04 septiembre 2011

La vida sabe a capuccino y suena a música clásica. 
Una sonrisa callada se dibuja en mi rostro mientras recorro un pasillo del infinito entramado del metro londinense. Fuera, los paraguas se recogen y las nubes se repliegan para mostrar al viandante unos minutos de sol: calor y claridad.  



No hay comentarios:

Publicar un comentario