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23 mayo 2019

Ahora que esto se termina

Aprobé la carrera de Medicina en 7 años.
Preparé en examen MIR en Madrid en 2014.
Y ahora han pasado un poco más de 4 años desde que saliera del Ministerio con aquel papel reciclado en la mano que decía que tenía una plaza como Médico Residente de Medicina Familiar y Comunitaria en Gran Canaria. 

"R1 es dar la bienvenida, R2 para disfrutar,

R3 hay que estudiar y el R4, trabajar."


Esto fue lo que me dijeron nada más llegar.
Créeme, estas palabras han resonado tantas veces entre tú y yo, que las podría recitar en sueños.

La cuestión es que dejé Tenerife y a mi familia y me vine solita a esta isla. Comencé a trabajar desde el principio en una dura carrera de fondo que me iba a dejar casi sin aliento. Es agotador. Por suerte, la mitad de las historias malas se me han olvidado y de todo ello he decidido quedarme con lo mejor. Las personas, las risas y la pasión. Está claro que estas son las piezas que mueven el mundo, al menos el mío. 

A lo largo de estos 4 años ha habido innumerables ocasiones de flaqueza, de escasez de energía y de impulso. Por enfermedad, porque la vida es dura, injusta, y porque parece que no siempre se puede arreglar todo a la vez. La verdad es que lo que uno entrega a estos 4 años no está pago. Las noches, las facturas de la gasolina, los pacientes demandantes, los domicilios de última hora, los trabajos, las libretas del residente... y, en general, todo el tiempo que hay que dedicarle. TODO. Si no, esto no sale. Aunque yo digo que al final, cuando parece que ya no podemos, siempre hay para un pasito más. Aunque sea pequeño. 

Admiro a todos mis compañeros residentes y valoro el esfuerzo de todos porque estos años incluyen mucho trabajo y mucho estudio también. Los cursos, las sesiones, las jornadas, los congresos. Cada mes hay algo nuevo y llega un punto en que te ves metido en una rueda que no deja de girar y que acaba en la cuneta. Socorro
En el comienzo tuve mi época rebelde
No iba a llegar hasta ahí para no celebrarlo. Y vaya que si lo celebré. El primer verano como residente sólo recuerdo salir de fiesta. Un día cualquiera, tanto si era sábado, martes o jueves. No me importaba para nada madrugar y no me preocupaba por ser puntual. No sé qué cursos nos dieron pero sí que me acuerdo de las noches que estaba despierta hasta las tantas en la calle, de las copas derramadas, de las risas y de... más cosas. En aquellos días (y noches), la vida era divertidísima y sencilla. La disfruté mucho.
Luego, Cupido me flechó y caí de lleno en el amor. 
Conocí a mi novio, en el trabajo claro, y arrimé a un lado todas las noches de jolgorio para dedicárselas a él. Esto también me llevó a aprender bonitas lecciones pero da para varios cafés. La cuestión es que me ayudó a amueblar un piso y la cabecita. 
Y por último, hubo un momento, no sé exactamente cuándo, en que no me quedó otra que ponerme a trabajar pero... A TOPE. Intensamente. Sin descanso. Día y nochesss. 
Así ha sido el último año. Ya no había tiempo para fiestas, ni para la contemplación, ni el amor (bueno, para eso siempre). Sólo carretera, cafés y comidas preparadas en la neverita, maleta con almohada y sábanas en el maletero del coche y noches fuera de casa haciendo guardia. Bolsos para arriba, bolsos para abajo todo el rato. 

Durante los salientes tampoco dormía mucho, de hecho creo que no dormí nada. Siempre tenía miles de asuntos por hacer y algunas veces me tocó regresar al Centro de Salud para meterle mano al proyecto. Con tanto va y viene llegué a gastar hasta 250 eur en gasolina en menos de un mes (muchísimo) y más de 100 horas de mi vida en colas de autopista. Manejaba 3 agendas a la vez, sin contar el planning de la nevera. Y los días y las noches eran: trabajar, trabajar, trabajar. En definitiva, la vida del residente mayor. 

Ya hace varios días que terminó nuestro contrato. Uno se queda como... en el limbo. Es ahora cuando, ordenando papeles, pienso en todas esas historias de los últimos 4 años y me parecen importantes, aunque fueran movidas. Lo que más me alegra es haber presentado el proyecto de R4, haber terminado la libreta del residente, dejar de hacer 5 guardias al mes y no tener que rellenar más protocolos de Riesgo Cardiovascular, al menos durante un tiempo. 

Si te preguntas: ¿y ahora qué? Pues, ni idea. Yo también me lo pregunto, pero sin agobiarme. De momento sé lo que toca... 
¡vacaciones! 

29 noviembre 2015

Seis meses de Luna de Miel (en Atención Primaria)

Esta semana se han cumplido los 6 meses de rotación en Atención Primaria, la mitad de mi primer año de residencia MIR. Por supuesto, hoy me he despertado con la necesidad imperiosa de contártelo.

Los cachorritos de Medicina Familiar y Comunitaria somos los residentes más afortunados de todos -me arriesgo a asegurar, ya que casi ninguna otra especialidad pasa tanto tiempo en su servicio al principio. Para nosotros es doblemente importante porque, como nos dijeron al principio "no pertenecemos al hospital, sino a la comunidad" y tener esto presente sin conocer primero el que ha de ser nuestro hábitat natural, es difícil. 

Sin haber pisado aún el hospital, puedo decir que la consulta de Atención Primaria es un lugar duro, con alto nivel de rendimiento, donde se trabaja (y nos exigen) muchísimo, con una gran carga asistencial diaria y con escasos periodos de tregua, normalmente sin bajar de los 35-40 pacientes al día. A pesar de esto, también es la consulta más agradable, donde la gente aprende a conocerte y al final se deja coger cariño. Llegas a saber sus historias, a entender mejor los por qués, a sufrir un poquito con ellos y a reír siempre que se pueda. Cuando lo haces bien, los pacientes vuelven a darte las gracias. Cuando lo haces mal, se cambian de cupo y te miran mal desde la sala de espera de la otra consulta. Qué le vamos a hacer, no todo son aciertos.    

