia hacia él a la vez: "te ha desgraciado", "vas a ver que de esta se sale", "soltero otra vez, va a ser la mejor época de tu vida", "si yo fuera tú...". Por supuesto él se encargó de celebrarlo, cuando todo estuvo firmado, sin armar mucho escándalo: emborrachándose dignamente un par de veces (por semana) sin acabar vomitando ni detenido. Después, vino aquella época en que lo único que quería era estar en el sillón. Tirado, como un vagabundo, con el mismo pijama, con barba y olor a humanidad, comiendo lo que su santa Madre le llevaba cada semana. 

Ahora había decidido que todo eso pertenecía al pasado. Al igual que esa blusa que su mujer se había dejado olvidada en el fondo del armario. Ex-mujer. Este año que se iba agotando cerraba, por fin, el capítulo de Laura partes 1 y 2 (y 3, y 4). Cuatro años de post-guerra. Pero había sacado la bandera blanca y la estaba ondeando en lo alto.

No sé si fue que el frío le envió más sangre al cerebro o que se acercaba la Navidad lo que le llevó a dar el paso. Lo que importa es que hoy se siente satisfecho con su decisión de haberse apuntado a esta clase de yoga de los martes y sábados. Por qué no. Vio el anuncio en el tablón de corcho que hay en la entrada de su edificio, al lado de la lista de morosos, y algo captó su atención. Por probar algo diferente. "Equilibra tu cuerpo y tu mente, hazlos más fuertes y más flexibles en Yoga. Confía en ti mismo y además ten más diversión en tu vida". Allá vamos. 

Era sábado, su primera clase. Llegó puntual, cruzó la puerta grande al mismo tiempo que un grupillo numeroso. Se descalzó y colocó los zapatos en la estantería blanca que hay a la derecha. Cogió una de las colchonetas negras y buscó algunos metros de suelo libres donde poder extenderla. Varias personas que se marchaban estaban aún despidiéndose de John, el monitor. Él permaneció en el sitio, imitó al resto de la clase y se sentó con las piernas cruzadas, una encima de la otra, expectante. Miró al frente y allí estaba: la presidenta de su comunidad de vecinos, Ana. La divorciada, guapa y graciosa, Ana. La que todo el edificio había elegido por mayoría absoluta como presidenta porque era la más inteligente y encima médico, Ana. Él no valía ni una caja de chicles al lado de ella. Mierda, le había reconocido.
Claro, cómo no, si viven en el mismo edificio. La verdad es que él también la había elegido. Porque, de todo el bloque, era la única que sonreía cada vez que se la cruzaba. Y eso le gustaba, le daba tranquilidad. Ella le estaba sonriendo también, desde su colchoneta, como señal de reconocimiento. 
Bueno, parece que esto del yoga puede resultar interesante...

01 diciembre 2019

Hay una estrella╰☆╮

De tantos años escribiendo, tengo muy poco acerca de la Navidad... Anteriormente porque la pasaba estudiando. Luego, de residente, trabajando y ahora, disfrutando.
Lo importante es que ya estamos en el mes de lo bueno: buenos recuerdos, buenos jamones, buenos regalos. Este mes es la guinda del pastel. Tanto si lo hemos hecho bien, mal o regular, como si no lo hicimos. La moraleja es que al final vuelves a tener una nueva oportunidad para... ¡lo que quieras!.

Es una época muy especial en la que nos podemos envolver con papel de regalo y abrazos durante tooodo el día, todos los días, sin dar más explicación. ¡Es Navidad! 

La gente alrededor tiene esa sonrisita floja y, a la mínima, se oyen risas. Nos permitimos sobrepasar los límites del ridículo con esas diademas de reno, los gorros con lentejuelas o colgando por la ventana algún discreto muñeco con luces que se ven a 10 Km de distancia. Te reencuentras con amigos y familia que hacía tiempo que no veías esperando más de uno que a tal fulano se le haya olvidado que le debes dinero de la última vez. Hay muchas más reuniones: cambiamos el café por el chocolate caliente o los zapatos de trabajo por los tacones de fiesta. Y sienta de maravilla. Así que olvídate del coche y aparca las malas vibraciones. 
Siente el viruje (frío polar), busca buena compañía y sal a la calle: está llena de luces. Para todos hay algo de luz entre tú y yo, aun entre las sombrasYo, al menos, sí creo que hay una estrella con mi nombre escrito por ahí. 
PD: Sin duda esto es lo más positivo que he escrito nunca pero, ¡es Navidad! 

