Este año nos atrevimos a programar un viaje durante el invierno y no nos arrepentimos.
Elegimos una compañía autóctona para organizar el viaje que partió de Luleå, al Norte de Suecia. La duración fue de 5 días, más que recomendable para poder realizar varias actividades y tener tiempo para descansar. El clima fue benévolo con nosotros y en ningún momento bajamos de -10ºC, algo inusual para la época del año en que estábamos: la última semana de enero. Teníamos unas pocas horas de luz tenue al día y esta se apagaba a eso de las 15:30h, por eso nos levantábamos temprano, comenzábamos nuestra actividad muy pronto para que las tardes pudieran ser para el descanso, una vez ya entrada la noche y para la larga espera, por nuestra amiga: la aurora boreal.
El alojamiento típico en esos parajes no es otro que una cabaña de madera, perfectamente equipada para las necesidades básicas y bien aislada del frío. En cuanto a la ropa necesaria, fuimos con varias capas de abrigo incluida una térmica, la generosa lana que protege bastante bien y la capa aislante superior que es a la vez, impermeable. Además, una vez estuvimos en el complejo, nos equiparon con el traje de invierno y botas especiales para la nieve que podíamos usar tanto para el diario como para las actividades programadas.
Aunque parezca que no, en esa inmensidad silenciosa y oscura hay gran cantidad de actividades disponibles que enriquecen la experiencia del viaje. Uno no se espera que las horas de luz se puedan aprovechar tan bien. Así como tampoco te esperas que el medio de transporte, la moto de nieve, y el medio de vida, hacerse un fuego, estén al alcance de todos. Ahí mismo, cualquiera puede salir con su trineo o su moto de nieve, hacerse un fuego, comer, existir en medio de esa estampa de naturaleza perfecta que parece diseñada para estar en armonía con todos.
Tuvimos la fortuna de poder ver la aurora boreal durante dos noches, una de ellas especialmente intensa. No puedo darte ningún consejo sobre esto, es pura suerte. Lo único que sí puedo aconsejarte es que, una vez que empieza, solo puedes buscarte un buen asiento (un montículo de nieve) y mirar hacia arriba sin pestañear para no perderte el esplendor que ofrece el cielo caprichoso, iluminando con su cortina verde de todo su espacio. Magia.Por todo esto no puedo dejar pasar esta página del blog sin que puedas emocionarte con algunas de las imágenes del viaje. Fue una experiencia increíble por la gente que conocimos, las vivencias y el contacto con la naturaleza y los animales. Oh, sí. Vimos algunos renos pero sobre todo recordaremos los huskies, como uno de los momentos más entrañables.
Espero que quien lea esto se quede con un mensaje claro: que el frío ni la larga noche sean un obstáculo para disfrutar de la naturaleza más auténtica, en ellas reside el secreto de su belleza.
Disfruta de la galería.