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08 septiembre 2020

Cómo se atiende a un paciente con sospecha de COVID19

En la consulta del médico de familia no se para nunca.
Ahora, en pleno brote de COVID19 en Las Palmas de Gran Canaria, no es infrecuente encontrarse cada día un aluvión de citas “forzadas” (extras) de pacientes con síntomas sospechosos que nos rebosan las agendas de trabajo que ya estaban al límite. Pero, ¿realmente se les puede diagnosticar y tratar por teléfono? ¿en qué consiste la atención a estos pacientes? ¿se resuelve adecuadamente su consulta en los escasos minutos que tenemos?

Para empezar, . Creo que la cita telefónica es un gran avance y más aún en estos casos, sospechosos de COVID19, donde los pacientes son un factor potencial de contagio. Aunque no queremos transmitir la idea de que cada vez nos importa menos ver pacientes porque no es así, todo lo que queremos es poder gestionar la atención que los pacientes necesitan. Así, en un momento de caos como el que llevamos semanas viviendo, la atención telefónica nos sirve de herramienta para cribar al paciente, comprobar su estado de salud y darle las indicaciones necesarias. En caso de que deba ser atendido de forma presencial somos capaces de organizar cuándo y a dónde se tiene que dirigir, evitándole esperas innecesarias y riesgo de exposición a otros pacientes y sanitarios. 


  1. Anamnesis completa preguntando por síntomas cardinales y secundarios de COVID19 como: fiebre, tos, dificultad respiratoria, pérdida del gusto y olfato, dolor de garganta, diarrea… En caso de presentar síntomas, registrar cuándo empezaron y qué día remitieron. Investigar si en su entorno hay algún caso positivo, si ha tenido contacto estrecho con dicho caso, si ha estado de viaje recientemente, etc. tratando de localizar el origen de la infección. 
  2. Diagnosticar la sospecha y tratar los síntomas con medicamentos si lo necesita, dando las pautas a personas sanas y ajustando tratamientos con inhaladores a los pacientes que tienen alguna enfermedad pulmonar. 
  3. Al ponerle el diagnóstico en su historia clínica se nos abre la encuesta epidemiológica REVECA (con las que luego hacen las estadísticas) que vuelve a preguntar inicio de síntomas, fecha del aislamiento y factores de riesgo para el contagio (como viajes, exposición en ambientes sanitarios, etc). No es posible salir de la historia si no se rellena. 
  4. Hacer solicitud de PCR (la prueba del bastoncillo), para que los administrativos del Centro de Salud le puedan dar cita y explicarle cómo debe acudir a realizarse la prueba. 
  5. Explicar todas las medidas de aislamiento, indicarle la duración en caso de que sea positivo y qué medidas adoptar tanto si vive solo como si convive con otras personas. 
  6. Preguntar por convivientes, familiares o amigos con los que haya podido tener contacto estrecho recientemente porque, en caso de que el test de COVID19 sea positivo, habrá que localizarlos, aislarlos y realizarles PCR a todos. 
  7. Citar en agenda de seguimiento para que los compañeros del Centro de Salud que se encargan del rastreo telefónico (colaboramos todos los médicos del centro) puedan darle el resultado de la prueba y, en caso de ser positivo, llamarle con frecuencia casi diaria, en función de los síntomas, para comprobar que se encuentra bien, que cumple el aislamiento y que no presenta signos de empeoramiento. 
  8. En caso de que estuviera trabajando o realizando un curso, habrá que emitirle baja laboral (comprobando empresa, puesto de trabajo y día en que faltó por primera vez) o justificante de asistencia que se envía por email al paciente o por fax si es sanitario, a los complejos hospitalarios o gerencia de Atención Primaria. Previo al envío de la documentación por email, el paciente debe enviarnos un correo de autorización al Centro de Salud, así que también hay que explicarle: cuál es el correo, que nos debe mandar la autorización y que una vez hecho esto le llegará su documentación. También se le indica, en caso de baja laboral, qué día tiene que volver a pedir cita telefónica para renovar el parte de baja.  
  9. Dar indicación de que en caso de empeoramiento o signos de alarma deberá contactar siempre con el teléfono de emergencias 112.
Esto es nuestro protocolo COVID19 para pacientes con síntomas sospechosos. La única diferencia con una cita presencial es que, si tenemos al paciente delante, ademas tenemos que ponernos un equipo de protección (EPI) y explorarle, si está con dificultad respiratoria tratarle y en caso de mala respuesta o que precise pruebas complementarias, derivarle al Hospital y esperar para el traslado una ambulancia específica para pacientes con sospecha de COVID19 que puede tardar horas.

