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03 julio 2012

Momentos sagrados

Soy la primera que disfruta de la compañía, de la charla y del nosotros. Pero francamente, mi vida de estudiante de Medicina sin pausa ni freno me ha enseñado que hay momentos que son sagrados. Uno de ellos es la comida; sin discriminar desayuno, almuerzo o cena. El tiempo para comer es algo intocable para mí y sin duda, no se apreciaría igual si no se come en silencio. A menudo mis padres invitan a comer a la trifulca y terminan debatiendo durante el almuerzo cuestiones varias que más de una vez acaban con más de un decibelio de la cuenta. Temas de trabajo, universidad, papeles varios, multas, vecinos... Yo me limito a escuchar y tragar con agua mis opiniones. Mi tiempo de descanso para comer a menudo es tan escaso, que poco bien me puede hacer malgastarlo discutiendo por asuntos que, frecuentemente me la sudan me afectan sólo de lejos. No han sido únicas las veces que me he visto obligada a comer de pie, a tomarme un café caminando o mordisquear un bocadillo en plena clase. Está claro que no se valora lo que se tiene hasta que se pierde (o se reduce considerablemente). Prueba una morbosa rutina diaria de 5 horas de pácticas, 3 horas de clase y otras tantas de biblioteca seguidas para que me entiendas... Verás cómo, la próxima vez que tengas un momento para sentarte a comer, no habrá nada imprescindible que decir entre tú y yo.
Pret A Manger, Trafalgar Sq, London

25 junio 2012

Con zapatillas de ballet


Me encanta cuando mis hermanas acaban el curso y hacen una limpieza de todo lo que no quieren. Siempre hay algo que se puede aprovechar; se puede rescatar un osito, una camiseta o en este caso un maniquí de boceto viejo. Es divertido ver como -cuando mi mente está liberada, deja fluir a la imaginación uniendo piezas arbitrarias para crear. Unas acuarelas usadas, un trozo de tela roto y una cinta en manos deseosas de expresión pueden acabar en esto que ves. Igualmente podría decirse sobre este boom de escribiente entre tú y yo. Como le dije a mi amigo C. trato de compensar ese mes que estuve con exámenes (en la biblioteca all day, everyday) y que no podía ni teclear 'socorro'. Podría denominarse el efecto "Caja de Pandora" (pero sin pulsera cara). 
La orquídea es de plástico, ¿a que parece de verdad?

Sí, no puedo ocultarlo... soy una sentimental. No me gusta tirar los viejos trastos, aunque sean viejos y sean trastos. De ahí que mi cuarto se parezca a un museo de antigüedades, muy al estilo British Museum con momias y ácaros polvo incluidos. Lo de las momias lo digo en serio. Deb tiene un secreto guardado en una caja sobre el armario (uh-uh-UH!). Estoy contenta con el resultado de mi inventiva. Aunque nunca haya hecho gimnasia rítmica en mi vida, como sí hicieron el resto de mis compañeras del colegio; ni haya visto nunca una actuación de ballet; ni me guste mucho el color rosa. Será porque ahora hay una pieza única más en mi mundo. O tal vez porque me salí con la mía y rescaté otro trasto más que ahora adorna mi mesa. Sí, no tengo remedio...

¡Feliz Lunes!

24 junio 2012

Momento glorioso

Es ése cuando tus padres se toman en serio que, tras 5 años en Medicina, ya tienes ciertos conocimientos con aplicación práctica. 
Y viene tu padre a pedirte que le mires el pecho porque tiene un catarrazo. Al fin tu familia reconoce que sabes algo más que un puñado de folios. Y hasta yo misma me sorprendo escuchando, haciendo un diagnóstico y pensando en un tratamiento. Ay, esas clases con el Dr. I. en las que entre tanta lista de cosas, daba información importante sobre catarros, gripe, asma, epoc, tos crónica... Entre tú y yo, hoy me siento un poco más cerca de lo que quiero y eso, no tiene precio. Algo me dice que pronto me encontraré como siempre he querido -con un fonendo en las manos.

¡Feliz Domingo!

22 junio 2012

¡Bolso!

