10 diciembre 2012

Ayer y no hoy

Hoy, hablando del colegio, y por razones tangentes a este post, me acordé de cuando era niña, antes de que llegaran mis hermanas. Recordé así de pronto, el poster de La Sirenita que había colgado en mi cuarto, de mi uniforme marrón y mis peluches. Nunca le llegué a coger el truco a los patines; tenía unos de esos con cuatro rueditas. Me los ponía para practicar pero a mi madre no le gustaba que patinara en casa y a mi me daba vergüenza caerme en público. Mis tardes favoritas eran las que pasaba en la calle, sobre todo en las tiendas. Lo mejor era ir a esas donde vendían telas de carnaval y recoger las lentejuelas caídas del suelo. Mis primeras palabras en inglés fueron cat, dog, Sue y Peter. Cuando me enseñaron alguna más, empecé a hacer representaciones de diálogos en inglés. Yo siempre pedía hacer el papel de la bruja porque creía que era el personaje más molón de todo el Classbook. Mi princesa era, y siempre será, Cenicienta (con el doblaje original). Recuerdo que quería ser abogada porque en casa veía películas de policías y me parecía que los abogados hablaban y vestían muy bien. Además de que siempre tenían razón. Mi peluche preferido era el pato Donald. Me gustaban los privilegios de hija única, como que mis abuelas me dieran dinero para comprar cromos de la Barbie. Tenía un camisón de pijama como la Wendy de Peter Pan. Tuve tres amigos imaginarios hasta que mis padres me dijeron que iba a tener una hermana. Aún me acuerdo de sus nombres. Como no me gustaban las uvas, en Nochevieja partía el año con conguitos de chocolate. Cuando salía de paseo solía coger flores para hacer un ramillete. Luego las llevaba a casa y las ponía en un vaso con agua esperando que sobrevivieran. Ninguna lo hizo pero yo no dejé de coger flores. Tenía un monito pequeño de peluche que estaba cosido a un sillón de gomaespuma. Un día mi padre arrancó al mono, lo metió en un tupper con agua y lo puso en el congelador. Cuando lo fui a buscar estaba hecho un cubito de hielo. Me gustaba la cámara de fotos que teníamos, de esas que imprimían la foto al momento. Me parecían divertidas. Otras veces, proyectábamos las fotos que tenía mi padre en carretes de diapositivas de los viajes que había hecho con mi madre cuando eran jóvenes. Esas fotos las hacía con la otra cámara, la grande, que tenía un trípode; eso ya era de profesionales. Si hubo una primera palabra entre el Mundo y yo fue "papá". Porque de alguna manera sabía que él iba a ser la persona que siempre me diera la razón. Mi madre iba a darme más guerra. Pero invariablemente, ellos son las personas que primero me llevaron de la mano.

06 diciembre 2012

Being almost back

Jordan Matter's Dancers among us
¡¡¡hola hola!!!

Te preguntarás qué he estado haciendo con mi vida y por qué esto anda tan silencioso. Pues mira tú que he estado estudiando mucho y mi portatil no pudo soportar tanto estrés y claudicó. Por eso me he visto deliciosamente obligada a recurrir a mis amados amigos los libros. El único problema es que pesan demasiado y sacarlos de la biblioteca me supone un problema logístico en mi ya-saturada-de-papeles habitación.

Aparte de estudiar todo el tiempo, he sacado algunos momentos para algunas risas, lágrimas y besos. La Vida te da muchas sopresas y algún que otro tropiezo. Pero no te aflijas, no es nada que no tenga solución. De hecho guardo mis esperanzas en que puedan resolverse ambos tropiezos, con el tiempo. 

La vida académica me retumba en la cabeza y me zarandea como si fuera una maraca. Ya queda menos, es el consuelo de los estudiantes y los necios. Por lo pronto llevo las cosas al día, no quiero visualizar aún las fiestas que vienen y los días de biblioteca. De momento espero el próximo café, y la oportunidad que me lleve de nuevo a escribir cualquier cosa entre tú y yo.  

Con otros ojos

 
A veces me gustaría mirar directamente en las personas con otras lentes y a través de ellos averiguar, qué se esconde en las profundidades de su retina. Ver lo que hay en su fondo y más allá, por detrás de la vía óptica. Acomodarme en sus dioptrías y hacer acrobacias con sus ejes. Pero no ha de encontrarse todo esto tras una lente sesgada. Sólo es para aquellos capaces de enfocar correctamente sin fatiga. Y es tan fácil perder el punto focal que al final dudamos de si lo que conocemos es real o virtual. Más de una vez me gustaría mirar en los ojos de los demás y saber qué hay allí. Pero es inútil porque no se ve con los ojos y una mirada entre tú y yo no basta para conocerte. 

