Por desgracia es un vicio que acostumbro hacer entre tú y yo.
Últimamente me he dado cuenta de que, al encontrarme con alguien de mi pasado enseguida me viene a la cabeza un breve resumen -un flash, de cómo esa persona ha influido en mi vida. Lo que más me llama la atención es que, lo que recuerdo son, en su mayoría, las cosas malas. Eso que dicen (incluso yo misma) de que los pequeños momentos son los que cuentan, es pura mentira porque si en algún momento la cagaste, al fin y al cabo, la cagaste. Y es más fácil de recordar esto que mil pequeños momentos porque es más notable y menos numeroso. No son prejuicios pues no se prejuzga algo que se conoce.
Lo peor de todo es que estoy segura de que ellos, al igual que yo, van por el mundo repartiendo etiquetas. Me pregunto si ellos serán más benévolos que yo y si recordarán lo bueno que he hecho o se limitarán a emitir su veredicto. Me pregunto qué etiqueta llevaré yo.
Lo peor de todo es que estoy segura de que ellos, al igual que yo, van por el mundo repartiendo etiquetas. Me pregunto si ellos serán más benévolos que yo y si recordarán lo bueno que he hecho o se limitarán a emitir su veredicto. Me pregunto qué etiqueta llevaré yo.
Ay amigo, qué va a ser de mí...
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