06 mayo 2012

Para mi Madre

 
Si hay una persona opuesta a mí, esa es mi madre.

Alguien que elige negro cuando yo pienso en blanco,
que sabe qué es bueno aunque yo crea que es malo.
Alguien que ve los peligros antes de estar yo insegura,
esa es mi madre, sin duda.

Alguien que afirma con ¡sí! lo que yo -sin pensar- niego,
que me compra la ropa algo grande por si sigo creciendo.
Alguien que sabe que voy a caer antes de ver el tropiezo,
esa es mi madre, en serio.

Y como mi madre es única y la quiero le perdono,
que me obligue a doblar la ropa y a limpiar el polvo,
a recoger el baño un domingo tras otro,
a lavarme los dientes antes de ver la tele,
y usar desodorante al día como cien veces.



Y tiene razón porque a veces hago oídos sordos,
porque si seguro ves mi cuarto gritas ¡socorro!
porque al llegar a casa lo pongo a lavar todo,
y colapso la lavadora con mis camisas,
trajes, faldas y fulares; encima con prisa.

Si hay una persona estupenda, esa es mi madre.

Porque siempre vuelve con chocolate de la compra,
ya sea lunes o domingo ella sabe estar estilosa.
Porque es paciente, tolerante, inteligente y eficiente,
se enfada lo justo y en seguida está sonriente
Porque es adivina, consejera, amiga y profesora, 
¡a todas horas! Y nunca falla
con la ropa, la comida, el trabajo o la tecnología,
por todo esto te decimos ¡Felicidades en tu día!


Azul


02 mayo 2012

Por enésima vez ¡yo no tengo porno!


Eso mismo decía esta tarde cuando mi portátil murió a las 15:35 por culpa de un virus. Las tareas de reanimación me llevaron toda la tarde y suplicando estaba para que no se me borrara nada. ¿Qué ocurrió? Que mi ordenador "cogió un bicho", el virus Ukash conocido como el virus de la policía porque cuando se te queda bloqueado el ordenador te aparece una pantalla, con el icono de la Policía Nacional y todo, que te pide el ingreso de 100€ através de Ukash por tener en tu ordenador pornografía, material terrorista y por SPAMear mensajes de ese tipo.Ya...

La primera catástrofe ocurrió en el ordenador principal de mi casa, que es el de mi padre, hace ya unas cuantas semanas. Cuando mi madre y yo lo vimos, visualizamos al momento la reacción de mi padre al vover a casa ... cogería la torre y la lanzaría por la ventana, acabando así con los problemas tecnológicos... pero para evitar que esto sucediera decidimos investigar por nuestra cuenta y tratar de solucionarlo. En vano. Dos horas más tarde seguíamos igual que al principio: en modo seguro y con nulas perspectivas. Entonces llamé a unos amigos (¿para qué si no?) y resultó que D., el primo de mi amigo C., está en Informática y supo en 0,2 segundos poner solución al problema y al brote de cólera en potencia de mi padre. 

Hasta ahí todo quedó en anécdota. 

Pero hoy... ¡ha aparecido en mi ordenador! Por alguna extraña razón, en mi familia tenemos una atracción natural por los problemas tecnológicos. Yo al menos los llevo mejor que mi padre, no hago amago de tirar nada por la ventana, sólo me cabreo un poco y amenazo con comprarme un ordenador nuevo. ¡Juajuajua! Pero este virus no sabía en dónde se metía porque en cuanto lo detecté con mi agudo ojo clínico (la pantalla se bloqueó y empezó a encenderse y apagarse sin control) puse la maniobra de rescate en marcha. ¿Quieres saber cuál es? Pues lo siento, pero eso quedó patentado entre D. y D.. (En verdad es que no me apetece escribir el rollo tecnológico en el blog pero vamos, quien tenga dudas, que pregunte) :)

¡Buenas noches!

01 mayo 2012

Supéralo, no soy racista


Me conocen por ahí como una persona que no presta atención a los comentarios de la gente, ni a las críticas, en lo más mínimo. Es agradable que hablen (bien) de uno pero entiendo que es imposible estar en las mentes de todos para controlar lo que piensan de nosotros así como es imposible caer en gracia a todos. A pesar de ello, tengo cierta debilidad por las injusticias pero eso es otra historia...

