Es increíble lo que puede ocurrir al escuchar la música de Enya y dejar volar la imaginación entre tú y yo...
18 junio 2015
Esta tarde dale al play
16 junio 2015
Interruptores
(No me refiero a los de la luz).
Hay personas que tienen la necesidad -casi fisiológica, de interrumpir una consulta en curso. No sé con certeza si es debido a una carencia de atención en su casa o simplemente la falta de respeto hacia los demás. En cualquiera de los casos, no lo entiendo. No sé por qué alguien piensa que tiene permitido irrumpir en la consulta mientras el médico está atendiendo a otro paciente (si no es por una urgencia). Igual el problema está en este último concepto. Tal vez el desconocimiento les hace pensar a los interruptores que están ante una urgencia, cuando en realidad es sólo una gripe.
Mi pregunta es: si ya te hemos dicho que no es una urgencia, ¿por qué sigues interrumpiendo la consulta?. Puede que el paciente al que no has dejado hablar nos estuviera contando la muerte de un familiar, o le estuviéramos haciendo una exploración ginecológica o estuviera llorando por querer quitarse la vida. No pienses que exagero, estos tipos de consultas son más frecuentes de lo que crees. Sé que es cansino esperar tu turno por fuera de la consulta. Pero piensa que no me estás perjudicando a mí, sino a los otros pacientes. No nos quites los minutos entre ellos y yo.
Y, POR FAVOR, si ya te hemos atendido no vuelvas a interrumpir la consulta.
PD: no interrumpas nunca una consulta a no ser que sea una urgencia.
14 junio 2015
Cuando tu paciente es peluquera
La paciente peluquera no deja de ser peluquera ni por fuera ni dentro de la consulta. Suele ser la paciente que pide cita el viernes a última hora o justo el día que no te has lavado el pelo. O, como en mi caso, las dos cosas. Motivo de consulta aparte, no tardó en derivar la conversación hacia su territorio: el pelo. Tonta de mí (y de mi tutora) por dejarla hablar. Parece que las peluqueras tienen una doble virtud: la de escanear el pelo de la gente con la mirada y automáticamente dar su opinión sobre el mismo sin que se le haya consultado. A mi tutora como ya la conocía de antes, directamente le había traído unos productos para el pelo reseco. Pero conmigo, como era la primera vez que me veía, se entretuvo un buen rato.
Me preguntó si me duchaba con agua caliente. Le dije que usaba agua tibia. Me contestó, llevándose las manos a la cabeza con gran dramatismo, que no hiciera semejante abominación porque eso hacía multiplicarse las glándulas sudoríparas y que, claro, así entendía que tuviera el pelo tan graso. "Uf, qué va, qué va". Me miraba como si fuera un caso perdido. Me preguntó si usaba crema para el pelo. Yo le dije que sí; por miedo, más que nada, a que me echara la bronca por no usarla, como ya me había pasado antes. Pero mi estrategia tuvo el efecto contrario, me cayó un sermón por usarla. Me preguntó qué champú estaba usando que me dejaba el pelo así. Pues no sé, champús normales, de estos de frutitas que te dejan el pelo oliendo bien. Dijo que no usara nada de eso, que esos no limpian bien el pelo. Le tuve que decir con una vocecilla: "es que ayer no me lavé el pelo, pero de verdad que cuando me lo lavo se me queda limpio". Si no eres peluquera, entre tú y yo, mi pelo el viernes por la tarde también estaba bien. Su intención era venderme un champú mágico que iba a aliviarme de todos mis males grasientos. Hasta me preguntó dónde vivía para llevármelo (¿está loca señora?). Yo le dije que era un poco pasota. Buá. Con eso la asusté ya; me dijo que de cuello para arriba era toda la belleza de una mujer y que no fuera pasota en ese aspecto. No lamenté disentir con esa última afirmación. Creo que las personas bellas lo son por fuera y por dentro (sobre todo por dentro).