La consulta de Primaria es donde he podido formarme mejor, inventando el tiempo para aprender siempre algo nuevo, revisar tratamientos, organizar protocolos y preparar exposiciones. Esto ha sido posible gracias a que el destino quiso poner en mi camino una tutora estupenda y dedicada, responsable y constante. No me quedó otra que devolvérselo de la misma manera, dando todo lo mejor de mí cada día. Por supuesto, ya la echo de menos. Algo parecido ocurre con mi compañera V., mi co-R de centro de salud que ha estado trabajando conmigo codo con codo. Aunque a ella no necesitaré echarla de menos porque se viene conmigo al hospital; ambas sabemos que nos espera un periodo de adaptación. Ya sabes, lo nuevo y desconocido da un poco de angustia al principio. El hospital ahora se nos hace un mundo contando también con que ninguna de las dos es de la isla, así que lo único que conocemos del Hospital Insular es cómo llegar a Urgencias (por las guardias) y desde allí al comedor o al cuarto de descanso. Tampoco ha de ser muy difícil, supongo...

Desde la izquierda, mi coR V. y yo junto a nuestros tutores.

¿Qué he aprendido en estos seis meses? Que el Médico de Familia es médico, a domicilio muchas veces, amigo, consejero, confidente, oyente, cómplice, psicólogo, intermediario, dietista, personal coach, farmacéutico, guía espiritual, lo que el paciente necesite que seamos. "Los pacientes mienten" -me dijeron. En ningún sitio se han oído tantas verdades como entre esas cuatro paredes de nuestra consulta. Hay personas que acuden simplemente buscando una opinión sobre qué hacer respecto a algún asunto. La cuestión es que no hay asignatura que valga para este trabajo. Lo único que tienes como arma para ayudar a los pacientes muchas veces es lo que llevas contigo en la vida, la humanidad y la empatía. 

A mi tutora y a mí los pacientes nos llaman "la pareja tranquila".

Una paciente nos dijo el chisme un día. Eso es porque si tenemos 6 min. por paciente, nosotras les damos ocho y luego finalmente son quince, veinte o los que hagan falta. Hay personas que requieren más tiempo que otros y esto, los demás no lo entienden hasta que están dentro de la consulta. Algunas veces también es porque nos la juega la tecnología y el ordenador se pone como le da la gana. La cuestión es que ninguno se queda sin ser visto, escuchado y atendido. Esto lleva su tiempo y, aunque se desesperen en la sala, al final todos se van agradecidos. 

A los abuelos, que nunca fueron objeto de mi devoción, les he terminado cogiendo cariño. A muchos los llamo de nombre, me dan besos cuando me ven incluso por la calle y se sienten totalmente seguros cuando acuden a Urgencias y me encuentran a mí allí. Yo me siento como su protectora y no es rara la guardia que busque en la lista de pacientes ingresados algún nombre conocido, por si les hiciera falta mi ayuda, consuelo o compañia.


He descubierto que mi punto débil son los pacientes hipocondríacos, bipolares e histriónicos. Para ellos sólo tengo mi mejorada cara de póker. A veces uno tiene que aprender a luchar frente a la transferencia y contra-transferencia para evitar conflictos. Por más que quiera, hay cosas que me cuesta entender y aceptar. Será cuestión de tiempo y de madurarlo.

El verano fue sin duda la mejor época, cuando comenzaron de nuevo las clases en septiembre y la gente volvió de vacaciones el nivel asistencial se intensificó así como las exigencias docentes. A mí me pilló regresando de viaje. Benditas vacaciones, entre Tenerife y Londres, me ayudaron a ponerme las pilas. Al volver no me costó mucho coger ritmo de nuevo y aunque es cierto que hay fines de semana que no puedo mover un músculo, la cuestión es que me gusta mi vida tal y como es. Ahora mismo no cambiaría absolutamente nada. Lo que queda por aprender, la gente que queda por conocer, los pacientes que aún tienen mucho que enseñarme... todo eso, es parte del camino. 

Las guardias en Urgencias serguirán siendo como hasta ahora. Uno ve todos los pacientes que pueda, les alivia el dolor, les pone oxígeno, una dieta adecuada y luego va a buscar al adjunto cuando algún monitor pita más de la cuenta o no tienes ni idea o crees que aquel paciente está para irse a casa. Lo de las 24 horas se lleva medianamente... pfs, buah.. se lleva. A mí en particular siempre me atrajo mucho más trabajar de noche que de día; al igual que viajar. El ritmo nocturno es diferente al diurno por todo: el tipo de pacientes que llega, escuchar la sala de Observación en silencio, con las luces a medio apagar y el sonido de los monitores. Me gusta. Hay veces que he tenido tiempo hasta de estudiar; otras, de echar un sueñecito con la cabeza empotrada en el teclado. Uno va conociendo a los equipos de enfermería (y ellos a ti), a los celadores, aprendes a hacerte autosuficiente y no esperar por el auxiliar, que está ocupado, para que solucione cosas que puedes hacer tú mismo. 
En definitiva las cosas marchan. El tiempo va pasando, a veces a una velocidad pasmosa. Me pongo a pensar en cómo estaba yo al principio del año, viviendo en Madrid, opositora MIR echa un lío y con el estómago trancado en un nudo marinero de los fuertes; luego en mi casa, en Tenerife deseando pasar de página durante unos meses interminables, luego mudándome a Gran Canaria, comenzando a vivir por mi cuenta, empezando de cero una vida nueva en un sitio conocido sólo a medias, comprando mi coche soñado, aprendiendo lo que es ser solvente (y responsable) y ahora... aquí estoy, dando las gracias cada día, por cada paso que di y las decisiones que me trajeron hasta aquí, queriendo echar pequeñas raíces justo donde estoy para que todos sepan a dónde pertenezco. Después de lo malo, lo nefasto y lo buenísimo, todo ello, sólo me queda decir entre tú y yo que, volvería a hacerlo. Una y otra vez, elegiría este camino desde el principio. Estoy agradecida incluso a los obstáculos que me obligaron a rectificar rumbo, orientándome hasta este lugar, me hicieron fuerte y me enseñaron que, lo que había al final de todo, era sólo el principio.
¡Feliz semana a todos, 
muchos ánimos para los opositores MIR 
y abrazos para aquellos que me leen!

30 junio 2015

Principios

Ya lo sabía y para ello me he preparado. Estudiar es una parte importantísima de la carrera médica, incluso durante la especialidad. Pensarás que después de tantos años entre la facultad y el MIR estoy surtida de libros y apuntes pero la verdad es que siempre hay una nueva meta. 
Prácticamente todos los manuales de mi estantería se han quedado allí mismo. Me parece que poco pueden hacer ya por mí aquellos libros de histología o el atlas de anatomía, el Dubin está más que re-escrito y los de medicina interna, vendidos. Pero yo soy de hojear libros constantemente. Así que los primeros días del mes estuve comentando con mi tutora acerca de qué bibliografía podría utilizar para empezar cuanto antes a coger el ritmo. Ella me recomendó, y con razón, la guía de la semFYC de Medicina Familiar y Comunitaria. Con un vistazo me bastó para convencerme; no he tardado mucho tiempo en hacerme con ella (¡y menos aún en utilizarla!). 