Si es la primera vez que entras en este blog te parecerá que siempre esté hablando de bolsos; pero es que lo que me pasó hoy tiene que estar escrito en alguna parte porque fue muy divertido. 
Esta mañana salí con mi madre a mirar tiendas varias, a desayunar en IKEA y a sentarme en su sillón EKTORP -anhelo de mis fantasías (sin comentarios). El caso es que acabamos en una tienda de ropa; y bolsos. Me acerqué a unos estantes donde había una variedad de bolsos de fiesta y me acordé que necesitaba uno para combinar con el traje que iba a llevar a la boda de mi amiga K. en Septiembre. Había unos cuantos que eran de idéntico color pero eran o muy rígidos, o muy brillantes, o con unas flores que rayaban la horteridad así que seguí dando vueltas por la tienda hasta que, en el interior, di con otro estante y allí, encontré mi bolso ideal :D 
Era perfecto. Llamativo pero discreto. Pequeño pero práctico. Y el color, ¡juraría que el mismo!
Se lo enseñé a mi madre que dió curiosamente su aprobación (vaya, por una vez estamos de acuerdo) y me dijo que me lo colgara del hombro frente al espejo. Al ir hacia allí, vi que había una madre con su hija en la cercanía y pensé que seguramente se reirían al verme con un bolso tan original. No dijeron nada. Y yo estaba tan contenta con mi hallazgo que poco me importaban las miradas de los demás. Mi madre, como siempre, me dijo que me lo pensara mientras ella seguía mirando lo que le quedaba de la tienda. Así que decidí llevármelo en la mano y pasearlo por toda la tienda, detrás de mi madre, cantando sus alabanzas a proa y a popa. "Pero mira qué práctico", "tiene hasta un bolsillo interior", "me encantan los adornos que se mueven al caminar", "es que los otros son demasiado rígidos y no me cabe nada dentro"

Cuando mi madre se cansó de mirar (o de aguantarme la cháchara) fuimos a la caja. Estaba rebajado, así que con mayor razón era el bolso perfecto. Fue entonces cuando, en el momento en que le damos el dinero a la dependienta se acerca una clienta (¡la que estaba en el espejo con su madre!) y le dice a la dependienta "Perdona, ¿me puedes decir cómo se abre el bolso?". Yo pensé -al tiempo que mi madre y yo mirábamos hacia ella- "Qué tonta, no sabe abrir un trist...". ¡Ouch! Allí estaba ella, con el mismo bolso que el mío, en otro color. 
I can't believe it! :O 
Entre tú y yo, creo que tengo razón cuando digo que las personas con estilo vamos marcando tendencias, yeah! jajaja!

Algún día yo también tendré mi sillón ektorp... Es que me encanta *.* Un rinconcito así para escribir puede ser ¡el mejor lugar en mi mundo!

18 junio 2012

Manic Monday

Hoy es mi primer día oficial de ¡Vacaciones! Ya no más odiar los lunes. Mi verano empezó esta mañana cuando mi amigo C. me ha llamado para decirme que estaba aprobada en la última asignatura que me faltaba por saber la nota, así que en cuanto colgué el teléfono me puse el cartel de "fuera por vacaciones" hasta nuevo aviso. Aún sigo saltando de alegría como un canguro.. ¡boing, boing! Entre tú y yo, con tan buenas noticias, ¿quién se atreve a odiar los lunes?

¡Feliz semana a todos! 
 

14 junio 2012

Al parecer, Junio



Y Deb Pita vuelve a la vida social gracias a que ayer fue el último examen de Junio. 

Podría haber escrito mil posts hablando sobre las cosas mágicas, locas, divertidas, surrealistas, raras, frustrantes o románticas que me han ocurrido a lo largo del tiempo que he estado desconectada pero entre tú y  yo, tanto estudiar y tanta biblioteca quitan las ganas hasta de comer. Bueno, de comer no... pero de lo demás sí. En fin, ahora queda esperar frenéticamente con paciencia los resultados del esfuerzo y el trabajo confiando en que se vean recompensados.

¡Feliz día a todos!

