Este ha sido un mes extraño.
Los exámenes me han estado persiguiendo desde que empezase a planificarlos allá por Noviembre. Han sido fechas complicadas, pero como cada año, al acabar me parece que el esfuerzo vale la pena y estamos de acuerdo en que haber sacrificado las Navidades en pro de la carrera, es un mal menor. Cómo me ha ido no te lo puedo decir, no porque no quiera sino porque a día de hoy sigo esperando mis resultados. Ya llegarán. En mi consciencia queda el saber que he dado todo lo que podía dar. Y si no, se volverá a intentar con más fuerza aún. El 2013 empezó a correr hace ya un tiempo pero yo ni me he dado cuenta. Para mí los últimos dos meses han sido un continuo devenir de días completamente iguales, uno tras otro. Sin domingos, sin festivos ni días de descanso. Ahora ya pasó. Ya no más noches sin poder dormir, cansancio, agobio o llantos sofocados hasta más ver. Hoy empiezo mi último cuatrimestre lectivo de la carrera. Se me escapan los años y ni me entero. El próximo - y último, curso sólo tendremos prácticas así que, en los meses que vienen habrá que esforzarse el triple para terminar con el expediente teórico lo más limpio posible. Queda la mejor parte, las últimas asignaturas de la carrera y los últimos exámenes, los últimos terrores diurnos ... al menos hasta que llegue al MIR. Pero eso aún no toca. De momento me sacudo el moho de estudiante y retomo la Vida como si fuera un libro que dejé a medias. ¿Dónde la dejé? ¿Qué habrá sido de ella? ¿Me acordaré de por dónde iba?
Sí, uno siempre se acuerda de dónde aparca su vida y si no, siempre hay alguien que te lo recuerda.
La última vez que tenía vida, tenía amigos igual de ocupados que yo con los que ¡estoy deseando juntarme de nuevo para echarnos unas risas! :) Ellos seguramente no se imaginan cuánto les he echado de menos ni lo importante que es para mí haberles conocido. No hay misterios, ellos son unos mejores amigos estupendos y yo no puedo pedir más. Hay excursiones por hacer, tarde de cine pendiente, fiesta ¡con rumbas y a lo loco!, carnavales a la vista, compras y cafés por poner en las agendas... También tenía algo así como un novio; pero al parecer, no era lo suficientemente buena como para competir con sus amigos por sus atenciones, así que me cansé de esa partida y decidí ahorrarme el dinero del regalo por San Valentín, no sé si me explico.
Como a mitad de mes, mi amigo P. H. me dijo que iba a donar sangre y decidí unirme a él. Chassss, ¡qué día! Todo fue bien pero al terminar de donar e intentar incorporarme, me mareaba así que tuve que estar en esos sillones tan cómodos que hay en Banco de Sangre durante un buen rato. Al segundo intento de levantarme, conseguí llegar a los ascensores para caer redonda sobre mi amigo (una señora que estaba cerca incluso pensó que "nos estábamos dando amor") y terminar aterrizando en el suelo ¡inconsciente! Era la primera vez que perdía el conocimiento, fue una sensación extraña... No me importaría repetirla, pero la próxima vez no delante de los ascensores. Sí, acabé en el suelo sudando como un pollo, con los pies en alto, la cabeza en la pierna del enfermero, una mujer abanicándome y otra enfermera trayéndome la silla de ruedas, las puertas de los ascensores abriéndose y todos asomándose y preguntando qué había pasado. ¡Ay Señooor! Me encantaría decirte que me recuperé en seguida y me marché a casa pero qué va... Las dos horas siguientes me las pasé en Banco de Sangre, con dos sueros enchufados, comiendo papas fritas y una tensión arterial de risa. Finalmente me llevaron a Urgencias, donde acabé con un tercer suero y recuperando mis tensiones habituales. Para cuando mi madre llegó allí, yo estaba en una silla de ruedas en el pasillo de Urgencias, con una manta por encima y agarrando el palito de donde colgaba el suero -vamos, ¡hecha un cuadro! Gracias a mi amigo P. H. que estuvo allí conmigo, incluso cuando fuimos de paseo hasta Urgencias, esos momentos dieron para muchas risas aquel y otros días después. ¡Te quiero P. H.! :)
Este año no hay planes de viajar muy lejos ni muy cerca aunque mi corazón pertenece a Londres y cada vez que me siento en mi mesa de escritorio recorro con la vista las líneas de metro de colores que tantas veces utilicé cuando estuve allí y que decoran mi mesa. Sueño con el día en que pueda volver porque no hay nada igual en el Mundo. Aún oigo en mi cabeza el ...((Mind the gap!))... mientras me subo a un vagón empujada por un gentío cosmopolita. Londres... Pero no que va, este año hay planes diferentes para el verano. Algo menos lúdico y más médico que requiere que me quede cerca y va ligado a mi proyecto de fin de grado. ¡Qué bien suena eso! Claro que también habrá tiempo para pegarse alguna escapada a la isla de enfrente para visitar a la familia y echar una ojeada a sus jugosas tiendas :)
Como ves, ha sido una época en la que han ocurrido muchas cosas entre tú y yo; como no podía ser de otra manera. Y antes de que esto tome aún más forma de diario, te dejo con el retrato de mis añicos pasados, la brisa de un nuevo verano y el sabor del café en los labios. ¡Que pases buena tarde!