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14 octubre 2012

Hablando al mar

Dime tú, pequeña caracola, si no es el mar digno vacío para tus pensamientos. Di si no es verdad, que las mareas van y vienen dibujando una fina estela de espuma a su paso, rompiendo con fuerza en tus incorruptibles escollos como si quisieran erosionar, y erosionando, las barreras indomables de tu mente. Háblame pequeña caracola, sobre las sirenas de las profundidades y los tesoros que surcaron los océanos contigo y allí para siempre quedaron, encubiertos. Hay tanta riqueza en el calado de tu ingenio y sin embargo, lejos queda de la visión del marino inexperto. Conocer los confines del mar puede llevar mucho tiempo. Puedes viajar toda una vida y aún así sentirte grumete. Sólo los más audaces se acercan a conocer las idiosincracias de tus pleamares. Navegan con viento de popa y llegan, hasta los confines del mundo por penetrar las abruptas costas de tu persona. Nadie se lleva la gloria de fondear en aguas mansas, ni de alcanzar tu playa coralina. Di si no es verdad, pequeña caracola, que quienes se adentran en el mar viven amándolo, que luchan contra viento y marea por no encallar estando en aguas inquietas y que indudablemente ello les conduce a la tierra firme que tú abres ante ellos. Tú has de saber, caracola mía... pues tú llevas contigo el eco de todo ello. A través de ti habla el mar en primera persona, deja la huella de sus historias en la arena y traduce el rugir de las olas en una lengua viva aún en las orillas de tu existencia. No me aventuro a querer abarcar tus oscuros misterios con mi humilde balandra. Basta con que quiera adentrarme un poco, lo suficiente para sentir que me muevo, y que navego. Quiero oír la espuma de las olas al pasar, saborear el salitre en alta mar, mi meta es salvar las mil leguas que hay entre tú y yo. Enséñame pequeña caracola, a esuchar el Mar por favor.

21 junio 2012

Mi propio agujero negro

Una vez me dijo mi amigo K. que yo tenía mi propio agujero negro, que cada vez iba atrapando a más gente.
La razón por la que dijo esto es sencilla: porque hay muchas personas que me caen mal. No suele ser así desde el principio; salvo por algunas excepciones que, sin tener motivo me llevan al rechazo. ¿Instinto? ¿Impertinente? ¿Prejuicos? Vale, lo que sea. El caso es que cuando esto ocurre, hago lo que yo llamo "pasar página". Me gusta bastante, le llegué a coger el truco rápidamente y hubo incluso una época de mi vida que era un continuo pasa-páginas. Esto no es natural. O sí. Porque según las leyes físicas de los agujeros negros, lo habitual es absorber materia (véase personas). Muy pocas veces he ido al rescate de alguien que se había perdido en las profundidades de mi agujero negro. Tengo poca paciencia, qué te digo. Y la poca que tengo, la alargo para llegar al máximo rendimiento en aquello que realmente merece la pena. Por eso es que a mí no me valen palabritas entre tú y yo como "podemos quedar como amigos" o "vamos a darnos un tiempo" o "no puedo darte lo que necesitas". Tampoco soporto la falsa modestia "ay, llevaba el examen fatal pero al final aprobé (nota=9'8)". Me resulta fácil desprenderme de la gente con la que no me siento cómoda o a la que no trago

¿Mecanismo de defensa? Ya te digo... y de ahorrar tiempo y energía cósmica.
Deb's own Black Hole

15 junio 2011

Eclipsada

       Desde siempre me he sentido peculiarmente atraída por la Luna y sus misterios. Supongo que es debido a que me siento identificada con ella porque -al igual que todos, tiene una cara oculta, una cara secreta. Le gusta salir a hurtadillas por la noche y pone un toque de luz allá donde va.

       Por este motivo, no podía en un día como este, perderme yo el anunciado eclipse lunar (sobre todo en un momento tan señalado como hoy: cuasi fin de exámenes de junio), ¿cómo perdérmelo? No, no. Allí estuve yo encaramada a la hamaca, prismáticos en mano. Fue una bonita experiencia y me alegro de haber tenido la oportunidad de disfrutar de ella. Pero como mis ideas no me dejan de llover encima todo el día, al mirar con embelesamiento el fenómeno, tuve un chaparrón de cuestionable genialidad.

       Quiero creer que es una premisa universal: que el bien vence al mal así como la luz, a la oscuridad. Toma su tiempo pero incluso en la noche más oscura, podemos contar con un punto de luz.

        Ahora bien -siendo algo más realistas, lo habitual es que no todo sea negro o blanco en este mundo. Creo que sería más lógico esperar que hubiera término intermedio. Porque no podemos llenar nuestros días sólo con luz u oscuridad; porque no hay paz sin guerra; porque, entre tú y yo, en esta vida el equilibrio perfecto no es el claro ni el oscuro, sino el balance entre los dos.



De lunática a lunáticos,
¡Feliz noche!