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31 enero 2021

Soldado de invierno

 Así se despide el mes de Enero mientras seguimos avanzando en el duro invierno. 

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El primer mes del año siempre es algo trágico. Hace frío, hay poca luz. Ni la marmota quiere salir. Lo más apetecible es pasarte el día haciendo la croqueta. Pero tampoco es cuestión. Hay batallas que debemos seguir peleando para que la guerra (con el frío) no acabe con nosotros. También es época de ausencias en el trabajo: por algunos que aún tienen días libres y por otros que empiezan con la típica tos con mocos, que este año es sospecha de COVID19 (con su típica PCR que después sale negativa y como mínimo un par de días en aislamiento). Por una o por otra, son frecuentes los "ajustes" del planning, lo doblajes sorpresa y repartos de pacientes como boletos del bingo. Una sola cosa puedo decir: es el primer invierno que no empiezo el año con fiebre así que parece que las mascarillas funcionan. Eso o mi vida social está tan muerta que no la revive ni una descarga de 200 Julios. Para no cambiar de tema, me he acordado que mi cuenta de tripadvisor hace casi un año que no se toca: ni recomendaciones de restaurantes, ni críticas de hoteles, ni referencias de lugares de ocio. Perdidas todas mis estrellitas de experta en hoteles y colaboradora sénior. Ay, cómo echo de menos aquellos tiempos en que llegaba el viernes y salía del trabajo rodando una maleta, camino del aeropuerto. Ahora llega el viernes y más de lo mismo, fase 3. Con eso te digo todo.

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Habrá que suspirarlo y superarlo. Viajar y "vivir" todavía no es posible. Al menos tal y como lo recordamos de nuestra "vida anterior" (a la COVID19). Dudo que podamos o volvamos. Te has planteado que en ningún momento de nuestra Historia del Mundo los cambios nos han llevado a "volver" a un estado anterior. Siempre se ha ido hacia algo diferente. Hacia delante. Así que te digo una cosa entre tú y yo, cuando salgamos de esta, todo va a ser diferente. Seguramente el Mundo estará ahí esperándonos, pero de otra manera. Habrá que reinventarse para seguir adelante. 

02 mayo 2020

Sin teclas

Así me quedé la semana pasada, sin ordenador.
Reconozco que ya estaba en las últimas, era cuestión de tiempo.
Pero siempre es un susto cuando el ordenador no te enciende. 
Traté de reanimarlo durante varias horas sin éxito. Finalmente declaré el apagado oficial. Una vez superado el parraque inicial, asumí la pérdida y comencé rápidamente con la búsqueda de un nuevo compañero. Para mi sorpresa, y alivio, vi que no era complicado encontrar bastantes modelos interesantes y disponibles en Canarias, incluso durante el confinamiento. El envío era gratuito en la mayoría de webs. Todo un detalle. 

El comecocos vino cuando tuve que tomar la decisión entre Windows y Mac. He ahí la cuestión. Siempre he sido de Windows y me echaba un poco para atrás pasar al otro sistema por creer que el coco no me da para aprender a usar un nuevo sistema operativo. Lo que verdaderamente hizo plantearme adquirir un portátil Mac fue mi (grata) experiencia con el iPhone.

Tengo un iPhone 7 desde hace 3 años que ya está más que amortizado: me ha acompañado durante un postoperatorio y luego por distintas latitudes, frío-calor, arena y lluvia, le ha caído agua, cerveza y babas, se ha cargado en un aeropuerto, en barco y en tren, ha vivido tanto con funda como desenfundado, en todo este tiempo no ha llegado a ocuparse más del 30% de su memoria y me ha permitido estar conectada con mi familia 24h... yo creo que este bicho no le tiene miedo a nada.

También anduve charlando con los que ya tenían un MacBook, todos estaba contentos. Me convenció que, al preguntarles si se comprarían otro en caso de tener que hacerlo, la respuesta fue afirmativa en todos los casos. Y entonces, otra decisión entre MacBook Air modelo de 2019 y 2020.

Si bien la cuestión económica es importante, el modelo nuevo es significativamente más rentable para la capacidad que trae consigo. Además, parece que hubo un cambio importante en la nueva versión que afecta directamente al teclado y ese es mi punto fuerte: darle a las teclas. Toda la información y más la encontré en este enlace, espero que te sea de ayuda si estás en la misma situación: Applesfera
Para mí todo esto han sido razones de peso para decidirme a entrar en Mac. Sí. Finalmente he sucumbido a la marca californiana. Qué le voy a hacer. Gracias Windows por todo lo que me ayudaste a crear. En adelante, seguiré tecleando entre tú y yo desde mi nuevo MacBook Air 2020.


PD: si necesitas ayuda con tu decisión, escríbeme ;) 

02 diciembre 2019

Dolores

Aquella mañana se le hizo tarde para echarse su perfume favorito y luego lo lamentó. Con prisas, recogió lo que había dejado preparado sobre la mesa: unas carpetas llenas de informes médicos. Debía llevárselas todas, no sabía si el médico le pediría alguna esta tarde. Iba a ir directamente al salir del trabajo. Otra vez sin comer.

De pasada se fijó en su aspecto en el espejo de la entrada. Tenía los ojos rojos. Sólo pedía una cosa: que no se notara que había estado llorando anoche, durante largo rato, después de que se marchara P. Encima hoy sus compañeros en el trabajo le volverían a preguntar si iba a traerlo a la cena de navidad de la empresa, porque todos iban con sus parejas. Podía mentir y decirles que él trabajaba a turnos y que esa noche le tocaba o que sólo llevaban saliendo 3 meses, que la cosa iba bien entre ellos pero que querían ir despacio. Total, tampoco tenía tanto que celebrar. 

A la vez se preguntaba si el médico le atendería más tarde. "Esa gente siempre lleva retraso" pensó. Igual tenía algo de suerte y le daba tiempo de sacar un sándwich y un café de la máquina antes de ir al centro de salud.

