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13 julio 2015

Pyromania (o cómo casi prender fuego a tu centro de salud)

Todo esto pasa porque hoy es lunes. {Lo sé, tuve un pálpito esta mañana cuando me encontré una cucaracha danzando por la cocina. Se me escapó por los pelos y tuve que acabar rociando toda la cocina con baygon. Desastre. Lo peor es que por la tarde el bicho seguía desaparecido en combate. Espero que al menos esté muerto.}

A media mañana mi tutora siempre me insiste para que haga descanso, aunque ella no lo haga, y a regañadientes me fui hoy al office. Allí quedaban en un plato unas magdalenas resecas del viernes pasado (¿para qué las habrán dejado ahí?) y unas bolsas de cartón muy monas de un laboratorio (tampoco entendí qué hacían allí). Como presupuse que nadie se iba a comer las magdalenas, pensé en calentarme un fisco una de ellas en el microondas para ver si el efecto la hacía masticable. Sólo se me ocurre a mí. La puse sobre una servilleta y la metí en el micro. Cerré y puse a calentar. Sí, de refilón vi que la potencia estaba al máximo pero como el micro parecía viejo, no me inmuté.

Mientras aquello empezaba a rodar, miré los mensajes de V. mi coR del centro y le empecé a contar la batallita de unas señoras que se habían marchado de la sala de espera armando un alboroto. Lo típico de lunes. No habían pasado ni treinta segundos cuando me di cuenta de que a mi derecha estaba saliendo humo del microondas. Paré enseguida el cacharro y lo abrí. La magdalena ya no existía, lo que había allí era una piedra de carbón negro de la que salía mucho humo. Miré al techo y vi el detector de humo y corri a abrir las ventanas. Rápidamente eché mano de lo que tenía allí, las bolsas del laboratorio, y empecé a abanicarlas por todo el office como si fuera a salir volando. Épico. Menos mal que no había nadie allí para ver mi espectáculo torpeza. 
Ilusa...
Tardé unos minutos en controlar la situación y conseguir que el humo se disipara. Luego me senté con pose de "aquí no ha pasado nada" al lado de una de las ventanas completamente abiertas mientras me comía unas galletas que había llevado yo misma. Al momento, entró la subdirectora del centro corriendo y diciendo "¿qué ha pasado con la cafetera?". Yo respondí "¿con la cafetera? nada". Deberían darme un Óscar. HUELE A QUEMADO EN TODO EL PASILLO. "Ah, eso... nada, que metí una cosa en el microondas pero nada, ya está controlado" dije mientras aún salía humillo de la papelera. Un momento antes había sacado la magdalena quemada del micro y la había metido bajo el grifo donde conseguí apagarla (¿se puede apagar una magdalena?). Luego la había tirado a la basura para no dejar rastro de mi delito. 

Esperé un rato prudente para que corriera el aire (es el Sureste de Gran Canaria, será por viento...lo suficiente como para que nadie se diera cuenta del olor o al menos, para que los que estaban esperando en la sala se hubieran metido en la consulta. Todas mis esperanzas fueron en vano. Al salir del office todo el mundo me miraba con cara de "sabemos que fuiste tú, quemaste algo" y arrastré mi paranoia hasta la consulta donde, nada más entrar, mi tutora me dice: "huele a quemado, ¿no?". Sí, fui yo. Le conté sobre mis esfuerzos por contener el pestazo a chamusquina pero era demasiado tarde, se había extendido igualmente por todo el centro. Mi coR V. me dijo que también se olía a quemado en la planta de abajo. Por favor, ¿qué más?. Para colmo dentro de nuestra consulta olía fatal. Me costó un rato darme cuenta de que era YO la que desprendía olor a quemado. El pelo estaba tan ahumado que parecía que acababa de salir de un asadero. La bata, directa a la lavadora. Tuve que pedirle a mi tutora colonia y rociarme con ella hasta que se me pasó la paranoia. Muérome. 

¿Has tenido un lunes mejor que el mío? 
¡Feliz semana colegas!

22 junio 2015

Busca

Una de las cosas que me estresaban de las guardias cuando era estudiante, era tener en mi poder el busca.

A mí no me molaba ese rollito de que te llamaran del 35488, o cualquier otro número al azar, y eso fuera el pistoletazo de salida de una carrera sin obstáculos hasta el sitio donde hubiera una parada cardiaca, un señor asfixiándose o semejante panorama aterrador. Primero, porque soy malísima para gestionar los números y segundo, porque tengo un fondo físico algo oxidado. Además, estoy convencida de que si me llegara a pasar eso mismo, empezaría a correr sin saber exactamente hacia dónde y mucho menos en un hospital nuevo (donde casi no sé ni encontrar los baños; con los ascensores no suelo tener problema, hay muchos).

