Esta semana he estado liada con el último trabajo pendiente, el de Medicina Preventiva.
Para aquellos ajenos al mundo médico, la Medicina Preventiva es aquella área de la medicina encargada de promover consejos y hábitos de vida saludables para evitarnos enfermedades. Prevención podría ser vacunarse, tomar medicamentos o productos para prevenir alguna dolencia y por último pero no por ello menos importante, la educación sanitaria. La profesora tan guay que tenemos, nos pidió que fuéramos a algún colegio o centro a dar una chara acerca de prevención de ... lo que quisiéramos.
Entre el jefe de estudios y yo, dividimos el trabajo en dos tardes, para poder dar la charla a grupos más pequeños de alumnos de entre 1º y 4º ESO. Mi hermana V. estaba en uno de esos grupos. Y el tema decidí centrarlo en la prevención de la enfermedad cardiovascular por varias razones: es el tema que mejor manejo y más me gusta, es de suma importancia porque los pronósticos advierten que la mitad de la población europea va a fallecer acosta de ella y porque, si yo me he tenido que tragar tantas horas de clase de esto mismo, a ellos por una horita no les va a dar un infarto. De hecho, al acabar creí que el infarto me iba a dar a mí.
Enseñar es duro. Pero enseñar a alguien que no quiere aprender es aún más duro. Es como ver que van con su coche directos al precipicio y no puedes hacer nada por detenerlos. Uno siempre confía en que, lo que trata de enseñar, no quede en palabras vacías que se las lleve el viento. Creo que yo conseguí captar bastante la atención, pero hay casos... y con casos, me refiero a alumnos, que no ponen lo más mínimo por su parte. "Es la edad, no escuchan a nadie" -me dicen, y se supone que eso debe tranquilizarme. Ayer por la tarde finalicé mi actividad y me quedé con una estupenda sensación de haber podido influir aunque fuera un poco, en lo que podrían los chicos pensar acerca de la salud y la enfermedad. Es más, algunos se fueron hasta asustados -las imágenes de autopsias, nunca fallan. Los profesores me dijeron que fue un éxito. Pero aún así yo seguía pensando en aquellas dos ovejas negras que creían que había ido a contarles un cuento chino sin importancia. Pobres. Ellos serán de los que se harán diabéticos y todavía creerán que tienen "azúcar del bueno".
Mientras daba mis consejos de vida saludable pensaba para mis adentros: si me dieran a escoger entre, dar clase a esta gente y ver 35 pacientes en una mañana... ya estaría poniéndome la bata. Una vez más, la Vida me ha dado la oportunidad de reafirmar cuánto me gusta lo que hago y eso, me hizo sentir... ¡genial!
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