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15 enero 2022

Por los pelos

Así empezó para mí el 2022. 

El 22 de Diciembre tuve muy buen pálpito porque me tocó el reintegro y además el Gordo de la lotería tocó en Gran Canaria. Estuvimos cerquita, por los pelos. 

A pesar del oleaje de COVID19 que teníamos encima, nadie pudo convencerme para no volver a mi casa por Navidad así que cogimos los regalos y nos desplazamos a Tenerife para pasar las fiestas. La sorpresa fue que a nuestro regreso a Gran Canaria, varios familiares con los que habíamos convivido esos días comenzaron con síntomas sospechosos, con un test se vio enseguida: COVID. Así que tuve que activar toda la historia: llamar a seguimiento de profesionales y hacerme 3 tests en 4 días. Todos negativos, los míos y los de mi novio, por los pelos. 

Como estaba tan contenta por haber escapado del COVID una vez más, se me ocurrió celebrarlo buscando peluquería para un nuevo look previo al Año Nuevo. Pero claro, todo estaba lleno. No me quedó otra que buscar una de esas peluquerías low cost donde te atienden por orden de llegada. Decidí hacerme mechas para tapar todas las canas con las que me ha otorgado la pandemia pero cuando salí de ahí... ¡era rubia! Pensé que era efecto del sol que me estaba dando pero cuando llegué a mi casa estaba tan rubia que parecía que tenía el pelo blanco. 

Al día siguiente... 30 de Diciembre, me vi dando vueltas y buscando una peluquería abierta que me pudiera cambiar el color pero acabé en el mismo sitio, sin cita. Parece que tuvo solución, la peluquera me oscureció el pelo y ahora vuelvo a ser morena. O medio-morena, pero no rubia. Por los pelos.

Ahora mismo me encuentro contando los días entre tú y yo para salir de vacaciones, solo puedo decirte que me voy lejos... espero que el COVID19 me dé vía libre y me permita disfrutar de un pequeño descanso, aunque sea por los pelos. 


Feliz inicio de Año, 2022.
 

08 agosto 2021

La revolución: cómo pasé de blogger a instagrammer

Todos los que me conocen saben que me encanta compartir. Especialmente aquello que he cosechado durante mi propio autoaprendizaje, al margen de los libros. La vida nos enseña continuamente, casi siempre con meteduras de pata o esas situaciones en las que te quedas en plan "¿¡perdóname!?"

A diario canalizo mi sabiduría en la consulta como médica de familia. A mis pacientes receto por igual Paracetamol y gárgaras tibias de agua con sal. Creo en que "la madre" se te puede subir. Les aconsejo que pongan velitas a sus mascotas en vez de pautarles una pastilla para el dolor de su pérdida. En definitiva, he creado mi propio folclore y me siento agradecida por poder difundirlo de esa manera tan abierta.

En redes sociales creé perfiles y conté mil historias de aquí y de allí porque una amiga, un día, me sugirió que lo hiciera. Y luego me enganchó. A lo largo de tanto tiempo he visto que no solo entretiene, sino que gusta. A mi público lector le encanta lo que se comparte. La vida misma, como una novela sin fin. 

Ahora toca dar el gran salto. Tras mi aparición en el mundo de la medicina estética me he visto impulsada por una corriente mucho más poderosa que la palabra escrita: la imagen. El poder de difusión de la imagen es imparable. Así que en esas estoy, en reconvertirme para que puedas seguirme hacia la cresta de la ola. Viví el paso al año 2.000 creyendo que eso nos conduciría a un futuro abrumador y el futuro ya está aquí. 


Siempre entre tú y yo ♡ y ahora también dra_deborapita. Estés donde estés, espero que te encuentres bien y seas feliz.



 

25 abril 2021

La tarea más difícil

Cuarto propósito para el Año Nuevo, 2021.
Rescatar a la persona que quieres incluso de sí mismo. 

Últimamente he tenido bastante tiempo para reflexionar. Eso ha sido porque he estado hablando menos y cuando eso pasa me pongo contemplativa. Creo que todos conocemos la historia del príncipe que rescata a la princesa, la de la princesa que se rescató a sí misma pero, ¿alguien sabe cómo se rescata a quien no quiere ser rescatado? Si los sabes, te animo a aportar algo de luz. Porque aquí está todo muy oscuro a pesar de que el mes de Abril esta siendo muuuy soleado.

Mi sexto sentido de médico mujer con canas me permite detectar señales precoces de que algo no va bien. A veces es tristeza y otras veces, locura. Así de estrafalaria es mi vida. Cuanto más próxima a mí, más estable prefiero que sean las personas de mi entorno. Pero me ha tocado cada bicho raro... Al final, todo es ponerse y la convivencia hace que esos rasgos sean los que marquen definitivamente un vínculo eterno. Hoy me siento a darle vueltas a la cabeza para tratar de encontrar la manera de ayudar a alguien que quiero. Con lo que sé de psicología me basta para admitir que cada uno debe buscarse la vida para resolver su embrollo. Pero también me gusta creer que podemos influir en los demás de manera positiva. Por eso nos tenemos unos a los otros, ¿no? Eso es refuerzo positivísimo. 

Creo que en ocasiones el botón de insight está silenciado y ves cómo esa persona que quieres queda en un limbo que se prolonga en el tiempo. Qué angustia. Como en un laberinto que no tiene salida y en el que te pasas el día dando vueltas por dentro. Atascado. ¿Cómo podríamos generar un cambio ahí? Haría falta una descarga de energía tan potente que hiciera que esa persona saltara por los aires. Está muy bien lo de acompañar en el silencio y todo eso pero realmente por dentro quieres gritar...

 ¡¡Estarás bien!! ¡¡Lo resolverás!! Ahora mismo saldría a pelear por ti, sin dudarlo. Porque yo estoy más convencida que tú de que tienes el potencial para superarlo. Hazlo. Yo estaré a tu lado. Mírame aquí. 
Luego vuelvo a la realidad, le sigo dando vueltas a la cabeza y me acuesto en la cama. Apago la luz y cierro los ojos. Me doy la vuelta aún con la armadura puesta.