La verdad es que P. había roto con ella anoche y, además, la había bloqueado así que no podía llamarle. De poder hacerlo, le hubiera pedido que la acompañara a la consulta esta tarde. Algo en su interior le decía que el bulto del cuello no era algo bueno. Llevaba demasiado tiempo doliéndole. Salió del portal a todo correr y ni siquiera se dio cuenta de que había empezado a llover y no llevaba paraguas. Se oyó el chasquido al cerrarse la puerta tras ella. Esta vez no olía a perfume de vainilla. 

08 junio 2019

Improrrogable

De siempre he querido un sillón. 
Porque pensaba que un sillón es un cómodo elemento decorativo para un salón o habitación con poderes mágicos para atrapar la inspiración. Ideas de escritora novata. La cuestión es que ese pensamiento poderoso hace que se geste una idea o intención. Si creemos que un sillón sirve para conseguir resultados, en este caso: páginas escritas, por qué no plantearnos adquirir uno. Muy sencillo. O no. 

El diván... no es lo mismo. Eso es para el loquero y entre tú y yo se trata de escribir. He ojeado y hojeado catálogos y webs de sillones durante años pero nunca ha llegado al producto de esa búsqueda. Primero por falta de dinero (en mi época de estudiante). Luego, por falta de espacio (en el piso). Y a mi alrededor otros se me han adelantado en la primicia estrenando sillones para otros menesteres como la lactancia o masajear al gato. 

Con el tiempo uno se hace un máquina en esto de la moratoria. Primero empezamos por postponer los pequeños antojos y los caprichos porque no son necesarios; luego uno aplaza los grandes sueños con un alto interés sin saberlo, y así hace con las vacaciones, el coche o hasta la casa terminando por postergar hasta la Vida. ¿Sabes lo que te digo? Que estoy mirando de nuevo anuncios de sillones y probando más de uno porque sigo queriendo ese sillón para escribir. Tanto si sirve para obtener algún parrafillo bueno como si no. 

Qué te parece si hoy me haces caso y dejas de aplazar... Porque ser feliz es improrrogable. 

28 mayo 2019

Agridulce

Porque no sé de qué otra manera puedo llamar a esta no-despedida. 
No puedo dejar de contarte cómo fue la partida de mi Centro de Salud; ese sufrido consultorio que me ha visto pasar de medicoblasto asustado a médico residente o "resistente" a medicucha de familia.

Como toda batalla que está llegando a su desenlace y pasa por esa fase de tensión. Agrio. Yo me encontraba con el siguiente panorama: mi tutora ya había dado su voto de confianza definitivo y me había permitido (si no, empujado a) asumir la consulta por mí sola durante los últimos 15 días de trabajo bajo estrecha supervisión pero sin contar con ayuda para aprender a "gestionarme". Eso incluía: la consulta con una agenda de 36 pacientes citados, tramos de incidencias, informes, domicilios y los "extras" (esos pacientes sin cita que necesariamente tienes que ver tú y pueden llegar a ser hasta 12 ó 15 al día). Partes de baja/alta laboral, recetas, efectos inesperados a medicamentos, altas hospitalarias después de largos ingresos, cirugías inminentes o, desgraciadamente, neoplasias de reciente diagnóstico. A todo hay que hacerle su hueco.

Yo creo que no lo llevaba mal, como residente uno aprende mucho mediante el ensayo-error y, como le dije a mi tutora, entiendo que "a veces está bien estar desbordado, así uno ve de lo que es capaz". Lo que no estaba planeado era un giro en la historia. Mejor dicho, un giro en las ruedas del coche por una absurda distracción que me envió directamente a la cuneta de la autovía cuando iba una tarde al trabajo. ¡Un susto! Por suerte la chapa del lateral izquierdo recibió todo el impacto y estoy agradecida porque el único daño que hay que lamentar fue el que sufrió mi tarjeta de crédito tras los arreglos. Dulce. Este pequeño incidente ocasionó que pasara mis últimos días de trabajo con baja laboral, dolor cervical en rehabilitación y una sensación entre agria y dulce de susto, escasa frustración por no poder ni despedirme y, a la vez, un gran alivio porque puedo contarla sin secuelas.

De hecho, yo estoy mejor y mi pequeño ya está fuera del taller y con su primera revisión de ITV hecha. Un final a lo Juego de Tronos: poco épico, un poco así, de aquella manera... agridulce, pero igualmente un final.

Ya sabes: disfruta de la semana, se feliz  y...
 ¡ten cuidado en la carreteeera! 

24 junio 2015

Veo, veo

A este juego podemos jugar todos. 

Hay pacientes que parecen pensar que los médicos tenemos una bola de cristal para saber qué es lo que les pasa sin que ellos apenas digan nada. ¿Cómo no? Señoras y señores, para consultas cabalísticas abrimos a las 12. Vienen y te lo dicen así: "es que me duele la espalda, ¿no lo ves?". Los que empiezan así la entrevista clínica suelen seguir así cuando los exploras "ay, ay, AY, ¿ves? ya es que no puedo ni levantar los brazos... ni caminar". Seguro que si los sientas en la camilla te miran y te preguntan: "¿cómo me ves?". Y lo que te viene a la cabeza es una totalgia (vamos, que le duele por todos lados). Te debates un momento entre hacerle la radiografía de las rodillas, de zona lumbar, hombros... o ninguna. Gente que a los 70 quiere tener la movilidad que ni yo tengo a los 25 años. A ver cómo les explicas que el reloj no se detiene por nadie. 