28 marzo 2012

Un nuevo prólogo

No es sencillo empezar de nuevo, abrir un nuevo libro. 
Algunas veces puede ser verdaderamente costoso. 
Otras, simplemente inevitable. 
Viejos amigos, corazones rotos y, en general, personas que van y vienen en nuestra vida por azaroso antojo... cuántas no conocemos que, al pensar en ellas, nos hacen recordar todo aquello que dejamos atrás y que pertenecen ahora al pasado, a lo perdido, -casi- a lo olvidado. Malentendidos, distancia, silencios incómodos o simplemente nada... y todo. Miles de razones por las que una persona en tu vida puede un día marcharse -intencionadamente o no. Y así, sin más, se va. Entonces descubres que, donde antes había respuestas se ha instalado el eco de tu voz, reflejo de una huella y un vacío. Lloras a solas. Acechas cómo es tu existencia sin esa persona y descubres cómo palidece frente a la riqueza que con ella disfrutabas. Te sorprende cómo de importante era su presencia para ti. Pero no es la moraleja de la vida detenerse a reflexionar, sino continuar después de la pausa. Y dejar así que el tiempo trate de reparar la herida y libere la tristeza que albergas para dejar espacio a lo nuevo. Cómo si no podríamos continuar explorando los caminos de la vida y evolucionar hacia una mejor versión de nosotros mismos. Cómo si no íbamos a descubrir nuevas personas, nuevos amantes, nuevas experiencias.

Al principio dudas que puedas encontrar a alguien como tu mejor amiga, novio, colega, vecino... Cuando lo encuentras, dudas sobre cómo pueda recibirte y llegar a conocerte tan bien como lo hacía la otra persona pero ¡ah! en ello reside lo especial, en darte cuenta de que sí hay alguien nuevo a quien poder contárselo todo, con quien volver a hablar sobre tus inquietudes, que no le importe comer extra de chocolate contigo, acompañarte a la peluquería o querer pegarle a tus exs. Y en poco tiempo pones al día tu vida, la resumes, te ríes de lo que puedas y compartes alguna lágrima más. Saboreas los sinsabores de "aquella época" y aquella gente y, entre tú y yo, no sin cierto recelo, cierras el libro con un buen epílogo. 

Kew Gardens, London

04 marzo 2012

18 vestidos

Inciso: A los que tenían dudas sobre mi paradero, les aseguro que sigo con vida. Hace un par de semanas empecé con las prácticas de Oncología Clínica. No es por quejarme pero me han tenido atada a una mesa trabajando más de lo aconsejable. En medio hubo parón por Carnavales y mini-vacaciones. Ahora continúo con las prácticas en Radioterapia mientras trato de llevar al día también esa asignatura pendiente que es la vida. 
***
La graduación de mi hermana E. se acerca.

Y por supuesto es motivo de alegría para todos, sobre todo para ella que despide el colegio después de 14 años para empezar un Bachillerato donde quiera que sea que la acepten. El único inconveniente es que seamos cuatro mujeres en casa, lo cual implica cuatro estilos diferentes, cuatro vestidos diferentes de cuatro colores, a ser posible, diferentes. La primera que solventó el problema fue mi hermana V. la pequeña, luego lo hizo mi madre. Yo tardé un poco más en encontrar el mío porque para variar mi nivel de exigencia era bastante alto. 

 
Estuve buscando en decenas de tiendas el traje perfecto. Caminé muchas horas sin tener una imagen clara de lo que deseaba. Sabía el color que quería y podía imaginar apenas el estilo... pero creo que, esperar que exista algo que tú diseñas a tu manera en tu cabeza, es pedirle demasiado a la vida. Así que bajas el listón y abres la puerta de la oportunidad a lo que encuentras por el camino. Y te pruebas unos cuantos, y muchos cuantos, ¿cómo si no, puedes decir si es lo que andabas buscando? Subes la cremallera, sales del probador, te miras en el espejo y caminas con él puesto. Con algunos te sientes más cómoda que con otros; algunos son mejor partido que otro. Pero, entre tú y yo, si en el fondo confías en que puedes encontrar uno como el que tú quieres, te quitas el vestido y sales de la tienda. Hay más tiendas.   

Soy una persona, a pesar de las apariencias, paciente. Exigente, pero que no pierde la esperanza de encontrar lo que busca. Tardé más que el resto pero lo que cuenta es que, al final, en un perchero lejos de la vista de los demás en una tienda de una calle poco transitada, encontré mi vestido. Y era tal como lo había imaginado y eso lo hacía perfecto.    

05 noviembre 2011

Y al tercer día


El chico que conociste en aquella fiesta te llamará. 

Porque necesita un día para encontrarte a tí y dos días para encontrar el valor, porque lo que hubo entre él y tú se merece una petición de amistad y porque a la tercera va la vencida, ¿no? 

 
Te lo digo yo: ¡NO! Creo que el 3 es un número que está sobrevalorado, tal vez para dejarnos engañar por la derrota y dejar de inistir si a la tercera no conseguimos nuestros propósitos. Sé que es frustrante encajar cualquier decepción, pero estoy segura de que aquello que perseguimos será nuestro, si lo queremos... porque el premio es para los obstinados, para los que se atreven a seguir intentándolo, sólo para los que saben qué viene después del tres.

