Esas grandes citas entre cafés.
29 mayo 2019
28 mayo 2019
Agridulce
Porque no sé de qué otra manera puedo llamar a esta no-despedida.
No puedo dejar de contarte cómo fue la partida de mi Centro de Salud; ese sufrido consultorio que me ha visto pasar de medicoblasto asustado a médico residente o "resistente" a medicucha de familia.
Como toda batalla que está llegando a su desenlace y pasa por esa fase de tensión. Agrio. Yo me encontraba con el siguiente panorama: mi tutora ya había dado su voto de confianza definitivo y me había permitido (si no, empujado a) asumir la consulta por mí sola durante los últimos 15 días de trabajo bajo estrecha supervisión pero sin contar con ayuda para aprender a "gestionarme". Eso incluía: la consulta con una agenda de 36 pacientes citados, tramos de incidencias, informes, domicilios y los "extras" (esos pacientes sin cita que necesariamente tienes que ver tú y pueden llegar a ser hasta 12 ó 15 al día). Partes de baja/alta laboral, recetas, efectos inesperados a medicamentos, altas hospitalarias después de largos ingresos, cirugías inminentes o, desgraciadamente, neoplasias de reciente diagnóstico. A todo hay que hacerle su hueco.
Yo creo que no lo llevaba mal, como residente uno aprende mucho mediante el ensayo-error y, como le dije a mi tutora, entiendo que "a veces está bien estar desbordado, así uno ve de lo que es capaz". Lo que no estaba planeado era un giro en la historia. Mejor dicho, un giro en las ruedas del coche por una absurda distracción que me envió directamente a la cuneta de la autovía cuando iba una tarde al trabajo. ¡Un susto! Por suerte la chapa del lateral izquierdo recibió todo el impacto y estoy agradecida porque el único daño que hay que lamentar fue el que sufrió mi tarjeta de crédito tras los arreglos. Dulce. Este pequeño incidente ocasionó que pasara mis últimos días de trabajo con baja laboral, dolor cervical en rehabilitación y una sensación entre agria y dulce de susto, escasa frustración por no poder ni despedirme y, a la vez, un gran alivio porque puedo contarla sin secuelas.
De hecho, yo estoy mejor y mi pequeño ya está fuera del taller y con su primera revisión de ITV hecha. Un final a lo Juego de Tronos: poco épico, un poco así, de aquella manera... agridulce, pero igualmente un final.
Ya sabes: disfruta de la semana, se feliz y...
¡ten cuidado en la carreteeera!
Como toda batalla que está llegando a su desenlace y pasa por esa fase de tensión. Agrio. Yo me encontraba con el siguiente panorama: mi tutora ya había dado su voto de confianza definitivo y me había permitido (si no, empujado a) asumir la consulta por mí sola durante los últimos 15 días de trabajo bajo estrecha supervisión pero sin contar con ayuda para aprender a "gestionarme". Eso incluía: la consulta con una agenda de 36 pacientes citados, tramos de incidencias, informes, domicilios y los "extras" (esos pacientes sin cita que necesariamente tienes que ver tú y pueden llegar a ser hasta 12 ó 15 al día). Partes de baja/alta laboral, recetas, efectos inesperados a medicamentos, altas hospitalarias después de largos ingresos, cirugías inminentes o, desgraciadamente, neoplasias de reciente diagnóstico. A todo hay que hacerle su hueco.
Yo creo que no lo llevaba mal, como residente uno aprende mucho mediante el ensayo-error y, como le dije a mi tutora, entiendo que "a veces está bien estar desbordado, así uno ve de lo que es capaz". Lo que no estaba planeado era un giro en la historia. Mejor dicho, un giro en las ruedas del coche por una absurda distracción que me envió directamente a la cuneta de la autovía cuando iba una tarde al trabajo. ¡Un susto! Por suerte la chapa del lateral izquierdo recibió todo el impacto y estoy agradecida porque el único daño que hay que lamentar fue el que sufrió mi tarjeta de crédito tras los arreglos. Dulce. Este pequeño incidente ocasionó que pasara mis últimos días de trabajo con baja laboral, dolor cervical en rehabilitación y una sensación entre agria y dulce de susto, escasa frustración por no poder ni despedirme y, a la vez, un gran alivio porque puedo contarla sin secuelas.
