28 febrero 2021

Reflejo: La historia de un espejo

Esta es la historia de un espejo: una idea genial para un espacio difícil. 

Desde el confinamiento del año pasado supe que poder viajar de nuevo se haría rogar. Así que mientras me metía, manos a la obra, con la renovación de mi dormitorio se me ocurrió buscar algún artículo que evocara todo eso. Viajes, campiña, luz. Me puse a hojear revistas, muchos blogs y webs de decoración hasta que encontré lo que estaba necesitando. En este momento es lo máximo en decoración: el espejo-ventana

Lo interesante del espejo era que fuera de unas dimensiones moderadas. Quería que además de reflejar la habitación y hacerla parecer másssssss grande, hiciera efecto cristalera y pareciera una puerta que se puede cruzar. De esta manea podría decorar ese espacio muerto al fondo de la habitación donde todas las demás ideas habían fracasado por falta de luz. 

Así empezó mi aventura...


Agosto 2020

Solo había en todo Gran Canaria una tienda que tuviera el modelo de espejo que quería. Así que fui directa allí tan contenta. No lo tenían en la exposición de la tienda porque solo lo traen bajo pedido. Pues yo me pedí uno, con transporte a domicilio, y me desentendí por completo pensado que tardaría unas cuantas semanas y pronto lo tendría en casa. Ja...


Octubre 2020

Al volver de vacaciones aún no sabía nada del pedido, así que llamé a Atención al Cliente y un francés chapurreando español me dijo que el espejo "había salido del almacén" de Marsella pero en algún lugar se había perdido y no había conseguido llegar a la tienda de Las Palmas. Ni idea de cómo puede perderse un objeto que pesa más de 20 Kg y mide 165 cm de alto. Se ofrecieron a hacer devolución o enviar otro espejo. Y, por supuesto, lo volví a pedir. 


Noviembre 2020 

Me avisan de que llegó por fin el espejo 👏👏 El transportista me llamó un día para concretar la hora de entrega y le dije entonces que el día señalado estaría en casa hasta las 12:30h (porque a las 13h tenía que estar en mi trabajo) y él me dijo que "sólo podía entregarlo a partir de las 14h porque antes tenía que hacer reparto al Hospital Dr. Negrín". Le dije que no había problema, porque a partir de las 14h estaba mi novio en casa. ¡Genial!

El día señalado el chico me llama exactamente a las 13h, justo cuando le había dicho que NO había nadie en casa. Le repetí la información que habíamos acordado pero se hizo el sueco, me dijo que ya ese día no podía hacer la entrega y que "ya me llamarían"... La verdad es que nadie me llamó. Pasó una semana y traté de contactar telefónicamente con la empresa en múltiples ocasiones pero nadie me contestó nunca. 

Esta vez llamé a la tienda y ellos averiguaron por medio de la empresa de transportes que el espejo se había roto y lo habían devuelto. No me avisaron de nada. Yo al borde del colapso. ¿Qué hice? Pues hacer gala de mi paciencia y... ¡pedir otro! Así fue, hice el 3º encargo del mismo espejo pero esta vez pedí que me lo enviaran a la tienda. Quería verificar que llegaba intacto antes de pensar cómo podía llevármelo luego a casa. Ya me buscaría la vida. 

Me dijeron que con la campaña de Navidad, tardaría... y que lo enviarían a partir de Enero. 


Enero 2021

Sin ton ni son me llega un correo de la tienda con el siguiente mensaje: "La entrega estaba prevista a partir del 20/01/2021. Debido a un retraso de abastecimiento de estas referencias, sentimos no poder respetar esta fecha. En efecto estas referencias estarán disponibles en nuestro almacén a partir del 07/03/2021". Pues eso, 😭 que tenía que esperar a que me lo enviaran a partir de marzo... ¡¡marzo!! 


Febrero 2021

Ocurre un milagro. Me avisan por correo electrónico: ¡¡el espejo ya está aquí!! 😍 Ya puedo pasar a recogerlo. Pero, ¿cómo recojo un espejo de 26 Kg de peso? Se me ocurrió llamar a mi padre, que trabaja en una empresa de logística en Tenerife, y preguntarle si conocía a alguien de Las Palmas que me pudiera ayudar o que tuviera un camión grande. Me puso en contacto con un compañero que fue como un rayo a la tienda a echar un vistazo al espejo, quería saber las dimensiones para plantear cómo había que trasladarlo. La jefa de la tienda me llamó para avisarme de que estaba allí y le pedí que revisaran juntos el espejo. Si estaba intacto, nos lo llevaríamos otro día. 

