Hay miradas entre tú y yo que dicen mucho. Demasiado...
Pero tal vez sea mejor así. Que sean las palabras testigos omitidos de lo que a veces, más vale no decir.
Una pregunta con la que entretenerse. Yo llevo ya un rato dándole vueltas como si fuera una bola de nieve, de estas que se van haciendo cada vez más grande y, si te descuidas, te lleva por delante. Si me preguntaras, lo primero que te diría sería que "no sé qué decir". Pero como todo aquí entre tú y yo, da para algo más que eso. Sí, yo creo en el destino. Pero por muchas de las cosas que me han ocurrido; ellas me han llevado a pensar así, a vislumbrar el fino trazo de ese plan. Como me ocurre en otras tantas veces, no puedo explicártelo. Es cuestión de querer creer. Lo que tengo claro es que no me trago que el azar sea tan quisquilloso ni tan malévolamente calculador. Confabular con el Mundo para que encajen las piezas que dibujan nuestra realidad, no es cosa de la suerte. Tampoco es mi intención traer el karma a colación puesto que ese tema se me escapa ya de las manos (salvo cuando está claramente en contra mío). Dulce subjetividad.
Tienes que preguntarte si, cuando te ocurre algo bueno, eres de los que ven algo más allá de la suerte -una señal; o al contrario, un feliz giro del azar. Escojas la postura que sea, el margen de error será el mismo porque, como dice mi hermana E. "no es como la ciencia, que es verdad y punto". Aquí la única verdad es que se juega con nosotros como si fuéramos dados. Lo que vea cada uno será aquello que quiera creer. Pero puestos a observar, ¿por qué no enfocar a lo que puede haber más allá? Porque puede no haber nada; vale... Pero cómo negar la evidencia, cómo no ver encajar esos sucesos que se precipitan y se enlazan y forman un sutil entramado. Somos dueños de nuestras vidas -queremos creer. Pero yo opino que creer en el destino no es despersonalizar nuestra capacidad de tomar nuestras elecciones, sino dar sentido a las mismas. Amargo escepticismo.
Hoy, al llegar a casa, no tuve más remedio que aparcar el cochebastantelejos. Además de estarbastantecansada tuve que caminar un tramo. En mi trayecto me crucé de frente con un chicobastantebien parecido que me dijo "hola" pero no lo conocía, así que no le respondí al saludo y seguí caminando. Para cuando llegué al portal de mi casa aún seguía tropezándome con mi estupidez y mi fanfarronería.
Más tarde, tuve que salir a la calle de nuevo y para mi gozo estaban poniendo multas a un par de coches mal aparcados. Saqué la llave del coche y uno de los policías se quedó mirando, a la espera de comprobar si yo era dueña de alguno de aquellos coches. Entonces dije "hola". Pero si hubo respuesta se evaporó antes de que yo pudiera escucharla.Recordé en ese momento, lo que había ocurrido antes y no pude evitar la asociación. Recibimos lo que damos; llámalo karma, destino, causa-efecto... Aunque creer esto es un acto de fe y sin base que lo sustente, aparece vulnerable frente al arrollador puñado de nombres de "gente buena a la que le ocurren cosas malas" que podría citar ahora mismo. A lo mejor sí que unos nacen con estrella, otros nacen con la luna y otros, con nada. A lo mejor, creer que podemos influir en lo que nos da la vida es creer que tenemos demasiado poder. Pero entre tú y yo, ¿y si lo del factor suerte era mentira? Yo por si acaso, seguiré pensando en positivo
Y nos escudamos en este argumento; como si fuera creíble.De hecho, nos lo creemos.
Entre tú y yo, si algún día nos toca avanzar el doble
será porque la jugada vale la pena, ¿no crees?
Pero......A mí nunca me cuadran las ecuaciones matemáticas.