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10 enero 2013

Lo más difícil

Uno trata de vivir manteniendo el equilibrio. Al mínimo cambio, tratamos de compensarlo rápidamente para que ello no nos reporte malestar o nos lleve a una situación muy temida entre mortales... la adaptación, la aceptación, la transigencia. Tendemos a pensar -creo que con algo de acierto, que los viejetes son los que más difícil lo tienen a la hora de adaptarse a las novedades que les da el mundo. Pero qué hay de nosotros; acaso no nos cuesta también, poner en marcha el ajuste que ha de solucionar cualquier desequilibrio. Como el blanco existe para contraponerse al negro, y resulta que te gusta tanto el negro, que te olvidas de que el blanco es parte de la gama de color. Puede que hoy te pase como a mí: que no sepas reconocer dónde se encuentra tu desequilibrio y sea otra persona la que tenga que chivártelo. Y esto es un mal rollo. Primero, por no saber reconocer las parcialidades de tus inclinaciones y en segundo lugar, por tener que darle la razón a la persona que sí las sabe ver (háganle hueco a mi orgullo). Mi consejo entre tú y yo es que tengas cuidado con los defectos y los excesos con el complemento de nombre que quieras detrás. Lo bueno es que, una vez identificado, puedes poner el contrapeso apropiado, si quieres... 

24 julio 2012

Sinceramente, un no placer

Por supuesto, este post va sobre no conocer gente.
Reflexión de hoy: las últimas tres personas que no he conocido.
A! El chico que arregló los porteros del edificio donde vivo. 
Bueno, no es que tuviera que enseñarme su arbol genealógico, pero creo que lo mínimo después de entrar en mi casa a arreglar el telefonillo era decir un genérico "Hola" seguido de su nombre. Yo lo hago cuando me presento a un paciente que veo por primera, segunda, tercera e infinita vez. En fin, él se lo perdió. 

B! Una antigua compañera de mi madre de cuando hizo el curso de Auxiliar de Enfermería. 
¿Sabes ese incómodo silencio cuando vas con alguien y no te presenta al encontrarse con otra persona? ¡Ouch! A mi ego le duele, más que nada porque es como si no existiera. Vale que puede ser una persona a la que nunca más vuelvas a ver pero, alguien que trabaja en digamos, la entrada a una superficie comercial tan transitada como un Carrefour, pues da que pensar. Sep, porque entre tú y yo sabemos que probablemente volverás a ver a esa persona muchas más veces. Lo peor es que, cuando pase el tiempo, creerás que te has olvidado de su nombre y lo que ha ocurrido es que sencillamente, nunca te lo dijeron. 

C! El peor de los casos, no una persona sino ¡un grupo de personas! Amigos guay del pasado de un amigo mío. 
Guau, ahí sí que se palpa el efecto "ignoring" que te hacen. Imagina la situación... Vas caminando por la calle con tu amigo R. cuando de frente viene un grupo de personas que, al verle, estallan en un común "¡eyyyyy!" (en jerga canaria significa 'Hola, ¿cómo estás? ¡cuánto tiempo amigo! Te he echado de menos pero te veo bien así que cuéntame cómo te ha ido'). Claro ellos empiezan a hablar y enseguida se enzarzan en un intercambio de batallitas de los últimos 5 años en los que no se han visto ni hablado. ¿Y cómo reconocer que eso va para largo? Porque mi amigo se pone las manos en los bolsillos y pose de interesado. Mientras, yo sigo allí plantada (allí... allí... allí...) (eso era el eco de mi voz).

Hola, soy nadie, ¿que tal? Un no placer.   

25 junio 2012

Mark, ¡déjame entrar!

Por si aún no lo habían notado hace unos cuantos días que no entro en Facebook. La razón es bastante lógica: me han bloqueado la cuenta. A quién se le ocurre hacerle eso a alguien que está de vacaciones y se pasa horas en Facebook. Bueno, al menos ha sido por un argumento lógico. Se trata de una medida de seguridad de Facebook contra la suplantación de identidad. Ejem. Según un correo que me enviaron, hay sospecha de que he suplantado identidad (de mí misma). Así que ahora me encuentro a la espera de que hagan las comprobaciones de rigor para poder volver a entrar en mi perfil. Mientras, me siguen llegando los avisos de notificaciones que tengo pendientes; los mensajes entre tú y yo que tengo sin leer; las fotos en las que me han etiquetado que no puedo ver.  No sé si son cosas mías o es verdad que las tecnologías tienen cierta tendencia a colapsar en mis cercanías. Como no me dejen entrar tendré que hacer lo impensable, muy improbable e inadmitible... volver a Tuenti (¡¡ni de co**!!). No, al final renergaré de la Tecnología y con el dinero que me iba a gastar en un iPad, me compraré dos cabras y me mudaré al barranco. 

Gracias Mark, colega.