Yo estaba trabajando así que ya no supe más hasta que el transportista me llamó al cabo de un rato y me dijo lo peor. 

No se habían atrevido a abrir la caja del espejo y además, estaba preocupado porque lo tenían en su almacén con otras cajas encima. Yo pensé: "pues nada, este espejo estará para la porra también...". Pero había una oportunidad para la esperanza, la jefa de la tienda nos permitía abrirlo si el transportista iba con una segunda persona para ayudarle con el traslado. 

Entonces quedé con él para ir a la tienda a retirarlo el sábado a primera hora. Así me vi, un sábado por la mañana, montada en un camión verde que traqueteaba despacito pero con buen ritmo. Llegamos a la tienda puntuales: a las 10h con la verja negra aún a medio subir. Según nos vieron, nos atendieron. Nos acompañaron al almacén, abrimos la caja por un lado y vimos que venía perfectamente embalado. No había daños. Entre el muchacho y yo cargamos, con mucho amor, con el bulto. Me subí a la plataforma del camión y lo colocamos muy suavemente en el suelo. No sé quién sudaba más, si él o yo. 

Con mucha paciencia, de esa que tengo yo, llegamos a casa. Allí estaba esperándonos mi novio, saliente de guardia, listo para hacer lo suyo: ayudar a cargar con el capricho más grande de su mujer. Anda que él no tiene paciencia ni nada... Tuvieron que salvar un tramo de escaleras, un ascensor estrecho y luego un desembalaje cauteloso. Así fue cómo el espejo-ventana llegó a su sitio. 

No suspiramos hasta el final. Como si al hacerlo se liberara la tensión de tantos meses. Fue la relajación tras pensar las mil y una maneras en que podía romperse. Pero no lo hizo. Ahora no puedo quitarle los ojos de encima. Me tiene enamorada. Disfruto cada día observando los contraluces que me deja ver y soñando con lo que queda oculto en su reflejo. 
Gracias a los que lo hicieron posible en cada etapa.
Gracias a Maison du monde.  




13 febrero 2021

Mujeres rotas

Esta semana ha sido un poco más dura que las anteriores. En la consulta de Medicina de Familia algunos casos requieren más tiempo, más llamadas y más trabajo. A veces también necesitamos la intervención de otros profesionales como un trabajador social. Nunca está de más que nos saquen de la medicina de libro y nos devuelvan a la tierra donde habitamos. Ese lugar en el que uno es simplemente... lo que le dejan ser

Este miércoles por la tarde me encontraba trabajando en mi consulta, como de costumbre. Sobre las 5 de la tarde terminaba el último bloque de citas telefónicas y me dirigía a la puerta para comprobar si tenía algún paciente esperando por mí. Lo intuía porque se oían voces suaves en el pasillo, entretenidas en una conversación trivial seguramente. 
Al abrir la puerta para pasar lista me llevé una sorpresa. 
Había dos mujeres jóvenes. A una la conocía, a la otra no. Una tenía 18 años, la otra estaría en sus 30. Juraría que no se conocían entre ellas pero eso no era impedimento para entablar una agradable charla durante la espera y encajar algunas risas. 
La primera en pasar, por el orden de lista, fue la mayor de ellas. Cuando se sentó en la silla de consulta, su cara cambió y sus ojos risueños dieron paso a un mar de lágrimas a punto de derramarse. No la conocía pero sospechaba que algo no iba bien. Un vistazo breve a la lista de antecedentes personales me dejaba sin pistas: es una chica que no suele acudir a consulta. De todos modos ella enseguida dejó claro el objetivo de su visita: deseaba tener cita con un psicólogo que "le arreglara la cabeza". Su tono de voz pasó de suave a enfadado, luego exigente y por último apocado, mientras exigía que el sistema le ayudara. Nos confesó que era víctima de violencia doméstica (psicológica, física e intuyo que de otro tipo) por parte de su actual pareja, que además es el padre de sus dos hijos, desde hacía años. No tenía a dónde ir. Sin ayuda de padres u otros familiares tampoco se planteaba irse de casa. La solución que ella estaba esperando de nosotros era una terapia para "arreglarla" y que no sufriera cuando su pareja la sometía a todo tipo de maltrato. El único motivo por el que había venido al centro de salud era porque él había desaparecido hacía 5 días de casa, seguramente porque estaría con otra mujer.  