Como comprenderás, si no te has cansado de leer y has llegado hasta aquí, una atención tan completa con cada paciente, con la cantidad de pacientes sospechosos que atendemos a diario, es... EXTENUANTE. Está claro que entre tú y yo no hay ser humano que pueda atender un caso sospechoso en menos de 7 minutos. Y eso sin contar el resto de pacientes, los otros 35, 40, 50 pacientes que tenemos ese día en nuestra lista y que esperan que les llamemos o que están en nuestra puerta preguntando "si pueden pasar ya".
Si eres paciente, gracias por ser paciente y cuídate. 
Si eres médico de familia... digamos BASTA YA! 
#plataformaMAPcanarias

11 abril 2020

Tú, que estás confinado

Querido tú,

He venido a decirte que no estás solo. A mí nunca me importó escuchar tu locura, tu tristeza, tu cansancio o tu desánimo. Y ahora menos. Todo esto son fases, y esta es el lado oscuro. Deja de lado las aglomeraciones, incluso las de información. A veces vale más un poco de ignorancia y seguir un buen consejo, como el que darte en casa. No te dejes arrastrar por tu cabeza, vacía y aturullada. 

He venido a decirte que está bien llorar. Es más, quiero que lo hagas. Descarga la adrenalina, el miedo y la rabia. Quédate vacío y luego, respira. Escucha los ruidos del exterior. Fíjate que, aunque la noche es larga, hoy ha vuelto a salir el sol.

He venido a decirte gracias. A ti, para ti, por ser tú. A los que estamos trabajando, porque somos un equipazo. A los que están en casa, porque no nos ponemos en peligro. Sé tú también agradecido. Empieza ahora mismo y verás que se convierte en una rutina que no podrás parar porque nadie llega hasta donde estás tú sin ayuda.

He venido a decirte que guardes las energías. Descansa, duerme, disfruta de la luz. Porque cuando todo esto pase, que pasará, tendrás que salir aquí fuera conmigo y nos tocará arrimar el hombro para reconstruir nuestro mundo de las cenizas. Por aquí está todo patas arriba. Vamos a necesitar que des lo mejor de ti: tú. Demostremos que somos capaces de levantarnos, sacudirnos el polvo y seguir adelante.

Querido tú, he venido a rescatarte porque eres mi otra mitad y sin ti esto no sería entre tú y yo.

¡Cuídate!

28 octubre 2019

De vivos y muertos

Algunos no se olvidan de acudir al cementerio estos días.
Temo las fechas en las que empieza a soplar el viento arrasando a su paso con las últimas notas del verano. Las tardes ya no son tan largas y todos desean volver pronto a sus casas. Es tiempo también de aniversarios y, pronto, de acudir al cementerio. En el Día de Todos los Santos. Oh, sí. Muchos pacientes lo siguen haciendo. Más allá de sus creencias. Más allá del tiempo. El duelo no acaba nunca: parece que siempre hay algo más que pudimos decir, algún conflicto sin resolver, un adiós no dado...

También es el calendario el responsable de esta nube de desánimo que se posa entre tú y yo. Al volver temprano a casa hacemos un viaje mucho más interno: abrazamos las ausencias y la oscuridad de las noches. Es inevitable que, a medida que se acerca el final del año, cada uno vaya poniendo en la balanza las sensaciones de estos meses atrás. ¿Hemos cumplido objetivos? ¿Nos ha ido bien? ¿Estamos donde queremos? ¿Nuestra pareja nos quiere? A algunos tanto insight les ayuda a cerrar otro capítulo. A otros, sólo les sirve para no pegar ojo. 

Y así los años pasan. Total, sólo son un puñado de semanas desarregladas que no saben ni cómo encajar. Si no, no habría años bisiestos. Lo mejor es recordar: que no estamos solos, que los que fueron nunca dejan de ser, que el amor empieza desde dentro y que no solo se recibe sino que se reparte.

Esta semana, si vas al cementerio, recuerda que el vivo eres tú

23 mayo 2019

Ahora que esto se termina

Aprobé la carrera de Medicina en 7 años.
Preparé en examen MIR en Madrid en 2014.
Y ahora han pasado un poco más de 4 años desde que saliera del Ministerio con aquel papel reciclado en la mano que decía que tenía una plaza como Médico Residente de Medicina Familiar y Comunitaria en Gran Canaria. 

"R1 es dar la bienvenida, R2 para disfrutar,

R3 hay que estudiar y el R4, trabajar."


Esto fue lo que me dijeron nada más llegar.
Créeme, estas palabras han resonado tantas veces entre tú y yo, que las podría recitar en sueños.