13 febrero 2021

Mujeres rotas

Esta semana ha sido un poco más dura que las anteriores. En la consulta de Medicina de Familia algunos casos requieren más tiempo, más llamadas y más trabajo. A veces también necesitamos la intervención de otros profesionales como un trabajador social. Nunca está de más que nos saquen de la medicina de libro y nos devuelvan a la tierra donde habitamos. Ese lugar en el que uno es simplemente... lo que le dejan ser

Este miércoles por la tarde me encontraba trabajando en mi consulta, como de costumbre. Sobre las 5 de la tarde terminaba el último bloque de citas telefónicas y me dirigía a la puerta para comprobar si tenía algún paciente esperando por mí. Lo intuía porque se oían voces suaves en el pasillo, entretenidas en una conversación trivial seguramente. 
Al abrir la puerta para pasar lista me llevé una sorpresa. 
Había dos mujeres jóvenes. A una la conocía, a la otra no. Una tenía 18 años, la otra estaría en sus 30. Juraría que no se conocían entre ellas pero eso no era impedimento para entablar una agradable charla durante la espera y encajar algunas risas. 
La primera en pasar, por el orden de lista, fue la mayor de ellas. Cuando se sentó en la silla de consulta, su cara cambió y sus ojos risueños dieron paso a un mar de lágrimas a punto de derramarse. No la conocía pero sospechaba que algo no iba bien. Un vistazo breve a la lista de antecedentes personales me dejaba sin pistas: es una chica que no suele acudir a consulta. De todos modos ella enseguida dejó claro el objetivo de su visita: deseaba tener cita con un psicólogo que "le arreglara la cabeza". Su tono de voz pasó de suave a enfadado, luego exigente y por último apocado, mientras exigía que el sistema le ayudara. Nos confesó que era víctima de violencia doméstica (psicológica, física e intuyo que de otro tipo) por parte de su actual pareja, que además es el padre de sus dos hijos, desde hacía años. No tenía a dónde ir. Sin ayuda de padres u otros familiares tampoco se planteaba irse de casa. La solución que ella estaba esperando de nosotros era una terapia para "arreglarla" y que no sufriera cuando su pareja la sometía a todo tipo de maltrato. El único motivo por el que había venido al centro de salud era porque él había desaparecido hacía 5 días de casa, seguramente porque estaría con otra mujer.  

Estuve un buen rato con ella aunque no quería hablar mucho. Dejé que las lágrimas se le rebosaran mientras le explicaba qué opciones tenía y qué podía obtener con ellas. Cuando se marchó no me quedó claro qué haría ahora que había dado este paso.

La siguiente paciente era la chica más joven. Su caso ya lo conocía bien. Según me había contado en la consulta anterior, con sus 18 años recién cumplidos había denunciado a su padre por maltrato físico hacia ella y su madre. Ahora él tenía una orden de alejamiento. Es una chica muy madura, buena estudiante, más bien introvertida. Ella no ha gastado ni una de sus lágrimas en la consulta. También acudió en su momento buscando ayuda psicológica para poder afrontar la situación. Era muy estresante para ella saber que su madre había perdonado a su padre, que mantenían contacto telefónico a pesar de la orden de alejamiento y que deseaban volver a estar juntos porque "su madre sin su padre no era nadie", tal como ella misma le había dicho. Tenía pesadillas todas las noches, soñaba con que su padre entraba en casa, y en su habitación, sin permiso. Esa tarde la cité solo para vernos, hablar y corroborar que en casa estaba todo en orden. Que ella estaba en orden. 

Conocía ya las herramientas disponibles para las mujeres maltratadas porque ya había tenido que usar esos recursos. Había acudido a un psicólogo. Esa tarde compartió conmigo lo contenta que estaba porque había tenido buenas notas en sus estudios "a pesar de todo". 
Cuando abandonó la consulta y cerró la puerta tras de sí tuve que hacer un descanso. Aunque sea unos minutos para poder respirar. Abrí puerta y ventana para que fluyera la corriente y se llevara el aire pesado que se había quedado allí dentro. 

Me pareció de lo más interesante que estas dos personas tan especiales, fuertes y luchadoras, hubieran acabado sentadas por fuera de mi consulta. Mostrándose, una a la otra, la fachada de protección que había creado, mientras charlaban sobre trivialidades.
Las vi tan frágiles y, a la vez, invencibles.


- o -

El DEMA es un servicio de atención inmediata para mujeres víctimas de violencia, disponible en todas las Islas Canarias, durante las 24 horas del día, todos los días de año.

31 enero 2021

Soldado de invierno

 Así se despide el mes de Enero mientras seguimos avanzando en el duro invierno. 

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El primer mes del año siempre es algo trágico. Hace frío, hay poca luz. Ni la marmota quiere salir. Lo más apetecible es pasarte el día haciendo la croqueta. Pero tampoco es cuestión. Hay batallas que debemos seguir peleando para que la guerra (con el frío) no acabe con nosotros. También es época de ausencias en el trabajo: por algunos que aún tienen días libres y por otros que empiezan con la típica tos con mocos, que este año es sospecha de COVID19 (con su típica PCR que después sale negativa y como mínimo un par de días en aislamiento). Por una o por otra, son frecuentes los "ajustes" del planning, lo doblajes sorpresa y repartos de pacientes como boletos del bingo. Una sola cosa puedo decir: es el primer invierno que no empiezo el año con fiebre así que parece que las mascarillas funcionan. Eso o mi vida social está tan muerta que no la revive ni una descarga de 200 Julios. Para no cambiar de tema, me he acordado que mi cuenta de tripadvisor hace casi un año que no se toca: ni recomendaciones de restaurantes, ni críticas de hoteles, ni referencias de lugares de ocio. Perdidas todas mis estrellitas de experta en hoteles y colaboradora sénior. Ay, cómo echo de menos aquellos tiempos en que llegaba el viernes y salía del trabajo rodando una maleta, camino del aeropuerto. Ahora llega el viernes y más de lo mismo, fase 3. Con eso te digo todo.

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Habrá que suspirarlo y superarlo. Viajar y "vivir" todavía no es posible. Al menos tal y como lo recordamos de nuestra "vida anterior" (a la COVID19). Dudo que podamos o volvamos. Te has planteado que en ningún momento de nuestra Historia del Mundo los cambios nos han llevado a "volver" a un estado anterior. Siempre se ha ido hacia algo diferente. Hacia delante. Así que te digo una cosa entre tú y yo, cuando salgamos de esta, todo va a ser diferente. Seguramente el Mundo estará ahí esperándonos, pero de otra manera. Habrá que reinventarse para seguir adelante. 

