15 diciembre 2012

Ad-mirándote

Picadilly Circus, London 2010
La RAE dice que admirar significa "ver, contemplar o considerar con estima o agrado especiales a alguien o algo que llaman la atención por cualidades juzgadas como extraordinarias".
Así que, aplicando este simple concepto, tomamos como punto de partida que no vale decir que admiras a tus padres. Porque todos sabemos que los quieres porque te soportan quieren y te puede parecer que lo que hacen por ti sea genial, pero yo aún no he visto ningunos padres expuestos en un museo o una galería. Extraordinario es sinónimo de inusual, insólito, singular y de todo lo que se salga del ordinario. Lo que nuestros padres hacen por nosotros no es nada raro, de hecho todos hacen más o menos lo mismo, seguramente por un puñado de proteínas codificadas genéticamente por alguna endiablada pareja de cromosomas. Por las mismas tampoco sería viable admirar al Sol, las estrellas o la Luna a menos que te parezcan de una belleza superior. Pero no sé por qué, me da en la nariz que después de ver el mismo panorama día, tras noche, tras día, tras noche, tras día... terminas tomándolos como algo pobremente atribuído. Tampoco podemos guardar todas nuestras admiradas de admiración para la gente que está muerta. Sé que esa palabra puede dañar la sensibilidad de algunas personas, pero es que sí, las grandes obras de la Historia, que son dignas de que las remires, están firmadas por la mano de gente que con alta probabilidad, están fallecidos (mires como lo mires, están bajo tierra vaya). Sería un derroche de energía que se va a perder en el infinito del universo porque a nadie le importa lo más mínimo si una estatua en Florencia, seguramente cubierta de polvo centenario, te parece sublime. Por tanto, hacia dónde enfocar la mirada si no es a los padres, a la naturaleza ni a las reliquias remanentes de los muertos no vivos. No lo sé; dímelo tú.
Yo me levanto cada mañana y antes de llegar a la biblioteca a las 08:00 am (valeeee, a las 08:13) ya he encontrado miles de motivos de admiración. Porque una definición no me quita el sueño, y si no es extraordinario lo que ocurre cada día es porque no te has parado a admirar bien el Mundo que hay entre tú y yo. Al fin y al cabo nuestro abuelo el latín, nos dice que "se admira una selección de lo que se ve y se para uno a mirar aquello que le llama la atención" ya sea considerado extraordinario o no.

13 diciembre 2012

Miedo

Creo que nadie pasó nunca tanto como Luke Skywalker cuando Darth Vader le dijo que era su padre. Gran poder el Miedo. Y pobre Luke, porque aquel día casi acaba con él y se lo lleva al otro barrio lado oscuro de la Fuerza
Y sin embargo el miedo sigue siendo un mal que nos persigue, nos espía y nos asalta a cualquiera de nosotros en cualesquiera que sean sus circunstancias. No podemos vivir con él pero tampoco sin él. Aprendemos a qué tenemos miedo y lo hacemos parte de nuestra existencia. Convivimos con él y tratamos de evitar a toda costa el detonante que nos haga saltar y nos ponga en evidencia mostrándonos sólo entonces, lo vulnerables que somos. Pero nos olvidamos así de que el miedo es un gran aliciente; el impulso que, muchas veces, necesitamos para establecer la diferencia entre un hecho en potencia y nuestra realidad. Y qué si el miedo está apostado entre la felicidad y tú, ¿acaso le vas a dar tregua? Mi consejo es que no te detengas, que cada minuto del resto de tu vida, luches. Porque al enfrentarnos a nuestros temores estamos dando el primer paso en el camino correcto hacia nuestro propósito. Y porque el sabor de la victoria que puede encontrarse al otro lado de esta oscura cortina de humo supera -seguro, con creces, el amargor de la incertidumbre y el escozor de la vergüenza -ambos pasajeros. No des tiempo al miedo; no le permitas entrar; no dejes que te meta el miedo en el cuerpo. Como me gusta decir y aconsejo siempre, "Make it happen". Sabes que va por tí, amigo P., junto con un gran abrazo ;) 

12 diciembre 2012

¿Suerte o Destino?