28 octubre 2019

De vivos y muertos

Algunos no se olvidan de acudir al cementerio estos días.
Temo las fechas en las que empieza a soplar el viento arrasando a su paso con las últimas notas del verano. Las tardes ya no son tan largas y todos desean volver pronto a sus casas. Es tiempo también de aniversarios y, pronto, de acudir al cementerio. En el Día de Todos los Santos. Oh, sí. Muchos pacientes lo siguen haciendo. Más allá de sus creencias. Más allá del tiempo. El duelo no acaba nunca: parece que siempre hay algo más que pudimos decir, algún conflicto sin resolver, un adiós no dado...

También es el calendario el responsable de esta nube de desánimo que se posa entre tú y yo. Al volver temprano a casa hacemos un viaje mucho más interno: abrazamos las ausencias y la oscuridad de las noches. Es inevitable que, a medida que se acerca el final del año, cada uno vaya poniendo en la balanza las sensaciones de estos meses atrás. ¿Hemos cumplido objetivos? ¿Nos ha ido bien? ¿Estamos donde queremos? ¿Nuestra pareja nos quiere? A algunos tanto insight les ayuda a cerrar otro capítulo. A otros, sólo les sirve para no pegar ojo. 

Y así los años pasan. Total, sólo son un puñado de semanas desarregladas que no saben ni cómo encajar. Si no, no habría años bisiestos. Lo mejor es recordar: que no estamos solos, que los que fueron nunca dejan de ser, que el amor empieza desde dentro y que no solo se recibe sino que se reparte.

Esta semana, si vas al cementerio, recuerda que el vivo eres tú

25 octubre 2019

No sé si contártelo

Las consultas de Medicina Familiar muy a menudo hacen de confesionario.
Nos han enseñado que hay que tener un poco de cabeza para controlar qué decir, a quién y en qué momento. Pero en Medicina basta muy poco para saltarse todas esas barreras. Algunos pacientes llegan como una exhalación, directos a contártelo TODO. Eso en canario es lo que se dice "entullo", too much, vamos, demasiado... A otros, en cambio, les costará algunas idas y venidas poder mostrar su auténtico lado, así como de refilón, apenitas. Pero lo que la gran mayoría tiene en común es que, si los dejas, están desando contártelo todo. Para una médico joven, novel, que trabaja de sustituta es un poco más difícil de abordar yo creo. Aunque eso se entrena con la práctica clínica diaria, tengo claro que también hay que traer algo de serie. 

Para mí, la consulta en la que trabajo es mi terreno neutral: sin prejuicios ni tabús, es el tiempo muerto en la cancha, la habitación sin ventanas, es mi pequeña Suiza (con chocolate incluido). Donde se puede compartir todo (incluido el chocolate). Por eso yo también disfruto cada día de ese lugar en el que puedo expresarme libremente, sin tabús, cuando el paciente está preparado para escucharme. A la mayoría sé que les sirve lo que les aporto. Aunque no pueda quitarles el dolor o el miedo, se marchan comprendidos y agradecidos. Y este entorno de confianza hace que la relación entre tú y yo funcione.

A la porra los 6 minutos por paciente...

08 junio 2019

Improrrogable

De siempre he querido un sillón. 
Porque pensaba que un sillón es un cómodo elemento decorativo para un salón o habitación con poderes mágicos para atrapar la inspiración. Ideas de escritora novata. La cuestión es que ese pensamiento poderoso hace que se geste una idea o intención. Si creemos que un sillón sirve para conseguir resultados, en este caso: páginas escritas, por qué no plantearnos adquirir uno. Muy sencillo. O no. 