Todavía no sé si me estaba llamando fea, pelo-grasiento, dejada o todo a la vez. A punto estuve de levantarme a mirarme en el espejito que tenemos en la consulta.Como ya estaba llegando a mi límite de aguante (ni qué decir de los 6 minutos de consulta por paciente) le mencioné que mi tía era peluquera y que todo lo que ella me estaba diciendo ya me lo había dicho ella (no le dije que de mucha mejor forma). Buá. Con las mismas me soltó que no era lo mismo, que ella tenía un máster en tricoterapia. Y así derramó (no colmó) el vaso. Consiguió que me pusiera en modo "ajam" y con las mismas, liberé a mi mente de escucharla. Le dediqué a la paciente mi mejor sonrisa mientras dejaba que mi cabeza, con el pelo graso y todo, se evadiera de aquella consulta donde había demasiadas opiniones gratuitas.
¡Feliz domingo a todos los pelos grasos!
09 junio 2015
MI PRIMERA GUARDIA
... ¿hace falta decir más?
Esta es la entrada que estabas esperando entre tú y yo (y lo sabes). Después de papeles, presentaciones, cursos y más historias, había llegado el momento de enfrentarme a mi primera guardia de Urgencias para la que, además, me habían asignado en triaje ("puerta"). No quiero decir "tampoco fue para tanto" porque la primera vez que tienes a un paciente que es tuyo delante, se te ponen los pelos de punta. Los nervios no te los quita nadie. Pero es parte de la experiencia personal de tu primera guardia y creo que esas sensaciones son lo más bonito de todo esto y lo mejor de nuestra profesión. Te adelanto que ha sido una guardia... ¡fantástica! :)
15.00 hrs Nos dijeron que a esta hora teníamos que estar ya al pie del cañón en puerta y así lo hicimos mi compañero y yo. Nos presentamos al adjunto que estaba en el primer box de triaje y que tenía una hermosa ristra de pacientes por ver. No lo entiendo, nos habían dicho que estas semanas estaban siendo casi una luna de miel y que estaban viniendo pocos pacientes a Urgencias. Por algún motivo parece que esa tarde de lunes había bastante gente. Al ser la primera vez que estaba allí, esperaba ver algunos pacientes con el adjunto, quedarme con la tónica de trabajo y luego continuar yo sola. Pero al entrar en la consulta lo que nos dijo fue: "Hola, ah sí, residentes... bueno las historias se ponen todas aquí, las van cogiendo y se va cada uno a un box. No pidan muchas pruebas de laboratorio salvo las necesarias porque tal como está el patio, van a tardar bastante."
15.05 hrs Salí a la sala, llamé a mi primer paciente y entró a la consulta. ¡Manos a la obra! ¿Tenía miedo? No. ¿Pánico? Totalmente. Pero siempre hay un primero; luego, un segundo, un tercero y cuando pasas del quinto empiezas a sistematizar mejor porque en tu cerebro se va integrando el método a seguir. Si usas la lógica y pides las pruebas de forma razonada, al final el método funciona.
19.30 hrs Me dio por mirar el reloj para tomarle el pulso a un paciente y vi que habían pasado 4 horas. A estas alturas había perdido completamente la orientación paciente-temporal. Según el adjunto en lo que llevábamos de tarde habían venido unos 120 pacientes. Hubo un instante en que entraba ¡un paciente por minuto! Al parecer conmigo se había terminado la luna de miel y estaban viniendo como locos. Por favor, ¡que alguien cierre la puerta! :P
21.20 hrs A esas alturas de la tarde ya había mirado pupilas hasta hartarme, me había tocado hacer un par de exploraciones neurológicas completísimas, un par de tinciones de fluoresceína a pacientes que venían por problemas en los ojos, hasta un tacto rectal, un puñado de otoscopias, una rinoscopia anterior bien apañada y tantas auscultaciones que estaba por dejarme el fonendo colgando de las orejas. No sé tú pero yo di por aprovechadísima la tarde. Al dar el alta a mi último paciente sucedió algo extraño: fui a buscar una nueva historia clínica para ver a otro paciente y... ¡no había! Le pregunto al adjunto: "¿no hay pacientes?" y me responde: "¿qué quieres?, ¿más?" XD Me comentó que al parecer en Trauma estaban los compañeros dándolo todo y fuimos al rescate.
22.00 hrs Mi compañero subió de cenar y fue mi turno, bajé a la cafetería fantasma donde unos pocos tomaban su cena tardía. Puse mi móvil al 3% de batería a cargar y al volver al servicio fue como ir con el piloto automático. No tenía sueño, ni me pesaban los ojos, sólo quería buscar alguna actividad con la que mantenerme activa.
