Esta era la gran pregunta en mi infancia...
Y ¿por qué hablar ahora sobre ella? Porque se trata quizá del capítulo de la vida en que uno empieza a convertirse en la persona que es. Sí, luego pasamos por la adolescencia y se va todo al traste; pero yo creo que la esencia permanece -estoy por jurar- toda la vida. Así que... ¿qué mejor manera de conocer a alguien que echando un vistazo a lo que hay detrás de ella? Pero sólo mirar de reojo, ¿eh?
Yo era muy curiosa, la curiosidad ocupaba mis días... ¿por qué esto? ¿por qué aquello? Ponía en duda todo lo que me contaban y, al contrario, tenía total confianza en que, lo que yo decía a los demás era plenamente verdadero (aunque la mayoría de las veces estuviera equivocada). Es por esto que la frase del encabezado resume mis remembranzas de antaño: era la pregunta del millón, la que todos me oyeron decir en alguna ocasión y que nadie me supo responder. Si me daban a elegir entre los libros y el deporte: los libros; entre la comida y una buena charla: ¡clarísimo! Me encantaban las manualidades y soñar que conducía mi propio coche.
Era tan fácil ser una misma...
A veces me gustaría volver a esos días felices y sencillos, volver a saborear aquellos momentos en los que mi mayor problema era pintar un mural sin mancharme el uniforme y que así mi madre no se enfadara. Sin necesidad de tomar decisiones, ligera de responsabilidades y con esa perpetua sonrisa estampada en el marco de mi ser. Entre tú y yo, creo que la vida nos exige que nos hagamos mayores demasiado pronto; sin saber siquiera si estamos preparados, si seremos capaces, con tanto por aprender... Nos obliga a salir al mundo, probar nuestras alas y, en definitiva, ser capaz de pintar nuestro propio dibujo sin hacer un boceto.
A por la brocha,
¡Feliz tarde!
Me ha encantado el texto, como siempre, pero esa foto...esos ojitos...si son los mismos que yo conozco!!! Un abrazo, pequeña. Sigue así.
ResponderEliminarCon lo de pequeña te has delatado... =) Lo peor es que tú también vas a saber quién soy con este comentario. Me arriesgo! =)
ResponderEliminarRespecto al texto... ¿Te puedes creer, Débora, que llevo meses pensando en lo mismo? Mi infancia, qué linda y breve. Creo que es de las pocas cosas por las que no me importaría volver a nacer. Maravilla.
Un abrazo a las dos! A la de las manos rebosantes de arte y a la dulce anónima, lectora empedernida. Grandes!
Para mis amigas "anonimas" delatadas mutuamente, jajaja!, sólo decirles que las quiero :)
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