09 diciembre 2020

Cien postales

Fran dio con la caja de postales de los abuelos haciendo limpieza. 
Estaba vaciando unos cajones llenos de adornos de navidad y allí, detrás del tensiómetro, encontró la lata donde guardaba las postales de los abuelos. Desde que era niño recuerda cómo su abuelo, que trabajaba en Correos, se encargaba de que le llegara una postal de Navidad. No porque vivieran lejos, sino por la ilusión de Fran al recibir correspondencia. La postal llegaba siempre la semana de Navidad. Algunos años tenía música y luces, otras una acuarela famosa. Un año llegó una con la receta del bizcocho de la abuela. 

Su madre decía que era una tradición ridícula y que más valía que la ayudaran a pagar los materiales del colegio o el uniforme. Lo de verse solo un par de veces al año con sus padres nunca llegó a superarlo y por eso tenían una relación tan vacía. Fran, sin embargo, adoraba a sus abuelos y los relacionaba con la Navidad. Cada encuentro era especial, esas postales eran un granito de cariño, sellado y certificado. Su madre las hubiese tirado pero él siempre se resistió a hacerlo. Las guardaba en esa lata grande y oxidada de chocolates Cadbury. 

El año pasado, cuando las postales dejaron de llegar, Fran ni se dio cuenta. Estaba estudiando 1º de Medicina en Salamanca y no volvió a casa por Navidad. Prefirió quedarse allí… estudiando. En realidad, todo fue porque había conocido a la guapa Ana en la facultad y ella enseguida le había invitado a pasar la fiesta señalada en la casa de sus padres. Partieron juntos el fin de año universitario y después siguieron celebrando muchos más momentos entre los dos. 

Los abuelos de Fran tuvieron un accidente de tráfico en 2019 y por eso dejaron de llegar las cartas. Su madre no se lo había contado entonces porque sabía que se preocuparía y podía desconcentrarse de sus estudios. Justo ahora, cuando iba por el buen camino. Meses más tarde, cuando su madre le explicó lo que había ocurrido a Fran, él no supo si sería capaz de perdonárselo. 

Estos días de fiesta, Fran vuelve a sacar el árbol de Navidad en su escueto piso de estudiante en Salamanca. Tiene pinta de que lo va a tener complicado para regresar a casa este año. Tampoco sabe bien qué le espera cuando se reencuentre con su madre, si será otra vez el vacío. Así que se aferra a la lata oxidada y pasea la vista y las lágrimas por sus postales. 

Mientras tanto, su madre sentada en su cocina de Las Palmas, arrepentida, se enfrenta a una postal de Navidad que esta vez no piensa dejar vacía. Una o cien… ¡las que hagan falta!


02 diciembre 2020

Entre sus brazos

El mayor sueño de Delia se vino a cumplir este año 2020. 
Al fin su hijo Jorge había sido padre. Después de un parto casi tan largo como una vida, había llegado al mundo una niñita pequeña y pecosa a la que llamaron Lucía. Desde ese momento el corazón de Delia le pertenecía. 

Suspiraba cada día por verla crecer, poder comprarle ropa y juguetes. Que no le falte de nada. Cada día mira sus fotos preguntándose si no es la cosa más bonita que haya visto. Está enamorada de esa niña tan preciosa. Y a la vez se acordaba tanto de cuando ella misma había sido madre y había fantaseado con tener una niña. Pero el destino quiso que tuviera solo a Jorge como único fruto de un matrimonio roto. Él los había abandonado un triste mes de diciembre. 

Por suerte, su hijo Jorge no había salido a su padre. Creció feliz, era un niño muy estudioso y cuando hubo que elegir carrera, eligió la psicología. Siempre fue muy divertido, de esa clase de persona que sabe mostrarte la luz cuando estás perdido. A Delia siempre la ayudó poder contar con él. Pero un buen día, arrastró una maleta hasta la puerta diciendo que “salía a buscar su futuro”. Nunca prometió que volvería. Luego conoció a su mujer en Hamburgo: una chica alemana tan graciosa y abierta como él. 