De hecho, yo estoy mejor y mi pequeño ya está fuera del taller y con su primera revisión de ITV hecha. Un final a lo Juego de Tronos: poco épico, un poco así, de aquella manera... agridulce, pero igualmente un final.
Ya sabes: disfruta de la semana, se feliz y...
¡ten cuidado en la carreteeera!
25 mayo 2019
El gran reto del #365
Parece que está de moda retarse en las redes sociales.Hay quienes tienen como reto petar las redes confakefotos suyas y otros, directamente, se retan a sí mismo.
No te creas que soy muy fan de tener la cabeza ocupada con hacer algo, que suele ser siempre lo mismo, cada día del año por decir... ¿qué? ¿lo logré? Tonterías. Muchos deciden iniciarlo el día de Año Nuevo aunque la mayoría no creo que esté en condiciones para empezar nada ese día. La verdad es que al principio de cualquier mes sólo me interesan dos cuestiones: cuántas guardias voy a tener y cuántos días faltan para vacaciones. Y dicho esto, te contaré una cosa.
El mes de Octubre pasado estuve en Londres y entre tanta cosa bonita que había para comprar y yo, decidí traerme una agenda, que más bien parecía un libro de tapa dura. Es que era preciosa. Me la traje para casa con la idea de usarla de lo que era: una agenda (la tercera o cuarta agenda ya). Pero me dio pena en aquel momento empezarla así que la guardé y ahí quedó hasta que me acordé de ella... el día de Año Nuevo.
Me planteé entonces, como reto, algo asequible para mí: escribir, al menos, una frase al día. Eso podía conseguirlo. Y vaya si lo conseguí. Ya vamos a entrar en el mes de Junio y parece que llevo medio libro escrito. Mi sueño: escribir un libro y que además ya esté encuadernado. De repende un día, al pasar algunas páginas para detrás, me sorprendí a mí misma con todo lo que había para contar y digo yo, ¿qué mejor que releerse a uno mismo?
Me planteé entonces, como reto, algo asequible para mí: escribir, al menos, una frase al día. Eso podía conseguirlo. Y vaya si lo conseguí. Ya vamos a entrar en el mes de Junio y parece que llevo medio libro escrito. Mi sueño: escribir un libro y que además ya esté encuadernado. De repende un día, al pasar algunas páginas para detrás, me sorprendí a mí misma con todo lo que había para contar y digo yo, ¿qué mejor que releerse a uno mismo?
Así me he dado cuenta de lo que eran miedos infundados, preocupaciones que ya son historia, de esos pequeños errores y de lo mágico que fue hacer las paces a tiempo, de grandes sorpresas y sobre todo me he dado cuenta de que el gran libro de la vida sólo se puede escribir hacia delante pero siempre vale la pena echar un ojo a lo que hay detrás.
¡Feliz fin de semana!
23 mayo 2019
Ahora que esto se termina
Aprobé la carrera de Medicina en 7 años.
Preparé en examen MIR en Madrid en 2014.
Y ahora han pasado un poco más de 4 años desde que saliera del Ministerio con aquel papel reciclado en la mano que decía que tenía una plaza como Médico Residente de Medicina Familiar y Comunitaria en Gran Canaria.
"R1 es dar la bienvenida, R2 para disfrutar,
R3 hay que estudiar y el R4, trabajar."
Esto fue lo que me dijeron nada más llegar.
Créeme, estas palabras han resonado tantas veces entre tú y yo, que las podría recitar en sueños.
La cuestión es que dejé Tenerife y a mi familia y me vine solita a esta isla. Comencé a trabajar desde el principio en una dura carrera de fondo que me iba a dejar casi sin aliento. Es agotador. Por suerte, la mitad de las historias malas se me han olvidado y de todo ello he decidido quedarme con lo mejor. Las personas, las risas y la pasión. Está claro que estas son las piezas que mueven el mundo, al menos el mío.