00.18 hrs Metí unas galletas de chocolate derretidas en el congelador del office.
00.38 hrs Fui a buscar las galletas al congelador. Estaban aceptables...
01.15 hrs Empecé a echarles un vistazo a los protocolos de Urgencias... Me miré la saturación de Oxígeno con un pulsioxímetro que había por ahí... Me miré en el espejo del baño y me puse algo más de corrector de ojeras...
01.30 hrs Llegó un paciente y se fue. Vino otro, dos más le siguieron. Algunos pacientes necesitaban hacerse radiografías, aprendí a mirarlas en el programa informático. Diagnostiqué mi primer cólico renal yo solita (ya sé que no es nada raro pero yo me sentí muy orgullosa de mí misma al saber cómo actuar sin que nadie me lo dijera).
02.15 hrs Partimos la guardia y la mitad de los residentes se fueron a dormir un par de horas y la otra mitad nos quedamos. Tuve que despertar al residente de cirugía. Desde aquí le envío un saludo: sí, te llamé yo, espero que no me odies. Creo que no le dije mi nombre, sólo desde donde lo llamaba y un buen rato después de que atendiera al paciente y todo lo vi indagando por ahí, preguntando a otras residentes si había sido alguna de ellas la que lo había despertado. No me manifesté.
03.55 hrs No había mucho movimiento, a lo lejos los resis que estaban asignados en otras áreas hablaban sentados en una camilla vacía en el pasillo. Yo me quedé con la silla cómoda que había en Trauma y me puse a hablar con al enfermera S. que estaba allí, y que era más o menos de mi edad: al principio de medicina, de atención primaria, luego del gimnasio, de Santiago de Compostela, de las comidas que engordan...
04.45 hrs ¡Hora del break! Como éramos 5 residentes, tuvimos que buscar un colchón extra y subirlo a la habitación de descanso. Hicimos una mini acampada. Pensé que me costaría coger el sueño pero según me metí en la cama (sí, una de esas camas de pacientes viejas con sábanas de hospital), mi cerebro se apagó y no recuerdo nada hasta que sonaron los despertadores a las 07.30 hrs. Me desperté como si hubiera echo una maratón. Esta vez no me miré en el espejo del baño sino que me volví a poner la bata y todos los artilugios encima y me comí el pan seco de la cena.
07.35 hrs Urgencias seguía donde la había dejado, sin gran alboroto ni movimiento. Aún era temprano...
08.30 hrs Sesión clínica
09.30 hrs Desayuno. Ahora sí que la cafetería estaba en plena actividad. Los residentes de especialidades iban a una sesión y yo me tomé un café con un croissant que me supo a gloria. Estaba tan absorta en el café que no me daba cuenta de la gente que pasaba a mi lado. Sólo sé que tenía hambre y que estaba satisfecha con la guardia. Estaba cansada pero aún me quedaban energías para más. Charlando con una compañera de otra especialidad me dijo: "¿tú eras de familia no?". Le dije que sí y me respondió "es que se te nota". Este comentario me hizo mucha gracia y quise saber por qué. Me dijo que era porque siempre estaba feliz y sonriente, que tenía un brillo en los ojos y que se veía que disfrutaba escuchando y ayudando a la gente. Me gustó que aún después de 24 horas de trabajo, fuera capaz de transmitir eso a los demás y con esta maravillosa sensación me fui a casa a descansar.
Después de la experiencia, aquí les dejo mis CONSEJOS PRACTICOS para enfrentarse a las guardias de puerta en Urgencias:
- Asegurarse de tener algo de comida que echarse c/8 hrs. (aunque sea un pan reseco que te sobró del almuerzo).
- Llevar un calzado cómodo, fundamental.
- Tener a mano siempre una botella de agua (y ponerle tu nombre).
- Si eres una persona calurosa olvídate de las dobles capas de ropa (p. ej. llevar camiseta debajo de la blusa del pijama) que sólo sirven para hacerte sudar. De las rebecas ni hablemos. Y además, contar con un buen desodorante.
