Mala señal...
Cuando tu primer paciente de la mañana entra en la consulta y antes de sentarse casi te escupe esas palabras. Uno no sabe si mirar el reloj, ponerle el visto de asistencia o sacar los pañuelos que guardas en el segundo cajón. Entre otras cosas porque, como médico sustituto, igual es la primera (y última) vez en tu vida que ves a esa persona. ¿Cómo se aborda una situación así?
Los he tenido por igual: mujeres y hombres, y las sensaciones son iguales en todos los casos. Yo no estoy casada y nunca me he separado pero he visto que en estos conflictos hay dos posibilidades: que haya buen rollo o que haya mal rollo. Al parecer es de conocimiento popular que "el que deja al otro lo pasa mejor", pero eso es mentira cochina.
Por lo general, cuando el paciente llega a la silla y se sienta ocurre la catarsis inicial. Empiezan a hablar y entre tú y yo dejo ese minuto de oro que utilizan para liberarse de todo: palabras, lágrimas, mocos, algunas babas... Muchos acuden a la consulta para esto. Para poder hablar con alguien de lo que están viviendo, de lo que eso les hace sentir y para escribir un borrador imaginario con las posibles maneras de afrontarlo. ¿Crees que esto es posible hacerlo en 6 minutos? Ya te digo yo que NO.
Seguramente han venido a la consulta porque, más que considerarlo un problema médico, les supone un problema, a secas, y el Médico de Familia es ese amigo al que no llamas para ir de fiesta, sino cuando estás en apuros o tienes alguna dificultad. Sabiendo además que no es tu amigo sino un médico, y está obligado ayudarte. O al menos, a entenderte. Si no, a escucharte.
A más bien pocos les interesa saber que lo que les ocurre a ellos es una reacción humana, normal y bastante frecuente. Se asombran al conocer que un mismo asunto: en este caso, una separación o divorcio, pueda generar sentimientos tan universales. Sobre todo porque nos gusta decir frases como "nadie sabe lo que estoy pasando..." o "mi familia no puede entenderme" o "es que esto sólo lo sabe el que lo pasa". Vamos, vamos valientes.
Cuando ya te has pasado los 6 minutos, si no ha sonado el teléfono de consulta, los pacientes de la sala están murmurando en alto que tardas demasiado o incluso tocan a la puerta es hora de cerrar la entrevista. Lo que no saben es que más de la mitad del tratamiento ya lo has hecho: escucharles activamente, que era el motivo principal por el que han venido. Si se van más aliviados o no, eso dependerá de la capacidad de empatía de cada médico. A mí en particular me gusta transmitir tranquilidad así que me paso todo el tiempo diciendo "tranquilo", "es normal, tranquilo", "le pasa a cualquiera, tranquilo", "claro que esto lleva tiempo, tranquilo" o "vente el viernes a última hora y hablamos tranquilos". Tranquility man...
Y al final de todo, la pregunta del millón: ¿tienes alguien con quién hablar?
Lamentablemente, la respuesta el 100% de las veces es la que estás pensando: NO.
Aquí falla algo...