A lo largo de estos 4 años ha habido innumerables ocasiones de flaqueza, de escasez de energía y de impulso. Por enfermedad, porque la vida es dura, injusta, y porque parece que no siempre se puede arreglar todo a la vez. La verdad es que lo que uno entrega a estos 4 años no está pago. Las noches, las facturas de la gasolina, los pacientes demandantes, los domicilios de última hora, los trabajos, las libretas del residente... y, en general, todo el tiempo que hay que dedicarle. TODO. Si no, esto no sale. Aunque yo digo que al final, cuando parece que ya no podemos, siempre hay para un pasito más. Aunque sea pequeño.
Admiro a todos mis compañeros residentes y valoro el esfuerzo de todos porque estos años incluyen mucho trabajo y mucho estudio también. Los cursos, las sesiones, las jornadas, los congresos. Cada mes hay algo nuevo y llega un punto en que te ves metido en una rueda que no deja de girar y que acaba en la cuneta. Socorro.
En el comienzo tuve mi época rebelde.
No iba a llegar hasta ahí para no celebrarlo. Y vaya que si lo celebré. El primer verano como residente sólo recuerdo salir de fiesta. Un día cualquiera, tanto si era sábado, martes o jueves. No me importaba para nada madrugar y no me preocupaba por ser puntual. No sé qué cursos nos dieron pero sí que me acuerdo de las noches que estaba despierta hasta las tantas en la calle, de las copas derramadas, de las risas y de... más cosas. En aquellos días (y noches), la vida era divertidísima y sencilla. La disfruté mucho.
Luego, Cupido me flechó y caí de lleno en el amor.
Conocí a mi novio, en el trabajo claro, y arrimé a un lado todas las noches de jolgorio para dedicárselas a él. Esto también me llevó a aprender bonitas lecciones pero da para varios cafés. La cuestión es que me ayudó a amueblar un piso y la cabecita.
Y por último, hubo un momento, no sé exactamente cuándo, en que no me quedó otra que ponerme a trabajar pero... A TOPE. Intensamente. Sin descanso. Día y nochesss.
Así ha sido el último año. Ya no había tiempo para fiestas, ni para la contemplación, ni el amor (bueno, para eso siempre). Sólo carretera, cafés y comidas preparadas en la neverita, maleta con almohada y sábanas en el maletero del coche y noches fuera de casa haciendo guardia. Bolsos para arriba, bolsos para abajo todo el rato.
Durante los salientes tampoco dormía mucho, de hecho creo que no dormí nada. Siempre tenía miles de asuntos por hacer y algunas veces me tocó regresar al Centro de Salud para meterle mano al proyecto. Con tanto va y viene llegué a gastar hasta 250 eur en gasolina en menos de un mes (muchísimo) y más de 100 horas de mi vida en colas de autopista. Manejaba 3 agendas a la vez, sin contar el planning de la nevera. Y los días y las noches eran: trabajar, trabajar, trabajar. En definitiva, la vida del residente mayor.
Ya hace varios días que terminó nuestro contrato. Uno se queda como... en el limbo. Es ahora cuando, ordenando papeles, pienso en todas esas historias de los últimos 4 años y me parecen importantes, aunque fueran movidas. Lo que más me alegra es haber presentado el proyecto de R4, haber terminado la libreta del residente, dejar de hacer 5 guardias al mes y no tener que rellenar más protocolos de Riesgo Cardiovascular, al menos durante un tiempo.
Si te preguntas: ¿y ahora qué? Pues, ni idea. Yo también me lo pregunto, pero sin agobiarme. De momento sé lo que toca...
¡vacaciones!
25 marzo 2017
NUEVO BLOG
¡Hola!
A los que tropiecen en este blog me gustaría informarles de que no va a haber más contenido nuevo en esta dirección web. Pueden leer hacia abajo todo lo que en su día se publicó aunque ya mucho de ello prescribió. A partir de ahora podrán encontrarme a mí y a mis ideas en un nuevo sitio, también llamado "Entre tú y yo": entredebpitayyo.blogspot.com.es
Hasta pronto
10 enero 2016
A propósitos
Desde la izqda. mis hermanas V., E. y yo. |
¡¡Feliz año nuevo 2016!!