Estoy de acuerdo con mi tutora en que es la mejor guía para el médico de familia. Está bastante bien dirigido en cuanto al reparto de capítulos; los temas son breves y contienen toda la información necesaria para tu consulta y urgencias. La verdad es que en principio los manuales pequeños con algoritmos de uso en servicios de urgencias parecen más prácticos para el día a día. Pero cuando realmente tienes que preparar o quieres revisar un tema en particular, la guía completa es fundamental (y no le faltan algoritmos). Da gusto contar con una buena fuente de información. En la guardia anterior me salvó de un interrogatorio-examen al que fui sometida nada más entrar por la puerta. 

Al mirar en la página de Panamericana he visto que ofertaban unos packs especiales para residentes. ¡Eso ya tiene que ser la repanocha! Ahora con una tablet y una guía de bolsillo podemos ser los amos en Urgencias y tenemos menos dolores de espalda. Aunque hay residentes que siguen cargando en peso hasta tres y cuatro guías de un lado a otro del servicio. Sí, esos libros con los nombres escritos a rotulador por los lados; un clásico de internistas. De los packs hay algunos más completos que otros. Algunos van demasiado sobrados. Creo que para un residente de primer año, manejar más de tres manuales es más que suficiente. Aunque el punto positivo es que todos incluyen vademecum y eso, es cierto, es de uso diario. Que me lo digan a mí, que sigo llevando el mío (del año 2010) en mano. Y en cuanto a precios, no me parecen nada mal. Hay algunos que incluyen, por el precio de un solo manual, varios. Tienen el pack de casi todas las especialidades (para que nadie se queje, jeje). Ojalá pueda estirar el primer sueldo (¡que nos han pasado hoy!) para algún librito más. La docencia es una inversión magnánima pero el resultado... lo merece por completo. Ahora, ¡a estudiar!

28 junio 2015

Fatiga

Si esto ocurría en Tenerife, no había sido capaz de darme cuenta nunca. 
Cuando llegamos los R1 a Las Palmas y tuvimos nuestro curso de Urgencias la primera semana, algunos médicos de los que nos dieron charla quisieron saber si había personas que venían de fuera de Canarias. El motivo era aclarar un concepto, fatiga. Nos alertaron sobre el uso extendido de esta palabra y además, de la dificultad que entraña reconocer su significado. Para que te hagas una idea, la fatiga aquí puede ser cualquier cosa: puede ser que tengas mareos, que te encuentres mal en general, con sueño, que tengas sofocos o hambre, que estés cansado... En definitiva, fatiga es una palabra que nunca puedes usar en una historia clínica porque ve tú a saber después qué tenía el paciente. A mí me gusta usarla cuando me llega alguien con sintomatología mal definida; que gesticula lo que siente, ya sea dolor o malestar, te escenifican los síntomas y te los intentan expresar a su modo. Lo hago porque me gusta quedar bien, cercana, comprensiva. Sé que en cuanto diga entre tú y yo: "Le entiendo, lo que tiene es fatiga". Me dirán: "¡exacto! usted sí que me entiende". Lo que no saben es que sólo lo hago para mostrar empatía, porque clínicamente me sirve lo mismo que una patata, nada. Y entonces, continúo rellenando mi anamnesis. 

¡Feliz domingo!

18 junio 2015

Guardiana del norte

Esta semana he tenido la guardia de centro de salud en Sta. María de Guía

Echándole unas cifras para que te hagas una idea: Guía está a sólo 30 min. por la GC-2 (en dirección norte) de mi domicilio en Las Palmas de Gran Canaria, pero como se entra después de la jornada de trabajo, he tenido que cubrir unos 58 kms desde mi centro de salud habitual. Vamos, si lo ves en un mapa sería equivalente a bordear la isla de Gran Canaria de punta a punta. Podría haberla cruzado si no estuviera en medio el Roque Nublo. En el gps dice que se tarda 50 min. pero hay que contar con que la GC-2 tiene tramos de carretera que cruzan pueblos y por los que se debe circular a 50 kms/h. Hay vecinos que cuando abren la puerta de sus casas te pueden saludar con la mano al pasar. La media de edad de los pacientes que atendimos en Guía eran los 25 años, mientras que el cupo de mi tutora rondará los 65 años. El viento en el norte no sopla con tanta fuerza. La diferencia de temperatura en Guía es unos 5ºC menos que en Las Palmas y 8-10ºC menos que en mi centro de salud. Yo llegué con mi bronceado sureño y la gente iba con rebeca por la calle. Aunque a las gentes de Guía el fresco nocturno no les impide ir de visita a Urgencias, aunque estén las luces apagadas y sepan que estamos durmiendo. 
NOTA: amigos que van a hacer guardias de centro de salud próximamente, aunque se cierre la puerta y se apaguen las luces, los dolores torácicos llaman al timbre a eso de las 2 de la mañana. 
Vale, de acuerdo, no pienso quejarme por tener una guardia estupenda. No diré cuantas horas dormí por si las moscas, no quiero que nadie me envidie más aún. Y hablando de dormir, me gustaría contar una cosa muy curiosa entre tú y yo. Los centros de salud no son como el hospital, que tienen cama y comida. Allí tienes que llevártelos. Así que tuve que ir bien preparada con mi cena y mi atrezo (sábanas, almohada y mantita de viaje, cepillo de dientes y pasta, antiojeras y el programa EVA en la tablet). Al principio cuando lo piensas, suena un poco extraño pero cuando ves que el resto de tu equipo de guardia llega igualmente cargado con los sacos de dormir y la tortilla de papas, te acuerdas de que a ti siempre te gustó pasar la noche fuera. 

16 junio 2015

Interruptores

(No me refiero a los de la luz).
Hay personas que tienen la necesidad -casi fisiológica, de interrumpir una consulta en curso. No sé con certeza si es debido a una carencia de atención en su casa o simplemente la falta de respeto hacia los demás. En cualquiera de los casos, no lo entiendo. No sé por qué alguien piensa que tiene permitido irrumpir en la consulta mientras el médico está atendiendo a otro paciente (si no es por una urgencia). Igual el problema está en este último concepto. Tal vez el desconocimiento les hace pensar a los interruptores que están ante una urgencia, cuando en realidad es sólo una gripe. 