26 enero 2021

¿Vamos a hablar de esto?

Me topé con este mensaje la otra noche al salir del Centro de Salud.
Apareció en una recta, en una carretera bien visible, frente a una guardería.
Me pareció tan chocante que tuve que dar la vuelta en la rotonda para pasar a verlo una vez más. Incrédula de mí. Era reciente, lo sé porque paso por ahí cada día. Ingenua de mí. La gente que vive por la zona es la que yo atiendo en mi consulta cada día.
Para el que no viva en Canarias, ha de saber que nos encontramos en un punto geográficamente estratégico que supone la clave de entrada hacia Europa. Favorecidos por un clima benévolo y unas costas accesibles, somos inevitablemente uno de esos lugares que uno podría soñar para dar el salto al continente. La triste realidad es que recientemente y cada vez más, hay un flujo constante de migrantes cuyo objetivo no es permanecer en estas islas pero que se ven forzosamente varados aquí. En nuestro entorno, abierto y generoso, siempre hemos tenido la puerta abierta al viajero. Siempre hemos sido sitio de paso. Lo dice nuestra Historia.

 ¿¡Y ahora me vienen con esto!? 

Pues me preocupé. Cuando leí ese mensaje me vinieron a la cabeza flashes del Black Live Matters (BLM) y de agresiones callejeras. Supuse que este mal sentir podía ser fruto de las malas condiciones económicas, del panorama nefasto que tenemos de frente en el que las familias hacen estragos para vivir contando euros. Supuse que sería el miedo a que alguien, sea quien fuere, pueda venir a quitarnos lo poco que nos queda. Me dije que no podía ser real, que nosotros siempre hemos sido un pueblo tolerante y simplón. Tan bueno a veces, que parecemos bobos. No puedo creer que entre tú y yo vayamos a dejar crecer la semilla del rechazo y del odio. Espero que no. Por nuestro bien. 

Cuando salí del shock arranqué el coche. Mientras, me planteaba que bien podría tratarse de algún mensaje escrito por algún inconsciente. Seguro. De camino a casa iba escuchando el programa de la radio del momento. Esa tarde la pregunta que lanzaban al público era "¿cuál había sido tu última acción solidaria?" y uno a uno se escuchaban los mensajes de los oyentes contando que habían ayudado a un tal fulano, que habían cuidado a una familia de gatitos, que habían hecho un regalo desinteresado a un tal mengano, alguien había devuelto una cartera perdida...

Así que, para cuando aparqué el coche, ya no sabía si tenía que seguir preocupada o guardar una gota de esperanza para esta gente con la que comparto un trozo de tierra en medio del océano. Espero que el tiempo me de un poquito más de fe en todo lo bueno que podemos ofrecer. 

15 diciembre 2020

Entre amigas

Aunque Olivia tenía 2 hermanas prefería contarle todo a su mejor amiga. 
Y ese mensaje que su novio le había escrito tenía que enseñárselo sin falta.
Así las encontré a ambas al llegar al centro: sentadas en el bordillo de la acera, muy juntas. Estaban mirando el móvil cuando me bajé del coche. Tuve que poner orden a todo el jaleo de bolsas que llevaba en el maletero y en aquel momento pude escuchar lo que compartían. 

- Mira lo que me pone… - decía Olivia.
- A ver - su amiga ponía toda su atención, arrimándose un poco más.
- Dice “nena, estábamos bien juntos pero ahora me siento un poco agobiado con todo esto” y pone “es mejor que no nos veamos más, pa darnos un tiempo” y “tengo que pensar”. ¿¡Cómo te quedas!? Yo flipo... en serio.
- Eso es una chorrada, ¿un tiempo para qué? Seguro que está con otra.
- Qué dices. - Olivia no quería creerlo.
- Cuando se ponen así es que está con otra.
- No lo veo. Está así desde que lo echaron del trabajo, lleva un tiempo más raro… pero todas las parejas tienen fases, tía. - Olivia negaba en rotundo.
- Ya, pero lo que no se encuentra en casa se busca fuera.
- A ver yo lo reconozco, que también tengo lo mío: todo el día trabajando en el centro, cuando llego a casa estoy reventada y encima tengo que cuidar del niño que tiene 5 años y no para… cuando llego al sillón, lo único que quiero es tomarme el tranquilizante y acostarme a dormir. - suspiraba en profundo, como de alivio.
- Tía, destrábate. No es culpa tuya, el que se lo pierde es él.
- Tú qué dices: ¿Lo llamo? - Olivia buscaba a la desesperada alguna idea.
- No.
- ¿Le mando un audio? - estaba desesperada.
- No, déjalo así… Si está con otra, que le aproveche. Si no, deja de agobiarlo y que se lo piense bien. Tú vales mil, ese no estaba pa ti.
- ¿Pero qué le pongo? - muy desesperada.
- Trae para acá…
- Ay, gracias tía.

Cerré el maletero, cargada de bolsas, y di al botoncito del mando que cerraba el coche mientras caminaba por la acera camino de la puerta del Centro de Salud. La verdad es que me quedé pensando después en qué respuesta se le habría ocurrido a aquella amiga para el que, intuyo, ya era otro desdichado ex-novio más. 

Con todo, me gustó pensar que, a pesar de todo lo que ha agitado este año 2020, el Mundo sigue siendo el Mundo gracias al corazón, que lo hace girar siempre. El que da Amor lo recibe de vuelta. Aunque no siempre de la misma persona. 


¡Feliz semana!

15 noviembre 2020

Un café desparramado

Así resumiría este fatídico año 2020, con mi último café: amargo y desparramado. 

En las fechas que rondamos se respira un aire entre seco y extraño. Por una parte se siente esta pesadez calmosa que dejó tras de sí la segunda ola de COVID19 que tuvimos en verano y, por otra, la agitación de unas navidades apresuradas que se anticipan a la vuelta de la esquina por miedo a un nuevo confinamiento. No hay forma de encontrar el equilibrio y eso me pone de mal humor. 

No se puede ir muy lejos y cuando vas por la calle ves demasiadas persianas echadas y carteles de "cerrado" que conlleva que la gente se deprima y acabe amontonada en los mismos sitios de siempre: los centros comerciales. Justo lo que hay que evitar. Ante esto, y para llevar la contraria como siempre, he optado por echarme a la calle a descubrir. Manos a los bolsillos y ojos abiertos. 