Espero que las fiestas que acaban de pasar no te hayan dejado secuelas, aunque todos tenemos alguna deudilla, algún kilo y algunas caries de más. Con todo, seguro que ya te has puesto manos a la obra para subsanarlo. Yo por mi parte ya he cumplido con mi visita al dentista, tengo mis asuntos financieros en orden y lo de los kilos... estoy trabajando en ello. Pronto. Ya encontraré el hueco. Prometido.
Hoy, primer fin de semana sin guardia del 2016, he podido aprovechar para descansar y meditar acerca de los propósitos del año nuevo.
Ya sé que esto se lo debería plantear uno antes de Año Nuevo pero ese día estaba de guardia y no tenía cabeza para objetivos; de hecho no tenía cabeza para nada. Tenía varios pacientes vomitando al mismo tiempo y poniéndome el pasillo perdido. Luego vinieron muchos casos que pasaron directamente de mis manos al psiquiatra. Mi compañera tenía razón: "la gente en Navidad se pone triste porque está sola y viene a Urgencias porque sabe que aquí siempre hay alguien que lo aguanta". Yo por una parte lo entiendo: me he pasado las últimas Navidades estudiando, ¿hay algo más deprimente que eso? Estas fiestas han sido geniales, he podido vivirlas como siempre he querido, incluso aunque haya estado trabajando y me tocara la peor guardia de todo el año, la del 1 de enero. No he tenido que estar estudiando 8 horas al día, ni he tenido que madrugar para pillar sitio en la biblioteca, ni he tenido que tomar infusiones de tila y valeriana los días previos a ningún examen.
Buf, eso ha sido una importante mejora. Pero vamos a hablar de propósitos que hay entre tú y yo, de los reales y los inventados.
Por ejemplo, es una invención que me vaya a apuntar a un gimnasio; nunca me han gustado y ni qué decir del traumático paso por los vestuarios donde la gente entabla conversaciones sin ropa. Real, real es el propósito de mejorar lo que como. Eso es fácil, se trata de identificar todas las porquerías de las que me alimento y no comprarlas. O cambiarlas por fruta. O no comer y beber agua.
Otro invento es el de no fundirme las tarjetas comprando ropa que no necesito. En el fondo sé que es bastante complicado de llevar a cabo y por eso termino buscando toda clase de excusas, que resultan ser muy buenas, como la de que la ropa que no uso y está nuevita se la voy dando a mis hermanas. Totalmente cierto. Ellas encantadas y yo haciendo hueco en el ropero. Tampoco es tanto lo que compro, el problema es que parto de un ropero muy pequeño... ... ...
Ahora que tengo tiempo libre, sé lo que es y lo disfruto, me doy cuenta de que podría hacer algo productivo para mí durante esas horas como: apuntarme a clases de algún nuevo idioma, estudiar protocolos, aprender a hacer manualidades o bricolaje que tanto me gusta. El propósito está ahí, en algún punto inconcreto de la nebulosa de purpurina rosa de mi mente. Pero forzar la máquina para ser creativo nunca da buenos resultados, de hecho casi nunca los da. Así que lo más probable es que pase de las clases y me dedique a disfrutar mi tiempo libre estando así, libre, que no es lo mismo que sola.
Un objetivo que sí voy a cumplir es el de viajar. Y viajar a un lugar lejano y exótico, si es posible. Porque viajando te conoces, conoces a la persona con la que viajas, te diviertes, aprendes, desconectas, duermes mejor y en cualquier parte, practicas otros idiomas (incluido el de señas, si es necesario), ves paisajes fuera de lo común y añades recuerdos al álbum de tu vida que es, en definitiva, lo que cuenta.
Como buena escritora, no me podía faltar el propósito de escribir más, de sentarme y redactar las ideas que ocupan mi cabeza, que a menudo son tan enrevesadas que no sé ni por dónde empezar. Lo importante es que se gasten tinta y palabras.
Para los interesados, este año no pienso casarme, no pienso embarazarme ni adquirir otro tipo de mascota.
¿Y tú qué me cuentas?