Y la que me trae hoy aquí es la de cómo mi profesora de filosofía del instituto detectó que yo era racista. Mm, no recuerdo qué dije ni cómo lo dije pero la cuestión es que por usar la palabra "raza" pasó a señalarme como racista. Guau. "No son razas, sino etnias" -me dijo ella. Sí, me chocó bastante que me dijeran eso con 16 años y, sin saber muy bien por qué, tuve que disculparme por la educación que recibí y que me había enseñado a usar esa palabra. 

Empecé a pensar en si cabía dicha posibilidad. "Somos todos iguales" -me dijo una compañera que me pilló desprevenida luego, en el pasillo. Yo con mi gran ojo clínico argumenté "nah, somos diferentes". El debate ese y muchos otros días siguió con una argumentación aplastante por ambas partes del tipo "que no, que somos iguales" "que no, que somos diferentes". Al final yo ya no sabía ni qué decir así que opté por callarme, borrar el registro raza de mi cabeza y pasar a ser más diplomáticamente correcta y menos racista.  

Entre tú y yo, mi profesora estaba media pallá, todo hay que decirlo. 

Con el tic tac del tiempo, algunos paseos por el mundo y esto de ser proyecto de médico pues vas conociendo gente, de todas partes, de todos los colores y mira tú si me importan a mí esas cosas... pff, ¡para nada! Pero tanto correr y ya ves, aún hoy me pregunto -no sin algo de temor, si no habría una parte de verdad en aquella afirmación. Todos mis apuntes tienen datos demográficos por razas y tipos de piel por color. No es culpa mía, la ciencia está hecha así; identifica, clasifica y valora los rasgos objetivos que nos diferencian como individuos y es esta información la que usamos a diario para comparar unos grupos con otros. No es racismo, es pragmatismo. Y es lo único que me llevó aquel día y todos los demás días a decir que somos diferentes (menos los gemelos univitelinos, que son clavaditos). 

La semana pasada tuve prácticas de Medicina Legal en el Instituto de Toxicología, que en castellano viene a ser donde se llevan a cabo las autopsias por muerte no natural (accidente, homicidio o suicidio). Resultó que uno de los casos era una persona de otra etnia. Cuando el forense lo vio dijo "vaya, nadie me había avisado de que era de esta etnia". Una compañera me dijo "¿acaso importa?". Adivina lo que me vino a la cabeza y qué respondí...


"Supongo que al forense le importa un pepino de qué etnia sea, pero estamos hablando de una información que identifica un cuerpo y supongo que obviamente será importante, igual que se pone en los informes que hay un cuerpo de un inglés o que tiene los ojos azules..."

¿Soy racista por esto? 
Pff, yo ya no sé... dímelo tú. 

Me quito el sombrero...


...aunque normalmente no llevo, ante lo que está bien hecho.

Los que me conocen seguramente me habrán oído hablar en más de una ocasión de este tema. Por escasez de tiempo, sólo sigo dos series: Anatomía de Grey y The Good Wife. No es un secreto que me gusta el rollo médico; soy fan de Anatomía de Grey desde hace años (y no me metí en Medicina por eso, que conste). Pero lo que sí es una sorpresa reciente es que me enganche tanto el rollo legal; y no hablo del trillado CSI o A*** McB*** (mejor no mencionar nombres) sino de algo más nuevo: The Good Wife, una serie de 2009 que con cada capítulo he llegado a querer (por no decir adorar) y a considerar, entre tú y yo, impecable así como inteligente. A diferencia de otras series, no sólo es divertida, entretenida y no falta de culebrón sino además tiene ese toque profesional (tal vez el sex-appeal de ciertos abogados, ya que estamos...) y serio. A lo mejor es sólo mi pasado oscuro que me recuerda con cada capítulo aquella época mejor en la que mi sueño era ser abogada. Aún así te recomiendo que, si no la conoces, le des una oportunidad. 
¡Feliz día!