Para mi dicha, mi búsqueda ha dado resultado. 

Resulta que el otro día, con la poca batería que me quedaba en el móvil, localicé una de esas cafeterías -superviviente, de las que aún quedan abiertas por la zona centro y elegí sentarme exactamente en la misma mesa desde donde estoy escribiéndote estas palabras. Te encantaría. Lo sé porque a mí me encanta. 

Parece una broma de esta ciudad que sigue haciéndome guiños para que me quede para siempre. Ahí, a un paso de la playa hay un local tan poco común y tan pintoresco que parece sacado del mismo París. Con sus cómodos sillones estampados que no pegan ni con cola, sus sillas de madera, sus cuadros clásicos, un par de lámparas de araña y un hilo musical con notas suaves, lejanas. Ideal para mis pensamientos, para esos días en los que no soy médico, ni hija, ni pareja ni amiga. No hay nadie más, solo yo. Lo más irónico es que es el sitio perfecto para mi café porque se trata de La Cafetera.

Se podría decir que este rincón me salvó. Me rescató cuando estaba a punto de caer en el vacío oscuro de ese ronroneo mental absurdo que no va a ninguna parte y además evitó que muriera de hambre.

Ojalá pronto podamos subirnos a un avión y volar lejos, pero por ahora nos toca hacerlo con los ojos cerrados. Cuídate, busca el rincón para tus pensamientos y bébetelos. 

08 septiembre 2020

Cómo se atiende a un paciente con sospecha de COVID19

En la consulta del médico de familia no se para nunca.
Ahora, en pleno brote de COVID19 en Las Palmas de Gran Canaria, no es infrecuente encontrarse cada día un aluvión de citas “forzadas” (extras) de pacientes con síntomas sospechosos que nos rebosan las agendas de trabajo que ya estaban al límite. Pero, ¿realmente se les puede diagnosticar y tratar por teléfono? ¿en qué consiste la atención a estos pacientes? ¿se resuelve adecuadamente su consulta en los escasos minutos que tenemos?

Para empezar, . Creo que la cita telefónica es un gran avance y más aún en estos casos, sospechosos de COVID19, donde los pacientes son un factor potencial de contagio. Aunque no queremos transmitir la idea de que cada vez nos importa menos ver pacientes porque no es así, todo lo que queremos es poder gestionar la atención que los pacientes necesitan. Así, en un momento de caos como el que llevamos semanas viviendo, la atención telefónica nos sirve de herramienta para cribar al paciente, comprobar su estado de salud y darle las indicaciones necesarias. En caso de que deba ser atendido de forma presencial somos capaces de organizar cuándo y a dónde se tiene que dirigir, evitándole esperas innecesarias y riesgo de exposición a otros pacientes y sanitarios. 


  1. Anamnesis completa preguntando por síntomas cardinales y secundarios de COVID19 como: fiebre, tos, dificultad respiratoria, pérdida del gusto y olfato, dolor de garganta, diarrea… En caso de presentar síntomas, registrar cuándo empezaron y qué día remitieron. Investigar si en su entorno hay algún caso positivo, si ha tenido contacto estrecho con dicho caso, si ha estado de viaje recientemente, etc. tratando de localizar el origen de la infección. 
  2. Diagnosticar la sospecha y tratar los síntomas con medicamentos si lo necesita, dando las pautas a personas sanas y ajustando tratamientos con inhaladores a los pacientes que tienen alguna enfermedad pulmonar. 
  3. Al ponerle el diagnóstico en su historia clínica se nos abre la encuesta epidemiológica REVECA (con las que luego hacen las estadísticas) que vuelve a preguntar inicio de síntomas, fecha del aislamiento y factores de riesgo para el contagio (como viajes, exposición en ambientes sanitarios, etc). No es posible salir de la historia si no se rellena. 
  4. Hacer solicitud de PCR (la prueba del bastoncillo), para que los administrativos del Centro de Salud le puedan dar cita y explicarle cómo debe acudir a realizarse la prueba. 
  5. Explicar todas las medidas de aislamiento, indicarle la duración en caso de que sea positivo y qué medidas adoptar tanto si vive solo como si convive con otras personas. 
  6. Preguntar por convivientes, familiares o amigos con los que haya podido tener contacto estrecho recientemente porque, en caso de que el test de COVID19 sea positivo, habrá que localizarlos, aislarlos y realizarles PCR a todos. 
  7. Citar en agenda de seguimiento para que los compañeros del Centro de Salud que se encargan del rastreo telefónico (colaboramos todos los médicos del centro) puedan darle el resultado de la prueba y, en caso de ser positivo, llamarle con frecuencia casi diaria, en función de los síntomas, para comprobar que se encuentra bien, que cumple el aislamiento y que no presenta signos de empeoramiento. 
  8. En caso de que estuviera trabajando o realizando un curso, habrá que emitirle baja laboral (comprobando empresa, puesto de trabajo y día en que faltó por primera vez) o justificante de asistencia que se envía por email al paciente o por fax si es sanitario, a los complejos hospitalarios o gerencia de Atención Primaria. Previo al envío de la documentación por email, el paciente debe enviarnos un correo de autorización al Centro de Salud, así que también hay que explicarle: cuál es el correo, que nos debe mandar la autorización y que una vez hecho esto le llegará su documentación. También se le indica, en caso de baja laboral, qué día tiene que volver a pedir cita telefónica para renovar el parte de baja.  
  9. Dar indicación de que en caso de empeoramiento o signos de alarma deberá contactar siempre con el teléfono de emergencias 112.
Esto es nuestro protocolo COVID19 para pacientes con síntomas sospechosos. La única diferencia con una cita presencial es que, si tenemos al paciente delante, ademas tenemos que ponernos un equipo de protección (EPI) y explorarle, si está con dificultad respiratoria tratarle y en caso de mala respuesta o que precise pruebas complementarias, derivarle al Hospital y esperar para el traslado una ambulancia específica para pacientes con sospecha de COVID19 que puede tardar horas.