Pero para visionarios, mis favoritos, los que están por encima del ojo clínico: los que tienen visión de rayos X. Es la típica historia del paciente esperando por fuera del box de trauma en urgencias. Ellos están doloridos en la silla y según una escala de cuantificación del dolor imaginaria, el personal que pasa por allí les dice si están mejor o peor antes de que los vea el médico, incluso antes de ver la radiografía. Hay gente que se cree con el don de saber si hay fractura o no con un simple vistazo desde el otro lado del pasillo. "Uf, usted está fatal... a ver si va a ser una hernia". Que lo haga el adjunto me lo creo a medias, que lo haga el celador, el enfermero, el de seguridad o incluso otro médico que iba de paso, me da prurito y un tic en el ojo derecho. Porque lo que consiguen es que el paciente nos solicite una resonancia magnética y ver al neurocirujano aunque sea de madrugada. "Pero no lo entiendo, ¿por qué no lo puedes llamar para que me vea?". ¿En serio?... En la guardia del fin de semana hubo una señora tan desesperada que demabulaba con su bolso por el pasillo y preguntaba a todo el que pasaba si era de neuro o si alguien había visto por allí al neurocirujano. Lo que hay que ver y sólo acabo de empezar.  

Otra variante son los pacientes que además, son personal del hospital, del propio servicio o de otros centros pero aún así, personal. Son los más repelentes. Es muy simpático porque cuando le preguntas por qué acuden te dicen directamente el diagnóstico y el tratamiento que esperan que le pongas. Al cuerno con el ojo clínico y la visión de rayos X. Al menos me dejan escribirles el informe a mí, aunque a más de uno le gustaría hacerlo por sí mismo. Privilegios de estudiar una carrera de 6 años con un año de examen antes de empezar la especialidad. En la misma guardia que te comenté antes vino una paciente cleptómana que, aburrida de verme escribir, se dedicó a recorrer el box de trauma manoseando todo: gasas, ampollas de tratamiento, el lubricante, el merocel® para taponamientos nasales... Le tuve que decir por favor que dejara las cosas donde estaban. Aún me pregunto para qué querría los depresores linguales que se llevó para su casa pensando que no me había dado cuenta. 

Ya ves... Unos porque no son capaces de ver lo que tienen y otros, ven demasiado.
¿Dónde estará el equilibrio entre tú y yo?

22 mayo 2015

Cómo sobrevivir al MIR - parte III (el punto final)

Ya sé que terceras partes nunca fueron buenas, así que intentaré ser breve. 
¿Te lo has creído? No sé por qué digo tonterías, tú y yo sabemos que me encanta enrollarme. Lo más destacable es que por fin me quito el cartel de "opositora MIR" y lo cambio por el de ""residente MIR", "residente" o "MIR" a secas. Lo llames como lo llames, voy a empezar a trabajar en el mundo real y esto es un cambio que no pasa desapercibido en mi estudiantil rutina. Probablemente lleves un mes preguntándote qué estoy haciendo con mi vida y por qué me he olvidado de escribir. No lo he hecho, simplemente he estado firmando (así, en gerundio) pero tranquilo que no se me ha olvidado ni un detalle de aquel día...

El gran momento de elegir plaza llegó como habían llegado antes el temido examen MIR y la publicación de las estimaciones: con una lentitud pasmosa y muchísimos nervios. Si tuviera que describirlo en una palabra diría incertidumbre - no miedo. Mi puesto no fue como para tirar cohetes, ni mucho menos; un poco de confeti de colores si me apuras. Así que la espera fue prolongada. Tuve que ver cómo se agotaban delante de mí oportunidades que pensé que tendría en mi mano. Incluso tuve que afrontar la dura pregunta "Deb, ¿vas a repetir el MIR?". NO, gracias. Dicho esto empecé a valorar mis opciones y tomando de partida que me encanta la medicina clínica taché de mi lista todo lo que podía hacerse en un laboratorio, despacho o gimnasio o forense. Al llegar a Medicina de Familia tuve que echarme a reír. Me vinieron a la mente todas las palabras que había dicho sobre esta especialidad y me las fui comiendo una a una. Recordé a todos mis compañeros y amigos, médicos de familia, y me gustó pensar que podía ser uno de ellos. Iba buscando un servicio donde me acogieran y acabé encontrando una familia entera. 

En cualquier caso, elegir especialidad era "fácil", seleccionar lugar no lo sería tanto. No tenía ninguna certeza de que fuera a quedar disponible el sitio que quería para cuando me tocara, pero tenía tan tan clara la imagen en mi cabeza, que era como si ya estuviera allí. Un invierno en Madrid habían bastado para convencerme de que necesito ver luz más de 4-5 horas al día; así que fui con la esperanza de poder vivir bajo el sol. Y sentí que ya era mío, que me pertenecían el mar, la arena y el calor por el mero hecho de desearlo tanto. Fue totalmente un acto de fe. Imagina mi sorpresa cuando miro las vacantes del turno anterior y veo que aún tengo posibilidades. Estaba hecho, aunque quedara sólo 1 plaza, a mí me bastaba. (Luego me enteré que mi abuela había puesto una vela a Santa Rita, no sé si eso hizo efecto plus). 

Bye, Tenerife!
Al salir del Ministerio con mi plaza deseada en la mano sentí que podía acabarse el mundo en ese mismo instante, que daba por satisfecha mi vida. Fue como quitarme el edificio entero de encima. Kilos y kilos de duro hormigón. Aquello no era felicidad, uno está feliz cuando se toma un barraquito. Era algo más grande que la felicidad, el saber que has acabado algo que empezaste hace tanto tiempo que casi habías olvidado por qué lo hacías. Era un bingo, un pleno jugando a los bolos, la primavera y el verano juntos. Estoy orgullosísima de decir que soy médico de familia en Las Palmas de Gran Canaria