Mi pregunta es: si ya te hemos dicho que no es una urgencia, ¿por qué sigues interrumpiendo la consulta?. Puede que el paciente al que no has dejado hablar nos estuviera contando la muerte de un familiar, o le estuviéramos haciendo una exploración ginecológica o estuviera llorando por querer quitarse la vida. No pienses que exagero, estos tipos de consultas son más frecuentes de lo que crees. Sé que es cansino esperar tu turno por fuera de la consulta. Pero piensa que no me estás perjudicando a mí, sino a los otros pacientes. No nos quites los minutos entre ellos y yo
Y, POR FAVOR, si ya te hemos atendido no vuelvas a interrumpir la consulta. 
PD: no interrumpas nunca una consulta a no ser que sea una urgencia.

09 junio 2015

MI PRIMERA GUARDIA

... ¿hace falta decir más? 
Esta es la entrada que estabas esperando entre tú y yo (y lo sabes). Después de papeles, presentaciones, cursos y más historias, había llegado el momento de enfrentarme a mi primera guardia de Urgencias para la que, además, me habían asignado en triaje ("puerta"). No quiero decir "tampoco fue para tanto" porque la primera vez que tienes a un paciente que es tuyo delante, se te ponen los pelos de punta. Los nervios no te los quita nadie. Pero es parte de la experiencia personal de tu primera guardia y creo que esas sensaciones son lo más bonito de todo esto y lo mejor de nuestra profesión. Te adelanto que ha sido una guardia... ¡fantástica! :)

15.00 hrs Nos dijeron que a esta hora teníamos que estar ya al pie del cañón en puerta y así lo hicimos mi compañero y yo. Nos presentamos al adjunto que estaba en el primer box de triaje y que tenía una hermosa ristra de pacientes por ver. No lo entiendo, nos habían dicho que estas semanas estaban siendo casi una luna de miel y que estaban viniendo pocos pacientes a Urgencias. Por algún motivo parece que esa tarde de lunes había bastante gente. Al ser la primera vez que estaba allí, esperaba ver algunos pacientes con el adjunto, quedarme con la tónica de trabajo y luego continuar yo sola. Pero al entrar en la consulta lo que nos dijo fue: "Hola, ah sí, residentes... bueno las historias se ponen todas aquí, las van cogiendo y se va cada uno a un box. No pidan muchas pruebas de laboratorio salvo las necesarias porque tal como está el patio, van a tardar bastante."
15.05 hrs Salí a la sala, llamé a mi primer paciente y entró a la consulta. ¡Manos a la obra! ¿Tenía miedo? No. ¿Pánico? Totalmente. Pero siempre hay un primero; luego, un segundo, un tercero y cuando pasas del quinto empiezas a sistematizar mejor porque en tu cerebro se va integrando el método a seguir. Si usas la lógica y pides las pruebas de forma razonada, al final el método funciona. 
19.30 hrs Me dio por mirar el reloj para tomarle el pulso a un paciente y vi que habían pasado 4 horas. A estas alturas había perdido completamente la orientación paciente-temporal. Según el adjunto en lo que llevábamos de tarde habían venido unos 120 pacientes. Hubo un instante en que entraba ¡un paciente por minuto! Al parecer conmigo se había terminado la luna de miel y estaban viniendo como locos. Por favor, ¡que alguien cierre la puerta! :P
21.20 hrs A esas alturas de la tarde ya había mirado pupilas hasta hartarme, me había tocado hacer un par de exploraciones neurológicas completísimas, un par de tinciones de fluoresceína a pacientes que venían por problemas en los ojos, hasta un tacto rectal, un puñado de otoscopias, una rinoscopia anterior bien apañada y tantas auscultaciones que estaba por dejarme el fonendo colgando de las orejas. No sé tú pero yo di por aprovechadísima la tarde. Al dar el alta a mi último paciente sucedió algo extraño: fui a buscar una nueva historia clínica para ver a otro paciente y... ¡no había! Le pregunto al adjunto: "¿no hay pacientes?" y me responde: "¿qué quieres?, ¿más?" XD  Me comentó que al parecer en Trauma estaban los compañeros dándolo todo y fuimos al rescate.  
22.00 hrs Mi compañero subió de cenar y fue mi turno, bajé a la cafetería fantasma donde unos pocos tomaban su cena tardía. Puse mi móvil al 3% de batería a cargar y al volver al servicio fue como ir con el piloto automático. No tenía sueño, ni me pesaban los ojos, sólo quería buscar alguna actividad con la que mantenerme activa. 
00.18 hrs Metí unas galletas de chocolate derretidas en el congelador del office. 
00.38 hrs Fui a buscar las galletas al congelador. Estaban aceptables... 
01.15 hrs Empecé a echarles un vistazo a los protocolos de Urgencias... Me miré la saturación de Oxígeno con un pulsioxímetro que había por ahí... Me miré en el espejo del baño y me puse algo más de corrector de ojeras... 
01.30 hrs Llegó un paciente y se fue. Vino otro, dos más le siguieron. Algunos pacientes necesitaban hacerse radiografías, aprendí a mirarlas en el programa informático. Diagnostiqué mi primer cólico renal yo solita (ya sé que no es nada raro pero yo me sentí muy orgullosa de mí misma al saber cómo actuar sin que nadie me lo dijera).
02.15 hrs Partimos la guardia y la mitad de los residentes se fueron a dormir un par de horas y la otra mitad nos quedamos. Tuve que despertar al residente de cirugía. Desde aquí le envío un saludo: sí, te llamé yo, espero que no me odies. Creo que no le dije mi nombre, sólo desde donde lo llamaba y un buen rato después de que atendiera al paciente y todo lo vi indagando por ahí, preguntando a otras residentes si había sido alguna de ellas la que lo había despertado. No me manifesté. 
03.55 hrs No había mucho movimiento, a lo lejos los resis que estaban asignados en otras áreas hablaban sentados en una camilla vacía en el pasillo. Yo me quedé con la silla cómoda que había en Trauma y me puse a hablar con al enfermera S. que estaba allí, y que era más o menos de mi edad: al principio de medicina, de atención primaria, luego del gimnasio, de Santiago de Compostela, de las comidas que engordan... 
04.45 hrs ¡Hora del break! Como éramos 5 residentes, tuvimos que buscar un colchón extra y subirlo a la habitación de descanso. Hicimos una mini acampada. Pensé que me costaría coger el sueño pero según me metí en la cama (sí, una de esas camas de pacientes viejas con sábanas de hospital), mi cerebro se apagó y no recuerdo nada hasta que sonaron los despertadores a las 07.30 hrs. Me desperté como si hubiera echo una maratón. Esta vez no me miré en el espejo del baño sino que me volví a poner la bata y todos los artilugios encima y me comí el pan seco de la cena. 
07.35 hrs Urgencias seguía donde la había dejado, sin gran alboroto ni movimiento. Aún era temprano...
08.30 hrs Sesión clínica
09.30 hrs Desayuno. Ahora sí que la cafetería estaba en plena actividad. Los residentes de especialidades iban a una sesión y yo me tomé un café con un croissant que me supo a gloria. Estaba tan absorta en el café que no me daba cuenta de la gente que pasaba a mi lado. Sólo sé que tenía hambre y que estaba satisfecha con la guardia. Estaba cansada pero aún me quedaban energías para más. Charlando con una compañera de otra especialidad me dijo: "¿tú eras de familia no?". Le dije que sí y me respondió "es que se te nota". Este comentario me hizo mucha gracia y quise saber por qué. Me dijo que era porque siempre estaba feliz y sonriente, que tenía un brillo en los ojos y que se veía que disfrutaba escuchando y ayudando a la gente. Me gustó que aún después de 24 horas de trabajo, fuera capaz de transmitir eso a los demás y con esta maravillosa sensación me fui a casa a descansar.  

