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26 octubre 2011

Mentes paralelas

Seguro que tú también conoces a alguien así. 
A veces nos encontramos con mundos paralelos al nuestro, inalcanzables. Son esas personas que aún queriendo que formen parte de nuestra vida nos abocan a los des-encuentros y las des-casualidades. Las vemos a nuestro lado y alrededor, caminando junto a nosotros durante un tramo del sendero al fin y al cabo, limitado. Son esas personas que ni te conocen ni dejan que las conozcas del todo, indescifrables. Puede que compartan contigo una hora, un fin de semana o cinco años pero al final podrás decir casi tan poco acerca de ellos como al principio. Son esas personas que escuchan lo que tienes que contarles y luego ellos no aportan nada suyo. Permiten que el espacio que se extiende entre nosotros se vicie con trivialidades, algún día bueno y no sé qué más. Son esas personas cuyo secreto mejor guardado es su verdadera identidad. Se refugian en la introversión y pasan por el mundo de puntillas. Lástima que las rectas paralelas no estén hechas para las intersecciones y lástima que las matemáticas sean tan exactas.  


22 septiembre 2011

en-Rutinándome

Sí. La rutina es asquerosa.
Y si hay algo peor que la rutina es tener que adaptarte a ella. 
Llevo ya casi dos semanas intentando parecer motivada, dispuesta a estudiar y centrada. ¿Durará? Quién sabe... La verdad es que hasta hoy no había podido sentarme delante de unas cuantas páginas y leer (lo que entendemos por leer es procesar información). El clima tampoco incita a mantenerse activo. No he tenido ni las energías suficientes como para darle al enlace del blog y escribir algo. En consecuencia tengo una cola de posts por publicar archivados en mi cabeza (take it easy!). Con bastante frecuencia recuerdo fragmentos breves de las vacaciones y, en general, mi tiempo en Londres y me descubro al minuto siguiente traicionando con la mente mi fachada mientras reservo un billete de ida para 1 adulto a Inglaterra. Sé que no debería torturarme así pero entre tú y yo, a falta de chocolate y sexo, ¿qué otra cosa puedo hacer?

Creo que en esto se fundamenta el diagnóstico de síndrome post-vacacional, ¿no?    

Aunque mira... me llevo bien con casi todos mis amigos; los profesores aún parecen profesionales y divertidos; tengo dinero para ponerle gasolina al coche y saldo en el móvil; estoy bajando de peso; no tengo exámenes en las próximas 3 semanas y ya sé manejar el Facebook así que puedo creerme que "todo va... bien".

¡Feliz noche!


14 septiembre 2011

En la pista otra vez

El primer día de clase después del verano siempre es crucial. 

Todos estamos más relajados y liberados; de ahí que seamos mucho más expresivos y cada movimiento tenga una traducción casi literal de nuestro verdadero estado de ánimo. Las risas con los amigos, las miradas fugaces, los "¡qué bien estás!" y el clásico "¿qué has hecho?" o "¿dónde has estado?" (aunque en el fondo no nos interesa para nada). Nos fijamos en quién ha perdido peso (y le felicitamos), quién lo ha ganado (y... bueno, no decimos nada), quién está más bronceado (y le envidiamos). Y bajo toda esta trabajada superficie de banalidades está lo que subyace en el subconsciente más remoto de cada uno.


Ahora que hago memoria, al empezar el curso pasado (4º Medicina) tenía la sensación de que había sido atropellada y machacada por un camión de cemento y que, en vez de acabar en Urgencias, había ido a parar a la clase. No estaba para nada motivada. Después de un verano inigualable, volver se me hizo un infierno ¿para qué te voy a engañar? Y claro, en consecuencia todo el curso fue un auténtico DESASTRE. Incluso muy al final, seguía igual de desubicada que el primer día.

Este año, sin embargo, la sensación es bien diferente. Al principio no era capaz de reconocer la causa por la que este curso estaba mucho más optimista y positiva. ¿Las ganas de estudiar a tope? Lo dudaba mucho. Entonces pasó algo interesante. 

Te pongo al día y te digo que este año será una excitante mezcla de asignaturas de dos cursos, así que me veré atrapada entre 4º y 5º de Medicina (Gracias, Bolonia). Durante el verano me torturaba pensar que retrasar un año una carrera tan larga como Medicina sería una pesadilla. Pero ayer tuve una revelación. 