- Imprescindibles: Tener algo donde anotar, cable o cargador del móvil, linterna (y si tienes luz azul, es un plus), saber dónde están los depresores linguales y conos del otoscopio, Vademecum y sobre todo conocer con qué equipo de enfermería y qué adjunto te ha tocado esa guardia y tenerlos ubicados (a ser posible llevarte bien con todos, no molestar en los momentos de descanso ni hacer las cosas por tu cuenta sin contar con ellos).
07 junio 2015
Good mornings
Dicen que los buenos días empiezan a las once. Si es así, hace bastantes meses que no tenía un buen día.
Este fin de semana ha sido el primero desde hacía tiempo que no tenía ninguna salida programada, nada de papeleo por el que preocuparme, ningún examen que estudiar, ninguna compra pendiente, ni alarma del despertador ni vecinos en obras. Esto es vida, en mayúsculas y letras de colores: ¡VIDA!
Me ha parecido que un desayuno en la cama era algo que merecía compartirse entre tú y yo. Los residentes no sólo tenemos "primeras veces" que causan miedo, angustia o incertidumbre (como el primer día en el trabajo, la primera guardia... esto me toca en breve, por cierto o_O). También las hay que te hacen disfrutar, reír, soñar o simplemente existir en paz. Por cierto, al mirar ahora la foto que he puesto al lado de estas líneas, me he dado cuenta de que hace poco más de un año que se tomó la fotografía que aparece en ella. Típico, la foto dentro de la foto siempre tiene la historia más interesante... Fue tomada el día que me gradué en Medicina. Me acompañó durante la preparación MIR en Madrid y ahora lo hace aquí, en Gran Canaria. Mi familia siempre viaja conmigo los kilómetros que hagan falta.
¡Feliz brunch de domingo!
PD: Mañana no estaré por aquí, tengo (mi primera) guardia...
Me ha parecido que un desayuno en la cama era algo que merecía compartirse entre tú y yo. Los residentes no sólo tenemos "primeras veces" que causan miedo, angustia o incertidumbre (como el primer día en el trabajo, la primera guardia... esto me toca en breve, por cierto o_O). También las hay que te hacen disfrutar, reír, soñar o simplemente existir en paz. Por cierto, al mirar ahora la foto que he puesto al lado de estas líneas, me he dado cuenta de que hace poco más de un año que se tomó la fotografía que aparece en ella. Típico, la foto dentro de la foto siempre tiene la historia más interesante... Fue tomada el día que me gradué en Medicina. Me acompañó durante la preparación MIR en Madrid y ahora lo hace aquí, en Gran Canaria. Mi familia siempre viaja conmigo los kilómetros que hagan falta.
¡Feliz brunch de domingo!
PD: Mañana no estaré por aquí, tengo (mi primera) guardia...
04 junio 2015
Cuestiones básicas
El que dice "barriga llena, corazón contento" está claro que no vive por su cuenta. Los independientes preferimos la nevera llena.
Esta semana me han caído, casi del cielo, unas fresas deliciosas. Una paciente nos las ha dado de parte de alguien que ya dio en vida cuanto pudo. No soy muy de fresas pero reconozco que el olor de estas, cada vez que abro la nevera, me deja boba. Tampoco soy muy de regalos pero hay que ser agradecido y cuando la vida te pone entre tú y yo algo jugoso, saber decir "gracias" y aceptarlo. Y no hablo sólo de fruta. (Luego no hagas como yo, no compres un bote de nata con demasiadas calorías el día antes de la analítica de empresa).
¡Feliz juernes!
01 junio 2015
El primer día en el trabajo
Siempre es el que da más miedo. Al principio todo son dudas, pero no de las que agobian sino de las que intrigan.
Después de conocer mi servicio, a mis jefes y compañeros aún quedaba algo pendiente, conocer a mi tutora. No la conocía en persona y me eché un fin de semana completo intentando ponerle cara y preguntándome qué clase de persona sería, qué tipo de vida tendría, sería una persona feliz (no podría aguantar cuatro años de pesimismo) y sobre todo, nos caeríamos bien. Me habían dicho -no sin razón, que era fundamental para la residencia tener una buena relación con tu tutor, especialmente en Atención Primaria.