El diván... no es lo mismo. Eso es para el loquero y entre tú y yo se trata de escribir. He ojeado y hojeado catálogos y webs de sillones durante años pero nunca ha llegado al producto de esa búsqueda. Primero por falta de dinero (en mi época de estudiante). Luego, por falta de espacio (en el piso). Y a mi alrededor otros se me han adelantado en la primicia estrenando sillones para otros menesteres como la lactancia o masajear al gato. 

Con el tiempo uno se hace un máquina en esto de la moratoria. Primero empezamos por postponer los pequeños antojos y los caprichos porque no son necesarios; luego uno aplaza los grandes sueños con un alto interés sin saberlo, y así hace con las vacaciones, el coche o hasta la casa terminando por postergar hasta la Vida. ¿Sabes lo que te digo? Que estoy mirando de nuevo anuncios de sillones y probando más de uno porque sigo queriendo ese sillón para escribir. Tanto si sirve para obtener algún parrafillo bueno como si no. 

Qué te parece si hoy me haces caso y dejas de aplazar... Porque ser feliz es improrrogable. 

31 mayo 2019

Conmigo en Londres: 5 lugares poco conocidos

En otra vida podría haberme ganado el pan siendo guía turística. Si hay algo que se me da bien es orientarme con los mapas y, con diferencia, la ciudad que mejor conozco es Londres. 
Es que las calles de Londres las llevo grabadas en mi cabeza, siempre. Una vocecilla suena dentro de mí diciendo "Mind the gap" todo el tiempo. Cada vez que llueve para mí no huele a lluvia, sino que huele a Londres. Me ha parecido interesante, ahora que es verano y la gente empieza a viajar, compartir entre tú y yo 5 lugares poco conocidos de Londres. Y por qué 5 lugares: porque he estado ya 5 veces. Y nunca defrauda y nunca deja de sorprenderme ni de enamorarme.

1) One New Change. Puede que ya no sea tan novedoso pero me sigue sabiendo mal que los turistas paguen la carísima entrada a St. Paul's Cathedral para disfrutar las vistas de la City. Esa visita también está bien pero lleva más tiempo y no permite apreciar la belleza del propio edificio. Si lo que deseas es hacer fotos del skyline sin perder varias horas en ello te viene mucho mejor dar con el One New Change. Se trata de un pequeño centro comercial, bien camuflado frente a la catedral, con algunos restaurantes y cafeterías (incluido un Mark&Spencer bien surtido), tiendas de moda y estupendos baños de libre acceso. Tiene una terraza abierta en el piso superior disponible desde las 6 am hasta la medianoche todos los días. Lo mejor: es gratis. Hasta donde yo sé, sólo se accede a través de un ascensor de cristal que tiene una panorámica preciosa de la catedral.



2) Tate Modern Blavatnik Building Viewing Level. La impactante galería de arte moderno Tate Modern ha estrenado recientemente una nueva terraza en el piso 10 de su edificio anexo desde donde puedes obtener una visión 360º de una buena parte de la City. También es gratis. Se accede por la fachada trasera de la galería, cuenta con varios ascensores (ojo, no todos suben al último piso) y escaleras por si te animas. También tiene su correspondiente cafetería, restaurante y tienda de recuerdos.




3) y 4) Queen's House y National Maritime Museum en Greenwich. No lo sabía pero este precioso edificio blanco y con columnas en el corazón del Parque de Greenwich se construyó originalmente como casa para el uso de varias reinas en 1616 y alberga en su interior el Museo Nacional Marítimo. Ambos edificios pueden visitarse de manera gratuita. Para mí son el mejor plan para el domingo. Queen's House es pequeña, se visita en menos de 1 hora y tiene un laberinto de salas que te hacen viajar en el tiempo y desde cuyas ventanas se puede admirar el parque. El Museo Marítimo por su parte no tiene nada que envidiar a otros museos más populares de la ciudad, sus colecciones de detalles marineros y objetos náuticos son casi infinitas y su mayor tesoro son las pertenencias de Lord Nelson en la última planta de arriba.




