Mostrando entradas con la etiqueta elegir. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta elegir. Mostrar todas las entradas

06 marzo 2012

¡Con un par de huevos!

Estos días he estado de antojo. 
Como si estuviera embarazada (que no) y sólo quisiera helado (que tampoco).  
Tú sabes a lo que me refiero. El cuerpo te pide algo desesperadamente. A veces te tiene en vilo un tiempo hasta que identificas el objeto del deseo. ¡Incluso llegas a angustiarte! Das una vuelta y buscas inconscientemente aquello que deseas echarte a la boca (en sentido digestivo,  no me malinterpretes).

En mi caso, por fin hoy descubrí qué era... Sí, he descubierto que soy una amante de la cebolla frita. Pero mejor que esto quede entre tú y yo, porque ni con toda la lírica del mundo podría explicar lo mucho que me gusta algo que se sirve bien caliente y con un par de huevos ;)

¡Que aproveche! 

26 octubre 2011

Reciproci... ¿qué?


Hoy, al llegar a casa, no tuve más remedio que aparcar el coche bastante lejos. Además de estar bastante cansada tuve que caminar un tramo. En mi trayecto me crucé de frente con un chico bastante bien parecido que me dijo "hola" pero no lo conocía, así que no le respondí al saludo y seguí caminando. Para cuando llegué al portal de mi casa aún seguía tropezándome con mi estupidez y mi fanfarronería.
Más tarde, tuve que salir a la calle de nuevo y para mi gozo estaban poniendo multas a un par de coches mal aparcados. Saqué la llave del coche y uno de los policías se quedó mirando, a la espera de comprobar si yo era dueña de alguno de aquellos coches. Entonces dije "hola". Pero si hubo respuesta se evaporó antes de que yo pudiera escucharla.
Recordé en ese momento, lo que había ocurrido antes y no pude evitar la asociación. Recibimos lo que damos; llámalo karma, destino, causa-efecto... Aunque creer esto es un acto de fe y sin base que lo sustente, aparece vulnerable frente al arrollador puñado de nombres de "gente buena a la que le ocurren cosas malas" que podría citar ahora mismo. A lo mejor sí que unos nacen con estrella, otros nacen con la luna y otros, con nada. A lo mejor, creer que podemos influir en lo que nos da la vida es creer que tenemos demasiado poder. Pero entre tú y yo, ¿y si lo del factor suerte era mentira? Yo por si acaso, seguiré pensando en positivo pero con los dedos cruzados ;)

14 septiembre 2011

En la pista otra vez

El primer día de clase después del verano siempre es crucial. 

Todos estamos más relajados y liberados; de ahí que seamos mucho más expresivos y cada movimiento tenga una traducción casi literal de nuestro verdadero estado de ánimo. Las risas con los amigos, las miradas fugaces, los "¡qué bien estás!" y el clásico "¿qué has hecho?" o "¿dónde has estado?" (aunque en el fondo no nos interesa para nada). Nos fijamos en quién ha perdido peso (y le felicitamos), quién lo ha ganado (y... bueno, no decimos nada), quién está más bronceado (y le envidiamos). Y bajo toda esta trabajada superficie de banalidades está lo que subyace en el subconsciente más remoto de cada uno.


Ahora que hago memoria, al empezar el curso pasado (4º Medicina) tenía la sensación de que había sido atropellada y machacada por un camión de cemento y que, en vez de acabar en Urgencias, había ido a parar a la clase. No estaba para nada motivada. Después de un verano inigualable, volver se me hizo un infierno ¿para qué te voy a engañar? Y claro, en consecuencia todo el curso fue un auténtico DESASTRE. Incluso muy al final, seguía igual de desubicada que el primer día.

Este año, sin embargo, la sensación es bien diferente. Al principio no era capaz de reconocer la causa por la que este curso estaba mucho más optimista y positiva. ¿Las ganas de estudiar a tope? Lo dudaba mucho. Entonces pasó algo interesante. 

Te pongo al día y te digo que este año será una excitante mezcla de asignaturas de dos cursos, así que me veré atrapada entre 4º y 5º de Medicina (Gracias, Bolonia). Durante el verano me torturaba pensar que retrasar un año una carrera tan larga como Medicina sería una pesadilla. Pero ayer tuve una revelación. 

Ocurrió cuando me acerqué a la puerta de la que era mi clase para saludar a una amiga en un intercambio de hora. No tenía muco tiempo, así que pillé a mi amiga S. y nos comentamos unas palabras rápidas. De repente, alcé la vista y miré de reojo a un par de caras conocidas a lo lejos, algunas otras sentadas en la primera fila con miradas atentas y bolígrafos en la mano. Los profesores hablaban entre ellos y estaban a punto de empezar con la clase, así que... me fui. Amigos y desamigos; buenos y malos momentos; risas y competitividad extrema. Todo ello metido en un mismo aula. Sin mí.