Después de la experiencia, aquí les dejo mis CONSEJOS PRACTICOS para enfrentarse a las guardias de puerta en Urgencias: 
  • Asegurarse de tener algo de comida que echarse c/8 hrs. (aunque sea un pan reseco que te sobró del almuerzo). 
  • Llevar un calzado cómodo, fundamental.
  • Tener a mano siempre una botella de agua (y ponerle tu nombre). 
  • Si eres una persona calurosa olvídate de las dobles capas de ropa (p. ej. llevar camiseta debajo de la blusa del pijama) que sólo sirven para hacerte sudar. De las rebecas ni hablemos. Y además, contar con un buen desodorante. 
  • ImprescindiblesTener algo donde anotar, cable o cargador del móvil, linterna (y si tienes luz azul, es un plus), saber dónde están los depresores linguales y conos del otoscopio, Vademecum y sobre todo conocer con qué equipo de enfermería y qué adjunto te ha tocado esa guardia y tenerlos ubicados (a ser posible llevarte bien con todos, no molestar en los momentos de descanso ni hacer las cosas por tu cuenta sin contar con ellos). 

04 junio 2015

Cuestiones básicas


El que dice "barriga llena, corazón contento" está claro que no vive por su cuenta. Los independientes preferimos la nevera llena. 


Esta semana me han caído, casi del cielo, unas fresas deliciosas. Una paciente nos las ha dado de parte de alguien que ya dio en vida cuanto pudo. No soy muy de fresas pero reconozco que el olor de estas, cada vez que abro la nevera, me deja boba. Tampoco soy muy de regalos pero hay que ser agradecido y cuando la vida te pone entre tú y yo algo jugoso, saber decir "gracias" y aceptarlo. Y no hablo sólo de fruta. (Luego no hagas como yo, no compres un bote de nata con demasiadas calorías el día antes de la analítica de empresa). 

¡Feliz juernes!

19 mayo 2014

Al día siguiente

"Disfruten cada momento de este gran día, la noche es larga." 
Fotografía por A. Amador (link)
Eso nos aconsejaron, y así lo hice. Por la mañana todavía me duraba el color del pintalabios. Que fue una gran noche, eso es verdad. A veces las estrellas se alinean entre tú y yo y todo sale bien. El día de mi graduación de medicina fue una de esas veces. Tantos preparativos, tanto corre corre...Y al final resulta que los nervios eran infundados y que cada segundo de ese gran día forma parte ahora de mis mejores recuerdos. No me cansaré de dar las gracias a todos los que me dieron su apoyo incondicional mucho antes de divisar siquiera la línea de meta y estuvieron allí para verme alcanzarla. Fue un camino espinoso, largo y abrumador. Pero cada minuto de esta gran carrera valió la pena.
¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡Lo he hecho!!!!!!!!!!!!!!! 

17 mayo 2014

El gran día

             Hoy es un día importante para mí. 
Todavía no me lo creo: el proyecto que soñé hace siete años ya es una realidad. Poder vestir el color amarillo de Medicina me hace mucha ilusión. Sé que seré la mejor médico que pueda ser. Y lo sé porque me esfuerzo cuanto haga falta y a la hora de entregarse, te lo doy todo. Muchas veces caí muerta de hambre, extenuada de cansancio, o desquiciada de nervios. Cientos de veces imaginé que lo dejaba para, al momento, despertar y seguir estudiando. En un camino tan tan largo como medicina, la meta parece no llegar nunca. Pero llega. Esta foto demuestra que el trabajo, la constancia y las ganas de superarse entre tú y yo es la mejor de las recetas.
Este gran logro va dedicado íntegramente a mi familia, a todos los que quisieron formar parte de ella. Eternamente gracias por empujarme a conseguirlo. 

06 mayo 2014

A un paso

Una de las verdades más maravillosas y dolorosas de la Vida es que todo, con el tiempo, llega. Lo bueno y lo malo. Te alcanza y enseguida, pasa. Estos días me deleito imaginando los momentos que están cada vez más cerca entre tú y yo... Tic, tac...
 

01 mayo 2014

La chispa vital

Hace unas semanas tuve un seminario práctico de Reanimación Cardio-Pulmonar (RCP para todos). El objetivo de realizar este taller es prepararnos para una prueba que tenemos que pasar antes de acabar con la carrera, al menos en nuestra Universidad (ULL), el famoso y temido ECOE (Examen de Competencias Objetivo y Estructurado). Viene a ser un examen práctico basado en "estaciones", una de cada especialiadad y en total unas 20 creo, para las cuales tienes 6 minutos. En cada una hay que cumplir una serie de objetivos. El otro día vinieron a explicarnos en qué consistía. 

La sistemática es la siguiente: en una de las plantas del edificio de Consultas Externas tienes que ir avanzando, puerta a puerta, por las distintas estaciones. Te colocas delante de una puerta, lees las instrucciones que hay escritas en un papel pegado allí y al sonar un silbato, entras. Empiezan a contar tus 6 minutos. Lo que se nos pide es por ejemplo, que hagamos una historia clínica o una exploración física, diagnostiquemos ECGs, radiografías y otras tantas pruebas, valoran nuestra comunicación con el paciente o familiares (para esta parte nos ponen a unos actores haciendo de enfermos), que sepamos dar puntos, RCP básica, hacer citologías, sondar pacientes, interpretar fondos de ojo u otoscopias, que sepamos activar un Código Ictus... No voy a aburrirte ahora con todo lo que dan por hecho que sabemos hacer, porque ni yo misma he asimilado aún todo lo que me tengo que preparar mentalmente para ese momento, que será dentro de ¡¡¡¡1 semana!!!! 