La cuestión es que dejé Tenerife y a mi familia y me vine solita a esta isla. Comencé a trabajar desde el principio en una dura carrera de fondo que me iba a dejar casi sin aliento. Es agotador. Por suerte, la mitad de las historias malas se me han olvidado y de todo ello he decidido quedarme con lo mejor. Las personas, las risas y la pasión. Está claro que estas son las piezas que mueven el mundo, al menos el mío. 

A lo largo de estos 4 años ha habido innumerables ocasiones de flaqueza, de escasez de energía y de impulso. Por enfermedad, porque la vida es dura, injusta, y porque parece que no siempre se puede arreglar todo a la vez. La verdad es que lo que uno entrega a estos 4 años no está pago. Las noches, las facturas de la gasolina, los pacientes demandantes, los domicilios de última hora, los trabajos, las libretas del residente... y, en general, todo el tiempo que hay que dedicarle. TODO. Si no, esto no sale. Aunque yo digo que al final, cuando parece que ya no podemos, siempre hay para un pasito más. Aunque sea pequeño. 

Admiro a todos mis compañeros residentes y valoro el esfuerzo de todos porque estos años incluyen mucho trabajo y mucho estudio también. Los cursos, las sesiones, las jornadas, los congresos. Cada mes hay algo nuevo y llega un punto en que te ves metido en una rueda que no deja de girar y que acaba en la cuneta. Socorro
En el comienzo tuve mi época rebelde
No iba a llegar hasta ahí para no celebrarlo. Y vaya que si lo celebré. El primer verano como residente sólo recuerdo salir de fiesta. Un día cualquiera, tanto si era sábado, martes o jueves. No me importaba para nada madrugar y no me preocupaba por ser puntual. No sé qué cursos nos dieron pero sí que me acuerdo de las noches que estaba despierta hasta las tantas en la calle, de las copas derramadas, de las risas y de... más cosas. En aquellos días (y noches), la vida era divertidísima y sencilla. La disfruté mucho.
Luego, Cupido me flechó y caí de lleno en el amor. 
Conocí a mi novio, en el trabajo claro, y arrimé a un lado todas las noches de jolgorio para dedicárselas a él. Esto también me llevó a aprender bonitas lecciones pero da para varios cafés. La cuestión es que me ayudó a amueblar un piso y la cabecita. 
Y por último, hubo un momento, no sé exactamente cuándo, en que no me quedó otra que ponerme a trabajar pero... A TOPE. Intensamente. Sin descanso. Día y nochesss. 
Así ha sido el último año. Ya no había tiempo para fiestas, ni para la contemplación, ni el amor (bueno, para eso siempre). Sólo carretera, cafés y comidas preparadas en la neverita, maleta con almohada y sábanas en el maletero del coche y noches fuera de casa haciendo guardia. Bolsos para arriba, bolsos para abajo todo el rato. 

Durante los salientes tampoco dormía mucho, de hecho creo que no dormí nada. Siempre tenía miles de asuntos por hacer y algunas veces me tocó regresar al Centro de Salud para meterle mano al proyecto. Con tanto va y viene llegué a gastar hasta 250 eur en gasolina en menos de un mes (muchísimo) y más de 100 horas de mi vida en colas de autopista. Manejaba 3 agendas a la vez, sin contar el planning de la nevera. Y los días y las noches eran: trabajar, trabajar, trabajar. En definitiva, la vida del residente mayor. 

Ya hace varios días que terminó nuestro contrato. Uno se queda como... en el limbo. Es ahora cuando, ordenando papeles, pienso en todas esas historias de los últimos 4 años y me parecen importantes, aunque fueran movidas. Lo que más me alegra es haber presentado el proyecto de R4, haber terminado la libreta del residente, dejar de hacer 5 guardias al mes y no tener que rellenar más protocolos de Riesgo Cardiovascular, al menos durante un tiempo. 

Si te preguntas: ¿y ahora qué? Pues, ni idea. Yo también me lo pregunto, pero sin agobiarme. De momento sé lo que toca... 
¡vacaciones! 

14 junio 2015

Cuando tu paciente es peluquera



La paciente peluquera no deja de ser peluquera ni por fuera ni dentro de la consulta. Suele ser la paciente que pide cita el viernes a última hora o justo el día que no te has lavado el pelo. O, como en mi caso, las dos cosas. Motivo de consulta aparte, no tardó en derivar la conversación hacia su territorio: el pelo. Tonta de mí (y de mi tutora) por dejarla hablar. Parece que las peluqueras tienen una doble virtud: la de escanear el pelo de la gente con la mirada y automáticamente dar su opinión sobre el mismo sin que se le haya consultado. A mi tutora como ya la conocía de antes, directamente le había traído unos productos para el pelo reseco. Pero conmigo, como era la primera vez que me veía, se entretuvo un buen rato. 

