20 marzo 2012

Despertar

Priory Avenue, London
Había amanecido. Un nuevo día me hacía guiños desde la ventana y un cálido sol de Marzo acariciaba mi pelo, en la almohada. A lo lejos se adivinaban voces inciertas y un vespertino tráfico transeúnte; fuera parecía que el mundo continuaba con sus tareas matinales mientras que a mí no se me escapaba que hoy era un día ...diferente.
Y aquel silencio de sentimientos. No era capaz de recordar qué lo había ocasionado pero lo cierto es que ahora se había instalado en mi tiempo y ocupaba cada uno de mis pensamientos. 

Aún era temprano y remoloneaba sin ninguna intención de levantarme aquella mañana. Al menos así fue hasta que oí ruidos en la cocina y más tarde, un familiar aroma a café recién hecho vino por fin a despertarme. Era evidente que no podía controlar lo que ocurría a mi alrededor y al parecer, tampoco en mi interior donde todo iba despacio, lentamente. 

Ajena a lo que pudiera desear me levanté. Y con la promesa de un desayuno caliente dejé que una vez más, fuera la rutina la que me trajera de vuelta a la realidad.   

Deb Pita
(extracto de mi futuro libro) XD 

06 marzo 2012

¡Con un par de huevos!

Estos días he estado de antojo. 
Como si estuviera embarazada (que no) y sólo quisiera helado (que tampoco).  
Tú sabes a lo que me refiero. El cuerpo te pide algo desesperadamente. A veces te tiene en vilo un tiempo hasta que identificas el objeto del deseo. ¡Incluso llegas a angustiarte! Das una vuelta y buscas inconscientemente aquello que deseas echarte a la boca (en sentido digestivo,  no me malinterpretes).

En mi caso, por fin hoy descubrí qué era... Sí, he descubierto que soy una amante de la cebolla frita. Pero mejor que esto quede entre tú y yo, porque ni con toda la lírica del mundo podría explicar lo mucho que me gusta algo que se sirve bien caliente y con un par de huevos ;)

¡Que aproveche! 

04 marzo 2012

18 vestidos

Inciso: A los que tenían dudas sobre mi paradero, les aseguro que sigo con vida. Hace un par de semanas empecé con las prácticas de Oncología Clínica. No es por quejarme pero me han tenido atada a una mesa trabajando más de lo aconsejable. En medio hubo parón por Carnavales y mini-vacaciones. Ahora continúo con las prácticas en Radioterapia mientras trato de llevar al día también esa asignatura pendiente que es la vida. 
***
La graduación de mi hermana E. se acerca.

Y por supuesto es motivo de alegría para todos, sobre todo para ella que despide el colegio después de 14 años para empezar un Bachillerato donde quiera que sea que la acepten. El único inconveniente es que seamos cuatro mujeres en casa, lo cual implica cuatro estilos diferentes, cuatro vestidos diferentes de cuatro colores, a ser posible, diferentes. La primera que solventó el problema fue mi hermana V. la pequeña, luego lo hizo mi madre. Yo tardé un poco más en encontrar el mío porque para variar mi nivel de exigencia era bastante alto. 

 
Estuve buscando en decenas de tiendas el traje perfecto. Caminé muchas horas sin tener una imagen clara de lo que deseaba. Sabía el color que quería y podía imaginar apenas el estilo... pero creo que, esperar que exista algo que tú diseñas a tu manera en tu cabeza, es pedirle demasiado a la vida. Así que bajas el listón y abres la puerta de la oportunidad a lo que encuentras por el camino. Y te pruebas unos cuantos, y muchos cuantos, ¿cómo si no, puedes decir si es lo que andabas buscando? Subes la cremallera, sales del probador, te miras en el espejo y caminas con él puesto. Con algunos te sientes más cómoda que con otros; algunos son mejor partido que otro. Pero, entre tú y yo, si en el fondo confías en que puedes encontrar uno como el que tú quieres, te quitas el vestido y sales de la tienda. Hay más tiendas.   

Soy una persona, a pesar de las apariencias, paciente. Exigente, pero que no pierde la esperanza de encontrar lo que busca. Tardé más que el resto pero lo que cuenta es que, al final, en un perchero lejos de la vista de los demás en una tienda de una calle poco transitada, encontré mi vestido. Y era tal como lo había imaginado y eso lo hacía perfecto.    

19 febrero 2012

La Gambada

Nada tiene que ver con la Lambada. Más bien con meter la gamba
Y lo del color rojo de la imagen... no va mal encaminado.

Resulta que había un chico y, para qué engañarte, me gustaba. De hecho desde que lo conocí hace bastante tiempo, me había llamado la atención y sospechaba que él podía tener cierto interés en mí. Pero por alguna siniestra razón, nunca habíamos conectado en un buen momento. O él tenía una relación con otra persona o yo estaba muy ocupada con los exámenes o la que tenía una relación era yo o el ocupado era él. Con los años se sucedieron todas estas situaciones, todos los caminos llevaban a callejones sin salida y, ya al final, desistí de albergar ninguna esperanza y lo olvidé. Hasta el otro día.