Mi centro de salud, Gran Canaria |
También divagué un poco tratando de visualizar qué clase de pacientes tendría en mi centro de salud, si serían jóvenes o mayores, si tendría que repasar primero los antibióticos o la exploración neurológica. En esto se me fue la mayor parte del fin de semana y para cuando fue lunes, todo había quedado en nada y la realidad me estaba esperando aquí:
Sí, ya puedes morirte de envidia (yo lo haría). Es un sitio residencial cálido, soleado y tranquilo. Hace un viento que lo flipas en la autopista, esa zona de la isla es famosa por esto mismo. Pero aquí, entre calle y calle apenas se nota. El centro es bonito por fuera y por dentro y no hablo sólo de la infraestructura.
Desde que llegamos, mi compañera y yo, fuimos acogidas con gran alegría como parte del equipo, así que estoy contenta. Sudamos un poco cuando nos enseñaron el cuarto de paro lo primero de todo pero quedamos más tranquilas cuando nos dijeron que sólo se usaba un par de veces al año por auténticas emergencias. En cuanto a mi tutora D., me demostró que las dudas eran infundadas desde el primer vistazo. Cuando nos presentaron ella esperaba sonriente para recibirme con los brazos abiertos y así de rápido supe que nos iba a ir muy bien entre D. y yo. Conectar -lo llaman.
Ya hace una semana de esto y aunque estos días estoy alejada del centro porque nos tienen entretenidos en el hospital con un curso de Urgencias, no veo la hora de volver a mi consulta, a ver a mis pacientes y sentarme de una vez a estudiar la exploración neurológica (paso de los antibióticos, jajaja).
¡Feliz semana amigos! :)
22 mayo 2015
Cómo sobrevivir al MIR - parte III (el punto final)
Ya sé que terceras partes nunca fueron buenas, así que intentaré ser breve.
¿Te lo has creído? No sé por qué digo tonterías, tú y yo sabemos que me encanta enrollarme. Lo más destacable es que por fin me quito el cartel de "opositora MIR" y lo cambio por el de ""residente MIR", "residente" o "MIR" a secas. Lo llames como lo llames, voy a empezar a trabajar en el mundo real y esto es un cambio que no pasa desapercibido en mi estudiantil rutina. Probablemente lleves un mes preguntándote qué estoy haciendo con mi vida y por qué me he olvidado de escribir. No lo he hecho, simplemente he estado firmando (así, en gerundio) pero tranquilo que no se me ha olvidado ni un detalle de aquel día...
El gran momento de elegir plaza llegó como habían llegado antes el temido examen MIR y la publicación de las estimaciones: con una lentitud pasmosa y muchísimos nervios. Si tuviera que describirlo en una palabra diría incertidumbre - no miedo. Mi puesto no fue como para tirar cohetes, ni mucho menos; un poco de confeti de colores si me apuras. Así que la espera fue prolongada. Tuve que ver cómo se agotaban delante de mí oportunidades que pensé que tendría en mi mano. Incluso tuve que afrontar la dura pregunta "Deb, ¿vas a repetir el MIR?". NO, gracias. Dicho esto empecé a valorar mis opciones y tomando de partida que me encanta la medicina clínica taché de mi lista todo lo que podía hacerse en un laboratorio, despacho o gimnasio o forense. Al llegar a Medicina de Familia tuve que echarme a reír. Me vinieron a la mente todas las palabras que había dicho sobre esta especialidad y me las fui comiendo una a una. Recordé a todos mis compañeros y amigos, médicos de familia, y me gustó pensar que podía ser uno de ellos. Iba buscando un servicio donde me acogieran y acabé encontrando una familia entera.
En cualquier caso, elegir especialidad era "fácil", seleccionar lugar no lo sería tanto. No tenía ninguna certeza de que fuera a quedar disponible el sitio que quería para cuando me tocara, pero tenía tan tan clara la imagen en mi cabeza, que era como si ya estuviera allí. Un invierno en Madrid habían bastado para convencerme de que necesito ver luz más de 4-5 horas al día; así que fui con la esperanza de poder vivir bajo el sol. Y sentí que ya era mío, que me pertenecían el mar, la arena y el calor por el mero hecho de desearlo tanto. Fue totalmente un acto de fe. Imagina mi sorpresa cuando miro las vacantes del turno anterior y veo que aún tengo posibilidades. Estaba hecho, aunque quedara sólo 1 plaza, a mí me bastaba. (Luego me enteré que mi abuela había puesto una vela a Santa Rita, no sé si eso hizo efecto plus).