Me preguntó si me duchaba con agua caliente. Le dije que usaba agua tibia. Me contestó, llevándose las manos a la cabeza con gran dramatismo, que no hiciera semejante abominación porque eso hacía multiplicarse las glándulas sudoríparas y que, claro, así entendía que tuviera el pelo tan graso. "Uf, qué va, qué va". Me miraba como si fuera un caso perdido. Me preguntó si usaba crema para el pelo. Yo le dije que sí; por miedo, más que nada, a que me echara la bronca por no usarla, como ya me había pasado antes. Pero mi estrategia tuvo el efecto contrario, me cayó un sermón por usarla. Me preguntó qué champú estaba usando que me dejaba el pelo así. Pues no sé, champús normales, de estos de frutitas que te dejan el pelo oliendo bien. Dijo que no usara nada de eso, que esos no limpian bien el pelo. Le tuve que decir con una vocecilla: "es que ayer no me lavé el pelo, pero de verdad que cuando me lo lavo se me queda limpio". Si no eres peluquera, entre tú y yo, mi pelo el viernes por la tarde también estaba bien. Su intención era venderme un champú mágico que iba a aliviarme de todos mis males grasientos. Hasta me preguntó dónde vivía para llevármelo (¿está loca señora?). Yo le dije que era un poco pasota. Buá. Con eso la asusté ya; me dijo que de cuello para arriba era toda la belleza de una mujer y que no fuera pasota en ese aspecto. No lamenté disentir con esa última afirmación. Creo que las personas bellas lo son por fuera y por dentro (sobre todo por dentro).
Todavía no sé si me estaba llamando fea, pelo-grasiento, dejada o todo a la vez. A punto estuve de levantarme a mirarme en el espejito que tenemos en la consulta
Como ya estaba llegando a mi límite de aguante (ni qué decir de los 6 minutos de consulta por paciente) le mencioné que mi tía era peluquera y que todo lo que ella me estaba diciendo ya me lo había dicho ella (no le dije que de mucha mejor forma). Buá. Con las mismas me soltó que no era lo mismo, que ella tenía un máster en tricoterapia. Y así derramó (no colmó) el vaso. Consiguió que me pusiera en modo "ajam" y con las mismas, liberé a mi mente de escucharla. Le dediqué a la paciente mi mejor sonrisa mientras dejaba que mi cabeza, con el pelo graso y todo, se evadiera de aquella consulta donde había demasiadas opiniones gratuitas. 

¡Feliz domingo a todos los pelos grasos!

18 abril 2014

Malas noticias


Me gustaría dedicar una entrada del blog, porque creo que la merece, a las malas noticias. 

No las que escuchamos en la radio o vemos por la tele todos los días. Me refiero a aquellas que ocurren entre tú y yo, a los que tenemos cerca y a los amigos. Vamos por la vida tan ofuscados pensando en nosotros mismos, en nuestros, nuestros, nuestros, que se nos olvida preguntar a los demás. No me digas que a ti no te pasa, porque a mí sí. Y ahora mismo reconocerlo me da vergüenza. Cómo puede pasar el tiempo sin que te enteres que a una persona que tienes tan próxima, le ha pasado algo tan terrible. Recientemente me han contado varios casos que afectan a compañeros míos, cercanos. La reacción fue todas las veces la misma. Me pregunto cómo pude tropezármelos en el pasillo de la facultad y no notarlo, ver mensajes de ánimo y no sospechar nada, cómo olvidé preguntarles... ¿cuándo dejé de interesarme por el mundo? Después de meditar cómo he podido dejar de conectar con personas que tenía tan cerca y consideraba amigos, de excusarme estúpidamente en todas las cosas que he tenido que hacer (como si ellos no las hubiesen tenido que hacer también) y lamentarme por no haberme dado cuenta de nada a tiempo, viene la peor parte: ¿Qué hacer ahora?   

Lo más fácil es no hacer nada, dejar las cosas como están. Me pregunto qué necesidad tienen esas personas de estar reviviéndolo una y otra vez. A mí no me gustaría vivir un drama personal a cuentagotas, sería una tortura que se prolonga en el tiempo. Me reafirmo justificándome con que mi relación con esas personas -compañeros de clase, no es tan íntima como para comentar con ellos sucesos tan privados. ¿Qué es lo mejor? No lo sé. Probablemente no sea el camino más fácil; pero como en tantas cuestiones de la vida, ¿quién sabe? A veces es mejor dejar fluir las cosas y, si se da la oportunidad, dejar mostrar nuestra buena voluntad. Mi apoyo y mi comprensión ya los tienen... aunque no lo sepan. 