Siempre me gustaron los libros, pasar las páginas y que oliera a viejo, cerrar capítulos y empezar otros nuevos. En definitiva, transición. Esta es mi vida ahora. Las semanas posteriores al viaje a Madrid han sido un no cesar de papeles, certificados, firmas, visitas a aseguradoras y fotocopias. La consecuente mudanza (¿cómo iba a faltar?). Y la presentación en mi nuevo servicio donde me esperaba mi nueva familia con los brazos abiertos. Al llegar hasta allí fue como si todo cobrara sentido, todas las piezas encajaban bien. Yo encajaba bien. 
¿Si el MIR me ha devuelto todo lo que le he dado? - me preguntas. No. No espero que la medicina me devuelva todo lo que le doy. Mi tiempo, el de mi familia, mi esfuerzo, mi estudio, mis inversiones, las de mi familia. Dar mi máximo es mi privilegio y no lo hago esperando a cambio aplausos, elogios o diplomas. Lo hago porque quiero; porque no imagino mi vida sin ti, sin la otra parte del "tú y yo". 
Mi consejo para los actuales opositores MIR es el siguiente: Haber recorrido el larguísimo camino de la Medicina es prueba suficiente de que estás en lo tuyo, no te asustas fácilmente, eres duro y haces lo que haga falta para conseguir lo que quieres; tú puedes. Sólo necesitas recordar esto todas y cada una de las veces del día que dudes de tu potencial. No te preocupes por qué vas a ser o dónde puedes terminar trabajando en un futuro incierto. Tú estudia, lucha y céntrate en mejorar tus conocimientos para ti, para tus pacientes
A los que siempre se acordaron de dar ánimos, les retorno mi mejor deseo para sus MIRes y a mis co-resis, ¡¡manos a la obra compañeros!! ¡Nos vemos pronto! :)

04 abril 2015

Cómo sobrevivir al MIR - parte II (el altar de las causas perdidas)

La sensación de hacer el MIR es, en primera instancia, liberadora y gratificante. Te das todas las palmaditas en la espalda que crees que te mereces y más. Saltas de alegría y lloras de felicidad. Reconócelo, llegar hasta ahí tiene mucho mérito. 
Lo que te dure el subidón depende de cada uno. En mi caso fue una noche. Lo justo para disfrutar de un par de copas y volver a casa, meterme en el pijama y forrarme de mantas (en Madrid estábamos bajo cero). Dormí unas 3 horas en las que no noté ningún descanso. No había amanecido cuando en mi cabeza empezaron a acuchillarme, casi literalmente, todas las preguntas dudadas (que fueron muchas). Las horas siguientes fueron un infierno. Mi compañeras de piso se habían marchado a pasar el día fuera por motivos varios y no estaban en casa. Yo me debatía entre meter la plantilla y ver mi estimación, pasar de todo y salir de casa perseguida por todas esas preguntas, llamar a mis padres, coger un cubo para vomitar y al mismo tiempo, mirar si había en el piso algo de soga para ahorcarme. 

Futuros opositores MIR, sé que les gustaría oír cuantos consejos sean posibles. Pero la verdad es que no tengo la clave para poder sobrellevar esos momentos, simplemente hay que sufrirlos pasarlos.
A mí me dio un ataque de llanto. Lloré y lloré. Como nunca antes había hecho. Le dije bye a mi primera opción y a otro puñado de ellas. Te recuerdo que no tenía nada claro mis preferencias y casi cualquier especialidad y lugar de España me parecía bueno; tenía muchas opciones. Pasé unos cuantos días hecha un lío, sin saber a ciencia cierta qué sería de mí. Retomar mi "vida" no me preocupaba para nada, ni los viajes ni ver un último museo antes de volver a casa. Sólo estaba deseando que pasara el tiempo y borrar todas las malas sensaciones que me venían a la cabeza a cada instante (incluso durante la publicidad en medio de los capítulos de Mujeres desesperadas de por las mañanas). 

Los mensajes de "¿cómo te fue?" o "¿cuánto te estiman?" fueron directos a la papelera. A pocas personas les conté cómo me sentía en realidad. La procesión se lleva por dentro y la mía iba para largo. A los días, metí todas mis cosas en cajas y me mudé de vuelta a Tenerife. En casa todos se alegraron de verme y hacía buen tiempo. No tenía el cuerpo para mucha fiesta pero al menos conseguí distraerme más que en Madrid, paradójicamente. Algunas noches volvía a llorar recordando mis opciones y soñando qué hubiera podido llegar a ser con cada una de ellas. Es duro ver cuánto podemos a llegar a mortificarnos, a veces nuestro peor enemigo somos sólo nosotros mismos.
No hay mal que cien años dure. Así que más tarde que temprano, por unos contratiempos, los resultados provisionales llegaron. Bueno, empecemos a construir de nuevo nuestra próxima meta. No más causas perdidas, no más sueños frustrables.   
Si algo me define es la palabra práctica.Tengo mucha imaginación también. No me fue difícil tomar mis posibilidades y edificar sobre ellas. Vi qué especialidades y sitios podía escoger y así empecé a elucubrar sobre el tema. Pero era mentira que todo me pareciera buena idea. Sé que mi interior sabe lo que quiero pero en esos momentos no me parecía inteligente seguir mi intuición, no sé por qué. Creo que la clave es hablarlo, hablarlo de nuevo pero, al fin y al cabo, hablar sobre ello. Buscar información, opiniones de todo y de todos los lugares. Pero España es muy grande y para una isleña, pensar en dar el salto a la Península es como para un pez saltar fuera del agua. No quería limitar mis opciones pero a la vez, tampoco quería volar demasiado alto por si acaso no me recuperara de esa caída. Así que muchas ideas se iban tan rápido como venían. 
Me llevó muchas tardes confeccionar mi auténtica lista de preferencias. Trazarte objetivos con los que no contabas teniendo en cuenta tus verdaderos gustos conlleva conocerte muy bien y enfrentarte a un gran reto: levantarte después de haber resbalado. Después de todo, uno y sólo uno mismo, tiene que enfrentarse a esa gran pregunta 236, "¿y ahora qué quieres?" Para unos será una gran especialidad, para otros el mejor hospital, o una ciudad bien conectada, que esté cerca de casa (o lejos), con mucha o poca responsabilidad, con más (o menos) guardias y, por qué no, un sitio donde nunca sea invierno.
Al final yo también llegué a esta pregunta básica y quise ser sincera con lo que quiero. Me lo debo a mí misma. Así que visualicé el sitio en el que quería vivir y lo busqué en el mapa. El tiempo dirá si es mi auténtico destino.  
¡Ánimos, suerte y fe para todos mis compañeros y opositores MIR! 
   