Total, lo que me interesa contarte hoy es que en ese taller práctico nos enseñaron en qué consiste hacer una RCP básica (ya pueden estar tranquilos, ciudadanos, que si alguno se "para" por la calle, puedo hacer una reanimación medianamente eficaz... pero mejor no se paren, o si lo hacen, que sea al lado de un desfibrilador). Resulta que me pasé todo un sábado, desde las 9am hasta pasadas las 3pm en el taller. Fue allí, en el antiguo CECS de la facultad (Centro de Estudiantes de Ciencias de la Salud, más conocido como billar o sala de ping-pong) que ahora son las "Aulas de Habilidades" (antes también lo eran). No te creas que no fue emocionante, después de un ratito de teoría nos pusimos manos a la obra literalmente. Una amiga me preguntó si hubo algún anécdota. Pues no sé qué decirte, igual te parece divertido que casi me desmayara después de estar dando masaje cardiaco a un muñeco durante 4 minutos -según me contaron (porque yo estaba demasiado reventada como para mirar el reloj). Cuando habíamos terminado con el masaje y el desfibrilador automático pasaron a enseñarnos a intubar. Eso fue demasiada metralla para mi cerebro hecho papilla. Casi me caigo al piso. Tuve que salir de la sala y me acompañó mi compi L. y uno de los monitores. Me tumbé con las piernas en alto y desayuné. El resto de mis compañeros no tuvieron tanta suerte porque no hubo descanso hasta que nos marchamos, a las 4 de la tarde. Dar Soporte Vital Básico es muy duro. 


Luego hubo una práctica por grupos en las que se simulaban situaciones de la vida real, pero ya en una sala o "cuarto de paro" del hospital. Tenían allí un "carro de parada" -como los llamamos, con desfibrilador de verdad y todo. Fui una de las afortunadas en pasar por las "palas" y aprender a dar descargas de 200 julios a la gente (inconsciente y que no respira). Guau. Eso sí que estuvo bien. Fue muy emocionante aunque me daba un poco de pánico pensar que en cualquier momento podía pegarle una descarga a alguien sin querer. Aún así al final, después de todos nuestros esfuerzos, el paciente se nos murió porque hizo una asistolia que lo mandó al otro barrio (RIP)

Qué vamos a hacer, no siempre se puede ganar... Lo importante es saber qué hacer entre tú y yo y tener ganas de probarse a uno mismo. 

     Puede que la próxima vez...

06 abril 2014

Habla con tu cuerpo

El otro día hablando con mi amigo K. surgió el tema del lenguaje corporal. Si te digo la verdad la última vez que pensé en este tema fue intentado ligar en un bar. Lo clásico, ¿se acercará él? ¿me tropezaré yo? ¿quién guiñará el ojo primero? Bastaron unas pinceladas sobre algo que él había leído para hacerme pensar en qué clase de mensajes transmito a los demás. Y a falta de vida lúdico-social, decidí llevar estos pensamientos a mi campo de experimentación: mi vida diaria, es decir, al interior de la Consulta. 
Dicho esto, también puede ser conveniente aclarar para los profanos de la medicina, que los pacientes esperan del médico que sea su amigo, su consejero, su psicólogo, su vidente, su terapeuta, su entrenador personal, su dietista, su enciclopedia parlante, su abogado, su confesor y a saber qué más. Hay que ver el poder que conlleva ponerse una bata blanca. Le hace a uno sudar. Precisamente por esta razón, muchas veces la empatía puede ser la mejor receta. Y así, el médico se convierte en todo aquello que el paciente necesita; es la cara del conocimiento, de la paciencia y de la asertividad. Creo que tengo razones de peso para querer evaluar qué clase de comportamiento tengo en la consulta. 

Normalmente los estudiantes no tenemos que escribir nada en el ordenador de la consulta, así que podemos mantener contacto visual con los pacientes en todo momento. El problema está en que a veces los pacientes no te miran hasta que el médico te habla o siendo más directo, te presenta comentando algo del tipo "hoy tenemos a una estudiante, está casi acabando". Pero si no hay tal introducción, probablemente la persona que hay al otro lado de la mesa no repara en ti hasta que se da cuenta de un hecho universal: que el médico tiene que escribir todo en el ordenador y para eso necesita los ojos, con lo cual, automáticamente deja de mirar al paciente. Entonces como buscando apoyo, confirmación o voto de confianza, los estudiantes pasamos a existir. Que soy amable, me han dicho. Que no deje de ser así, porque los pacientes agradecen que los médicos seamos sensibles. Ciertamente, hay cada elemento por ahí... Yo lo he experimentado como paciente también. A la gente le gusta que la miren, escuchen, toquen. Una mano en el hombro puede dar mucho confort. Una sonrisa, una postura tranquila, abierta y segura. Eso es lo que buscan. Y es lo que trato de darles. 

Que no siempre lo consigo, también es cierto. Hay días tan malos, que termino aguantándome la cabeza con el brazo porque de otra manera, me caería de sueño/cansancio/hambre/cólicos. Esto nos pasa a todos. Pero piensa en lo bueno que es transmitir nuestro lado más positivo: no sabes el poder que tiene. Ayudar a sentir mejor a los demás, nos hace sentir bien a nosotros también. No requiere un gran esfuerzo. Seguro que ahora que lees esto, estas preguntándote qué tipo de mensajes envías. Revisa cómo hablas entre tú y yo cuando no hablas con palabras. Mientras tanto...

02 abril 2014

El ciclo de congelación de los garbanzos

Desde un principio me planteé hacer la segunda parte de mi preparación para el MIR fuera de casa. Es decir, que al acabar el sexto curso este Julio me mudaré a una de las sedes de la academia Amir, hasta Febrero del año próximo. Razón principal: pues que en las Islas Canarias no hay ninguna sede para hacer al menos una parte de la preparación MIR presencial. Razón secundaria: porque en mi casa no hay quien estudie. Total, que mi madre se ha puesto las pilas y ha empezado a darme clases de cocina vital básica (pelar papas) y próximamente, cocina vital avanzada (freír papas). Esto se basa en que yo pongo mi poker-face y la dejo que hable, igual que cuando veo las e-clases de Amir. Confío en que algo retendrá mi cerebro (confío demasiado en él, ahora que lo pienso). Lo mejor es que, cuando cierro los ojos por la noche e intento dormir, todo vuelve... pasan ante mí los pacientes con manchas extrañas y posiblemente contagiosas que toqué ese día, las vídeo-clases de 5 horas, el esquema de las vasculitis, el TNM del cáncer de pulmón, el algoritmo de la insuficiencia respiratoria y mi madre contándome qué hacer con los garbanzos cuando están congelados y quieres ponerlos en la sopa. Entre tú y yo sabemos muy bien que, cuando no sepa qué hacer con las papas, la llamaré para que me lo cuente todo otra vez. 