Sin ser paradas cardiacas, quedan todas las demás llamadas al busca que tienen menor nivel de urgencia como puedan ser las de planta y las de urgencias. Y ahí es donde estoy yo. Para mi tranquilidad, sin busca ni carreras. Al estar en urgencias, soy yo la que hace las llamadas al busca y a veces a domicilios (de especialistas que hacen guardias localizadas). Es curioso que antes me preocupara ser la persona reclamada en un busca y ahora me haya tocado ser la que hace las llamadas. Creo que esto me ha dado perspectiva sobre cuándo tengo que llamar y qué reacciones esperar cuando pongo un busca entre tú y yo. La clave es tener un buen argumento

¡Feliz Lunes!
PD: estoy saliente :)

19 abril 2013

Prevención a secas

Esta semana he estado liada con el último trabajo pendiente, el de Medicina Preventiva
Para aquellos ajenos al mundo médico, la Medicina Preventiva es aquella área de la medicina encargada de promover consejos y hábitos de vida saludables para evitarnos enfermedades. Prevención podría ser vacunarse, tomar medicamentos o productos para prevenir alguna dolencia y por último pero no por ello menos importante, la educación sanitaria. La profesora tan guay que tenemos, nos pidió que fuéramos a algún colegio o centro a dar una chara acerca de prevención de ... lo que quisiéramos.

Entre el jefe de estudios y yo, dividimos el trabajo en dos tardes, para poder dar la charla a grupos más pequeños de alumnos de entre 1º y 4º ESO. Mi hermana V. estaba en uno de esos grupos. Y el tema decidí centrarlo en la prevención de la enfermedad cardiovascular por varias razones: es el tema que mejor manejo y más me gusta, es de suma importancia porque los pronósticos advierten que la mitad de la población europea va a fallecer acosta de ella y porque, si yo me he tenido que tragar tantas horas de clase de esto mismo, a ellos por una horita no les va a dar un infarto. De hecho, al acabar creí que el infarto me iba a dar a mí. 

Enseñar es duro. Pero enseñar a alguien que no quiere aprender es aún más duro. Es como ver que van con su coche directos al precipicio y no puedes hacer nada por detenerlos. Uno siempre confía en que, lo que trata de enseñar, no quede en palabras vacías que se las lleve el viento. Creo que yo conseguí captar bastante la atención, pero hay casos... y con casos, me refiero a alumnos, que no ponen lo más mínimo por su parte. "Es la edad, no escuchan a nadie" -me dicen, y se supone que eso debe tranquilizarme. Ayer por la tarde finalicé mi actividad y me quedé con una estupenda sensación de haber podido influir aunque fuera un poco, en lo que podrían los chicos pensar acerca de la salud y la enfermedad. Es más, algunos se fueron hasta asustados -las imágenes de autopsias, nunca fallan. Los profesores me dijeron que fue un éxito. Pero aún así yo seguía pensando en aquellas dos ovejas negras que creían que había ido a contarles un cuento chino sin importancia. Pobres. Ellos serán de los que se harán diabéticos y todavía creerán que tienen "azúcar del bueno". 

Mientras daba mis consejos de vida saludable pensaba para mis adentros: si me dieran a escoger entre, dar clase a esta gente y ver 35 pacientes en una mañana... ya estaría poniéndome la bata. Una vez más, la Vida me ha dado la oportunidad de reafirmar cuánto me gusta lo que hago y eso, me hizo sentir... ¡genial! 

[SCRUBS]

07 marzo 2013

Dimensiones paralelas

Ahí pertenece, para mí, el extraño mundo de la Otorrinolaringología
también conocido como otorrino, oto, rino, o también ORL
Este post es resultado de un día de perros. No era muy bueno el concepto que tenía de esta especialidad médica, pero ahora lo es menos. Hoy he tenido 5 horas seguidas de seminarios y clase de esta asignatura. Nada lejos de lo habitual si no fuera porque los profesores que nos los dan son especiales. La una porque no es médico sino algo raro, y al otro, porque no se entiende ni de lo que está hablando. Para que te hagas una idea, el esquema mental entre la ORL y yo, ahora mismo es este...
           Lo que pasa es que la bolita de luz debería ser más pequeña. 