Estuve un buen rato con ella aunque no quería hablar mucho. Dejé que las lágrimas se le rebosaran mientras le explicaba qué opciones tenía y qué podía obtener con ellas. Cuando se marchó no me quedó claro qué haría ahora que había dado este paso.

La siguiente paciente era la chica más joven. Su caso ya lo conocía bien. Según me había contado en la consulta anterior, con sus 18 años recién cumplidos había denunciado a su padre por maltrato físico hacia ella y su madre. Ahora él tenía una orden de alejamiento. Es una chica muy madura, buena estudiante, más bien introvertida. Ella no ha gastado ni una de sus lágrimas en la consulta. También acudió en su momento buscando ayuda psicológica para poder afrontar la situación. Era muy estresante para ella saber que su madre había perdonado a su padre, que mantenían contacto telefónico a pesar de la orden de alejamiento y que deseaban volver a estar juntos porque "su madre sin su padre no era nadie", tal como ella misma le había dicho. Tenía pesadillas todas las noches, soñaba con que su padre entraba en casa, y en su habitación, sin permiso. Esa tarde la cité solo para vernos, hablar y corroborar que en casa estaba todo en orden. Que ella estaba en orden. 

Conocía ya las herramientas disponibles para las mujeres maltratadas porque ya había tenido que usar esos recursos. Había acudido a un psicólogo. Esa tarde compartió conmigo lo contenta que estaba porque había tenido buenas notas en sus estudios "a pesar de todo". 
Cuando abandonó la consulta y cerró la puerta tras de sí tuve que hacer un descanso. Aunque sea unos minutos para poder respirar. Abrí puerta y ventana para que fluyera la corriente y se llevara el aire pesado que se había quedado allí dentro. 

Me pareció de lo más interesante que estas dos personas tan especiales, fuertes y luchadoras, hubieran acabado sentadas por fuera de mi consulta. Mostrándose, una a la otra, la fachada de protección que había creado, mientras charlaban sobre trivialidades.
Las vi tan frágiles y, a la vez, invencibles.


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El DEMA es un servicio de atención inmediata para mujeres víctimas de violencia, disponible en todas las Islas Canarias, durante las 24 horas del día, todos los días de año.

07 febrero 2021

Poniendo codos

Segundo propósito para el Año Nuevo, 2021
Estudiar duro, para mí, por el placer de estudiar.

Este mes hay un evento importante: es el 36 Congreso Nacional de la SEME (Sociedad Española de Medicina Estética) y este año se celebra, de forma extraordinaria, íntegramente virtual. Así que toca cargar baterías, buscar auriculares y ajustarse las gafas. "Un médico no deja nunca de estudiar", ya me lo advirtieron al principio. Y así ha sido entre tú y yo

Puedo decirte que después de una carrera, un MIR, una especialidad y un Máster, estudiar es parte de mi vida. Incluso ahora que soy tutora de otros médicos, tengo un estímulo mayor aún para no dejarlo. Lo que ha cambiado durante esta evolución personal es el ánimo de recibo. No es igual cuando te imponen los profesores de la universidad un objetivo de estudio al que tú no le encuentras ningún sentido, a que seas tú mismo quien marque el ritmo de estudio y las metas. Dicen que la información es poder. No. El conocimiento es poder. Por eso no pienso dejarlo. Por eso cada vez estudio más, para mí, por el gusto de saber. 
También por el placer de ser la que más controla de la sala... 
No hay que dejar de alimentar nunca el ego. Saca pecho! 😉

31 enero 2021

Soldado de invierno

 Así se despide el mes de Enero mientras seguimos avanzando en el duro invierno. 