Como comprenderás, si no te has cansado de leer y has llegado hasta aquí, una atención tan completa con cada paciente, con la cantidad de pacientes sospechosos que atendemos a diario, es... EXTENUANTE. Está claro que entre tú y yo no hay ser humano que pueda atender un caso sospechoso en menos de 7 minutos. Y eso sin contar el resto de pacientes, los otros 35, 40, 50 pacientes que tenemos ese día en nuestra lista y que esperan que les llamemos o que están en nuestra puerta preguntando "si pueden pasar ya".
Si eres paciente, gracias por ser paciente y cuídate. 
Si eres médico de familia... digamos BASTA YA! 
#plataformaMAPcanarias

09 mayo 2020

Lluvia de agradecimientos

Este rinconcito entre tú y yo es para devolver la lluvia de agradecimientos que nos llegan estos días de todas partes. Sin duda, lo mejor del día... todos los días. Estas pequeñas gotitas de alegría nos dan la energía para seguir trabajando. ¡Un millón de GRACIAS!😊



27 abril 2020

Los besos que el Coronavirus nos robó

Maldito. Maldito. Maldito. Coronavirus.
Pasa entre tú y yo como un tornado, desorganizándolo todo.
Los días se hacen largos, larguísimos, eternos, esperando el momento en que podamos volver a la "normalidad" aunque realmente lo normal es que queramos volver. A esos lugares, esos momentos, esas personas. Y nos ocupamos en oír las historias de la gente porque es mejor que escuchar nuestro propio retumbar. Ese sonido que se nos ha quedado pegado, como hueco.

En estos días en los que "cariño", "mi niña", "churri" o "mi amor" están en lista de espera nos vale cualquier migaja de amor. Ahora nos tratamos con los genéricos, es decir las vídeo-llamadas. Gracias a ellas suspiramos, de alivio, al conectar con los que están lejos. Pero están. Y volverán. Todos los besos tienen dueño: los que se han dado y hasta los posibles... Como todo ese amor que se nos ha quedado en la cola de impresión al acabarse la tinta.  

Esto nos ha pasado por encima y nos ha quitado nuestra esencia. Nos ha quitado. Y eso es motivo suficiente para seguir declarándole la guerra cada día. Por eso aún saboreo el primer beso que me dio mi novio, aunque lo tenga cerca, y el último que le di a mi madre, que la tengo a una isla de distancia. 

Nos llamamos en silencio, nos queremos por teléfono, nos besamos en sueños.

Hoy, un minuto de palabras por todos esos besos que el Coronavirus nos robó.

21 abril 2020

Coronavirus: nuestra nueva agenda de trabajo en el Centro de Salud

La crisis del Coronavirus trajo consigo importantes cambios en la forma de trabajo de los Centros de Salud. Nos pilló desprevenidos pero en cuanto pudimos... 
Nos adaptamos.

Tuvimos que renunciar a muchos hábitos de trabajo
A las sesiones de equipo, la docencia, al contacto entre nosotros y a vernos las caras, a circular por el centro salvo si es necesario, a llevar nuestra ropa, a llevar el pelo suelto, a llevar maquillaje o relojes o anillos. Y nadie habla de esto porque es superfluo. Pero han sido cambios... Ahora vamos más por las escaleras, nos llamamos por teléfono de consulta a consulta para no vernos ni hablar a 2 metros, trabajamos con pijama y bata cerrada, con el pelo recogido bajo un gorro, con guantes y mascarilla, y las sesiones se realizan en pequeños grupos.

Equipo del Centro de Salud de Cueva Torres, Las Palmas de Gran Canaria

También tuvimos que renunciar a nuestros pacientes
Les dijimos que se quedaran en casa y ¡lo han hecho! Lo que pasa es que ahora tenemos que diagnosticar por teléfono y eso ya no es tan fácil. Algunos pensarán que la carga de trabajo ha bajado pero seguimos atendiendo el mismo número de pacientes, incluso más, separando a los pacientes respiratorios del resto. 

Dejamos de tener cupos propios, pacientes propios, desde hace varias semanas. Hemos estado compartiendo entre todos los pacientes de todos. Ya no hay más de: "quiero que me atienda mi médico", "es que mi médico sabe lo mío" "mi médico me entiende mejor". Se acabó el paternalismo médico-paciente. Ahora todos somos tu médico. ¿Y saben qué? Nadie se ha quejado. Para mi grata experiencia el paciente se siente igualmente agradecido al ser atendido con cercanía por cualquiera de los médicos del equipo. Salvo contadas excepciones, claro.

Si quieres ver en persona cómo se trabaja en mi Centro de Salud, echa un vistazo: 
PD: Salgo por ahí vestida de color rosa ;)

13 abril 2020

Y entonces, ¿qué es el poder?

Sin salir de casa y mediante vídeo-llamada.
Así se escribe nuestra Historia en estos días.
En el medio del Coronavirus, de esta crisis global, cada uno de nosotros va librando a diario sus pequeñas batallas al Presente que... ¿nos atemoriza? ¿nos priva de nuestra libertad? ¿nos merecemos? ¿nos ha tocado? ¿? Todo lo que quieras, pero aquí seguimos. Confinados, cansados, locos de la cabeza. Y yo no me quejo, aunque podría, porque no he dejado de trabajar y mi rutina vital ha seguido siendo más que menos la misma: levantarse, trabajar, comer, comprar, volver a casa y buscar algo productivo que hacer, escribir entre tú y yo, ver las noticias y dormir. 
Pero es inevitable mirar al frente y quedarse F-L-I-P-A-N-D-O. 
Tenemos butaca de primera fila para el streaming de esta película apocalíptica en la que estamos y en la que Bruce Willis aún no ha aparecido para salvar al Mundo. A lo mejor es que nadie puede. Cada día vemos cómo países, que son potencias mundiales, se desestabilizan y van cayendo uno a uno como un castillo de naipes que ha salido volando por un soplido. ¡ZAS!

Ayer mirábamos a Italia pensando "¡ay, los pobres!" porque aún nos quedaba lejos. Luego, cuando nos tocó en España, lo sentimos como una puñalada directa al corazón y no quisimos ni mirar. Ahora es Estados Unidos el que está en la UCI. Nooo, el lugar donde se cumplen los sueños (al menos los de algunos). Parece irreal que pueda sucumbir...

Ahí es donde, según se podía intuir, la pandemia podía tener un verdadero impacto debido a su gran población y su estilo de vida pero cada día vemos que, en todos los casos, los modelos pronósticos se habían quedado cortos. Mirar estas curvas no sólo da vértigo. Da miedo.