Ahí es donde viven, ahora junto a la pequeña Lucía. Luz de sus vidas. 

Después de todo, Delia lamenta que su nieta haya nacido este año. Ella vive en la calle que hay detrás de este Centro de Salud, a un paso de la farmacia. Con todo esto del COVID aún no ha podido ir a visitar a su hijo a Alemania porque, además, es paciente de riesgo. Así que no hay día que no se asome a la ventana esperando volver a ver aviones pasar o imágenes de aeropuertos otra vez llenos de vida en las noticias. 

Delia tiene ya varias bolsas de regalo guardadas, la maleta en la puerta y el alma en vilo, esperando. Todo para cuando se puedan volver a ver y pueda, por fin, tener a la pequeña Lucía entre sus brazos.

15 noviembre 2020

Un café desparramado

Así resumiría este fatídico año 2020, con mi último café: amargo y desparramado. 

En las fechas que rondamos se respira un aire entre seco y extraño. Por una parte se siente esta pesadez calmosa que dejó tras de sí la segunda ola de COVID19 que tuvimos en verano y, por otra, la agitación de unas navidades apresuradas que se anticipan a la vuelta de la esquina por miedo a un nuevo confinamiento. No hay forma de encontrar el equilibrio y eso me pone de mal humor. 

No se puede ir muy lejos y cuando vas por la calle ves demasiadas persianas echadas y carteles de "cerrado" que conlleva que la gente se deprima y acabe amontonada en los mismos sitios de siempre: los centros comerciales. Justo lo que hay que evitar. Ante esto, y para llevar la contraria como siempre, he optado por echarme a la calle a descubrir. Manos a los bolsillos y ojos abiertos. 

Para mi dicha, mi búsqueda ha dado resultado. 

Resulta que el otro día, con la poca batería que me quedaba en el móvil, localicé una de esas cafeterías -superviviente, de las que aún quedan abiertas por la zona centro y elegí sentarme exactamente en la misma mesa desde donde estoy escribiéndote estas palabras. Te encantaría. Lo sé porque a mí me encanta. 

Parece una broma de esta ciudad que sigue haciéndome guiños para que me quede para siempre. Ahí, a un paso de la playa hay un local tan poco común y tan pintoresco que parece sacado del mismo París. Con sus cómodos sillones estampados que no pegan ni con cola, sus sillas de madera, sus cuadros clásicos, un par de lámparas de araña y un hilo musical con notas suaves, lejanas. Ideal para mis pensamientos, para esos días en los que no soy médico, ni hija, ni pareja ni amiga. No hay nadie más, solo yo. Lo más irónico es que es el sitio perfecto para mi café porque se trata de La Cafetera.

Se podría decir que este rincón me salvó. Me rescató cuando estaba a punto de caer en el vacío oscuro de ese ronroneo mental absurdo que no va a ninguna parte y además evitó que muriera de hambre.

Ojalá pronto podamos subirnos a un avión y volar lejos, pero por ahora nos toca hacerlo con los ojos cerrados. Cuídate, busca el rincón para tus pensamientos y bébetelos. 

08 septiembre 2020

Cómo se atiende a un paciente con sospecha de COVID19

En la consulta del médico de familia no se para nunca.
Ahora, en pleno brote de COVID19 en Las Palmas de Gran Canaria, no es infrecuente encontrarse cada día un aluvión de citas “forzadas” (extras) de pacientes con síntomas sospechosos que nos rebosan las agendas de trabajo que ya estaban al límite. Pero, ¿realmente se les puede diagnosticar y tratar por teléfono? ¿en qué consiste la atención a estos pacientes? ¿se resuelve adecuadamente su consulta en los escasos minutos que tenemos?