Luego, mientras caminaba en silencio por el pasillo de la facultad daba gracias a quien fuera porque no tenía que entrar con ellos en aquella tediosa hora de clase. Me alegró darme cuenta de que había conseguido lo que siempre quise: mi propio camino, a la medida y en solitario. Pudiendo haber escogido continuar con mi promoción decidí tomar un año diferente: tomé la vía alternativa porque, incapaz de discernir entre estudios y vida, había escogido ambas. Decidí, por una vez, no seguir la pauta trazada. Ya no tendría que medir mis pasos por los de los demás y esta sensación me gustó. 

Descubrí entonces que todo esto era lo que había puesto la sonrisa en mi cara. Un sonrisa que, entre tú y yo, espero que haya venido para quedarse. 


¡Feliz comienzo de curso 2011!

12 julio 2011

engaña, miente, haz trampa

   Te cuento un secreto sobre mí: creo que todos somos buenos por naturaleza.
   Aunque en mi caso no me considero buena, más bien, ingenua; o al menos, lo era.

      
       En verdad, no sé en qué momento del camino decidí engañar al destino y convencerlo con mis sinceras mentiras de hacerle trampa a la vida. Puede que estuviera cansada de ver cómo los demás lo hacían y les funcionaba. Puede que estuviera cansada de esperar la divina justicia que nunca llegaba. Y antes que mirar la vida, compadeciéndome, prefiero utilizar todo el ingenio y una chispa de cinismo, cosecha propia.

       Pero reconozco que ando escasa de cinismo y siempre voy con lo justo para ocuparme de mis asuntos y mirar por mi propio beneficio; sin tocar a nadie más (en beneficio o detrimento) ni perjudicar a aquellos que no han cruzado antes la frontera de mi hipocresía.   

       Cuando no te cuentan algo para protegerte; cuando juegan en tu contra; cuando te sientas con los brazos cruzados esperando lo justo y la justicia toma la carretera en sentido contrario; cuando te cuentan una verdad a medias que casi siempre es mentira; cuando te hacen creer que no tienes una oportunidad que te pertenece... llega un momento en el que decides. Puedes quedarte a un lado, como un mero espectador de tu vida, indignarte y asentir con la cabeza o actuar.

        Yo voto por lo segundo. El que algo quiere, algo le cuesta. 
        Prefiero arriesgarme antes que vivir con la ignorancia que conlleva la incertidumbre.

     Atrás quedaron años de resignación. Ahora siento que juego en presente. Por delante el tiempo dirá. Y como pieza angular de mi estrategia... ¡shhh! sólo te diré que la información es poder. La gente es un libro abierto, casi como yo. 

¿Qué esperabas? Esto no es clase de ética.  
¡Feliz tarde!

08 julio 2011

Segundas oportunidades

       Seguro que todos tenemos algo que lamentar: no haber escogido aquella otra carrera, no haber comprado aquel vestido en rebajas, no haber participado en aquel concurso, no haberle dicho te quiero... Y seguro que todos soñamos con que se nos conceda una segunda oportunidad.
       Pero, ¿qué quieres que te diga? A lo largo de los años me he ido cansando de esperar esa nueva oportunidad y mi actitud al principio receptiva se ha ido convirtiendo en más bien, pasivo-conformista. Por eso, cuando las cosas no me salen bien simplemente me digo: puedo aprender la lección (y de hecho, la mayor parte de las veces la aprendo). Me muerdo el remordimiento de pensar en aquello que pudo ser y no fue; reconozco que cometí un error y enmendarlo/superarlo/olvidarlo será sólo cuestión de tiempo.

       Poco a poco, este mismo patrón se repite y así se convierte en rutina y la rutina moldea nuestro carácter. Aceptamos abiertamente que nuestros fallos sólo se pueden resolver con una nueva oportunidad que es difícil de conseguir; qué injusta es la vida que no nos permite avanzar, obtener más. Una vez más proyectamos nuestras faltas y libramos nuestras espaldas de la pesada carga de la consciencia y de la responsabilidad de nuestras malas decisiones. 
Y nos escudamos en este argumento; como si fuera creíble. 
De hecho, nos lo creemos. 
       Hasta que, de repente, un día cualquiera la vida te regala la oportunidad de enmendar un error pasado y empezar de cero. Llevas tanto tiempo concienciándote de que no vas a recibirla que, cuando llega, te quedas perplejo. Pero no lo dudes un instante, no juegues con la caprichosa parcialidad del destino y acéptala. Si te llega, ¡no la dejes escapar! Somos los peones del Universo: cruzamos el tablero de casilla en casilla, solitarios, en silencio; pero lo cruzamos.
Entre tú y yo, si algún día nos toca avanzar el doble 
será porque la jugada vale la pena, ¿no crees?
¡Buena partida! 

30 junio 2011

Hoy cocino para mí

       Antes de empezar... ¡buena música bien alto!


       Ahora, manos a la obra: hoy toca champiñones revueltos; receta propia. No se por qué no como sola más a menudo... bueno, siempre que puedo lo hago en familia; y cuando no, es porque no tengo tiempo para el almuerzo. Lástima, porque me gusta preparar los platos a mi gusto. Champiñones, ¡a la sartén!