Datos epidemiológicos vía El País (13/04/2020)

Nueva York: una porquería de isla con una asquerosa élite minoritaria que amasa las fortunas del Mundo en sus carísimas residencias de Long Island o en los multimillonarios áticos de lujo en Central Park viviendo a todo tren y, por contra, un grueso de población pobre, desatendido, para el que la Sanidad es un lujo inaccesible (aunque prioritario) y que ahora llena las fosas comunes de la isla de Hart. ¿Ves bien de qué pie cojea esta sociedad? Encima son tan ignorantes que han dejado caer a su mano obrera, sus trabajadores, los que levantan con su esfuerzo ese pedazo de país. Si algo ha quedado claro con todo esto es que: 1) No conocen quiénes son su pueblo y 2) No saben protegerlo. Ahora se aferran a un clavo ardiendo: importamos un puñado de sanitarios y gente que trabaje en el campo para que nos salven. Pero, ¿saben qué? Ya es demasiado tarde, hace tiempo que quemaron todos esos puentes que necesitan. Eso pasa cuando piensas que puedes con todo. Van a hundirse en lo más profundo... 

Da asco. Y no podía dejar de escribir esto porque es Historia y aunque parezca ficción, es real y lo estamos viviendo. Cómo algo tan insignificante, como un virus, puede tumbar al más poderoso. ¡ZAS! Un soplido... y toda esa ilusión se desvanece, fugaz, como una tormenta de arena dejando a su paso nada más que un montón de polvo.
Y entonces, ¿qué es el poder? 
Acaso no son los súper-héroes, los que tienen "poderes", los que ayudan a los demás, los que luchan por el bien común. Para qué es el poder, ¿si no? Entonces, ¿por qué el dinero es poder si no nos sirve para lo importante? ¿Cuándo dejó de preocuparnos lo más mínimo compartir: riquezas, recursos, oportunidades? ¿Por qué nos hemos vuelto tan egoístas y avariciosos? ¿Cómo pudimos pensar que podíamos tomar sin permiso lo que quisiéramos sin respeto alguno? ¿Cómo puede vanagloriarse un país tan codicioso por despreciar a su pueblo, venga de donde venga, y además nosotros concederle tanta importancia? Da asco...

La naturaleza es cruel, si no busca algún documental de animales de los que pone la 2 al mediodía y lo comprobarás. Por qué iba a ser menos cruel con nosotros, que somos la peste de este planeta, la auténtica plaga que ha arrasado sin respeto alguno con todos sus recursos preciosos. No puedo decir que nos merezcamos esta pandemia pero sí confieso que deseo que nos resetee. Porque nos hace falta un CAMBIO RADICAL. Como un ordenador cuando no responde y nos afanamos por apagarlo como sea y al final la solución es hacerle un borrado y empezar de cero. Lo mismo deseo yo ahora. Que el planeta sea benévolo con nosotros y nos deje arrancar de nuevo. 
Ahora puedes indignarte conmigo o pasar de mí.
Pero, vayas en la dirección que vayas, espero que estos acontecimientos no pasen por delante tuyo sin generar en ti el cambio que necesitamos.
Porque aquí y ahora, tú y yo, vamos a decidir qué Mundo deseamos tener.

11 abril 2020

Tú, que estás confinado

Querido tú,

He venido a decirte que no estás solo. A mí nunca me importó escuchar tu locura, tu tristeza, tu cansancio o tu desánimo. Y ahora menos. Todo esto son fases, y esta es el lado oscuro. Deja de lado las aglomeraciones, incluso las de información. A veces vale más un poco de ignorancia y seguir un buen consejo, como el que darte en casa. No te dejes arrastrar por tu cabeza, vacía y aturullada. 

He venido a decirte que está bien llorar. Es más, quiero que lo hagas. Descarga la adrenalina, el miedo y la rabia. Quédate vacío y luego, respira. Escucha los ruidos del exterior. Fíjate que, aunque la noche es larga, hoy ha vuelto a salir el sol.

He venido a decirte gracias. A ti, para ti, por ser tú. A los que estamos trabajando, porque somos un equipazo. A los que están en casa, porque no nos ponemos en peligro. Sé tú también agradecido. Empieza ahora mismo y verás que se convierte en una rutina que no podrás parar porque nadie llega hasta donde estás tú sin ayuda.

He venido a decirte que guardes las energías. Descansa, duerme, disfruta de la luz. Porque cuando todo esto pase, que pasará, tendrás que salir aquí fuera conmigo y nos tocará arrimar el hombro para reconstruir nuestro mundo de las cenizas. Por aquí está todo patas arriba. Vamos a necesitar que des lo mejor de ti: tú. Demostremos que somos capaces de levantarnos, sacudirnos el polvo y seguir adelante.

Querido tú, he venido a rescatarte porque eres mi otra mitad y sin ti esto no sería entre tú y yo.

¡Cuídate!

05 abril 2020

Mis días en las trincheras (frente al Coronavirus)

Ya hace días que he dejado de contar.
Días, casos, víctimas. 
El problema de la des-información. No tardamos en darnos cuenta de que iba a ser tremendo lo que se nos venía encima. Cuando empezamos a prepararnos, a estudiarnos los protocolos de actuación que nos llegaban y repasar las estadísticas diarias con detalle, aún iban los estudiantes a clase y llevábamos lo que era "nuestra vida normal" y rutinaria. La sensación que teníamos era que las medidas preventivas llegaban con retraso y el obstáculo principal nos lo suponía lo "dinámica" y cambiante que iba siendo la información que nos iban dando respecto a la manera de actuar. Es decir, cada día manejábamos una información diferente. Hasta que el Coronavirus fue declarado como transmisión generalizada.
En cuanto se estableció el Estado de Alarma supimos que ya no íbamos a hacer la Medicina de siempre, sino "Medicina de guerra".
La Primaria es lo primero. Empezamos posponiendo lo que no era imprescindible: analíticas, controles, sesiones docentes, visitas de seguimiento a domicilio y así un largo etcétera. Seguimos por pasar todas las citas médicas de presencia física a telefónicas. Así que nos tuvimos que adaptar a resolver TODO por teléfono. A día de hoy atendemos: consultas de demanda, renovación de tratamientos, contactamos con los pacientes frágiles para verificar que están bien, los informes de incapacidad temporal, tanto los habituales (acidentes o enfermedad) como los que son debidos a patología o exposición al Coronavirus, hacemos además el seguimiento de todos los casos sospechosos que surgen y separamos los pacientes respiratorios del resto de pacientes que acuden al Centro de Salud mediante un triaje. Los atendemos a TODOS.

