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28 junio 2011

(Re)encuentros en la 3ª Fase

Está ahí, ¡no mires! espera...  
Da media vuelta, vamos a coger los yogures.

   Cómo, con astucia. Cuándo, siempre que puedo. Dónde, en cualquier lugar. Plan B, luego te cuento...
 
   No hagas clic en este post si no quieres saber lo antisocial/antipática que me he vuelto soy. Porque de eso va, de cómo he llegado a evitar a mis antiguos compañeros del colegio en el supermercado. Triste, pero cierto.


26 junio 2011

Quoad vitam

Hoy leí estas palabras entre mis apuntes y me dije:  

¿Por qué nadie me dijo que no era saludable meterse en Medicina? ¡Por supuesto que puede conducirte a la muerte! (o algo peor: a la locura).

Luego volví por un segundo a revivir aquellos momentos de indecisión e ingenuidad que me llevaron a elegir esta carrera. Todavía no sé muy bien cómo ocurrió; pero sí sé cuándo empezó... Lo cierto es que nunca quise ser médico, ¡ni loca! Era B. mi mejor amiga del colegio, la que quería dedicarse a ello; su padre trabajaba en una farmacia así que supongo que sería "cosa de familia" o a lo mejor le gustaban las conversaciones a la mesa del tipo: "hoy vendí 4 cajas de aspirina, ¿me pasas la sal?" y "¿ah, sí? pues yo lo receté a 28 pacientes esta mañana, la sal no está aquí". A mí no me atraía mucho para nada la idea, aunque siempre me gustó (mucho) la Biología y la Química.

No, mi plan era ser abogada. Esto de la justicia lo llevo en la sangre y en el zodiaco; siempre lo tuve en mente hasta que me di cuenta de que era patológicamente sincera y desistí. Además, no quería pasarme el día peleando con gente que conocía ni poniendo la zancadilla a mis colegas de profesión (justo lo que he terminado haciendo y padeciendo en Medicina). 

Ya en el instituto, nos llevaron a las Jornadas de Puertas Abiertas de la universidad para que correteáramos por el césped del campus y dieramos un bocado al inminente futuro. Y...

     ¡Ahí me colé y en la charla me planté,
     coca-cola para todos y algo de comer!

Acabé en la charla de Medicina, entre otras. Un cardiólogo del Hospital Universitario la dirigió. Explicó los requisitos para acceder a Medicina y qué nos íbamos a encontrar allí, cómo era el sistema de enseñanza y (en parte) qué exigían. Se quedaron cortos. Ahora comprendo que 45 minutos no eran suficientes para explicar qué significa estudiar Medicina. Tampoco podría contártelo yo después de 4 años. Es algo que se tiene que experimentar; si no, no se puede llegar a comprender.

No sé lo que pasó entonces. Creo que aquel hombre supo hipnotizarme con ecografías y electrocardiogramas, porque una hora después salí de aquella sala totalmente convencida de que iba de cabeza para Medicina. De hecho, borré de mi mente toda idea de otra posibilidad. Había hecho una elección de corazón. Puro instinto, sin razón. Entre tú y yo, lo cierto es que la Medicina me enamoró (aunque esto no quita que haya amores que matan con dolor).  

¡Feliz tarde!

24 junio 2011

Custodia

       No doy lecciones de humanismo; ni lo pretendo. Me gusta mirar mi blog y reconocer en él un esbozo de mi persona, con mis luces y mis sombras. Así que hoy te confiaré, entre tú y yo, lo sobre-protectora que he llegado a ser. No me resulta sencillo admitirlo, pero parece que es más fácil de llevar si lo escribo (me puedes comentar en cualquier momento si necesito terapia, ¡jeje!).

       Pues sí. Sobre-protectora, ¿quién me lo iba a decir?