Una pregunta con la que entretenerse. Yo llevo ya un rato dándole vueltas como si fuera una bola de nieve, de estas que se van haciendo cada vez más grande y, si te descuidas, te lleva por delante. Si me preguntaras, lo primero que te diría sería que "no sé qué decir". Pero como todo aquí entre tú y yo, da para algo más que eso. Sí, yo creo en el destino. Pero por muchas de las cosas que me han ocurrido; ellas me han llevado a pensar así, a vislumbrar el fino trazo de ese plan. Como me ocurre en otras tantas veces, no puedo explicártelo. Es cuestión de querer creer. Lo que tengo claro es que no me trago que el azar sea tan quisquilloso ni tan malévolamente calculador. Confabular con el Mundo para que encajen las piezas que dibujan nuestra realidad, no es cosa de la suerte. Tampoco es mi intención traer el karma a colación puesto que ese tema se me escapa ya de las manos (salvo cuando está claramente en contra mío). Dulce subjetividad.
Tienes que preguntarte si, cuando te ocurre algo bueno, eres de los que ven algo más allá de la suerte -una señal; o al contrario, un feliz giro del azar. Escojas la postura que sea, el margen de error será el mismo porque, como dice mi hermana E. "no es como la ciencia, que es verdad y punto". Aquí la única verdad es que se juega con nosotros como si fuéramos dados. Lo que vea cada uno será aquello que quiera creer. Pero puestos a observar, ¿por qué no enfocar a lo que puede haber más allá? Porque puede no haber nada; vale... Pero cómo negar la evidencia, cómo no ver encajar esos sucesos que se precipitan y se enlazan y forman un sutil entramado. Somos dueños de nuestras vidas -queremos creer. Pero yo opino que creer en el destino no es despersonalizar nuestra capacidad de tomar nuestras elecciones, sino dar sentido a las mismas. Amargo escepticismo. 
 

10 diciembre 2012

Ayer y no hoy

Hoy, hablando del colegio, y por razones tangentes a este post, me acordé de cuando era niña, antes de que llegaran mis hermanas. Recordé así de pronto, el poster de La Sirenita que había colgado en mi cuarto, de mi uniforme marrón y mis peluches. Nunca le llegué a coger el truco a los patines; tenía unos de esos con cuatro rueditas. Me los ponía para practicar pero a mi madre no le gustaba que patinara en casa y a mi me daba vergüenza caerme en público. Mis tardes favoritas eran las que pasaba en la calle, sobre todo en las tiendas. Lo mejor era ir a esas donde vendían telas de carnaval y recoger las lentejuelas caídas del suelo. Mis primeras palabras en inglés fueron cat, dog, Sue y Peter. Cuando me enseñaron alguna más, empecé a hacer representaciones de diálogos en inglés. Yo siempre pedía hacer el papel de la bruja porque creía que era el personaje más molón de todo el Classbook. Mi princesa era, y siempre será, Cenicienta (con el doblaje original). Recuerdo que quería ser abogada porque en casa veía películas de policías y me parecía que los abogados hablaban y vestían muy bien. Además de que siempre tenían razón. Mi peluche preferido era el pato Donald. Me gustaban los privilegios de hija única, como que mis abuelas me dieran dinero para comprar cromos de la Barbie. Tenía un camisón de pijama como la Wendy de Peter Pan. Tuve tres amigos imaginarios hasta que mis padres me dijeron que iba a tener una hermana. Aún me acuerdo de sus nombres. Como no me gustaban las uvas, en Nochevieja partía el año con conguitos de chocolate. Cuando salía de paseo solía coger flores para hacer un ramillete. Luego las llevaba a casa y las ponía en un vaso con agua esperando que sobrevivieran. Ninguna lo hizo pero yo no dejé de coger flores. Tenía un monito pequeño de peluche que estaba cosido a un sillón de gomaespuma. Un día mi padre arrancó al mono, lo metió en un tupper con agua y lo puso en el congelador. Cuando lo fui a buscar estaba hecho un cubito de hielo. Me gustaba la cámara de fotos que teníamos, de esas que imprimían la foto al momento. Me parecían divertidas. Otras veces, proyectábamos las fotos que tenía mi padre en carretes de diapositivas de los viajes que había hecho con mi madre cuando eran jóvenes. Esas fotos las hacía con la otra cámara, la grande, que tenía un trípode; eso ya era de profesionales. Si hubo una primera palabra entre el Mundo y yo fue "papá". Porque de alguna manera sabía que él iba a ser la persona que siempre me diera la razón. Mi madre iba a darme más guerra. Pero invariablemente, ellos son las personas que primero me llevaron de la mano.

06 diciembre 2012

Being almost back

Jordan Matter's Dancers among us
¡¡¡hola hola!!!

Te preguntarás qué he estado haciendo con mi vida y por qué esto anda tan silencioso. Pues mira tú que he estado estudiando mucho y mi portatil no pudo soportar tanto estrés y claudicó. Por eso me he visto deliciosamente obligada a recurrir a mis amados amigos los libros. El único problema es que pesan demasiado y sacarlos de la biblioteca me supone un problema logístico en mi ya-saturada-de-papeles habitación.

Aparte de estudiar todo el tiempo, he sacado algunos momentos para algunas risas, lágrimas y besos. La Vida te da muchas sopresas y algún que otro tropiezo. Pero no te aflijas, no es nada que no tenga solución. De hecho guardo mis esperanzas en que puedan resolverse ambos tropiezos, con el tiempo. 

La vida académica me retumba en la cabeza y me zarandea como si fuera una maraca. Ya queda menos, es el consuelo de los estudiantes y los necios. Por lo pronto llevo las cosas al día, no quiero visualizar aún las fiestas que vienen y los días de biblioteca. De momento espero el próximo café, y la oportunidad que me lleve de nuevo a escribir cualquier cosa entre tú y yo.  