25 noviembre 2012

Veleta

Hacia dónde giras pequeña veleta. En cuanto te miro, huyes. Cambias de dirección con cualquier silbido del aire, como si volaras sin alas. Qué grande debes sentirte por encima de todos, apuntando hacia tu propio norte, en el Norte de donde quiera eso que esté. Y sin embargo, qué yermo debes creerte para bailar al son de todos los demás, esperando cada día el torbellino que despierte en ti tu propio tú, el rayo que te electrifique de punta a punta. Qué necios seríamos nosotros si viviéramos como tú, veleta. Sin duda eso de girar al ritmo de los demás es algo que sólo se permiten los enamorados. Por eso guardan para ellos los alisios su susurro de amor que sabe a besos. El resto de los mortales nos agitamos con el movimiento de las corrientes y creemos persistir, jugando a esquivar las bocanadas de la vida. Pero no es así, verdad pequeña veleta. No hay mucha diferencia entre tú y yo. Ambos contemplamos pasar los soles y las lunas por igual, vivimos aferrados a lo que encontramos a mano y nos sostenemos... como podemos, con todas nuestras fuerzas entre tanto bamboleo. 

20 noviembre 2012

Dando rienda suelta

       Hace tiempo que decidí dar rienda suelta a mi espontaneidad. 
No a toda claro, porque creo que el mundo aún no está preparado para ver eso. Pero sí a una discreta cantidad de ella que ha sintonizado mis días en Technicolor y les ha pintado una sonrisa. Todo es más divertido, más alegre y los problemas menos pesados. Decir lo primero que se te ocurre tiene sus cosas buenas y malas. Otra persona que también se ha dejado un poco de melena al aire es mi mejor amiga Z. El resultado conjunto entre las dos es una sinergia positiva del buen rollo y la verdad es que nos reímos muchísimo. Llámalo risoterapia, amigoterapia o como quieras. Mi consejo es que lo pruebes. A veces sólo vas y la cagas. Pero cagarla es parte de la vida. Al menos de la mía.   


18 noviembre 2012

Milikituli



Me he dado cuenta de que no importa si la amistad se acaba. Lo que cuenta es que alguna vez empezara y valiera la pena mientras duraba. Como decía un notorio autor de nada como Gabriel García Márquez, "no llores porque ya se terminó, sonríe porque sucedió". Los amigos son un tesoro muy valioso y no sólo lo dicen las tarjetas de felicitaciones que venden en las tiendas. Lo digo y lo creo firmemente. Un amigo no es sólo amigo, es hermano, compañero, colega, confidente, cómplice; para las risas y las lágrimas. Da igual si está contigo para siempre o fue tu pareado durante algún tiempo. La cuestión es que, mientras estaba contigo, fue muy especial. Nadie debería vivir sin amigos y yo hoy mando un abrazo a los míos de todo corazón, entre ustedes y yo

05 noviembre 2012

Dijo el sabio

... de mi profesor, claro. 
A quién va uno a hacer caso en estos días de locos donde un estudiante pasea sus pretensiones frente a los catedráticos sin vergüenza. Pues a los más viejos, que a mi parecer son los más sabios. Si a ellos les cambian un protocolo mañana, no dejarán de ser buenos clínicos. No quiero pensar qué ocurriría si eso le pasa a uno que acaba de empezar y decidió hacerlo empollándose un par de guías médicas.  

Hoy dijo una cosa muy graciosa y antes que escribirlo en el anonimato de un post-it escurridizo, preferí hacerlo entre tú y yo. Fue lo siguiente: "En Medicina no hay números, sino personas". ¡Pero nos han enseñado a medir, a pesar, a tomar frecuencias y a contar por minuto, por hora, por día, durante meses! Sin duda tiene razón y eso es algo que a mi mente de ex-cirujana declarada y clínica en potencia no se le escapa. Por eso cada vez que veo un paciente, lo miro. Cuando le pregunto, lo escucho. Y al salir de la habitación me llevo conmigo todo aquello que dijo y lo que no. Los pacientes no son números.