No quiero con esto quedar como una persona maravillosa que se preocupa por los demás, que lo soy, que no es el caso. Al contrario, busco un poco de paz para mi conciencia; que me digas que a ti también te ha pasado, que me des la razón o eches por tierra mi teoría, en definitiva tu opinión. Yo también soy una persona que ha sufrido pérdidas (¿quién no?), que ha llorado por los míos y padece -como todos, los latigazos de nuestra existencia. En definitiva, las malas noticias son parte del telediario para mí y para ti. A veces se me olvida. Pienso que somos inmunes porque yo me siento así. La juventud derrocha energía y se ríe de todos. Infeliz inocente.    

13 abril 2014

Palabras difíciles

Querido maldito,
Esto es el adiós. Adiós a las cenas para dos, adiós a los domingos contigo, adiós a los besos. ¿Crees que es fácil para mí decir esto? No. ¿Acaso no luchamos los dos? ¿por qué salió todo mal? El destino no quiere que estemos juntos y ahora mismo sus trazos se borran. A dónde iré si no es contigo. Supongo que allá donde el tiempo no cuenta, al limbo que hay entre tú y yo cuando no estamos juntos, justo donde no quiero ir. Dicen que es bueno poner tierra de por medio, ¿y por qué no un mar entero? El agua salada podría borrar mis lágrimas. Tonta de mí. Te quise y todavía no sé por qué. Aunque no me convenías y tus palabras de amor estaban vacías, las pocas que decías... Ahora estoy aquí, mendigando en medio de un montón de nada un ápice de lucidez para escribirte, probablemente perdiendo el tiempo en algo que nunca leerás, al menos con el corazón. ¿Sabes qué? Si tienes que marcharte, vete. Sal de mi vida. Estoy cansada de pelear por causas perdidas y ésta hace tiempo que lo es.
Pero todavía hay dentro de mí unas gotas de amor que te regalo aquí. Porque fuiste mi camino, mi luz y mis colores. Gracias, cariño. Supiste descubrir mi verdadero ser, alguien que ni yo misma conocía. Junto a tí me sentí feliz con letras mayúsculas, ¿no lo sentiste tú también? Aunque todo esto ya no importa, verdaderamente. Ahora mismo sólo quiero alejarme de tu sombra. Recorrer el mundo anónimo otra vez, reír ¿por qué no? y no mirar más atrás, a tí, a nuestro piso vacío, a nuestros posibles. Se me acaba el café. Y ya no se me ocurre mucho más que decir. Creo que el silencio es nuestra mejor cura. Fue un placer poder compartir contigo cada segundo que vivimos. Espero que cuando leas esto te encuentres bien y que, si algún día decides pensar en mí, sea para bien.
Adiós querido maldito.

Working Day


Hoy he decidido ponerme con la redacción de la memoria de mi Proyecto de fin de grado (PFG). No sé si más atrás te conté de qué iba: sobre el suicidio, desde el punto de vista forense, no psiquiátrico. Acoté mi búsqueda a los que habían ocurrido en la Isla de Tenerife, y sólo en los últimos 4 años. En total, han sido casi 300 casos que, entre tú y yo, han sido 300 archivos para leer. Sí, he leído mucho últimamente. He visto casos interesantes y he podido involucrarme un poquito en la Medicina Legal, que siempre fue mi primera opción. Lástima que no tenga salida MIR y que finalmente haya optado por prestar mi atención a los vivos. En cuanto a los informes forenses... los hay más o menos completos, dependiendo de quién lleve el caso claro está. Tal vez, lo que más me ha llamado la atención ha sido lo rápidamente que puede contarse un suicidio. Apenas unos párrafos. Tenía o no familia, se le murió un hijo, había roto con su pareja hacía poco, tenía una depresión conocida desde hacía un año, se encontraba solo, bebía mucho, estaba en tratamiento, alguna vez amenazó con que lo iba a hacer... y en esto que un día lo hizo. No le lleva muchas averiguaciones al médico forense, determinar que una muerte ha sido por suicidio. Suele estar claro, más aún cuando se ha dejado una nota de suicidio. Las he leído. Creo que ha sido lo más trágico y bonito que he leído nunca, mejor que en cualquier libro. Me da un escalofrío al pensarlo. Me encanta mi trabajo. Ahora sólo queda ponerme manos a la obra y hacer parecer que mis resultados tienen algo de sentido. 
¡Allá vamos! Feliz Domingo :)   