Para empezar, . Creo que la cita telefónica es un gran avance y más aún en estos casos, sospechosos de COVID19, donde los pacientes son un factor potencial de contagio. Aunque no queremos transmitir la idea de que cada vez nos importa menos ver pacientes porque no es así, todo lo que queremos es poder gestionar la atención que los pacientes necesitan. Así, en un momento de caos como el que llevamos semanas viviendo, la atención telefónica nos sirve de herramienta para cribar al paciente, comprobar su estado de salud y darle las indicaciones necesarias. En caso de que deba ser atendido de forma presencial somos capaces de organizar cuándo y a dónde se tiene que dirigir, evitándole esperas innecesarias y riesgo de exposición a otros pacientes y sanitarios. 


  1. Anamnesis completa preguntando por síntomas cardinales y secundarios de COVID19 como: fiebre, tos, dificultad respiratoria, pérdida del gusto y olfato, dolor de garganta, diarrea… En caso de presentar síntomas, registrar cuándo empezaron y qué día remitieron. Investigar si en su entorno hay algún caso positivo, si ha tenido contacto estrecho con dicho caso, si ha estado de viaje recientemente, etc. tratando de localizar el origen de la infección. 
  2. Diagnosticar la sospecha y tratar los síntomas con medicamentos si lo necesita, dando las pautas a personas sanas y ajustando tratamientos con inhaladores a los pacientes que tienen alguna enfermedad pulmonar. 
  3. Al ponerle el diagnóstico en su historia clínica se nos abre la encuesta epidemiológica REVECA (con las que luego hacen las estadísticas) que vuelve a preguntar inicio de síntomas, fecha del aislamiento y factores de riesgo para el contagio (como viajes, exposición en ambientes sanitarios, etc). No es posible salir de la historia si no se rellena. 
  4. Hacer solicitud de PCR (la prueba del bastoncillo), para que los administrativos del Centro de Salud le puedan dar cita y explicarle cómo debe acudir a realizarse la prueba. 
  5. Explicar todas las medidas de aislamiento, indicarle la duración en caso de que sea positivo y qué medidas adoptar tanto si vive solo como si convive con otras personas. 
  6. Preguntar por convivientes, familiares o amigos con los que haya podido tener contacto estrecho recientemente porque, en caso de que el test de COVID19 sea positivo, habrá que localizarlos, aislarlos y realizarles PCR a todos. 
  7. Citar en agenda de seguimiento para que los compañeros del Centro de Salud que se encargan del rastreo telefónico (colaboramos todos los médicos del centro) puedan darle el resultado de la prueba y, en caso de ser positivo, llamarle con frecuencia casi diaria, en función de los síntomas, para comprobar que se encuentra bien, que cumple el aislamiento y que no presenta signos de empeoramiento. 
  8. En caso de que estuviera trabajando o realizando un curso, habrá que emitirle baja laboral (comprobando empresa, puesto de trabajo y día en que faltó por primera vez) o justificante de asistencia que se envía por email al paciente o por fax si es sanitario, a los complejos hospitalarios o gerencia de Atención Primaria. Previo al envío de la documentación por email, el paciente debe enviarnos un correo de autorización al Centro de Salud, así que también hay que explicarle: cuál es el correo, que nos debe mandar la autorización y que una vez hecho esto le llegará su documentación. También se le indica, en caso de baja laboral, qué día tiene que volver a pedir cita telefónica para renovar el parte de baja.  
  9. Dar indicación de que en caso de empeoramiento o signos de alarma deberá contactar siempre con el teléfono de emergencias 112.
Esto es nuestro protocolo COVID19 para pacientes con síntomas sospechosos. La única diferencia con una cita presencial es que, si tenemos al paciente delante, ademas tenemos que ponernos un equipo de protección (EPI) y explorarle, si está con dificultad respiratoria tratarle y en caso de mala respuesta o que precise pruebas complementarias, derivarle al Hospital y esperar para el traslado una ambulancia específica para pacientes con sospecha de COVID19 que puede tardar horas.