28 marzo 2015

Cómo sobrevivir al MIR - parte I (construcción y destrucción)

Si acabas de hacer el MIR y no has muerto en el intento, ¡¡enhorabuena!!
Acordaremos que esta prueba es la más perversa atrocidad que se le podía ocurrir al sistema sanitario español para el reparto de sus plazas. Por qué no podemos ser como otros países que nunca han oído hablar del MIR ni nada parecido, en los que puedes ser lo que quieras a la primera y sin un año de estudio de por medio. Nos ahorraríamos un chorrazo de café, otro tanto de somníferos, papel higiénico y la posterior psicoterapia (que a mi entender debería incluirse en el paquete de preparación MIR que ofrecen las academias). Pero en este país no es así; hacemos lo que podemos con lo que tenemos. O más bien "hacemos lo que nos dejan", porque eso de coger tu plaza soñada (a la primera) suena a cursilada. 
Claramente estos renglones no van dirigidos a los que el próximo abril podrán tomar su plaza soñada. Me refiero a todos aquellos que no lo harán. Como ya sabes, yo sólo hablo de lo que conozco y a eso me dedico en este blog. De esto te das cuenta con el tiempo, cuando te quedan más o menos 3-4 meses para hacer el examen, cuando estás tan metido en el fango que no sabes si es mejor intentar retroceder para salir del lodo o from lost to the river

Me parece que no me equivoco al pensar que no son pocos los casos de gente que, tanto si coge plaza el mes que viene como si no, va a tener que despedirse de su primera (tal vez única) opción. Pero claro nadie cuenta esta versión de la historia porque es mejor un éxito completo que un logro a medias. Esto produce un sesgo bestial porque al preguntar en el hospi, los otros residentes te cuentan cómo les fue a ellos y si están ahí, es porque les fue bien. Por favor médicos del futuro, rechacen esta versión del mundo. La realidad es que no sólo depende de cuanto estudies sino de otros muchos factores, tu resultado final en esta gran prueba. 


¿Qué pasa con los que no encuentran al genio al frotar la lámpara? Pues hay varios caminos posibles. Los más fuertes se recompondrán física y mentalmente a tiempo para jugar un nuevo round este año. Otros aún andarán en el limbo de preguntas más existenciales (¿ser o no ser?, ¿MIR o no MIR?). Otros tantos habrán lanzado por la borda las primeras opciones (y quién sabe si las segundas y terceras y cuartas...).

¿Qué pasará con todos ellos? Es fácil, al llegar el próximo mes el que no se haya escondido, tiempo habrá tenido. Sí, incluso si te has comprado un pasaje tan caro como para atravesar medio mundo y tomarte una cola light en Australia, estás visitando el Machu-Pichu y no tienes cobertura (pero sí palo de selfies) o si estás en Dubai ciego de alcohol y otras sustancias. Se espera de todos que seamos lo suficientemente maduros y consecuentes para decidir nuestro futuro para los próximos 4-5 años. 

Me parece que no tiene lugar echar en cara nada del estilo "haber estudiado más" o burradas semejantes. No nos hagamos esto, somos ante todo profesionales. El MIR es un filtro por el que hay que pasar para "hacer cola" sin posibilidad de que nadie se cuele como te pasa en la charcutería si no estás atento. El número para mí siempre fue de lo más irrelevante, sé que muchos comparten mi postura. Un número no me define ni ha venido a demostrar con certeza la proporción de mi esfuerzo -tal como nos aseguraron en las academias que pasaría. 

Durante la preparación MIR, todo ese largo y cansado y difícil camino uno va construyendo sus ilusiones en el aire. Al principio son castillos, al final tiran más a una chabola que otra cosa. En la fase de máximo emparanoiamiento empiezas a vivir en ellos; eso ocurre allá por noviembre (al empezar la tercera vuelta). Habitas tus propios delirios, allí estudias, piensas que vas a subir netas en cualquier momento y en tu tiempo libre... ah no, espera, que no tienes. Sigues trabajando y ves tu evolución subir y bajar sin tener ninguna idea de cómo diablos te va a salir el examen. Nada, aquello es una nebulosa gris.  



En mi caso particular había rechazado cualquier idea de fijarme un objetivo concreto. Desde el principio mi postura fue siempre la misma: "yo voy a esforzarme al máximo, lo haré lo mejor que pueda y me presentaré al examen; ya cuando tenga mi número veré qué puedo hacer con él y cuáles son mis posibilidades". Una manera muy linda de intentar quitarme presión de encima, pero ineficaz.

La realidad es que al acostarte cada noche sólo buscas en tu mente la manera de hacer +1 en tus netas y en tu primera, segunda y tercera opción de especialidad y hospital. Francamente, una (inevitable) estupidez. En mi academia no se cansaban de tratar de quitarnos de la cabeza toda idea de elecciones hasta que llegue el momento adecuado, nos instan a estudiar sin ocupar la cabeza en nada más. Pero la verdad es que la gente te pregunta, tus compañeros de piso, tu casera, tu abuela, tu dentista, el charcutero y hasta tú mismo te cuestionas cuáles serán tus preferencias. Así empiezas a dar forma a esos castillos, a tus propias ilusiones. 