02 abril 2014

El ciclo de congelación de los garbanzos

Desde un principio me planteé hacer la segunda parte de mi preparación para el MIR fuera de casa. Es decir, que al acabar el sexto curso este Julio me mudaré a una de las sedes de la academia Amir, hasta Febrero del año próximo. Razón principal: pues que en las Islas Canarias no hay ninguna sede para hacer al menos una parte de la preparación MIR presencial. Razón secundaria: porque en mi casa no hay quien estudie. Total, que mi madre se ha puesto las pilas y ha empezado a darme clases de cocina vital básica (pelar papas) y próximamente, cocina vital avanzada (freír papas). Esto se basa en que yo pongo mi poker-face y la dejo que hable, igual que cuando veo las e-clases de Amir. Confío en que algo retendrá mi cerebro (confío demasiado en él, ahora que lo pienso). Lo mejor es que, cuando cierro los ojos por la noche e intento dormir, todo vuelve... pasan ante mí los pacientes con manchas extrañas y posiblemente contagiosas que toqué ese día, las vídeo-clases de 5 horas, el esquema de las vasculitis, el TNM del cáncer de pulmón, el algoritmo de la insuficiencia respiratoria y mi madre contándome qué hacer con los garbanzos cuando están congelados y quieres ponerlos en la sopa. Entre tú y yo sabemos muy bien que, cuando no sepa qué hacer con las papas, la llamaré para que me lo cuente todo otra vez. 

27 agosto 2013

El mejor peor

Mi prima N. de 10 años me contó hoy cuál había sido el peor día de su vida.
Al parecer, el último día que tuvo clase de Educación física este curso, hizo mucho calor. Para colmo, la profesora hizo correr 10 vueltas al patio a todo el grupo. Me contó que algunos niños se escondían detrás de las escaleras, a la sombra, para que la profe no los pillara. Dijo que ese había sido el peor día de su vida. Yo estuve apunto de explicarle que a eso lo llamábamos "test de Cooper" y que no era dar diez vueltas al campo, sino correr durante 12 minutos sin parar y que yo lo había hecho unas cuantas veces en el colegio. Pero dudé de que eso entre ella y yo importara, se trataba de su peor recuerdo. ¿Cuál era el mío?

Esto no me llevó mucho tiempo pensarlo, fue la época en la que estudiaba Patología General de 3º de carrera, la primera y casi la última asignatura anual que hice en Medicina. Examinaban los profesores-catedráticos de Medicina Interna y era una prueba oral. Me había presentado al primer parcial en enero y había ido bien; el segundo en mayo fue mal y ahora tenía otra oportunidad de recuperar esa parte suspendida y no dejar en entredicho lo que sabía de la primera parte. Estaba tan nerviosa que no dormía, no comía, no vivía. Así durante días y días. La noche antes estuve llorando, había intentado convencer a mi madre de que no sabía nada, que estaba bloqueada, pero ella me decía que al menos fuera y lo intentara. Aquella mañana llegué como siempre, un par de horas antes de que empezara el examen. Subí al lugar previsto (la 6º planta del Hospital - Servicio de Medicina Interna) caminando, como si de esa manera pudiera alargar el tiempo que me quedaba antes de enfrentarme a Pato. Pero sólo era capaz de pensar en tirarme por alguna de las ventanas por las que pasaba; miraba por esas ventanas abiertas mientras imaginaba cómo sería la caída desde cada una de ellas. Me daba más miedo examinarme que asomar la cabeza en un sexto piso desde el que sólo se veía asfalto y las chimeneas sobre el tejado de las cocinas. Me dolía caminar, estaba temblando y pensaba que en cuanto leyeran mi nombre de la lista iba a vomitar la infusión de valeriana que me obligaba a beber en el desayuno. La gente que estaba allí para examinarse, no paraba de hablar y de parlotear con esa verborrea nerviosa y confusa de información cruzada que, antes de un examen, más vale no escuchar. Yo no quería ni oírlos, a nadie. Así que fui a sentarme en el hueco de las escaleras, justo al lado de la puerta de "el despacho", pensando en aquellas ventanas abiertas, y allí me quedé hasta que llegaron los profesores y empezó la prueba. No recuerdo una sensación peor que esta. 