Bye, Tenerife! |
Al salir del Ministerio con mi plaza deseada en la mano sentí que podía acabarse el mundo en ese mismo instante, que daba por satisfecha mi vida. Fue como quitarme el edificio entero de encima. Kilos y kilos de duro hormigón. Aquello no era felicidad, uno está feliz cuando se toma un barraquito. Era algo más grande que la felicidad, el saber que has acabado algo que empezaste hace tanto tiempo que casi habías olvidado por qué lo hacías. Era un bingo, un pleno jugando a los bolos, la primavera y el verano juntos. Estoy orgullosísima de decir que soy médico de familia en Las Palmas de Gran Canaria.
Siempre me gustaron los libros, pasar las páginas y que oliera a viejo, cerrar capítulos y empezar otros nuevos. En definitiva, transición. Esta es mi vida ahora. Las semanas posteriores al viaje a Madrid han sido un no cesar de papeles, certificados, firmas, visitas a aseguradoras y fotocopias. La consecuente mudanza (¿cómo iba a faltar?). Y la presentación en mi nuevo servicio donde me esperaba mi nueva familia con los brazos abiertos. Al llegar hasta allí fue como si todo cobrara sentido, todas las piezas encajaban bien. Yo encajaba bien.
¿Si el MIR me ha devuelto todo lo que le he dado? - me preguntas. No. No espero que la medicina me devuelva todo lo que le doy. Mi tiempo, el de mi familia, mi esfuerzo, mi estudio, mis inversiones, las de mi familia. Dar mi máximo es mi privilegio y no lo hago esperando a cambio aplausos, elogios o diplomas. Lo hago porque quiero; porque no imagino mi vida sin ti, sin la otra parte del "tú y yo".
Mi consejo para los actuales opositores MIR es el siguiente: Haber recorrido el larguísimo camino de la Medicina es prueba suficiente de que estás en lo tuyo, no te asustas fácilmente, eres duro y haces lo que haga falta para conseguir lo que quieres; tú puedes. Sólo necesitas recordar esto todas y cada una de las veces del día que dudes de tu potencial. No te preocupes por qué vas a ser o dónde puedes terminar trabajando en un futuro incierto. Tú estudia, lucha y céntrate en mejorar tus conocimientos para ti, para tus pacientes.
A los que siempre se acordaron de dar ánimos, les retorno mi mejor deseo para sus MIRes y a mis co-resis, ¡¡manos a la obra compañeros!! ¡Nos vemos pronto! :)
04 abril 2015
Cómo sobrevivir al MIR - parte II (el altar de las causas perdidas)
La sensación de hacer el MIR es, en primera instancia, liberadora y gratificante. Te das todas las palmaditas en la espalda que crees que te mereces y más. Saltas de alegría y lloras de felicidad. Reconócelo, llegar hasta ahí tiene mucho mérito.
Lo que te dure el subidón depende de cada uno. En mi caso fue una noche. Lo justo para disfrutar de un par de copas y volver a casa, meterme en el pijama y forrarme de mantas (en Madrid estábamos bajo cero). Dormí unas 3 horas en las que no noté ningún descanso. No había amanecido cuando en mi cabeza empezaron a acuchillarme, casi literalmente, todas las preguntas dudadas (que fueron muchas). Las horas siguientes fueron un infierno. Mi compañeras de piso se habían marchado a pasar el día fuera por motivos varios y no estaban en casa. Yo me debatía entre meter la plantilla y ver mi estimación, pasar de todo y salir de casa perseguida por todas esas preguntas, llamar a mis padres, coger un cubo para vomitar y al mismo tiempo, mirar si había en el piso algo de soga para ahorcarme.
Futuros opositores MIR, sé que les gustaría oír cuantos consejos sean posibles. Pero la verdad es que no tengo la clave para poder sobrellevar esos momentos, simplemente hay quesufrirlospasarlos.