       La ausencia de palabras, la concentración para preparar cada ingrediente, el juego de manos y utensilios. Armonioso, sistemático, rápido. Picamos el chorizo y lo echamos a la sartén también; mezclamos y añadimos un poco de aceite; fuego sin prisa pero sin pausa. 

       Ahora el toque personal. Esa pincelada propia con la que sazonamos la vida. Para algunos puede ser la risa; para otros, la ironía pero todos tenemos el nuestro propio. Para mí es el orégano. Algunas personas se conocen muy bien y otros, en cambio, tardan años. Hay personas que se miran en el espejo y lo ven vacío, si quiera un reflejo difuso. Hay personas a las que les lleva una vida conocer su vida y son los mayores extraños para su propia persona. ¿Por qué no ven lo fácil que es conocerse? ¿Por qué no ven lo fácil que es quererse?

       Ahora batimos el huevo y cubrimos con él el contenido de la sartén. Aún así no veo claro que apreciar quien soy me haya facilitado encontrar a más personas como yo. Al contrario, en cada ocasión en la que me he visto reafirmando mi postura (llámalo cabezonería -no te contradigo), he visto cómo se me cerraban puertas. Muchas de ellas me han conducido a la mesa individual en la que me toca comer hoy. No te olvides de remover.

       Entonces, ¿por qué no callo alguna que otra vez? Pues porque yo valgo más que ese silencio. La persona que soy es el proyecto resultado de 21 años de trabajo, ¿cómo negar ahora una parte de mí? No. Prefiero ver cerrarse una puerta (tras otra). Ceder en mi personalidad para agradar a los demás no es una opción. Así soy he decidido ser; para bien o para mal. Claro que nadie es perfecto, pero si se me quema la comida hoy... mañana me acordaré de rebajar el fuego.

       Muchas palabras cruzadas a destiempo y oportunidades estrelladas en la pared me han conducido hasta aquí. Un salvamantel y un servicio (de momento). Pero no por ello me detengo, no. Sigo cocinando mientras espero que venga aquella persona que, entre tú y yo, convierta el alumerzo para uno en cena para dos

¡Buen provecho!

24 junio 2011

Custodia

       No doy lecciones de humanismo; ni lo pretendo. Me gusta mirar mi blog y reconocer en él un esbozo de mi persona, con mis luces y mis sombras. Así que hoy te confiaré, entre tú y yo, lo sobre-protectora que he llegado a ser. No me resulta sencillo admitirlo, pero parece que es más fácil de llevar si lo escribo (me puedes comentar en cualquier momento si necesito terapia, ¡jeje!).

       Pues sí. Sobre-protectora, ¿quién me lo iba a decir?

       Pero te pongo en antecedentes primero y te cuento que a lo largo de mi vida (que vale, no ha sido mucho hasta ahora) mis amistades han pasado de 30 a 18, luego a 12, más tarde a 3 hasta verse reducido a 1. Me ocurrió en el instituto y también en la universidad. Como verás, no es que fuera una persona de afinidades compartidas. No, no es eso. Lo que ocurre es que con la experiencia nos volvemos selectivos. En mi caso ese proceso de selección requirió algo de discernimiento, un par de malentendidos, algunas decisiones difíciles y muchos capítulos cerrados al mismo tiempo. 


       Supongo que es ha sido un camino tan largo y complicado dar con ese 1, que desearía poder agarrarlo con fuerza, guardarlo delicadamente en mi bolso y llevarlo conmigo para que no le ocurriera nada. Pero se me olvida que no hablamos de un número, sino de una persona. No puedo llevarla en el bolso sino caminar con ella mano a mano, siempre un paso por delante y sin dejar de guardarle las espaldas. Pero, ¿qué digo? no no... creo que esto no es lo correcto.

       Todos necesitamos nuestro espacio, nuestra libertad de actuación y movimiento. Todos necesitamos equivocarnos y aprender. No es amigo aquél que evita que saltemos, sino el que nos echa una mano cuando queremos levantarnos.

Pero cuando quieres a una persona
resulta tan sencillo preocuparse...   

21 junio 2011

Proposición indecente

       No creo en las casualidades. Para mí, las personas y situaciones que forman pieza a pieza el puzzle de mi ser, lo son por alguna razón en concreto. Con algunos recorro un camino durante largo tiempo; con otros, comparto apenas unos pasos pero con todos aprendo y me transformo. Soy una persona que cierra los capítulos viejos antes de empezar los nuevos; no dejo asuntos a medias; sé muy bien que dar marcha atrás no es una opción. Los tropiezos que he tenido me han enseñado esto. 

Pero... 
...A mí nunca me cuadran las ecuaciones matemáticas.

19 junio 2011

¿esto o lo otro?

A veces (sólo a veces) saber lo que quieres es complicado.
Tener que elegir es aún más difícil. Acertar, casi imposible.