01 abril 2014

Gripe aparte

Primer día de rotación en Pediatría... sistema inmune para la porra.
Paciente mujer 24 años que refiere fiebre, autofonía, hiperemia faríngea, odinofagia, náuseas, malestar digestivo y mialgia de 24 horas de evolución que entre tú y yo, significa que estás fuera de servicio. ¿Lo relaciono con algo? Pues no sé, pero me da que puede estar asociado a que en las últimas dos semanas haya estado haciendo prácticas en un centro de salud al que acude gente enferma que tose encima, por delante, por detrás y en toda la cara de los médicos y que lo arreglan diciendo: "ay mi niña, te lo voy a pegar". El colmo de todo es tener que ir yo misma a mi centro de salud con un fuera de hora para curarme el gripazo que ellos mismos me han pegado. Oh my...

29 marzo 2014

Apenas

Es todo lo que me queda para terminar la carrera de Medicina. No quiero aburrirte haciéndote un resumen de lo que han sido mis últimos 7 años. Entre otras cosas, porque entre tú y yo puedes encontrar recortes de buena parte de ellos. Muchas historias que ahora, puede que sean agua pasada, que te haya repetido hasta el cansancio o que no recuerde. Da miedo ver cómo pasa el tiempo. 

No sé si será muy bueno vivir con esta cuenta atrás constantemente en la cabeza, pero el caso es que lo llevo haciendo todo este tiempo. Quién no quiere llegar a ver la luz al final del túnel. 

Perdona que hoy me ponga melancólica, porque en adelante no me lo podré permitir. Vienen momentos de exámenes finales, de fiestas finales y despedidas. Esos momentos merece la pena celebrarlos con la mejor de las sonrisas. Ya no me queda mucho tiempo en esta sala de espera. Que no me iré muy lejos, eso es cierto... seguiré aquí mismo, donde siempre. Pero no de la misma manera. Poder dar por alcanzado un objetivo tan grande, te cambia. Te da confianza. Y te abre el camino hacia otros propósitos aún más grandes. 
Un mes y medio, apenas... 

24 marzo 2014

Sobre la marcha

     ¡Hola a todos! 

Feliz Año Nuevo, feliz San Valentín y por qué no, feliz cumpleaños, (si es el caso). Mirando la última vez que estuve por estos lares, no había ni entrado el 2014. Esto no puede ser. Y te preguntarás, a cuento de qué, vengo ahora a comentar contigo el qué. 

Pues es lo de siempre, demasiado estudio agota a cualquiera y cuando se rinden las barreras que son nuestras defensas, quedamos desarmados. Ante ¿qué? Pues hay respuestas infinitas. En días buenos como el de hoy te podría dar razones para creer de nuevo en la buena fe de las personas. Otros días, bueno... eso te lo cuento otro día. Hoy me han recordado lo importante que es sentirte bien y además, ser capaz de transmitirlo. Dentro y fuera de la consulta, una palabra, un gesto, una sonrisa entre tú y yo pueden significar un sinfín de sensaciones. Teniendo un pensamiento tan positivo en mente, cómo no iba a compartirlo contigo. Espero que sigas ahí y que seas feliz. Estaré por aquí ;)     
   

23 diciembre 2013

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Queridos amigos, 

Ay, amigos. Qué duro reto me ha supuesto pasar estos últimos meses sin poder olisquear la blogosfera. No me he mudado a ninguna parte, ni ha habido cartas devueltas. Sigo estando aquí mismo, casi igual que la última vez que nos vimos. Saltear de uno en uno todos los objetivos del sexto curso de Medicina es muy laborioso y lo es más si este sobrepasa todas tus expectativas. Ahora mismo estoy disfrutando de mis vacaciones de Navidad libre de exámenes (por primera vez desde que hace siete años empezara la carrera). Esto me deja algo más de margen para poder saber qué está pasando fuera de mi propio mundo, pero tampoco te creas que mucho. Sigo estudiando y almacenando grandes cantidades de información: de Cirugía General, de Ginecología, de Urología... en horario intermitente pero continuo. 

A menudo me siento sola, con bastante frecuencia. Mis amigos están dispersos, cada uno a lo suyo. Así que yo me pongo con lo mío, que por ahora son los manuales AMIR (que son muy chulos, por cierto), los simulacros y mi proyecto de fin de grado (pfg) sobre los suicidios. Toda una rutina de trabajo, constante, aliñada con historias clínicas, revisiones bibliográficas o cuadernos de prácticas a mano. El invierno y la falta de vitamina D hacen estragos, pero ha caído tanta agua en esta mísera isla del Atlántico en tan poco tiempo... que no ha dejado salir el sol ni un momento. Aún así, esto no ha podido tumbarme ni ha empañado mi sonrisa cada día ante la soledad del estudio, las largas guardias de cirugía, el cansancio, la gente desaborida o demasiado ácida. A nivel personal, sólo puedo lloriquear por haber pensado tiempo atrás que la vida iba a ser más fácil (ilusa de mí) y que los vaivenes de  la sensibilidad propia se atenuarían con los años. Resumen: los días chof, son parte de la vida. Asúmelo. 

No puedo resumir tan bien, sin embargo, todo lo que he aprendido y los niveles de confianza que he alcanzado. Necesitaría muchos posts para explicarlo. Y dudo que quieran leer todo lo que sé (para más info: consultar Manual de Medicina Interna Farreras). Hasta ahora mis rotaciones han sido: 3 semanas en Psiquiatría, tras las cuales aprendí que tenemos un concepto erróneo de las patologías psiquiátricas (a menudo, subestimadas... hay cada loco caso suelto por ahí); estuve perdida 3 semanas por Urgencias, sin saber muy bien donde ubicarme, hasta que me asenté en las urgencias pediátricas y empecé a probar que servía de algo; después pasé 6 semanas en Cardiología diagnosticando ECGs como si no hubiera un mañana (ventaja: sé leer ECGs como una campeona, desventaja: el resto de patologías médicas se quedaron en asuntos pendientes); finalmente pasé 2 semanas en Urología, a la espera de otras 4 semanas más en enero para terminar mi rotación de especialidades quirúrgicas. 

Además, estoy llevando mi pfg sobre los suicidios gracias al cual me han otorgado el nombre de "la niña de los suicidios" cariñosamente (no por nada siniestro), en el Instituto Forense donde llevo a cabo todo el estudio. Básicamente es un estudio demográfico de los suicidios de los últimos 5 años en la isla de Tenerife (sí, es un montón de papeleo). En mi defensa diré que prefiero el papeleo burocrático al pipeteo en el laboratorio y además, a medida que lo he ido haciendo, he ido encontrando cuestiones intrigantes entre caso y caso, que me hacen trabajar más concienzudamente. Vivo en un CSI Tenerife. Y a lo tonto he trabajado en un campo que fue desde siempre, mi primera elección. 