¿Ya empezaste con tu lista de propósitos?
¡Feliz Domingo!
29 noviembre 2015
Seis meses de Luna de Miel (en Atención Primaria)
Esta semana se han cumplido los 6 meses de rotación en Atención Primaria, la mitad de mi primer año de residencia MIR. Por supuesto, hoy me he despertado con la necesidad imperiosa de contártelo.
Los cachorritos de Medicina Familiar y Comunitaria somos los residentes más afortunados de todos -me arriesgo a asegurar, ya que casi ninguna otra especialidad pasa tanto tiempo en su servicio al principio. Para nosotros es doblemente importante porque, como nos dijeron al principio "no pertenecemos al hospital, sino a la comunidad" y tener esto presente sin conocer primero el que ha de ser nuestro hábitat natural, es difícil.
Sin haber pisado aún el hospital, puedo decir que la consulta de Atención Primaria es un lugar duro, con alto nivel de rendimiento, donde se trabaja (y nos exigen) muchísimo, con una gran carga asistencial diaria y con escasos periodos de tregua, normalmente sin bajar de los 35-40 pacientes al día. A pesar de esto, también es la consulta más agradable, donde la gente aprende a conocerte y al final se deja coger cariño. Llegas a saber sus historias, a entender mejor los por qués, a sufrir un poquito con ellos y a reír siempre que se pueda. Cuando lo haces bien, los pacientes vuelven a darte las gracias. Cuando lo haces mal, se cambian de cupo y te miran mal desde la sala de espera de la otra consulta. Qué le vamos a hacer, no todo son aciertos.
La consulta de Primaria es donde he podido formarme mejor, inventando el tiempo para aprender siempre algo nuevo, revisar tratamientos, organizar protocolos y preparar exposiciones. Esto ha sido posible gracias a que el destino quiso poner en mi camino una tutora estupenda y dedicada, responsable y constante. No me quedó otra que devolvérselo de la misma manera, dando todo lo mejor de mí cada día. Por supuesto, ya la echo de menos. Algo parecido ocurre con mi compañera V., mi co-R de centro de salud que ha estado trabajando conmigo codo con codo. Aunque a ella no necesitaré echarla de menos porque se viene conmigo al hospital; ambas sabemos que nos espera un periodo de adaptación. Ya sabes, lo nuevo y desconocido da un poco de angustia al principio. El hospital ahora se nos hace un mundo contando también con que ninguna de las dos es de la isla, así que lo único que conocemos del Hospital Insular es cómo llegar a Urgencias (por las guardias) y desde allí al comedor o al cuarto de descanso. Tampoco ha de ser muy difícil, supongo...
Desde la izquierda, mi coR V. y yo junto a nuestros tutores. |
¿Qué he aprendido en estos seis meses? Que el Médico de Familia es médico, a domicilio muchas veces, amigo, consejero, confidente, oyente, cómplice, psicólogo, intermediario, dietista, personal coach, farmacéutico, guía espiritual, lo que el paciente necesite que seamos. "Los pacientes mienten" -me dijeron. En ningún sitio se han oído tantas verdades como entre esas cuatro paredes de nuestra consulta. Hay personas que acuden simplemente buscando una opinión sobre qué hacer respecto a algún asunto. La cuestión es que no hay asignatura que valga para este trabajo. Lo único que tienes como arma para ayudar a los pacientes muchas veces es lo que llevas contigo en la vida, la humanidad y la empatía.
A mi tutora y a mí los pacientes nos llaman "la pareja tranquila".
Una paciente nos dijo el chisme un día. Eso es porque si tenemos 6 min. por paciente, nosotras les damos ocho y luego finalmente son quince, veinte o los que hagan falta. Hay personas que requieren más tiempo que otros y esto, los demás no lo entienden hasta que están dentro de la consulta. Algunas veces también es porque nos la juega la tecnología y el ordenador se pone como le da la gana. La cuestión es que ninguno se queda sin ser visto, escuchado y atendido. Esto lleva su tiempo y, aunque se desesperen en la sala, al final todos se van agradecidos.
