03 julio 2012

Momentos sagrados

Soy la primera que disfruta de la compañía, de la charla y del nosotros. Pero francamente, mi vida de estudiante de Medicina sin pausa ni freno me ha enseñado que hay momentos que son sagrados. Uno de ellos es la comida; sin discriminar desayuno, almuerzo o cena. El tiempo para comer es algo intocable para mí y sin duda, no se apreciaría igual si no se come en silencio. A menudo mis padres invitan a comer a la trifulca y terminan debatiendo durante el almuerzo cuestiones varias que más de una vez acaban con más de un decibelio de la cuenta. Temas de trabajo, universidad, papeles varios, multas, vecinos... Yo me limito a escuchar y tragar con agua mis opiniones. Mi tiempo de descanso para comer a menudo es tan escaso, que poco bien me puede hacer malgastarlo discutiendo por asuntos que, frecuentemente me la sudan me afectan sólo de lejos. No han sido únicas las veces que me he visto obligada a comer de pie, a tomarme un café caminando o mordisquear un bocadillo en plena clase. Está claro que no se valora lo que se tiene hasta que se pierde (o se reduce considerablemente). Prueba una morbosa rutina diaria de 5 horas de pácticas, 3 horas de clase y otras tantas de biblioteca seguidas para que me entiendas... Verás cómo, la próxima vez que tengas un momento para sentarte a comer, no habrá nada imprescindible que decir entre tú y yo.
Pret A Manger, Trafalgar Sq, London

¿Adoptas a tus amig@s?

Un amigo me dijo que no podía evitar hacerlo con aquellos que más le importaban. Obviamente, no tengo problema en entender esa actitud, pero me rechinan los dientes al ver su resistencia a creer que eso no es lo más acertado. No exenta de complicaciones me he visto obligada a aprender a la fuerza, que no podemos apadrinar a nuestros amigos ni evitarles los errores.
Adopté completamente a mi mejor amiga hasta el punto de hacer las cosas por ella. 
Y ese fue mi mayor error; convertir mi rol de hermana mayor en mi actitud ante la vida y ante mi mejor amiga. No puedes vivir dos vidas, la tuya y la de tus amigos. Ni comenter el doble de errores, los tuyos y los suyos. Evitar el golpe de los demás, por mucho que los queramos, no es saludable para ellos. Porque al mismo tiempo que les evitas la caída, les privas de aquello que debían aprender mientras lo hacían. Sólo puedes estar a su lado; escuchar, no como un padre sino como un amigo, que es todo lo que ellos necesitan que seas. Puedes ayudar, pero no por tomar parte activa en el proceso de solucionarle los fregados vas a resolverle nada. Lo más probable es que termines tan liado por el asunto como tu amig@. En las contadas ocasiones en las que al intervenir resultes útil y consigas una victoria para ellos, serás el protagonista de su agradecimiento y quizá, su reconocimiento por un tiempo. Pero, sólo le habrás enseñado a darte las gracias. Y el mérito que debían saborear ellos al madurar, te lo llevas tú.
Mi amiga se acostumbró a cuestionarlo todo y a consultar(me)lo todo. Hubo muchas cosas que quise hacer por ella, porque la quería. Y las hice. La nuestra fue una amistad de desiguales. Ella me veía demasiado arriba y yo sólo era capaz de sentirme satisfecha por ser importante para ella. El día que todo termino entre ella y yo, se lo llevó todo. Mis triunfos, mis consejos y todo lo bueno que le había dado, dejándome ante la soledad que acompaña a las dudas. Sólo al caer de nuevo en el mundo de los mortales vi el error que había cometido.

02 julio 2012

Yo también estuve en Kiev durante 90 minutos

¡España Campeona de la Eurocopa 2012!

Conversaciones unilaterales

No es fácil encontrar un (des)igual.
Voy salteando los días del calendario con un poco de prisa, sin fallarle al horario. Paso por los escaparates de la calle de la Oportunidad sin pararme, zumbando. Sueño, deseo, encuentro, degusto. A veces hallo algo que me atrae y me encamino hacia el interior del Quizá. Pero en esos barrios de dudosa credibilidad pocas veces suelo dar con un motivo que me retenga mucho tiempo. Y sin embargo, me encanta tener una buena conversación. Hacer reír, contar, ser escuchada... lo más placentero de esta vida. Ya dure una hora, un rato, un siempre. Pero debe haber algo que no soy capaz de percatar. Aún trato de encontrar la tara que debo tener. Porque no puedo ser muy normal cuando convierto el entre tú y yo en sólo yo. Hago el intento; evito dirigir cuanto digo pero en un periquete me encuentro de nuevo en el mismo punto: acabando mis conversaciones unilateralmente; siempre en primera persona.

Monólogo a la de tres, dos...

29 junio 2012

¿Cómo no ser romántica?


Cómo no serlo cuando vives rodeada de románticos e idealistas.
Me considero afortunada. Vivo rodeada de historias de amor; unas buenas, otras de espera, otras no tan buenas. No soy quién para contar aquí la historia de nadie, salvo la mía propia. Y es lo que hago a cada entrada de blog que escribo. Aquí entre tú y yo atesoro con recelo, palabras tiernas con aroma de vainilla. Pero esto no es nada nuevo. Hoy me parece excitante darme cuenta de que vivo rodeada de románticos que han encontrado a su media naranja, hace 25 años o hace 6 meses; que la han encontrado y ahora comparten su amor con sus naranjitos; que la siguen buscando; que siguen yendo a la misma cafetería sólo por estar cerca de ella; que están dispuestos a seguir esperándola lo necesario; que saben que su oportunidad pasó y aún así estar juntos a medias es mejor que no estarlo; que si tienen que comprar un anillo, lo compran; que imaginan cartas de amor y tienen el valor de escribirlas; que recomponen su corazón hecho trizas y éste vuelve a latir; que aún en la madurez se sonrojan al verse hablando con una mujer en un balcón. Mi padre dice que en estos días, la gente usa la palabra Amor muy fácilmente. Yo creo que no se usa lo suficiente. Él dice que es difícil reconocerlo y yo lo veo a mi alrededor constantemente. Es precioso e inspirador. 

Hoy enamórate como yo, del Amor.