Quizá el aburrimiento, la irremediable soledad o la esencia del oportunismo hicieron que viera en él una respuesta positiva a mi reclamo. En menos de lo que me esperaba me vi atrapada en un carrusel de lo más dulce y excitante pero, al fin y al cabo, en vano. Porque no hay peor maldad por parte del destino que condenarte a terminar en el punto de partida. Como si no hubiera ocurrido nada ni hubieras aprendido nada por el camino. Así me sentí yo cuando, después de semanas de atenciones, caricias, cafés y palabras suaves contemplé como me eliminaban de un juego para un jugador, que encima no era yo. Amarme hubiera sido un error, me vino a decir. Ya... a ver, ¿qué iba a decir si no? Pues, cualquier chorrada como esta. 

Y, ¿recuerdas aquel post-it? Pues no era de él...  

Eso sí. Se las ingenió para, con una jugada magistral, tomar y llevarse consigo el favor de mi confianza y la amistad que yo, en un intento por acercarme a él, le había ofrecido. Creía que podía compartir sus secretos conmigo. Pero no hizo sino equivocarse al creer que podía coger sin dar pues el universo no es sino un equilibrio, al menos el mío, y sin unas proporciones justas entre tú y yo está destinado a no funcionar.


¿Qué me había pasado? ¿Cómo había podido picar tan fácilmente? No lo sé. Lo más fácil sería pensar que fui una tonta y que a los hombres no hay quien los entienda, en un amago de dar una excusa casi convincente. Puede que estas afirmaciones no sean del todo erróneas pero por querer creer que valgo algo más que eso diré que el corazón tenía razones que la razón no entendía

Ahora, con el ánimo hecho pedazos y la decepción bajo el brazo, veo cómo se aleja otro imposible no sin cierta satisfacción por albergar en mi conciencia la tranquilidad de saber que le brindé el beneficio de la oportunidad. Que sucediera o no ya escapa a mi control pues no está en mi poder determinar en qué medida las circunstancias me son favorables o no. Sólo podemos confiar en que la vida nos envíe algún día aquello que anhelamos y que, cuando aparezca, sepamos reconocerlo. 

16 febrero 2012

Agradecimientos

Cada vez que compro un libro repito los mismos pasos, como un pequeño ritual personal.
Voy a la última página, leo la frase final (la que va antes de "Fin"), vuelvo al principio, salto el apartado de "Agradecimientos", voy directamente a la dedicatoria y sólo entonces, empiezo a leer. ¿Motivos? Ninguno en especial. Simplemente es la manera en que abordo un libro. 

Mi octavo sentido (otro día te cuento cuales son el sexto y el séptimo) es capaz de decirme si lo que voy a leer me va a gustar sólo por la frase final; para mí esta es la clave que condensa la máxima fuerza que expresa el autor en su obra, el toque final, la guinda del pastel... como quieras llamarlo. Por ejemplo, si un libro termina con "Y vivieron felices para siempre" sabes que va a ser un tostón y que el tema es fantástico, porque eso no hay quien se lo trague. Si acaba diciendo "Y así dió comienzo la caída del Imperio Romano", no te queda nada... y si en cambio lo hace con "Al poco, figuras de vapor, padre e hijo se confunden entre el gentío de las Ramblas, sus pasos para siempre perdidos en la sombra del viento" sabes que será una obra maestra. 

Pero hoy no quiero hablar de finales, sino de principios. Ya te dije que normalmente paso el capítulo de agradecimientos de los libros porque me parecen una lista de nombres sin ningún sentido para mí. Pero me parece que sería una desfachatez total por mi parte continuar publicando en este blog sin hacer una mención y mandar un mensaje de especial agradecimiento a todos aquellos que lo leen. 

¡Gracias! 

A los que, cuando me ven por la calle, me dicen cuánto les gusta lo que leen. A los que quedan intrigados con mis historias. A los que me dan ideas para nuevos posts o simplemente me regalan un motivo para hacerlo. A los que les encanta verse mencionados en mis posts. A los que me envían mensajes de felicitaciones por lo que escribo. A los que me comprarían un libro si lo hiciese. A los que le dan al boton "Me gusta" en Facebook o me retwittean en Twitter. A los que me leen en Santa Cruz de Tenerife, Tacoronte, La Laguna, Las Palmas, Sevilla, Madrid, Valencia, Almería, Viladecàns, La Paz, Veracruz, Lima, Mexico, Quito, Maracaibo, Bogotá, Montevideo, Asunción... ¡Muchas Gracias a todos! porque cada vez que hacen un clic que los dirige hacia este blog mis ideas parecen más brillantes; mi vida, más interesante y mi habilidad con las palabras, verdadero talento. Ya ves lo importante que son los seguidores en un sitio tan íntimo como este. Claramente, entre tú y yo, sin tú no hay yo.