Y aún así, al otro lado del teléfono, me llena de orgullo saber que seguimos siendo el médico que más cerca está de nuestro paciente. Les hemos aconsejado, diagnosticado, tratado, escuchado y acompañando durante el proceso, incluso cuando están desbordados por la situación o lloraban porque han perdido un familiar o tienen miedo. Ahí estamos.

Yo también aplaudo cada tarde desde mi balcón. Y cuando trabajo de tarde, me asomo a la ventana de la consulta y devuelvo el aplauso a los vecinos que me saludan desde enfrente pensando en que ojalá mis compañeros de Madrid puedan oírlo también, y los de Barcelona, y Murcia... 

Si quieres ayudar, lo mejor que puedes hacer es cuidarte y quedarte en casa. Aunque estemos separados, nunca hemos estado tan unidos. 
¡Entre tú y yo lo conseguiremos!

06 diciembre 2019

Salvador

Antes de acabar el año, y para llevar la contraria al mundo, Salva acababa de apuntarse en un curso de yoga para principiantes muy cerca de su casa. 
Básicamente porque temía que, si esperaba al Año Nuevo, el yoga fuera otro de esos objetivos vacíos en listas llenas de propósitos que al final quedan en nada. Su mayor preocupación era que alguien lo reconociera o que coincidiera en su clase con algún vecino que tuviera la lengua demasiado ligera. Total, el yoga era para mujeres. Y él de mujeres no quería saber nada. Bastante tuvo con el divorcio en 2015. "Un acuerdo redondo", lo calificó su abogado. Y eso que no pudo quedarse ni con el perro. Sus amigos, los pocos que se quedaron a su lado, sintieron lástima y envidia hacia él a la vez: "te ha desgraciado", "vas a ver que de esta se sale", "soltero otra vez, va a ser la mejor época de tu vida", "si yo fuera tú...". Por supuesto él se encargó de celebrarlo, cuando todo estuvo firmado, sin armar mucho escándalo: emborrachándose dignamente un par de veces (por semana) sin acabar vomitando ni detenido. Después, vino aquella época en que lo único que quería era estar en el sillón. Tirado, como un vagabundo, con el mismo pijama, con barba y olor a humanidad, comiendo lo que su santa Madre le llevaba cada semana. 

Ahora había decidido que todo eso pertenecía al pasado. Al igual que esa blusa que su mujer se había dejado olvidada en el fondo del armario. Ex-mujer. Este año que se iba agotando cerraba, por fin, el capítulo de Laura partes 1 y 2 (y 3, y 4). Cuatro años de post-guerra. Pero había sacado la bandera blanca y la estaba ondeando en lo alto.

No sé si fue que el frío le envió más sangre al cerebro o que se acercaba la Navidad lo que le llevó a dar el paso. Lo que importa es que hoy se siente satisfecho con su decisión de haberse apuntado a esta clase de yoga de los martes y sábados. Por qué no. Vio el anuncio en el tablón de corcho que hay en la entrada de su edificio, al lado de la lista de morosos, y algo captó su atención. Por probar algo diferente. "Equilibra tu cuerpo y tu mente, hazlos más fuertes y más flexibles en Yoga. Confía en ti mismo y además ten más diversión en tu vida". Allá vamos. 

Era sábado, su primera clase. Llegó puntual, cruzó la puerta grande al mismo tiempo que un grupillo numeroso. Se descalzó y colocó los zapatos en la estantería blanca que hay a la derecha. Cogió una de las colchonetas negras y buscó algunos metros de suelo libres donde poder extenderla. Varias personas que se marchaban estaban aún despidiéndose de John, el monitor. Él permaneció en el sitio, imitó al resto de la clase y se sentó con las piernas cruzadas, una encima de la otra, expectante. Miró al frente y allí estaba: la presidenta de su comunidad de vecinos, Ana. La divorciada, guapa y graciosa, Ana. La que todo el edificio había elegido por mayoría absoluta como presidenta porque era la más inteligente y encima médico, Ana. Él no valía ni una caja de chicles al lado de ella. Mierda, le había reconocido.
Claro, cómo no, si viven en el mismo edificio. La verdad es que él también la había elegido. Porque, de todo el bloque, era la única que sonreía cada vez que se la cruzaba. Y eso le gustaba, le daba tranquilidad. Ella le estaba sonriendo también, desde su colchoneta, como señal de reconocimiento. 
Bueno, parece que esto del yoga puede resultar interesante...

25 octubre 2019

No sé si contártelo

Las consultas de Medicina Familiar muy a menudo hacen de confesionario.
Nos han enseñado que hay que tener un poco de cabeza para controlar qué decir, a quién y en qué momento. Pero en Medicina basta muy poco para saltarse todas esas barreras. Algunos pacientes llegan como una exhalación, directos a contártelo TODO. Eso en canario es lo que se dice "entullo", too much, vamos, demasiado... A otros, en cambio, les costará algunas idas y venidas poder mostrar su auténtico lado, así como de refilón, apenitas. Pero lo que la gran mayoría tiene en común es que, si los dejas, están desando contártelo todo. Para una médico joven, novel, que trabaja de sustituta es un poco más difícil de abordar yo creo. Aunque eso se entrena con la práctica clínica diaria, tengo claro que también hay que traer algo de serie. 

Para mí, la consulta en la que trabajo es mi terreno neutral: sin prejuicios ni tabús, es el tiempo muerto en la cancha, la habitación sin ventanas, es mi pequeña Suiza (con chocolate incluido). Donde se puede compartir todo (incluido el chocolate). Por eso yo también disfruto cada día de ese lugar en el que puedo expresarme libremente, sin tabús, cuando el paciente está preparado para escucharme. A la mayoría sé que les sirve lo que les aporto. Aunque no pueda quitarles el dolor o el miedo, se marchan comprendidos y agradecidos. Y este entorno de confianza hace que la relación entre tú y yo funcione.

A la porra los 6 minutos por paciente...