14 junio 2013

Cautos, cuentos y otros eufemismos

- "Van a aumentar las retenciones del sueldo"- y esta frase sólo podría asustarme tanto viniendo de mi padre -sin ánimo de despersonalizarlo, única fuente de ingresos en mi casa.
Vaya, la amenaza de la crisis se hace algo más tangible a medida que avanza el año mientras mi padre se suma a los centenares de pacientes con insomnio y ansiedad que se medican en los centros de salud a diario. Con detonantes como este, no se puede pretender que nos funcione girar la cara en otra dirección sin prepararse para recibir algún golpe. Pero no caigamos en la hipocresía de no creer en nuestra solvencia cuando hay familias que no gozan de tal holgura. Somos la clase media, próxima a la extinción.

Por qué cuento todo esto; porque sin duda la humanidad de las personas a mi alrededor se está lastimando. Y con este aura de miedo y preocupación no hay alma que pueda entregarse a sí misma ni crecer, si no es bajo el yugo de una sociedad discapacitante. En años, veremos el resultado de todo esto y sin duda diremos maldito el día que no nos dejaron seguir cultivándonos y nos empujaron a una existencia aberrante. No tengo el paradigma absoluto de la normalidad, pero esta situación sin duda, no lo es y los perjuicios no tardarán en llegar.

Los valores que un día nos dieron amparo, poco valen ya. Nadie mira por nadie, no se comparte y casi no se presta, la humildad es sólo otra palabra llana que no vale ni un acento. Necesitamos ser rescatados. Necesitamos que el mundo comprenda. Necesitamos implicarnos. Hubo una época en que la libertad significaba algo... Para mí ser libre es tener poder de elección y en tanto quiera alguien privarme de él, con más firmeza lo defenderé para poder decir un "no" exento de explicaciones, poder salir o decidir quedarme siempre y en todo momento. Esto fue lo que me enseñaron y me pareció justo, así que lo integré para que fueran las palabras que me definan. No es ninguna exclusiva, la libertad se cotiza bien en el mercado pero los que se jactan de disfrutar de la misma suelen ser los que sólo han llegado a probar su versión demo.

Además, no es difícil darse cuenta de que el hombre pierde su capacidad de interactuar con el medio -paradójico en la era de las redes sociales. Las relaciones interpersonales se han complicado desde el día en que nuestro lenguaje corporal iba dirigido a un cacharro -llámalo ordenador o teléfono. Llegar a otra persona, conocerla, es una tarea laboriosa, difícil y no dispensado de sorpresas. A menudo la gente no es lo que uno pensaba o, más bien, lo que la tecnología te había hecho pensar que era. Por esto, cuando alrededor todo está fuera de control, lo más inteligente que se me ocurre es mirar al interior.

El viaje más genuino que podemos emprender es hacia el centro de uno mismo y en esta cruzada me encuentro inmersa estos días. Eso sí, hay que pagar el precio y una habitación individual vale más cara que una doble, separarse por momentos de la corriente para poder detenerte y observarte es elemental pero no todos están dispuestos a aceptarlo como tú y yo, la soledad es una incomprendida. Para el viajero, descubrir las cosas que le gustan le facilitan muchas tomas de decisiones; le hace buscar y consecuentemente, encontrar. Como se dijo "el secreto está en el caminar, y no en la dirección que se lleva, pues, ciertamente, el que busca un camino espiritual, ya lo ha encontrado".



Así es como la esfera espiritual pasa a significar algo nuevo para mí, a través de una película que no tiene nada de particular... Hollywood tiene respuestas para todo. Se titula "Come, reza, ama" y seguramente la recuerdas por el boom que causó cuando se estrenó; puso de moda la pasta italiana, el Yoga y la filosofía new age. No es que haya adquirido una espiritualidad prefabricada pero ver cómo los otros dan por provechoso el alejamiento del exterior y el acercamiento al interior me hizo querer probarlo por mí misma. Recuerdos cruzados se me pasan por la mente, me guío por mis instintos y por mis deseos. Sin saber cómo, algo me hizo coger de nuevo un libro y recordé lo delicioso que me era la lectura. Me perdí entre cientos de páginas y ahora mismo estoy empezando a hojear mi quinto. No por esto me considero más; más sabia, iluminada o portadora de razones más poderosas para nadie excepto para mí. Sin duda ha sido un cambio favorable pasar de "los demás esperan que yo haga..." a modo "yo considero" o "a mí me apetece". De algún modo siempre lo hice, pero nunca con tanta seguridad como ahora mismo.