A mí me dio un ataque de llanto. Lloré y lloré. Como nunca antes había hecho. Le dije bye a mi primera opción y a otro puñado de ellas. Te recuerdo que no tenía nada claro mis preferencias y casi cualquier especialidad y lugar de España me parecía bueno; tenía muchas opciones. Pasé unos cuantos días hecha un lío, sin saber a ciencia cierta qué sería de mí. Retomar mi "vida" no me preocupaba para nada, ni los viajes ni ver un último museo antes de volver a casa. Sólo estaba deseando que pasara el tiempo y borrar todas las malas sensaciones que me venían a la cabeza a cada instante (incluso durante la publicidad en medio de los capítulos de Mujeres desesperadas de por las mañanas).
Los mensajes de "¿cómo te fue?" o "¿cuánto te estiman?" fueron directos a la papelera. A pocas personas les conté cómo me sentía en realidad. La procesión se lleva por dentro y la mía iba para largo. A los días, metí todas mis cosas en cajas y me mudé de vuelta a Tenerife. En casa todos se alegraron de verme y hacía buen tiempo. No tenía el cuerpo para mucha fiesta pero al menos conseguí distraerme más que en Madrid, paradójicamente. Algunas noches volvía a llorar recordando mis opciones y soñando qué hubiera podido llegar a ser con cada una de ellas. Es duro ver cuánto podemos a llegar a mortificarnos, a veces nuestro peor enemigo somos sólo nosotros mismos.
No hay mal que cien años dure. Así que más tarde que temprano, por unos contratiempos, los resultados provisionales llegaron. Bueno, empecemos a construir de nuevo nuestra próxima meta. No más causas perdidas, no más sueños frustrables.
Si algo me define es la palabra práctica.Tengo mucha imaginación también. No me fue difícil tomar mis posibilidades y edificar sobre ellas. Vi qué especialidades y sitios podía escoger y así empecé a elucubrar sobre el tema. Pero era mentira que todo me pareciera buena idea. Sé que mi interior sabe lo que quiero pero en esos momentos no me parecía inteligente seguir mi intuición, no sé por qué. Creo que la clave es hablarlo, hablarlo de nuevo pero, al fin y al cabo, hablar sobre ello. Buscar información, opiniones de todo y de todos los lugares. Pero España es muy grande y para una isleña, pensar en dar el salto a la Península es como para un pez saltar fuera del agua. No quería limitar mis opciones pero a la vez, tampoco quería volar demasiado alto por si acaso no me recuperara de esa caída. Así que muchas ideas se iban tan rápido como venían.
Me llevó muchas tardes confeccionar mi auténtica lista de preferencias. Trazarte objetivos con los que no contabas teniendo en cuenta tus verdaderos gustos conlleva conocerte muy bien y enfrentarte a un gran reto: levantarte después de haber resbalado. Después de todo, uno y sólo uno mismo, tiene que enfrentarse a esa gran pregunta 236, "¿y ahora qué quieres?" Para unos será una gran especialidad, para otros el mejor hospital, o una ciudad bien conectada, que esté cerca de casa (o lejos), con mucha o poca responsabilidad, con más (o menos) guardias y, por qué no, un sitio donde nunca sea invierno.
Al final yo también llegué a esta pregunta básica y quise ser sincera con lo que quiero. Me lo debo a mí misma. Así que visualicé el sitio en el que quería vivir y lo busqué en el mapa. El tiempo dirá si es mi auténtico destino.
¡Ánimos, suerte y fe para todos mis compañeros y opositores MIR!
02 abril 2015
Astonishment
"Atormentado. Se aferró al recuerdo como si pudiera salvarle. Pero no quería darse cuenta de que un recuerdo vacío es una biblia en blanco. El silencio sólo te responde con más silencio. Ella no retuvo el sonido de sus llaves y lo que siguió fue el crujir de la puerta al marcharse él. Lamentaciones. Voces que retumban ecos de verdad y rebosan dramatización. Al momento oyó pasos que se alejaban de ella y de sus miedos. Supo entonces que él volvería más tarde, más temprano. Sus labios con sabor a lágrimas no lo dudaban. Él, en cambio, se fue con los bolsillos vacíos, la mirada al frente y sin intención de pagar viaje de vuelta."
Suscribirse a:
Entradas (Atom)