Luego llega el día del examen. Haces tu MIR, sólo un intento.
Y el bombazo no tiene piedad, destruye tus castillitos y chabolas. 

21 abril 2014

Poniendo melodía a mis días


Hay canciones que al oírlas, las escuchas. Por algún motivo inexplicable te llegan a entender y se sincronizan contigo. ¿No te ha pasado? Claro, a mí también. Si me preguntas cuál es la banda sonora de mi vida, te diría que hay ciertas canciones que recuerdo porque las entonaba en momentos más tristes o las gritaba cantaba a pleno pulmón cuando estaba más eufórica (yo es que soy medio maníaca). Estos días, la melodía que suena en mi cabeza es más o menos como ésta de arriba. Creí que la euforia por terminar la carrera me habría consumido a estas alturas pero lo que se siente es más ligero, tranquilo y seguro. Al menos yo. Se acerca el fin. Y te lo digo ante el inminente examen de Medicina Interna que tengo mañana. Ocurre como cuando pasas mucho tiempo preparando un examen y el día antes ya tu cerebro te dice que no puedes con más, que lo hecho, hecho está, de la manera que sea. También es que pienso que nada puede competir con los nervios que se pasan cuando te toca escoger plaza MIR. A mí aún me queda un año, pero estos días no he dejado de pensar en mis antiguos compañeros de clase que ahora están decidiendo ¿qué? ¿dónde?. Uff, eso sí que me estresa. Pero intento recordar que mi yo del futuro puede con eso. Tengo esa esperanza entre tú y yo. Por ahora, no miro mucho más lejos. Sólo sintonizo canciones armoniosas que me gustan, como ésta... Felices minutos musicales ;) 
     

13 abril 2014

Palabras difíciles

Querido maldito,
Esto es el adiós. Adiós a las cenas para dos, adiós a los domingos contigo, adiós a los besos. ¿Crees que es fácil para mí decir esto? No. ¿Acaso no luchamos los dos? ¿por qué salió todo mal? El destino no quiere que estemos juntos y ahora mismo sus trazos se borran. A dónde iré si no es contigo. Supongo que allá donde el tiempo no cuenta, al limbo que hay entre tú y yo cuando no estamos juntos, justo donde no quiero ir. Dicen que es bueno poner tierra de por medio, ¿y por qué no un mar entero? El agua salada podría borrar mis lágrimas. Tonta de mí. Te quise y todavía no sé por qué. Aunque no me convenías y tus palabras de amor estaban vacías, las pocas que decías... Ahora estoy aquí, mendigando en medio de un montón de nada un ápice de lucidez para escribirte, probablemente perdiendo el tiempo en algo que nunca leerás, al menos con el corazón. ¿Sabes qué? Si tienes que marcharte, vete. Sal de mi vida. Estoy cansada de pelear por causas perdidas y ésta hace tiempo que lo es.
Pero todavía hay dentro de mí unas gotas de amor que te regalo aquí. Porque fuiste mi camino, mi luz y mis colores. Gracias, cariño. Supiste descubrir mi verdadero ser, alguien que ni yo misma conocía. Junto a tí me sentí feliz con letras mayúsculas, ¿no lo sentiste tú también? Aunque todo esto ya no importa, verdaderamente. Ahora mismo sólo quiero alejarme de tu sombra. Recorrer el mundo anónimo otra vez, reír ¿por qué no? y no mirar más atrás, a tí, a nuestro piso vacío, a nuestros posibles. Se me acaba el café. Y ya no se me ocurre mucho más que decir. Creo que el silencio es nuestra mejor cura. Fue un placer poder compartir contigo cada segundo que vivimos. Espero que cuando leas esto te encuentres bien y que, si algún día decides pensar en mí, sea para bien.
Adiós querido maldito.

06 abril 2014

Habla con tu cuerpo

El otro día hablando con mi amigo K. surgió el tema del lenguaje corporal. Si te digo la verdad la última vez que pensé en este tema fue intentado ligar en un bar. Lo clásico, ¿se acercará él? ¿me tropezaré yo? ¿quién guiñará el ojo primero? Bastaron unas pinceladas sobre algo que él había leído para hacerme pensar en qué clase de mensajes transmito a los demás. Y a falta de vida lúdico-social, decidí llevar estos pensamientos a mi campo de experimentación: mi vida diaria, es decir, al interior de la Consulta. 
Dicho esto, también puede ser conveniente aclarar para los profanos de la medicina, que los pacientes esperan del médico que sea su amigo, su consejero, su psicólogo, su vidente, su terapeuta, su entrenador personal, su dietista, su enciclopedia parlante, su abogado, su confesor y a saber qué más. Hay que ver el poder que conlleva ponerse una bata blanca. Le hace a uno sudar. Precisamente por esta razón, muchas veces la empatía puede ser la mejor receta. Y así, el médico se convierte en todo aquello que el paciente necesita; es la cara del conocimiento, de la paciencia y de la asertividad. Creo que tengo razones de peso para querer evaluar qué clase de comportamiento tengo en la consulta. 

Normalmente los estudiantes no tenemos que escribir nada en el ordenador de la consulta, así que podemos mantener contacto visual con los pacientes en todo momento. El problema está en que a veces los pacientes no te miran hasta que el médico te habla o siendo más directo, te presenta comentando algo del tipo "hoy tenemos a una estudiante, está casi acabando". Pero si no hay tal introducción, probablemente la persona que hay al otro lado de la mesa no repara en ti hasta que se da cuenta de un hecho universal: que el médico tiene que escribir todo en el ordenador y para eso necesita los ojos, con lo cual, automáticamente deja de mirar al paciente. Entonces como buscando apoyo, confirmación o voto de confianza, los estudiantes pasamos a existir. Que soy amable, me han dicho. Que no deje de ser así, porque los pacientes agradecen que los médicos seamos sensibles. Ciertamente, hay cada elemento por ahí... Yo lo he experimentado como paciente también. A la gente le gusta que la miren, escuchen, toquen. Una mano en el hombro puede dar mucho confort. Una sonrisa, una postura tranquila, abierta y segura. Eso es lo que buscan. Y es lo que trato de darles. 