Como comprenderás, si no te has cansado de leer y has llegado hasta aquí, una atención tan completa con cada paciente, con la cantidad de pacientes sospechosos que atendemos a diario, es... EXTENUANTE. Está claro que entre tú y yo no hay ser humano que pueda atender un caso sospechoso en menos de 7 minutos. Y eso sin contar el resto de pacientes, los otros 35, 40, 50 pacientes que tenemos ese día en nuestra lista y que esperan que les llamemos o que están en nuestra puerta preguntando "si pueden pasar ya".
Si eres paciente, gracias por ser paciente y cuídate. 
Si eres médico de familia... digamos BASTA YA! 
#plataformaMAPcanarias

13 agosto 2020

Una nueva aventura

Hoy te escribo para contarte mi última locura: ¡Medicina Estética!
Este verano he podido cumplir, pandemia por medio, con este brillante objetivo marcando así el fin de mis estudios de Máster (por el momento). Estoy muy ilusionada ahora mismo por la oportunidad de desarrollarme en un campo tan diferente. Han sido un buen puñado de horas estudiando y unas cuantas más practicando y dejándome practicar. Con el confinamiento por COVID19 hubo una pausa que poco a poco se va olvidando y que hizo que esta última parte se cogiera con más ganas. Ha valido la pena: por la experiencia única, por intentar superar el temblor fino cada día y por las bellísimas personas que he podido encontrar en este camino. Estos estudios me han abierto una puerta a otro lado de la Medicina. 

También ha sido una vía de escape en los meses "malos". Era un alivio saber que, entre consulta y consulta, siempre había hueco para algo más. 

Aquí te espero, con mis labios puestos 😙💋 
¡Cuídate, cuidémonos! 



Un cariñoso abrazo para mis compis del #MasterMedicinaEsteticaCórdoba

Brillantes, después de la sesión de Peeling

09 mayo 2020

Lluvia de agradecimientos

Este rinconcito entre tú y yo es para devolver la lluvia de agradecimientos que nos llegan estos días de todas partes. Sin duda, lo mejor del día... todos los días. Estas pequeñas gotitas de alegría nos dan la energía para seguir trabajando. ¡Un millón de GRACIAS!😊



02 mayo 2020

Sin teclas

Así me quedé la semana pasada, sin ordenador.
Reconozco que ya estaba en las últimas, era cuestión de tiempo.
Pero siempre es un susto cuando el ordenador no te enciende. 
Traté de reanimarlo durante varias horas sin éxito. Finalmente declaré el apagado oficial. Una vez superado el parraque inicial, asumí la pérdida y comencé rápidamente con la búsqueda de un nuevo compañero. Para mi sorpresa, y alivio, vi que no era complicado encontrar bastantes modelos interesantes y disponibles en Canarias, incluso durante el confinamiento. El envío era gratuito en la mayoría de webs. Todo un detalle. 

El comecocos vino cuando tuve que tomar la decisión entre Windows y Mac. He ahí la cuestión. Siempre he sido de Windows y me echaba un poco para atrás pasar al otro sistema por creer que el coco no me da para aprender a usar un nuevo sistema operativo. Lo que verdaderamente hizo plantearme adquirir un portátil Mac fue mi (grata) experiencia con el iPhone.

Tengo un iPhone 7 desde hace 3 años que ya está más que amortizado: me ha acompañado durante un postoperatorio y luego por distintas latitudes, frío-calor, arena y lluvia, le ha caído agua, cerveza y babas, se ha cargado en un aeropuerto, en barco y en tren, ha vivido tanto con funda como desenfundado, en todo este tiempo no ha llegado a ocuparse más del 30% de su memoria y me ha permitido estar conectada con mi familia 24h... yo creo que este bicho no le tiene miedo a nada.

También anduve charlando con los que ya tenían un MacBook, todos estaba contentos. Me convenció que, al preguntarles si se comprarían otro en caso de tener que hacerlo, la respuesta fue afirmativa en todos los casos. Y entonces, otra decisión entre MacBook Air modelo de 2019 y 2020.

Si bien la cuestión económica es importante, el modelo nuevo es significativamente más rentable para la capacidad que trae consigo. Además, parece que hubo un cambio importante en la nueva versión que afecta directamente al teclado y ese es mi punto fuerte: darle a las teclas. Toda la información y más la encontré en este enlace, espero que te sea de ayuda si estás en la misma situación: Applesfera
Para mí todo esto han sido razones de peso para decidirme a entrar en Mac. Sí. Finalmente he sucumbido a la marca californiana. Qué le voy a hacer. Gracias Windows por todo lo que me ayudaste a crear. En adelante, seguiré tecleando entre tú y yo desde mi nuevo MacBook Air 2020.