       Pero te pongo en antecedentes primero y te cuento que a lo largo de mi vida (que vale, no ha sido mucho hasta ahora) mis amistades han pasado de 30 a 18, luego a 12, más tarde a 3 hasta verse reducido a 1. Me ocurrió en el instituto y también en la universidad. Como verás, no es que fuera una persona de afinidades compartidas. No, no es eso. Lo que ocurre es que con la experiencia nos volvemos selectivos. En mi caso ese proceso de selección requirió algo de discernimiento, un par de malentendidos, algunas decisiones difíciles y muchos capítulos cerrados al mismo tiempo. 


       Supongo que es ha sido un camino tan largo y complicado dar con ese 1, que desearía poder agarrarlo con fuerza, guardarlo delicadamente en mi bolso y llevarlo conmigo para que no le ocurriera nada. Pero se me olvida que no hablamos de un número, sino de una persona. No puedo llevarla en el bolso sino caminar con ella mano a mano, siempre un paso por delante y sin dejar de guardarle las espaldas. Pero, ¿qué digo? no no... creo que esto no es lo correcto.

       Todos necesitamos nuestro espacio, nuestra libertad de actuación y movimiento. Todos necesitamos equivocarnos y aprender. No es amigo aquél que evita que saltemos, sino el que nos echa una mano cuando queremos levantarnos.

Pero cuando quieres a una persona
resulta tan sencillo preocuparse...   

11 junio 2011

A veces me gustaría...

Cerrar los ojos y no estar aquí al segundo siguiente;
ser volátil para escapar de aquello que me ata al suelo,
y poder llevar el resto de mí, con mi cabeza -al cielo.
Entre tú y yo, a veces me gustaría ser inexistente...
... o al menos parecerlo, aunque fuera por un momento. 

25 mayo 2011

Aislamiento de contacto

       Digamos que esto fue lo que llevé a cabo durante los últimos tiempos. Atropellada por las redes sociales, decidí probar con un tiempo de aislamiento de contacto dejando mi puerta cerrada y con restricción de visitas. Hasta me olvidé de cuáles eran las llaves... Colgué el cartel de "no te molestes en llamar, no voy a contestar", di media vuelta y me fui a buscar algo que hacer con mi vida. 

       Lo que yo no sabía era la gran nada que me esperaba a la vuelta de la esquina. Hacer "borrón y cuenta nueva" en la vida no es tarea fácil. Romper con lugares, con situaciones o con amistades es siempre algo que te deja mal sabor de boca; pero lo afrontas, porque la vida sólo tiene un sentido y es hacia delante. Lo mejor que podemos hacer es liberarnos de las cargas negativas que nos atan, ¡hacer espacio para lo nuevo! al igual que ocurre con la brisa que se cuela tímidamente por la ventana en primavera: entra como quien no quiere la cosa, suave y agradable. 

       Por aquel entonces no sabía mucho de mí, la verdad, así que empecé probando aquellas actividades que podrían gustarme. Quise viajar; y viajé. Practiqué in vivo el idioma que más amo en el mundo (el inglés). Aprendí algo de cocina. Terminé de leer los libros que había dejado a medias. Me apliqué en dibujo y algo de decoración. Me compré una orquídea (y sigue viva). Al principio comencé yo sola; y poco a poco, fui encontrando por el camino gente amiga con la que hoy comparto mis gustos.      

       Ahora juego a jardinera los fines de semana y practico alemán siempre que puedo. Pero, ¿entonces por qué Deb ha vuelto a caer en las redes de internet?...


       Porque, entre tú y yo, supongo que una vida sin amor no es vida. Y como ocurre con casi todas las cosas que valen la pena, no vienen porque las busques... sino porque ellas te encuentran a ti. Mirando en el archivo de mi anterior blog di con una frase que yo misma había escrito allí "porque el amor no nace en la distancia" y que me hizo decir: "¡mecachis!" ... Qué poco me gusta estar en desacuerdo conmigo misma. Pero otro día te cuento, que ahora se me enfría el café.  

¡Feliz tarde!