Ocurrió cuando me acerqué a la puerta de la que era mi clase para saludar a una amiga en un intercambio de hora. No tenía muco tiempo, así que pillé a mi amiga S. y nos comentamos unas palabras rápidas. De repente, alcé la vista y miré de reojo a un par de caras conocidas a lo lejos, algunas otras sentadas en la primera fila con miradas atentas y bolígrafos en la mano. Los profesores hablaban entre ellos y estaban a punto de empezar con la clase, así que... me fui. Amigos y desamigos; buenos y malos momentos; risas y competitividad extrema. Todo ello metido en un mismo aula. Sin mí.

Luego, mientras caminaba en silencio por el pasillo de la facultad daba gracias a quien fuera porque no tenía que entrar con ellos en aquella tediosa hora de clase. Me alegró darme cuenta de que había conseguido lo que siempre quise: mi propio camino, a la medida y en solitario. Pudiendo haber escogido continuar con mi promoción decidí tomar un año diferente: tomé la vía alternativa porque, incapaz de discernir entre estudios y vida, había escogido ambas. Decidí, por una vez, no seguir la pauta trazada. Ya no tendría que medir mis pasos por los de los demás y esta sensación me gustó. 

Descubrí entonces que todo esto era lo que había puesto la sonrisa en mi cara. Un sonrisa que, entre tú y yo, espero que haya venido para quedarse. 


¡Feliz comienzo de curso 2011!

05 septiembre 2011

Algo más cerca; nada más lejos

¿Cómo se retoma una vida? 
¡Ah, sí! Creo que esto puede servir...
Entre tú y yo, me parece que tardaron un siglo en tratarme la no infección de orina. Bonita manera de empezar el verano. 

Mi abuela estuvo de visita en mi casa cerca de dos semanas y aunque yo no estaba por reír mucho, me resultaba extrañamente cómico que ella, cincuenta y tantos años mayor, tuviera menos molestias y tomara menos medicación que yo. 

Puse mis riñones a punto bebiendo toneladas de agua, tomando kilos de pastillas y padeciendo un dolor particularmente insoportable en la espalda (pero no en la fosa renal). Dos dolorosas semanas después me dijeron que de riñón nada, que aquello era una lumbalgia aguda. Y una sesión de masaje después me dijeron que de aguda nada, que aquello venía de atrás. Entre una cosa y la otra, estuve un mes sin poder caminar más allá de 50 metros, sin poder pensar más que en recuperarme y... de verdad que no podía dar tres pasos libres de dolor. 

Todo esto ocurrió dos días antes de irme de viaje. Y, aunque sentí un GRAN alivio al saber que mis riñones funcionaban bien, estaba preocupada por cómo disfrutaría del resto de las vacaciones y del ritmo de la evolución del dolor. Sin tiempo para cuestionarme nada más, me fui. Y así, esta escéptica de la medicina y del quiromasaje partió rumbo a la fría Inglaterra con sus anti-inflamatorios y benzodiacepinas en el bolso. 
 

Llegué a Londres un lunes a las 4 y cuarto de la tarde, sin retraso ni exceso de equipaje. Una vez allí, olvidé el reloj y dejé que me envolviera de nuevo aquel familiar aroma a especias, felicidad y lluvia. Lo que ocurrió durante las siguientes dos semanas es... casi imposible de resumir incluso en un millón de líneas, así que te dejo que eches un vistazo.


Londres es la ciudad que enmudece mi inspiración. No tengo palabras... sólo puedo decir que cada día fue especial, único e irrepetible. Ahora miro atrás y me río al recordar la historia que hay detrás de cada foto, cada momento y cada sonrisa. A todos los amigos que contribuyeron a ello, yo les doy las gracias porque fue ¡fantástico! :)

04 septiembre 2011

La vida sabe a capuccino y suena a música clásica. 
Una sonrisa callada se dibuja en mi rostro mientras recorro un pasillo del infinito entramado del metro londinense. Fuera, los paraguas se recogen y las nubes se repliegan para mostrar al viandante unos minutos de sol: calor y claridad.  



14 agosto 2011

Por fin... ¡empiezan mis vacaciones!

Estas últimas semanas no he estado muy comunicativa, lo sé. Pero es que el verano a mí me tiene zigzagueando entre la sombra y el sol. Se me han quedado muchas historias en el tintero y otras tantas que coleccionaré a mi regreso pero ahora toca colgar el cartel de cerrado por vacaciones. No será por mucho tiempo, sólo unos 15 días que estaré pululando por otras esferas. No te digo a dónde voy, creo que ya he dado demasiadas pistas... :) Sólo te diré que regreso a un lugar conocido y querido.