PD: si necesitas ayuda con tu decisión, escríbeme ;) 

27 abril 2020

Los besos que el Coronavirus nos robó

Maldito. Maldito. Maldito. Coronavirus.
Pasa entre tú y yo como un tornado, desorganizándolo todo.
Los días se hacen largos, larguísimos, eternos, esperando el momento en que podamos volver a la "normalidad" aunque realmente lo normal es que queramos volver. A esos lugares, esos momentos, esas personas. Y nos ocupamos en oír las historias de la gente porque es mejor que escuchar nuestro propio retumbar. Ese sonido que se nos ha quedado pegado, como hueco.

En estos días en los que "cariño", "mi niña", "churri" o "mi amor" están en lista de espera nos vale cualquier migaja de amor. Ahora nos tratamos con los genéricos, es decir las vídeo-llamadas. Gracias a ellas suspiramos, de alivio, al conectar con los que están lejos. Pero están. Y volverán. Todos los besos tienen dueño: los que se han dado y hasta los posibles... Como todo ese amor que se nos ha quedado en la cola de impresión al acabarse la tinta.  

Esto nos ha pasado por encima y nos ha quitado nuestra esencia. Nos ha quitado. Y eso es motivo suficiente para seguir declarándole la guerra cada día. Por eso aún saboreo el primer beso que me dio mi novio, aunque lo tenga cerca, y el último que le di a mi madre, que la tengo a una isla de distancia. 

Nos llamamos en silencio, nos queremos por teléfono, nos besamos en sueños.

Hoy, un minuto de palabras por todos esos besos que el Coronavirus nos robó.

21 abril 2020

Coronavirus: nuestra nueva agenda de trabajo en el Centro de Salud

La crisis del Coronavirus trajo consigo importantes cambios en la forma de trabajo de los Centros de Salud. Nos pilló desprevenidos pero en cuanto pudimos... 
Nos adaptamos.

Tuvimos que renunciar a muchos hábitos de trabajo
A las sesiones de equipo, la docencia, al contacto entre nosotros y a vernos las caras, a circular por el centro salvo si es necesario, a llevar nuestra ropa, a llevar el pelo suelto, a llevar maquillaje o relojes o anillos. Y nadie habla de esto porque es superfluo. Pero han sido cambios... Ahora vamos más por las escaleras, nos llamamos por teléfono de consulta a consulta para no vernos ni hablar a 2 metros, trabajamos con pijama y bata cerrada, con el pelo recogido bajo un gorro, con guantes y mascarilla, y las sesiones se realizan en pequeños grupos.

Equipo del Centro de Salud de Cueva Torres, Las Palmas de Gran Canaria

También tuvimos que renunciar a nuestros pacientes
Les dijimos que se quedaran en casa y ¡lo han hecho! Lo que pasa es que ahora tenemos que diagnosticar por teléfono y eso ya no es tan fácil. Algunos pensarán que la carga de trabajo ha bajado pero seguimos atendiendo el mismo número de pacientes, incluso más, separando a los pacientes respiratorios del resto. 

Dejamos de tener cupos propios, pacientes propios, desde hace varias semanas. Hemos estado compartiendo entre todos los pacientes de todos. Ya no hay más de: "quiero que me atienda mi médico", "es que mi médico sabe lo mío" "mi médico me entiende mejor". Se acabó el paternalismo médico-paciente. Ahora todos somos tu médico. ¿Y saben qué? Nadie se ha quejado. Para mi grata experiencia el paciente se siente igualmente agradecido al ser atendido con cercanía por cualquiera de los médicos del equipo. Salvo contadas excepciones, claro.

Si quieres ver en persona cómo se trabaja en mi Centro de Salud, echa un vistazo: 
PD: Salgo por ahí vestida de color rosa ;)