5) Canary Wharf. A mí me hace especial gracia porque soy de Canarias y, sin tener nada que ver con el origen del nombre, es mi sitio favorito de toda la ciudad. Se trata de un pequeño distrito al este (zona 2/3) que ha llegado a ser un gran centro de negocios, a un paso del London City Airport y del O2 arena, que se encuentra de camino a Greenwich. Cuenta con una de las estaciones de metro más grandes e increíbles de Londres, una galería comercial subterránea envidiable llena de pasadizos que te llevan de un edificio a otro con tiendas, un Waitrose tremendo y cafeterías de todo tipo. Todo ello en medio de los mismísimos Docklands: una zona salpicada de puentes, algunos de ellos móviles, sobre pequeños canales por donde aún circulan embarcaciones de vela. ¿Tú lo entiendes? Se llega en metro (Canary Wharf, Jubilee Line) o con la vistosa línea de los Docklands, desde Bank o Tower Hill, con vagones automáticos y sin conductor (Heron Quay, Canary Wharf o South Quay, DLR).






Espero que te sea útil. Úsalo bien ;) 
¡Feliz fin de semana!

25 mayo 2019

El gran reto del #365

Parece que está de moda retarse en las redes sociales. 
Hay quienes tienen como reto petar las redes con fake fotos suyas y otros,  directamente, se retan a sí mismo. 
No te creas que soy muy fan de tener la cabeza ocupada con hacer algo, que suele ser siempre lo mismo, cada día del año por decir... ¿qué? ¿lo logré? Tonterías. Muchos deciden iniciarlo el día de Año Nuevo aunque la mayoría no creo que esté en condiciones para empezar nada ese día. La verdad es que al principio de cualquier mes sólo me interesan dos cuestiones: cuántas guardias voy a tener y cuántos días faltan para vacaciones. Y dicho esto, te contaré una cosa. 

El mes de Octubre pasado estuve en Londres y entre tanta cosa bonita que había para comprar y yo, decidí traerme una agenda, que más bien parecía un libro de tapa dura. Es que era preciosa. Me la traje para casa con la idea de usarla de lo que era: una agenda (la tercera o cuarta agenda ya). Pero me dio pena en aquel momento empezarla así que la guardé y ahí quedó hasta que me acordé de ella... el día de Año Nuevo.

Me planteé entonces, como reto, algo asequible para mí: escribir, al menos, una frase al día. Eso podía conseguirlo. Y vaya si lo conseguí. Ya vamos a entrar en el mes de Junio y parece que llevo medio libro escrito. Mi sueño: escribir un libro y que además ya esté encuadernado. De repende un día, al pasar algunas páginas para detrás, me sorprendí a mí misma con todo lo que había para contar y digo yo, ¿qué mejor que releerse a uno mismo?

Así me he dado cuenta de lo que eran miedos infundados, preocupaciones que ya son historia, de esos pequeños errores y de lo mágico que fue hacer las paces a tiempo, de grandes sorpresas y sobre todo me he dado cuenta de que el gran libro de la vida sólo se puede escribir hacia delante pero siempre vale la pena echar un ojo a lo que hay detrás.

¡Feliz fin de semana!

25 marzo 2017

NUEVO BLOG

¡Hola!

A los que tropiecen en este blog me gustaría informarles de que no va a haber más contenido nuevo en esta dirección web. Pueden leer hacia abajo todo lo que en su día se publicó aunque ya mucho de ello prescribió. A partir de ahora podrán encontrarme a mí y a mis ideas en un nuevo sitio, también llamado "Entre tú y yo": entredebpitayyo.blogspot.com.es