Que no siempre lo consigo, también es cierto. Hay días tan malos, que termino aguantándome la cabeza con el brazo porque de otra manera, me caería de sueño/cansancio/hambre/cólicos. Esto nos pasa a todos. Pero piensa en lo bueno que es transmitir nuestro lado más positivo: no sabes el poder que tiene. Ayudar a sentir mejor a los demás, nos hace sentir bien a nosotros también. No requiere un gran esfuerzo. Seguro que ahora que lees esto, estas preguntándote qué tipo de mensajes envías. Revisa cómo hablas entre tú y yo cuando no hablas con palabras. Mientras tanto...

28 agosto 2013

A fondo


Cada día me sorprende más la lentitud con la que me descubro a mí misma. Parece que a medida que pasa el tiempo se abre mi apetito por todo lo nuevo. ¿Acabamos alguna vez de conocernos? Estos días he estado explorando bajo el agua. En la playa cerca de casa, con aletas, gafas de buceo y tubo casi parecía que sabía lo que hacía. Nadie notó que era la primera vez, salvo yo. Sumergida, nadie pregunta por mí, ni se fija en lo que llevo ni entabla conversaciones absurdas conmigo. Y hay tanto que ver... hay tanto bicho ahí abajo, es increíble. Bajo la superficie hay un mundo entero por explorar y ni siquiera nos damos cuenta. Para mí está cada vez más claro que no hay un "nosotros" estático, con cada experiencia crecemos un granito de arena más. Y cada día nos trae nuevas oportunidades de expandir la línea de nuestras limitaciones, si queremos. Por eso, precisamente, no dejamos nunca de conocernos a fondo entre tú y yo

31 enero 2013

Crisis time

"La vida está llena de decepciones; algunas grandes y otras, más grandes."

Como la vida misma (2007), Steve Carell

Son parte de nuestros días, pero como le dije a un amigo recientemente, no voy a dejar de disfrutar de la compañía de aquellos que me quieren por lo que me haya podido decir alguien que no me valora lo suficiente. Sí, amigo estoy hablando de rupturas de pareja. Algo tragi-dramático por lo que todos hemos pasado seguramente alguna más de una vez. No voy a darle mil vueltas a lo que pudo o no pudo pasar porque, ya está todo dicho y hacerlo sólo haría más daño. Es agua pasada aunque aún siga doliendo. Vas al super, te haces con esto...


El cajero se te queda mirando, te pregunta si quieres bolsa para llevarte las cosas. Llegas a casa, acabas con las papas de cebolla (mis favoritas <3), te hacen llorar (pero más vale llorar que dar patadas a los muebles) y finalmente te arreglas un poquito, te pintas los labios y cierras la herida. Sabes que la sangre no ha llegado al río, pero el orgullo herido tarda en cicatrizar. Tiempo al tiempo. La vida sigue entre tú y yo. Te alegras por ello y llamas a tus amigos para quedar. Vendrán otros mejores.... (me refiero al tiempo :P)

08 enero 2013

L'arte

Recientemente, estando en medio de una conversación sobre tópico artístico, me percaté de una gran verdad. Hay situaciones en las que no nos preocupamos por saber qué buscamos aunque intuitivamente, algo nos lleva hacia ello. Es como una fuerza superior. Un gusto exquisito o una selección de lo que nos gusta y lo que no, de entre un montón de cosas. En mi caso sin cuestionarme por qué, he desarrollado afinidad por el cine que suena a música, los musicales, el ballet o la música clásica. El qué busco, no me lo había planteado hasta ahora. Si me hubieses preguntado hace una semana te hubiese dicho que entretenimiento, canciones pegadizas, distracción, diversión. Pero contándole a esta persona acerca de lo que podía esperar de una obra musical que yo había visto, me sorprendió con un franco "porque al final, lo que uno espera ver es arte". Ganas de ARTE. Esa era la verdad. Que enmascarado bajo una selecta criba de lo que me gusta, se encuentra lo que realmente me apasiona y que no es otra cosa sino el arte. El arte congelado o en movimiento, que dura un segundo y persiste por años, que canta, baila, te enamora y te desgarra, con un sinfín de sentimientos universalmente compartidos porque entre tú y yo, "Si nos pinchan, ¿acaso no sangramos? Si nos hacen cosquillas, ¿acaso no reímos? Si nos envenenan, ¿acaso no morimos? Y si nos agravian, ¿no debemos vengarnos? Si nos parecemos en todo lo demás, nos pareceremos también en eso". El arte es sólo la expresión de lo que tenemos dentro; al aire, sin límites. Ser testigo de una muestra del mismo es creer posible que nuestras ideas gocen de la misma libertad. Y conseguir eso no tiene precio.  
Una pequeña muestra, ¡haz clic en la imagen! :)

18 diciembre 2012

My car, oh! so fast




Una gran verdad sobre mí: nunca me cansaré de hacerlo. Ya sea de día o de noche; esté en medio de la ciudad o en el campo; más rápido o más despacio; con las ventanas abiertas o cerradas; con lluvia, viento o sol. Quizá mi error sea confiar demasiado en un buen motor sin importar el chasis, pero cuando circulas a la velocidad que me muevo yo, el color es lo de menos. Me apasiona conducir (rápido). Y esto entre tú y yo no es un spot de BMW. 