Hablando de elecciones, si algo caracteriza este sexto curso son las mismas. Cada semana se decide algo crucial: el grabado de las bandas de la graduación y un millón de cuestiones igual de simples, cómo priorizar el tiempo, qué subrayar primero, cuándo hacer las guardias, a qué hora hacer el simulacro, dónde hay que entregar las propuestas de pfg, que especialidad médica prefieres para tu rotación médica, cuál para las quirúrgicas, qué caso clínico, qué tutor puede ayudarme, cómo enfocar este trabajo, qué incluir en la libreta... No te extrañe que nunca entre en el blog, eso es porque cuando me planteo entrar o no, siempre escojo dejarlo para otro momento y subrayar algún tema pendiente. 


¿Crees verdaderamente que con este ritmo de trabajo se puede disfrutar de "vacaciones navideñas"? Si el primer día que tuve libre (hoy), lo primero que hice fue coger un folio y empezar a hacer la lista. No la de reyes, sino la de cosas que tengo pendientes de hacer. Mi madre, estuve un rato eh. Y cómo ha acabado el día: dando vueltas y pasando calor con tanta manta en una cama vacía. Me ha faltado la copa de vino para escribir esta entrada pero la confusión mental ya la tenía encima, así que el vino sobraba. Y total, ¿sabes qué estoy rumiando en la cabeza? En lo que voy a hacer en Nochevieja para romper la maldición del 13 y dar el paso hacia un año glorioso, que va a ser el 2014. Tiene que serlo. Pero acuérdate de tener cuidadín con lo que se desea, es sólo un consejo. 


Esta noche estoy muy contenta de poder volver a conectar entre tú y yo.
Buenas noches, amigos.  

01 septiembre 2013

Los regalos de ellos

¿Sabes cuál es el problema de las rupturas? Que aún pensando que tu ex-pareja o ex-amigo está fuera de tu vida, siempre quedan remanentes: como los regalos de cumpleaños, las tonterías que compramos juntos o eso con lo que te sorprendió un día sólo porque le hacía ilusión. Lo más difícil de terminar cualquier relación es borrarla por completo. No sé ni qué hacer con todos esos trastos. Normalmente los tiro. Hay otros que en cambio, conservo. Qué es lo mejor, no tengo ni idea. Llevo mucho tiempo borrando gente de mi mapa y nunca lo he conseguido del todo. De hecho, durante unos años tuve en un marco de fotos de mi habitación una fotografía en la que salía con un grupo de gente, aún cuando entre ellos y yo ya no había amistad. 

Una amiga me decía que para ella lo mejor de romper con un chico eran los regalos que conservaba. Claro, a ella su chico le había regalado una cartera Guess. A mí una vez me dieron una cesta de jabones para suplicar mi perdón. El pobre diablo había comprado la cesta más grande de la tienda creo. Se la acepté sólo por no montar un numerito delante de toda la gente que había alrededor, en la misma entrada a un congreso en la facultad de Medicina. Luego, en mi casa, me arrepentí; quería demostrarle que gastando dinero no se arreglan las cosas. Así que me decidí a tirarlo todo porque ni con las perlas de baño se me iba a pasar el enfado que tenía con él... Mi madre se lavó la cara con jabón de algas del mar Muerto durante 3 años. El otro día por casualidad, vi que le quedaba media pastilla de aquellas en la jabonera del baño. Me lavé la cara con ella pero eso no consiguió limpiar los recuerdos de la escena en la entrada del congreso. Me reí durante un rato de nuestra fanfarronería y las tonterías de aquellos tiempos; eso sí, con los poros limpios. Hay que ver cómo cambia nuestra percepción de las cosas, con tiempo (o el jabón de algas del mar Muerto).   


27 agosto 2013

El mejor peor

Mi prima N. de 10 años me contó hoy cuál había sido el peor día de su vida.
Al parecer, el último día que tuvo clase de Educación física este curso, hizo mucho calor. Para colmo, la profesora hizo correr 10 vueltas al patio a todo el grupo. Me contó que algunos niños se escondían detrás de las escaleras, a la sombra, para que la profe no los pillara. Dijo que ese había sido el peor día de su vida. Yo estuve apunto de explicarle que a eso lo llamábamos "test de Cooper" y que no era dar diez vueltas al campo, sino correr durante 12 minutos sin parar y que yo lo había hecho unas cuantas veces en el colegio. Pero dudé de que eso entre ella y yo importara, se trataba de su peor recuerdo. ¿Cuál era el mío?

Esto no me llevó mucho tiempo pensarlo, fue la época en la que estudiaba Patología General de 3º de carrera, la primera y casi la última asignatura anual que hice en Medicina. Examinaban los profesores-catedráticos de Medicina Interna y era una prueba oral. Me había presentado al primer parcial en enero y había ido bien; el segundo en mayo fue mal y ahora tenía otra oportunidad de recuperar esa parte suspendida y no dejar en entredicho lo que sabía de la primera parte. Estaba tan nerviosa que no dormía, no comía, no vivía. Así durante días y días. La noche antes estuve llorando, había intentado convencer a mi madre de que no sabía nada, que estaba bloqueada, pero ella me decía que al menos fuera y lo intentara. Aquella mañana llegué como siempre, un par de horas antes de que empezara el examen. Subí al lugar previsto (la 6º planta del Hospital - Servicio de Medicina Interna) caminando, como si de esa manera pudiera alargar el tiempo que me quedaba antes de enfrentarme a Pato. Pero sólo era capaz de pensar en tirarme por alguna de las ventanas por las que pasaba; miraba por esas ventanas abiertas mientras imaginaba cómo sería la caída desde cada una de ellas. Me daba más miedo examinarme que asomar la cabeza en un sexto piso desde el que sólo se veía asfalto y las chimeneas sobre el tejado de las cocinas. Me dolía caminar, estaba temblando y pensaba que en cuanto leyeran mi nombre de la lista iba a vomitar la infusión de valeriana que me obligaba a beber en el desayuno. La gente que estaba allí para examinarse, no paraba de hablar y de parlotear con esa verborrea nerviosa y confusa de información cruzada que, antes de un examen, más vale no escuchar. Yo no quería ni oírlos, a nadie. Así que fui a sentarme en el hueco de las escaleras, justo al lado de la puerta de "el despacho", pensando en aquellas ventanas abiertas, y allí me quedé hasta que llegaron los profesores y empezó la prueba. No recuerdo una sensación peor que esta.