Con otros ojos

 
A veces me gustaría mirar directamente en las personas con otras lentes y a través de ellos averiguar, qué se esconde en las profundidades de su retina. Ver lo que hay en su fondo y más allá, por detrás de la vía óptica. Acomodarme en sus dioptrías y hacer acrobacias con sus ejes. Pero no ha de encontrarse todo esto tras una lente sesgada. Sólo es para aquellos capaces de enfocar correctamente sin fatiga. Y es tan fácil perder el punto focal que al final dudamos de si lo que conocemos es real o virtual. Más de una vez me gustaría mirar en los ojos de los demás y saber qué hay allí. Pero es inútil porque no se ve con los ojos y una mirada entre tú y yo no basta para conocerte. 

25 noviembre 2012

Veleta

Hacia dónde giras pequeña veleta. En cuanto te miro, huyes. Cambias de dirección con cualquier silbido del aire, como si volaras sin alas. Qué grande debes sentirte por encima de todos, apuntando hacia tu propio norte, en el Norte de donde quiera eso que esté. Y sin embargo, qué yermo debes creerte para bailar al son de todos los demás, esperando cada día el torbellino que despierte en ti tu propio tú, el rayo que te electrifique de punta a punta. Qué necios seríamos nosotros si viviéramos como tú, veleta. Sin duda eso de girar al ritmo de los demás es algo que sólo se permiten los enamorados. Por eso guardan para ellos los alisios su susurro de amor que sabe a besos. El resto de los mortales nos agitamos con el movimiento de las corrientes y creemos persistir, jugando a esquivar las bocanadas de la vida. Pero no es así, verdad pequeña veleta. No hay mucha diferencia entre tú y yo. Ambos contemplamos pasar los soles y las lunas por igual, vivimos aferrados a lo que encontramos a mano y nos sostenemos... como podemos, con todas nuestras fuerzas entre tanto bamboleo. 

20 noviembre 2012

Dando rienda suelta

       Hace tiempo que decidí dar rienda suelta a mi espontaneidad. 
No a toda claro, porque creo que el mundo aún no está preparado para ver eso. Pero sí a una discreta cantidad de ella que ha sintonizado mis días en Technicolor y les ha pintado una sonrisa. Todo es más divertido, más alegre y los problemas menos pesados. Decir lo primero que se te ocurre tiene sus cosas buenas y malas. Otra persona que también se ha dejado un poco de melena al aire es mi mejor amiga Z. El resultado conjunto entre las dos es una sinergia positiva del buen rollo y la verdad es que nos reímos muchísimo. Llámalo risoterapia, amigoterapia o como quieras. Mi consejo es que lo pruebes. A veces sólo vas y la cagas. Pero cagarla es parte de la vida. Al menos de la mía.   


18 noviembre 2012

Milikituli



Me he dado cuenta de que no importa si la amistad se acaba. Lo que cuenta es que alguna vez empezara y valiera la pena mientras duraba. Como decía un notorio autor de nada como Gabriel García Márquez, "no llores porque ya se terminó, sonríe porque sucedió". Los amigos son un tesoro muy valioso y no sólo lo dicen las tarjetas de felicitaciones que venden en las tiendas. Lo digo y lo creo firmemente. Un amigo no es sólo amigo, es hermano, compañero, colega, confidente, cómplice; para las risas y las lágrimas. Da igual si está contigo para siempre o fue tu pareado durante algún tiempo. La cuestión es que, mientras estaba contigo, fue muy especial. Nadie debería vivir sin amigos y yo hoy mando un abrazo a los míos de todo corazón, entre ustedes y yo

05 noviembre 2012

Dijo el sabio

... de mi profesor, claro. 
A quién va uno a hacer caso en estos días de locos donde un estudiante pasea sus pretensiones frente a los catedráticos sin vergüenza. Pues a los más viejos, que a mi parecer son los más sabios. Si a ellos les cambian un protocolo mañana, no dejarán de ser buenos clínicos. No quiero pensar qué ocurriría si eso le pasa a uno que acaba de empezar y decidió hacerlo empollándose un par de guías médicas.  

Hoy dijo una cosa muy graciosa y antes que escribirlo en el anonimato de un post-it escurridizo, preferí hacerlo entre tú y yo. Fue lo siguiente: "En Medicina no hay números, sino personas". ¡Pero nos han enseñado a medir, a pesar, a tomar frecuencias y a contar por minuto, por hora, por día, durante meses! Sin duda tiene razón y eso es algo que a mi mente de ex-cirujana declarada y clínica en potencia no se le escapa. Por eso cada vez que veo un paciente, lo miro. Cuando le pregunto, lo escucho. Y al salir de la habitación me llevo conmigo todo aquello que dijo y lo que no. Los pacientes no son números.