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El primer mes del año siempre es algo trágico. Hace frío, hay poca luz. Ni la marmota quiere salir. Lo más apetecible es pasarte el día haciendo la croqueta. Pero tampoco es cuestión. Hay batallas que debemos seguir peleando para que la guerra (con el frío) no acabe con nosotros. También es época de ausencias en el trabajo: por algunos que aún tienen días libres y por otros que empiezan con la típica tos con mocos, que este año es sospecha de COVID19 (con su típica PCR que después sale negativa y como mínimo un par de días en aislamiento). Por una o por otra, son frecuentes los "ajustes" del planning, lo doblajes sorpresa y repartos de pacientes como boletos del bingo. Una sola cosa puedo decir: es el primer invierno que no empiezo el año con fiebre así que parece que las mascarillas funcionan. Eso o mi vida social está tan muerta que no la revive ni una descarga de 200 Julios. Para no cambiar de tema, me he acordado que mi cuenta de tripadvisor hace casi un año que no se toca: ni recomendaciones de restaurantes, ni críticas de hoteles, ni referencias de lugares de ocio. Perdidas todas mis estrellitas de experta en hoteles y colaboradora sénior. Ay, cómo echo de menos aquellos tiempos en que llegaba el viernes y salía del trabajo rodando una maleta, camino del aeropuerto. Ahora llega el viernes y más de lo mismo, fase 3. Con eso te digo todo.

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Habrá que suspirarlo y superarlo. Viajar y "vivir" todavía no es posible. Al menos tal y como lo recordamos de nuestra "vida anterior" (a la COVID19). Dudo que podamos o volvamos. Te has planteado que en ningún momento de nuestra Historia del Mundo los cambios nos han llevado a "volver" a un estado anterior. Siempre se ha ido hacia algo diferente. Hacia delante. Así que te digo una cosa entre tú y yo, cuando salgamos de esta, todo va a ser diferente. Seguramente el Mundo estará ahí esperándonos, pero de otra manera. Habrá que reinventarse para seguir adelante. 

26 enero 2021

¿Vamos a hablar de esto?

Me topé con este mensaje la otra noche al salir del Centro de Salud.
Apareció en una recta, en una carretera bien visible, frente a una guardería.
Me pareció tan chocante que tuve que dar la vuelta en la rotonda para pasar a verlo una vez más. Incrédula de mí. Era reciente, lo sé porque paso por ahí cada día. Ingenua de mí. La gente que vive por la zona es la que yo atiendo en mi consulta cada día.
Para el que no viva en Canarias, ha de saber que nos encontramos en un punto geográficamente estratégico que supone la clave de entrada hacia Europa. Favorecidos por un clima benévolo y unas costas accesibles, somos inevitablemente uno de esos lugares que uno podría soñar para dar el salto al continente. La triste realidad es que recientemente y cada vez más, hay un flujo constante de migrantes cuyo objetivo no es permanecer en estas islas pero que se ven forzosamente varados aquí. En nuestro entorno, abierto y generoso, siempre hemos tenido la puerta abierta al viajero. Siempre hemos sido sitio de paso. Lo dice nuestra Historia.

 ¿¡Y ahora me vienen con esto!? 

Pues me preocupé. Cuando leí ese mensaje me vinieron a la cabeza flashes del Black Live Matters (BLM) y de agresiones callejeras. Supuse que este mal sentir podía ser fruto de las malas condiciones económicas, del panorama nefasto que tenemos de frente en el que las familias hacen estragos para vivir contando euros. Supuse que sería el miedo a que alguien, sea quien fuere, pueda venir a quitarnos lo poco que nos queda. Me dije que no podía ser real, que nosotros siempre hemos sido un pueblo tolerante y simplón. Tan bueno a veces, que parecemos bobos. No puedo creer que entre tú y yo vayamos a dejar crecer la semilla del rechazo y del odio. Espero que no. Por nuestro bien. 

Cuando salí del shock arranqué el coche. Mientras, me planteaba que bien podría tratarse de algún mensaje escrito por algún inconsciente. Seguro. De camino a casa iba escuchando el programa de la radio del momento. Esa tarde la pregunta que lanzaban al público era "¿cuál había sido tu última acción solidaria?" y uno a uno se escuchaban los mensajes de los oyentes contando que habían ayudado a un tal fulano, que habían cuidado a una familia de gatitos, que habían hecho un regalo desinteresado a un tal mengano, alguien había devuelto una cartera perdida...

Así que, para cuando aparqué el coche, ya no sabía si tenía que seguir preocupada o guardar una gota de esperanza para esta gente con la que comparto un trozo de tierra en medio del océano. Espero que el tiempo me de un poquito más de fe en todo lo bueno que podemos ofrecer.