14 abril 2013

Desensibilización progresiva


En Psiquiatría, la desensibilización progresiva es una técnica usada en pacientes con fobias. Por ejemplo, al individuo con vértigo se le expone a una sucesión de alturas diferentes, que aumentan progresivamente; al que le dan miedo los bichos, le harán meter la mano en un cubo con alguno dentro, luego dos, luego te metes entero... las clásicas barbaridades de loqueros. Porque si no me gusta ver un bicho, ¿cómo voy a tolerar meterme en un cubo lleno? Eso me pregunto yo. La razón por la que me acabo de acordar de esto es que, sin querer se me ocurrió que debería existir una terapia así para la Vida. No estamos preparados para más de la mitad de las cosas que suceden entre tú y yo. Nadie es capaz de decirte cómo resultarán, las buenas o las malas. Me dicen: "no sirve de nada que te lo explique, ya lo verás por ti misma". Pero qué clase de loca existencia es esta en la que tienes que ir actuando sobre la marcha, o sobre el presente.

04 abril 2013

¡eo, estoy aquí!

Si esto no te parece un problema de el mundo contra Deb, explícame qué es...
Paré porque el negro se empeñó en salir del aparcamiento marcha atrás sin darse cuenta de que yo venía, y ya no podía esquivarlo. Paré y al mismo tiempo paró otro coche detrás de mí. Quedé bloqueada. Enseguida, el coche de color claro decidió que, si el negro podía salir, él también así que le dio marcha atrás a toda máquina. No oyó como le estaba pitando, ni como una mujer en la acera le estaba gritando hasta que reaccionó. Quedó a tan poca distancia de mí, que no podría haber pasado por ahí ni una modelo de perfil. Eres un crack, Fulano.


01 marzo 2013

Se busca

"Servicio clínico en un Hospital de tercer nivel -hospital de referencia, que ofrezca contrato para realizar Residencia durante 5 años. Debe ser limpio, ordenado, multitasking y con recursos. Los componentes del servicio deben ser simpáticos, didácticos, que trabajen en equipo y con una edad media que no ronde los 80 años. El Jefe de Servicio debe ser empático y con aptitudes de liderazgo. Número de guardias por determinar. Se valorará que permita obtención de Doctorado y reciba alumnos universitarios. Interesados ponerse en contacto".  
¿Qué buscar si no, cuando toca saltar de la Facultad al Hospital? 
Si es que quieres estar en uno, porque tranquilamente podrías optar por trabajar en un Centro de Salud y olvidarte de pasar por edificios de más de cinco plantas. Está claro que cada estudiante de Medicina tiene más o menos claro dónde quiere acabar trabajando. Pero después, lo que ocurra tras el MIR puede ser tan distinto... Lo importante es saber en qué sitio encajas mejor, qué tipo de pacientes querrás ver y donde no claramente, quieres acabar. Por ejemplo, acabar en un zulo oscuro viendo radiografías no es lo mío, ¡jajaja! Con todos mis respetos entre mi amigo radiólogo N. y yo. Ya se verá. Antes o después, algún servicio me tendrá que adoptar, ¿no? Espero que cuando llegue ese día, aún quede algo de lo que fue un Sistema de Sanidad viable, aunque tal como están las cosas, lo más sensato parece ser coger las maletas y marcharse rumbo a donde quieras. 

Ayer salía en un periódico de las Islas, la siguiente noticia con el primer planazo de mi profesor de patología digestiva y jefe de Cirugía del Hospital Universitario de Canarias (HUC)... 


Por si fuera poco, en el mismo diario aparecía una foto de nuestra Facultad en plena portada como encabezado de la siguiente noticia...

 
Espero que no llegue el día en que haber estudiado en la Universidad de La Laguna, se convierta en un privilegio y en pasado.

30 septiembre 2012

Vicisitudes comestibles

Una vez estábamos cenando en casa. Esa noche tocaba uno de mis favoritos: sandwich a la plancha. Soy fan total. La sandwichera será el nº1 de mi lista "Má, cómprame uno de estos cacharros cuando me vaya de casa". Mi madre no había llegado del trabajo, así que nos preparamos dos sandwichs a repartir entre mis dos hermanas, mi padre y yo. Cuando estuvieron a punto, los pusimos en el plato y los fuimos a dividir de manera que tocara a medio para cada uno. Mi padre cogió el cuchillo y los partió en 2 rectángulos. 
Entonces mi hermana más pequeña lo vió y dijo: "¡Nooo, pártelos en triángulo que así toca a más!".
Acto seguido los demás agachamos la mirada hacia el plato mientras dibujábamos mentalmente una figura tal que así, intentando calcular cómo se podía sacar más de aquello pero a veces... la ficción no va más allá de los sandwiches de jamón y queso. Cosas de mi hermana pequeña, ¡jajaja!    

 
¡Feliz tarde de domingo!