También es que parte de la mañana la pasé sometida a un interrogatorio peor que el de la policía: ¿que es el oído? ¿partes del oído externo? ¿para qué sirve? no saben estudiar, sólo memorizan ¿y el interno? ¿qué partes tiene? ¿qué hacen? ¿con qué nervios? si hubiesen respondido eso en el examen, se los hubiese tenido que tachar ¿qué patologías hay ahí? ¿cómo se estudian? van a ser médicos ¿qué es una audiometría? ¿qué mide? ¿para qué sirve? no han estudiado ¿para qué la usamos? ¿y qué es un diapasón? ¿qué es el Rinne? ¿qué es el Weber? ¿cómo se oye fisiológicamente?  ... ...

           Que sí, aprendemos algo. A la fuerza aprende cualquiera. 

Después tuvimos otro seminario sobre reflujo gastro-esofágico y patología laríngea con un profesor que es lo contrario a la anterior. Si con la primera entrabas en cataclismo, con este la clase es como cuando te enteras de que los reyes magos no existen. Respondamos lo que respondamos, los otorrinos parecen tener unas respuestas alternativas (y correctas) para todo ello. Nada de lo que sepamos está completo y por supuesto, todo lo que nos explican es indudablemente general "lo que un médico de atención primaria necesita saber" y "deberían de saberlo ya". No sé yo... Creo que el servicio de otorrino debe replantearse encarecidamente, cambiar su método de enseñanza. Aparte de eso, aquí una servidora será una médico a la que no le importará mostrar sus limitaciones frente al público-pacientes-clientes y reconocerá que, lo que la Medicina puede llegar a explicar es sólo una mínima parte de las preguntas. A aquellos que crean que puede haber más respuestas, que hablen con los de otorrino. Ellos parecen saber mucho. 

PD: así es la consternación otorrinolaringológica. 
 

08 octubre 2012

El traicionero silbido de la derrota

Poco ha de trajinar la oscura sombra del desastre para que caigamos presa de las vorágines de la Vida. El impetuoso rugir de nuestras voluntades no es antagonista suficientemente fuerte para encauzar los reveses de las corrientes ni amansar el fluir de un cauce sin márgenes. Sólo el carácter impreso en nuestra persona es rival digno frente a tales desventuras. Pobre de aquel que se deje ahogar por los vaivenes de los ajetreos ordinarios pues, no es sino un infortunio que una persona no crea en el poder de su propia fuerza sin duda, encubierto bajo maleables capas de inseguridades. Bravo por aquel que sí vive para ver madurar el fruto de la paciencia y la sabiduría intrínseca al gran viaje de la Vida, destino él mismo de nuestra existencia. No es sino suyo el mérito y por tanto, el provecho, de una plenitud susurrada entre la brisa y las caricias del viento, que envuelve y acompaña a quien se hace dueño de sus virtudes y surca con pasión entre las mareas de sus propias sombras.   
Cola de huracán que pasó por las Islas Canarias, feb 2010

29 septiembre 2012

Eruditos vacíos y don-nadies con ideas brillantes


Me creo que Einstein fuera un incomprendido. 
A diario descubro gente con ideas diferentes y curiosamente, brillantes. Aquellos que de un caso aislado pueden sacar una regla universal válida. Sin saber cómo, simplemente porque saben que tienen razón. Aquellos que saben ver y ven lo que los demás no advertimos. El problema es que nadie les escucha, porque no tienen una voz que suene más alta que el relincho de las masas. Y así todo queda en nada; y esas ideas brillantes se oxidan y se olvidan. Lamentablemente, decidimos escuchar no a las voces anónimas, sino aquellas que se presentan con nombre y apellidos, sin importar qué diga ni con qué intenciones lo haga. Pudiendo estar a favor o en contra y teniendo al respecto tantas variadas opiniones como personas hay en este Mundo. El por qué: porque es más fácil decir "sí" o "no" a lo que otro ha pronunciado antes. Gestar ideas nuevas y además inteligentes, es tarea difícil y destreza de muy pocos. Por eso yo prefiero desechar a las grandes corrientes y afinar el oído para escuchar lo que la gente entre tú y yo tiene que decir. A menudo me sorprende lo que encuentro.   

28 julio 2012

Casi despierta

Siempre me pasa...

Los fines de semana casi siempre hago planes por separado entre mis padres y yo. Si ellos salen yo me quedo, y al revés. De modo que, si elijo quedarme, cuando me despierto los sábados o los domingos, aún en fuera de juego y antes de que alcance mi taza de café, mis padres y mis hermanas ya están preparados para marcharse. Entonces se me acercan y me sueltan la retahíla de cosas que tengo que hacer como poner la lavadora, preparar algo para el almuerzo, llamar a alguien... Claro que mi cerebro aún está en fase REM. Para cuando han terminado, el café está casi frío pero he conseguido abrir un ojo. Mi familia no capta la idea de que a algunas personas les cuesta más que a otras despertarse. Mi padre es el primero en levantarse y cuando aún estoy en la cama, ya oigo la música de George Michael sonando en el salón. Cuando enfoco el pasillo, él ya está vestido y preparado para salir. Al llegar al baño, alguna de mis hermanas lo tiene requisado para su sesión de "peina y maquilla" y para cuando me arrastro hasta la cocina mi madre aparece precediendo a una nube de perfume o laca. Así no hay quien viva...   

