Hoy pude, por primera vez, definir con claridad las emociones que el amor provoca en mí.
No me encontraba haciendo nada en particular cuando realicé mi descubrimiento. Estaba escuchando música, sentada frente a mi ordenador, estudiando -como de costumbre. Cabe destacar que esta misma mañana había leído sobre la magia y la ilusión en un jardín (blog) vecino. Pero por ser hoy un día de esos cualquiera de mi vida, sin la más mínima inspiración, he de confesar que no me llevó tal relato a mi nueva revelación. No.
Pero de repente, sonó esta canción...
Al seguir el ritmo de esta canción quise girar sobre mi silla giratoria; y así lo hice, tan rápido como pude. Miré hacia arriba y extendí mis manos queriendo alcanzar al techo, y más allá de él: al cielo. Acorde al compás, rápido.. lento.. rápido.. sin parar de girar; sin pensar en nada, sólo sintiendo. Cerré mis ojos y esperé hasta que la silla se quedó completamente parada y la música dejó de sonar. Entonces abrí los ojos y miré al frente.
Todo me daba vueltas...
Pero allí estaba yo sonriente, aturdida, emocionada y con el corazón a mil.
Creo que siempre esperé esas mariposas que vuelan en el estómago; y que nunca me llegaron. Ahora que he tenido la oportunidad de dar un bocado a la felicidad, he descubierto esta nueva fase en mí y he visto que el amor existe de verdad y es algo... mágico. No sé si ésta era la entrada de blog que esperabas pero, entre tú y yo, no pretendía que lo fuera. Sólo quería compartirlo contigo.
¡Feliz Jueves!
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