Hasta pronto


07 julio 2015

Taller de entrevista clínica

Esta semana y la anterior ha habido un silencio (dis)funcional en este blog debido a los cursos que hemos tenido que atender. No lo digo como queja, sino como nota informativa. 
Los primeros días de julio fue sobre el manejo de la consulta de Atcn. Primaria (básicamente papeles que tenemos que conocer y manejar, bajas laborales y otros trámites no faltos de importancia) y estos días ha tocado hablar sobre la comunicación médico-paciente. (¡JA!) Quizás sea la que más me dio para hablar y no pude evitar intervenir alguna que otra vez... Es que si me pides que te cuente cómo sería el paciente ideal, me estás dando mucha cuerda. Uh, a mí dame cuestiones metafísicas. 
El paciente ideal... ¿existe?
Te diría que no. Si no fuera porque ya lo he conocido. De hecho mi tutora y yo tenemos un par de pacientes de los que podemos decir, son ideales. Son respetuosos en todo momento, nunca vienen fuera de hora, esperan su turno, los motivos de consulta son lógicos, no hacen quejas, te comentan su (así, en singular) problema y suelen ser resolvibles, consumen exactamente el tiempo programado para su cita y se marchan sonrientes. Y sanos, claro. Sin abrazos, sin "mi niña", sin regalos. Considero que no pedimos mucho a nuestros pacientes y aún así, este utópico paciente es más raro de ver que un perro verde.

También es cierto que los pacientes esperan que el profesional sanitario que lo atiende, tenga cualidades parecidas: que sea puntual, que vista de manera profesional, que tenga conocimientos, que sea resolutivo, que sepa escuchar y sea empático. Ajam. Uno trata de esforzarse (en mayor o menor medida) para acercarse a las expectativas de nuestros pacientes pero la realidad es que también somos humanos y las características individuales tienen un papel central en todo este proceso de la entrevista clínica. 

Hablamos sobre las expresiones, conscientes o inconscientes, que podemos mostrar durante la consulta. A veces una mirada, un gesto, una ceja más alta de lo que debía, puede decirle a nuestro interlocutor más de lo que pensamos. Pero esto no es nada nuevo. Seguro que tú mism@ tienes la sensación de ser más expresiv@ de la cuenta y que al leer esto has pensado "es que a mí se me nota todo en la cara". (Si no te ha ocurrido no pasa nada, pero ya que estás, me interesaría que pudieras darme nociones de poker face, gracias). 

Un detalle que a mí me resulta particularmente interesante son los guiños entre tú y yo. A menudo la gente me guiña un ojo (mayormente hombres) en contextos muy variados: desde la consulta al hospital, entre compañeros o desconocidos. No me refiero a los guiños en un bar de copas, claro; sino a esos espontáneos, a los que transmiten confianza, un saludo amistoso, un "bien hecho", en definitiva un guiño que he terminado asociando a un sentimiento agradable. Es por esto que a veces me encuentro a mí misma dejando a un lado el pudor y guiñando el ojo al mundo, transmitiendo siempre en un canal de frecuencias positivas. Te animo a que lo intentes y compruebes el resultado. 

¡Feliz noche lectores! ;) ;)

22 junio 2015

Busca

Una de las cosas que me estresaban de las guardias cuando era estudiante, era tener en mi poder el busca.

A mí no me molaba ese rollito de que te llamaran del 35488, o cualquier otro número al azar, y eso fuera el pistoletazo de salida de una carrera sin obstáculos hasta el sitio donde hubiera una parada cardiaca, un señor asfixiándose o semejante panorama aterrador. Primero, porque soy malísima para gestionar los números y segundo, porque tengo un fondo físico algo oxidado. Además, estoy convencida de que si me llegara a pasar eso mismo, empezaría a correr sin saber exactamente hacia dónde y mucho menos en un hospital nuevo (donde casi no sé ni encontrar los baños; con los ascensores no suelo tener problema, hay muchos).

Sin ser paradas cardiacas, quedan todas las demás llamadas al busca que tienen menor nivel de urgencia como puedan ser las de planta y las de urgencias. Y ahí es donde estoy yo. Para mi tranquilidad, sin busca ni carreras. Al estar en urgencias, soy yo la que hace las llamadas al busca y a veces a domicilios (de especialistas que hacen guardias localizadas). Es curioso que antes me preocupara ser la persona reclamada en un busca y ahora me haya tocado ser la que hace las llamadas. Creo que esto me ha dado perspectiva sobre cuándo tengo que llamar y qué reacciones esperar cuando pongo un busca entre tú y yo. La clave es tener un buen argumento

¡Feliz Lunes!
PD: estoy saliente :)