23 octubre 2019

Mi pareja y yo nos estamos separando

Mala señal... 
Cuando tu primer paciente de la mañana entra en la consulta y antes de sentarse casi te escupe esas palabras. Uno no sabe si mirar el reloj, ponerle el visto de asistencia o sacar los pañuelos que guardas en el segundo cajón. Entre otras cosas porque, como médico sustituto, igual es la primera (y última) vez en tu vida que ves a esa persona. ¿Cómo se aborda una situación así?
Los he tenido por igual: mujeres y hombres, y las sensaciones son iguales en todos los casos. Yo no estoy casada y nunca me he separado pero he visto que en estos conflictos hay dos posibilidades: que haya buen rollo o que haya mal rollo. Al parecer es de conocimiento popular que "el que deja al otro lo pasa mejor", pero eso es mentira cochina

Por lo general, cuando el paciente llega a la silla y se sienta ocurre la catarsis inicial. Empiezan a hablar y entre tú y yo dejo ese minuto de oro que utilizan para liberarse de todo: palabras, lágrimas, mocos, algunas babas... Muchos acuden a la consulta para esto. Para poder hablar con alguien de lo que están viviendo, de lo que eso les hace sentir y para escribir un borrador imaginario con las posibles maneras de afrontarlo. ¿Crees que esto es posible hacerlo en 6 minutos? Ya te digo yo que NO. 

Seguramente han venido a la consulta porque, más que considerarlo un problema médico, les supone un problema, a secas, y el Médico de Familia es ese amigo al que no llamas para ir de fiesta, sino cuando estás en apuros o tienes alguna dificultad. Sabiendo además que no es tu amigo sino un médico, y está obligado ayudarte. O al menos, a entenderte. Si no, a escucharte. 

A más bien pocos les interesa saber que lo que les ocurre a ellos es una reacción humana, normal y bastante frecuente. Se asombran al conocer que un mismo asunto: en este caso, una separación o divorcio, pueda generar sentimientos tan universales. Sobre todo porque nos gusta decir frases como "nadie sabe lo que estoy pasando..." o "mi familia no puede entenderme" o "es que esto sólo lo sabe el que lo pasa". Vamos, vamos valientes. 

Cuando ya te has pasado los 6 minutos, si no ha sonado el teléfono de consulta, los pacientes de la sala están murmurando en alto que tardas demasiado o incluso tocan a la puerta es hora de cerrar la entrevista. Lo que no saben es que más de la mitad del tratamiento ya lo has hecho: escucharles activamente, que era el motivo principal por el que han venido. Si se van más aliviados o no, eso dependerá de la capacidad de empatía de cada médico. A mí en particular me gusta transmitir tranquilidad así que me paso todo el tiempo diciendo "tranquilo", "es normal, tranquilo", "le pasa a cualquiera, tranquilo", "claro que esto lleva tiempo, tranquilo" o "vente el viernes a última hora y hablamos tranquilos". Tranquility man...
Y al final de todo, la pregunta del millón: ¿tienes alguien con quién hablar?
Lamentablemente, la respuesta el 100% de las veces es la que estás pensando: NO.
Aquí falla algo...

25 agosto 2019

Concepto: Disponible

Después de mi mes sabático en Junio no tardé demasiado en volver a la oficina de la Gerencia de Atención Primaria a "ponerme disponible". Esto fue el 1 de Julio.
Para el día 4 de Julio nadie me había llamado así que, ya casi al borde del colapso, decidí presenciarme allí. Al parecer nadie se había percatado de que tenían un médico disponible. Me despacharon y me indicaron que me llamarían. No tardaron ni 2 horas. 
"Los comienzos siempre son duros" - me dijeron. 

No era ninguna mentira, aunque tampoco me quejaré. Empecé a trabajar en un centro de salud rural y contando con que era verano, la afluencia era muy escasa. Los primeros días necesité mapa para todo: para encontrar el baño, el sello y las llaves. Una vez cogido el ritmo empezaron los contratos por días, esos de "hola, soy la médico sustituta" y "adiós, hasta la próxima". Días locos. Aunque he de reconocer que no tardaron demasiado en darme algo más prolongado: que si quince días, que si un mes, y así voy contando entre tú y yo.

Yo estoy ¡MUY CONTENTA! 😊😊😊

Por muchas razones como que: no me lleguen constantemente correos de la Unidad Docente, no tenga cursos cada semana ni prepare sesiones clínicas sin tino, no tenga que rellenar más libretas del residente y no tenga ya ningún proyecto de investigación, no haga guardias y madrugue menos porque tenga varias tardes de trabajo a la semana. También es un alivio currar más cerca de casa, quieras o no, siempre es una comodidad. Todo esto me ayuda a organizarme y a disfrutar más de ese desconocido, a veces inexistente, tiempo libre. Sólo el primer mes me leí de un tirón dos libros: Las hijas del Capitán, María Dueñas y Dime quién soy, Julia Navarro. En suma: 1.728 páginas de inspiración. 

Total, que así estoy ahora: sedienta de más historias, de más tiempo, de más. 

¡Feliz Domingo lectores!

05 julio 2019

Comunicando

Fiel a mí misma, tomé la decisión de no elegir contrato al terminar la residencia y cogerme un mes sabático. Lo necesitaba. Totalmente. Si has pasado por el 4º (o último) año de residencia, sabes lo que digo. Si estás por pasarlo, suerte grumete. Digamos que mi última prescripción de residente fue darme un reposo no remunerado pero muy satisfactorio. 
En este mes hice todo lo que tenía pendiente (sí, con un mes fue suficiente). Volví a Tenerife para pasar unos días con mi familia y era tanto lo que tenía que contar que se me quedaba la boca seca. Arreglé toda clase de burocracia aburrida y absurda. A ratos, me sentaba por ahí en cualquier lugar a meditar sobre qué tipo de trabajo quería hacer de ahora en adelante... dónde... consulta o guardias... Muchas incógnitas. En esa época el blog entre tú y yo estaba que echaba humo de tanto teclear, esa parte me encantó. Siempre me gusta saber que hablo con alguien a través de esta ventanita. 

¡Ah! También me fui de viaje con mi novio, ¡el mega-viaje! como lo llaman nuestros amigos. Esta parte también me gustó: nosotros dos en un coche descubriendo. Sin horarios, sin despertador, sin reglas. Sólo disfrutar. Cada día se vivía como una nueva etapa y nunca sabíamos a dónde nos podrían llevar esos días larguísimooooooos de verano en las Repúblicas Bálticas. Esta es la explicación del silencio de estas últimas dos semanas aunque para mí, han sido pura melodía. 

Klaipeda, Lituania