A los abuelos, que nunca fueron objeto de mi devoción, les he terminado cogiendo cariño. A muchos los llamo de nombre, me dan besos cuando me ven incluso por la calle y se sienten totalmente seguros cuando acuden a Urgencias y me encuentran a mí allí. Yo me siento como su protectora y no es rara la guardia que busque en la lista de pacientes ingresados algún nombre conocido, por si les hiciera falta mi ayuda, consuelo o compañia.
He descubierto que mi punto débil son los pacientes hipocondríacos, bipolares e histriónicos. Para ellos sólo tengo mi mejorada cara de póker. A veces uno tiene que aprender a luchar frente a la transferencia y contra-transferencia para evitar conflictos. Por más que quiera, hay cosas que me cuesta entender y aceptar. Será cuestión de tiempo y de madurarlo.
El verano fue sin duda la mejor época, cuando comenzaron de nuevo las clases en septiembre y la gente volvió de vacaciones el nivel asistencial se intensificó así como las exigencias docentes. A mí me pilló regresando de viaje. Benditas vacaciones, entre Tenerife y Londres, me ayudaron a ponerme las pilas. Al volver no me costó mucho coger ritmo de nuevo y aunque es cierto que hay fines de semana que no puedo mover un músculo, la cuestión es que me gusta mi vida tal y como es. Ahora mismo no cambiaría absolutamente nada. Lo que queda por aprender, la gente que queda por conocer, los pacientes que aún tienen mucho que enseñarme... todo eso, es parte del camino.
Las guardias en Urgencias serguirán siendo como hasta ahora. Uno ve todos los pacientes que pueda, les alivia el dolor, les pone oxígeno, una dieta adecuada y luego va a buscar al adjunto cuando algún monitor pita más de la cuenta o no tienes ni idea o crees que aquel paciente está para irse a casa. Lo de las 24 horas se lleva medianamente... pfs, buah.. se lleva. A mí en particular siempre me atrajo mucho más trabajar de noche que de día; al igual que viajar. El ritmo nocturno es diferente al diurno por todo: el tipo de pacientes que llega, escuchar la sala de Observación en silencio, con las luces a medio apagar y el sonido de los monitores. Me gusta. Hay veces que he tenido tiempo hasta de estudiar; otras, de echar un sueñecito con la cabeza empotrada en el teclado. Uno va conociendo a los equipos de enfermería (y ellos a ti), a los celadores, aprendes a hacerte autosuficiente y no esperar por el auxiliar, que está ocupado, para que solucione cosas que puedes hacer tú mismo.
En definitiva las cosas marchan. El tiempo va pasando, a veces a una velocidad pasmosa. Me pongo a pensar en cómo estaba yo al principio del año, viviendo en Madrid, opositora MIR echa un lío y con el estómago trancado en un nudo marinero de los fuertes; luego en mi casa, en Tenerife deseando pasar de página durante unos meses interminables, luego mudándome a Gran Canaria, comenzando a vivir por mi cuenta, empezando de cero una vida nueva en un sitio conocido sólo a medias, comprando mi coche soñado, aprendiendo lo que es ser solvente (y responsable) y ahora... aquí estoy, dando las gracias cada día, por cada paso que di y las decisiones que me trajeron hasta aquí, queriendo echar pequeñas raíces justo donde estoy para que todos sepan a dónde pertenezco. Después de lo malo, lo nefasto y lo buenísimo, todo ello, sólo me queda decir entre tú y yo que, volvería a hacerlo. Una y otra vez, elegiría este camino desde el principio. Estoy agradecida incluso a los obstáculos que me obligaron a rectificar rumbo, orientándome hasta este lugar, me hicieron fuerte y me enseñaron que, lo que había al final de todo, era sólo el principio.
¡Feliz semana a todos,
muchos ánimos para los opositores MIR
y abrazos para aquellos que me leen!
Etiquetas:
año,
aprender,
bata,
cabeza,
cambio,
conseguir,
consulta,
desconocido,
disfrutar,
experiencia,
gracias,
imposible,
independiente,
medicina,
medico,
MIR,
pasado,
pensamiento,
vida
Suscribirse a:
Entradas (Atom)