10 julio 2012

¡Achús!

 



 
 
Te preguntarás qué clase de pesona tonta pilla un resfriado en pleno verano. Pues yo. Y ya llevo cinco días con pastillas. Cuidado, que no vuelen gérmenes entre tú y yo, no quiero convertirme en el nuevo origen de alguna cepa mutante.

15 enero 2012

Somos lo que somos y tenemos lo que tenemos

Excusa fea donde las haya
Justificación incompleta pero aceptable de nuestras limitaciones
Muy útil y recurrida a falta de querer dar una explicación mayor
Simplificación de disculpa para nuestras rarezas
La primera vez que me dijeron estas palabras me sonó a excusa fea donde las haya. Es más, la persona con la que hablaba era un profesor que iba justo de tiempo y de empatía. Nosotros exígiamos una explicación y una solución a un problema. Él se limitó a dejar caer esta sencilla justificación incompleta pero aceptable de nuestras limitaciones en la Universidad sin preocuparse de las reacciones que podría generar. Poco le importaban las respuestas de sus interlocutores, entre ellos, yo. Cuanto pudiéramos decir era en vano pues, para cuando nos dimos cuenta, él ya se marchaba. Me pareció un poco... no te voy a engañar, me pareció una canallada. Pero por lo general cualquier cosa que no me beneficie, me lo parece. Sobre todo cuando llevo razón -cosa que no ocurre con tanta frecuencia como me gusta pensar-.

Lamentablemente no siempre sigo mis propios principios y me traiciono creyendo que no doy a los demás lo que no me gusta recibir de ellos cuando la realidad es que aquellas palabras que en su momento rechacé me han servido como una excusa muy útil y recurrida a falta de querer dar una explicación mayor en varias ocasiones ya. Principalmente siguiendo a los por qués de mi vida. Ésos tan vitales en los que toca explicar a los demás cómo somos o por qué actúamos de tal o cual manera. Y eso que me gusta explicarme y dejar conocer al mundo cómo soy pero sinceramente, hay veces en las que la ilógica supera mi razón y tratar de definirme es como querer descomponerme en piezas que por separado no encajan. Por esto, muchas veces recurro a esas palabras canallas que uso como simplificación de disculpa por mis rarezas

No me siento orgullosa por ello ni por parafrasear al profesor C. que ha sido origen de tantos quebraderos de cabeza en mis días presentes y pasados pero, entre tú y yo, somos lo que somos y tenemos lo que tenemos

14 noviembre 2011

¿Qué llevas puesto hoy?

A veces, ponerte lo primero que encuentras no es recomendable. 
Aunque tengas mucha prisa. Aunque todavía puedan verse en tu cara las marcas de la almohada.

Puedes pillar una mala combinación, sobre todo después de 4 días con todo patas arriba y cubierta por mugre de estudiante de medicina. Desastre si tienes que combinar los calcetines de pijama con unos zapatos nuevos. No importa. Te das la vuelta y coges una rebeca. Era esto o el traje negro de fiesta del fin de semana. Miras al frente y tu reflejo te recuerda que te quites el coletero del pelo. Catástrofe total, aquello no tiene forma ni modo. Miras abajo y te das cuenta de que la camiseta dice Gran Canaria, tiene el dibujo de tres perros y lleva manchas de pintura. Maquillaje, ¿y para qué? ni intento buscarlo pero sí que rebusco en el cajón un par de gafas tan oscuras que sean negras. Peor si además tienes una hermana que está encantada de tener la cámara a mano en momentos así. Qué menos que echarle una pose a la vida y... ¡vamos, que llegamos tarde! Con tan mala suerte que, cuando sales por la puerta de tu casa te tropiezas con la vecina del primero que hace tiempo que no ves y te echa un repaso visual para ver qué tal te trata la vida (Pues, bueno... ya ves). Contienes la risa. Miras a tus hermanas y ves que ellas también contienen la risa. Salimos del edificio y nos cruzamos con unos obreros. Corro hacia el coche; lo abro; entro; ya estoy a salvo. 

Entre tú y yo, esto era lo que llevaba puesto hoy. Normalmente no soy tan hippie ni uso camisetas de guiris ni me creo que los lunes puedes llegar a tiempo pero hoy me quedé dormida...

No dejes que te pase a ti,
¡feliz Lunes!