Nos veremos a mi vuelta en septiembre. Hasta entonces, de todo corazón...
¡¡muy Feliz Verano para todos!!  
 

26 julio 2011

Alegato final

       Querido amigo, no quiero partir de vacaciones sin antes revolver un poco las memorias y esbozarte en estilo predeterminado los trazos del curso que acaba de terminar. Cualquier excusa es buena para invocar al pasado y ésta no es menos.  

Para aquellos que no me conozcan diré que soy un alma cavilante, viajera sempiterna y divertida extravagante que corretea de forma improvisada por la vida recogiendo flores y comiendo chocolate. Mi color favorito es el verde azulado (que es verde) y aunque esto te parezca irrelevante, para mí es importante. Creo en el amor a primera vista, en el destino y alguna bobería más. Este septiembre empezaré mi 5º año en la Facultad de Medicina y eso es mucho más lejos de lo que nunca pensé llegar. Tengo mi habitación repleta de fotografías; me gusta levantar la vista de mi mesa de estudio y creer que puedo revivir todos esos buenos momentos con amigos y familia, incluso con aquellos que ya no están conmigo. Hablo demasiado y escribo mucho más. Mi más preciado tesoro es esa pizca de felicidad que conservo en el bolsillo y mi mayor secreto... lo tendrás que descubrir tú. 

Cuando empezó el curso el septiembre pasado mi reloj biológico interno aún estaba lidiando con el jet-lag. Acababa de regresar de Londres, donde la hora es la misma pero todo lo demás... es completamente diferente a lo que yo conocía. Sin pensármelo demasiado me puse manos a la obra con lo que me esperaba: interminables horas de prácticas, estudio y trabajo duro non-stop. Pronto me percaté de que las reglas del juego habían cambiado; este curso no iba a bastar con 2 cafés de madrugada ni 2 domingos en la biblioteca. Tropiezos, tropiezos, tropiezos. Me gustaría decirte que ha habido una parte buena en todo ello pero no sería verdad. 

Aunque, por otro lado, debo decir que me sorprendió encontrarme en buena compañía en mi camino por el calendario. Sin querer pero queriendo hice nuevos amigos y rescaté algunos perdidos que lloraron y rieron conmigo. Juntos convertimos cada obstáculo en otra nueva aventura. Y lo seguiremos haciendo, porque aún quedan escollos y para eso están los amigos. Aquí al lado o más lejos, ellos sin saberlo forman piezas del puzzle de mi familia. 

Practicando practiqué que practicaba. Y con mi nuevo fonendo a mano recorrí los pasillos del hospital conociendo cientos de historias, aplicándome al máximo en cada planta, descubriendo cada departamento. Mientras, me dejaba sorprender por la cara más frágil, más severa y más tierna de la medicina.   

Pasé el curso esperando -escéptica, con una mano a la cintura y mirando el reloj- un cambio, un giro, un algo inesperado que me echara una mano (pero no al cuello) y a medida que pasaba el ecuador del año, veía también pasar las oportunidades ante mí sin ser capaz de estirar la mano para atraparlas. ¿Qué me pasaba?  Estaba muda de reacciones. Mientras yo me debatía con mi inseguridad, otros compañeros tomaban atajos (equivocados, pero al fin y al cabo: atajos). Y con el mal sabor de boca que dejan los sinsabores de la competitividad y el nepotismo no tuve más remedio que continuar jugando mis cartas hasta el final.

Un día, una voz amiga tuvo la insensata idea de decirme que publicara lo que escribiera. Con mis dudas empecé a compartir contigo algo más que un momento para café, alguna confesión y un aburrido parloteo sobre mí. En susurros te diré que escribo para que no se me olvide; para que me sobrevivan un día mis palabras y por el absurdo convencimiento de que alguien pueda no encontrarse solo al leer mis pensamientos: aquellos con los que reí, lloré o me enamoré... ¡con todos ellos!

Pero la recta final del curso no fue para nada igual a ningún otro año. La despiadada amenaza de la enfermedad sobre una persona querida y la sombra de problemas sobre la familia se sintieron como dardos directos al corazón. Dolió mucho. Y duele aún la herida reciente que ha de cicatrizar bajo las delicadas suturas del tiempo. Antes miraba atrás y cruzaba los dedos esperando haber madurado (aunque fuera un año); ahora me gustaría poder cambiar este corazón que me pesa como 28 años y canjearlo por algo de genuina inocencia. 

¿Y qué me espera ahora? Una playa de arena negra, noches de pub, una maleta por hacer y un mundo  entre tú y yo para compartir.