13 diciembre 2012

Miedo

Creo que nadie pasó nunca tanto como Luke Skywalker cuando Darth Vader le dijo que era su padre. Gran poder el Miedo. Y pobre Luke, porque aquel día casi acaba con él y se lo lleva al otro barrio lado oscuro de la Fuerza
Y sin embargo el miedo sigue siendo un mal que nos persigue, nos espía y nos asalta a cualquiera de nosotros en cualesquiera que sean sus circunstancias. No podemos vivir con él pero tampoco sin él. Aprendemos a qué tenemos miedo y lo hacemos parte de nuestra existencia. Convivimos con él y tratamos de evitar a toda costa el detonante que nos haga saltar y nos ponga en evidencia mostrándonos sólo entonces, lo vulnerables que somos. Pero nos olvidamos así de que el miedo es un gran aliciente; el impulso que, muchas veces, necesitamos para establecer la diferencia entre un hecho en potencia y nuestra realidad. Y qué si el miedo está apostado entre la felicidad y tú, ¿acaso le vas a dar tregua? Mi consejo es que no te detengas, que cada minuto del resto de tu vida, luches. Porque al enfrentarnos a nuestros temores estamos dando el primer paso en el camino correcto hacia nuestro propósito. Y porque el sabor de la victoria que puede encontrarse al otro lado de esta oscura cortina de humo supera -seguro, con creces, el amargor de la incertidumbre y el escozor de la vergüenza -ambos pasajeros. No des tiempo al miedo; no le permitas entrar; no dejes que te meta el miedo en el cuerpo. Como me gusta decir y aconsejo siempre, "Make it happen". Sabes que va por tí, amigo P., junto con un gran abrazo ;) 

12 diciembre 2012

¿Suerte o Destino?

Una pregunta con la que entretenerse. Yo llevo ya un rato dándole vueltas como si fuera una bola de nieve, de estas que se van haciendo cada vez más grande y, si te descuidas, te lleva por delante. Si me preguntaras, lo primero que te diría sería que "no sé qué decir". Pero como todo aquí entre tú y yo, da para algo más que eso. Sí, yo creo en el destino. Pero por muchas de las cosas que me han ocurrido; ellas me han llevado a pensar así, a vislumbrar el fino trazo de ese plan. Como me ocurre en otras tantas veces, no puedo explicártelo. Es cuestión de querer creer. Lo que tengo claro es que no me trago que el azar sea tan quisquilloso ni tan malévolamente calculador. Confabular con el Mundo para que encajen las piezas que dibujan nuestra realidad, no es cosa de la suerte. Tampoco es mi intención traer el karma a colación puesto que ese tema se me escapa ya de las manos (salvo cuando está claramente en contra mío). Dulce subjetividad.
Tienes que preguntarte si, cuando te ocurre algo bueno, eres de los que ven algo más allá de la suerte -una señal; o al contrario, un feliz giro del azar. Escojas la postura que sea, el margen de error será el mismo porque, como dice mi hermana E. "no es como la ciencia, que es verdad y punto". Aquí la única verdad es que se juega con nosotros como si fuéramos dados. Lo que vea cada uno será aquello que quiera creer. Pero puestos a observar, ¿por qué no enfocar a lo que puede haber más allá? Porque puede no haber nada; vale... Pero cómo negar la evidencia, cómo no ver encajar esos sucesos que se precipitan y se enlazan y forman un sutil entramado. Somos dueños de nuestras vidas -queremos creer. Pero yo opino que creer en el destino no es despersonalizar nuestra capacidad de tomar nuestras elecciones, sino dar sentido a las mismas. Amargo escepticismo. 
 

15 octubre 2012

Las dos caras de la Medicina

Sí, tiene dos caras. O más bien, cara y espalda. 
Para los profanos de la vida médica, esto que ven aquí arriba es una sesión clínica, donde empieza cada día, sujeto a la variabilidad de cada departamento, la actividad de los médicos. Los casi-médicos estudiantes también tenemos que asistir aunque hay muchos que optan por pasárselo por el forro no ir. A mí me parecen muy interesantes porque te muestra mucho más de cerca un sinfín de detalles, imperceptibles durante el resto de la jornada. Por ejemplo, te das cuenta de quién lleva la voz cantante y quién le apoya, quién es la oveja negra del servicio, qué pacientes nuevos han venido, quienes se marchan y quienes tienen un síndrome raro que no sale en Wikipedia. Deliciosa rutina para un clínico. Pero no es grande la contribución del alumnado en estas sesiones puesto que nos han programado para permanecer en la última fila, detrás de todos los médicos. Ver, escuchar y aprender es todo lo que podemos hacer, cruzando los dedos entre tú y yo para poder obtener de ello el máximo provecho. Pronto llegará el día en que me sitúe al otro lado y pueda enfrentar cara a cara los debacles diarios. Formaré parte activa ¡y tan activa! en la sólida cadena de la Salud y estos pensamientos me traen grandes esperanzas para mí y mis amigos. Al fin y al cabo, ¿qué prisa hay por ser carne de cañón?

30 septiembre 2012

Vicisitudes comestibles

Una vez estábamos cenando en casa. Esa noche tocaba uno de mis favoritos: sandwich a la plancha. Soy fan total. La sandwichera será el nº1 de mi lista "Má, cómprame uno de estos cacharros cuando me vaya de casa". Mi madre no había llegado del trabajo, así que nos preparamos dos sandwichs a repartir entre mis dos hermanas, mi padre y yo. Cuando estuvieron a punto, los pusimos en el plato y los fuimos a dividir de manera que tocara a medio para cada uno. Mi padre cogió el cuchillo y los partió en 2 rectángulos. 
Entonces mi hermana más pequeña lo vió y dijo: "¡Nooo, pártelos en triángulo que así toca a más!".
Acto seguido los demás agachamos la mirada hacia el plato mientras dibujábamos mentalmente una figura tal que así, intentando calcular cómo se podía sacar más de aquello pero a veces... la ficción no va más allá de los sandwiches de jamón y queso. Cosas de mi hermana pequeña, ¡jajaja!    

 
¡Feliz tarde de domingo!