Keep on dreaming! Keep on waiting! Keep on trying! 
¡Feliz sábado!
 

09 octubre 2011

El que lo persigue... ¿lo consigue?

Cómo conseguir pareja en 3 sencillos pasos.
(Sólo para aquellos que hayan conseguido pasar de la etapa de las miraditas).
1. Adulación
Aunque te cueste trabajo creerlo, los cumplidos aún son el arma más eficaz para atraer la atención de la otra persona. Funciona en un 77% de los casos(*); al recibir un elogio nuestra predisposición a continuar con la conversación, cambia favorablemente. Pero es importante que tengas en cuenta dos aspectos: no mientas y no exageres (o será demasiado evidente que mientes). 
   Ejemplo
     - Vaya, J. ¿tienes el carnet de conducir desde hace 4 años? 
     - Sí.
     - Guau... ¿y nunca has tenido un accidente?
     - No.
     - Y además, tampoco te duermes al volante por las mañanas...
     - No; porque si lo hago me estrello.
     - Ya, claro... pues es increíble...
     - ¿Sí? Nunca me lo habían dicho.
     - ¿No? (por algo será...)

2. Haz que la otra persona hable de sí misma
Si la primera técnica no te da resultado, prueba lo siguiente: dirige la conversación de manera que la otra persona tenga que hablar de sí misma. Está demostrado que en un 88% de los casos(*) al hablar de nosotros mismos, disminuimos los niveles de agresividad y aumenta nuestro buen rollo así como nuestra capacidad para monopolizar el tiempo de conversación. 
   Ejemplo:
     Día 28 de Junio, 22:52
     - Y... ¿qué planes tienes para las vacaciones, A.?
     - Aún no lo sé. 
     - Bueno, seguro que algo tienes pensado hacer...
     - No.
     - ... em...
     - ...
     - y ¿no te vas de viaje con tu familia? ¿ni al Sur con tus amigos?
     - Puede...
     - Ah, qué bien.
 
3. Cuéntale una historia triste acerca de ti
Si te han fallado las dos anteriores, es hora de sacar la artilleria pesada: toma la palabra, comparte con esa persona lo más amargo/triste/penoso de tu vida y deja que sucumba a la imperiosa necesidad de abrazarte y demostrarte su comprensión y amor. Las cifras revelan que es efectivo hasta en un 99% de los casos(*). Ya sabes, sólo ¡atrévete!
   Ejemplo
     - Me queda Biofísica... (cara de depresión) No sé qué voy a hacer para aprobarla...
       ... lo he intentado todo, estoy desesperada,V. no sé ya cuantas veces la he estudiado...
       ... el profesor me dice que haga problemas pero... (ojos brillantes) ... no me salen...
       (suspiro profundo) (otro suspiro profundo mirando al vacío)
     - Lo sé. (estira el brazo y...) ¿Vas a salir el fin de semana? Avisa para decirle a I. que
       compre una botella más de ron.


¿Qué hacer y qué no hacer? Creo que pedimos demasiado al querer disponer de unas reglas para tratar de comprender e influir en lo más impredecible y arbitrario que existe -nuestro carácter. No creas que quiero alardear tampoco de técnicas de seducción; no soy una experta y entre tú y yo, dudo mucho que los haya. Yo sólo vi una película del año 38 y quise compartir contigo lo que me vino a la cabeza en ese momento y algún que otro recuerdo. Tal vez a alguien le valen los consejos numerados; si ese es el caso, por favor avísame para cambiar mi versión de la verdad. Mientras, seguiré creyendo que no hay quien me comprenda ni lista de consejos para conseguirme.

Todas las conversaciones son basadas en hechos reales. 
(*) Datos estadísticos no contrastados (vamos, inventados).

05 octubre 2011

In the mood

En la vida uno tiene momentos y momentos
En ocasiones estamos tan optimistas que, de repente, nos apetecen cosas que nunca nos llamaron la atención o que lo hicieron pero, simplemente no decidimos en su momento, probar. No, mi (dis)gusto repulsivo por las pasas sigue intacto pero en cambio ayer me sorprendí tremendamente a mí misma pensando en ir a ¡una tienda de deportes! 

Para que puedas hacerte una idea, la última vez que me puse ropa para hacer ejercicio propiamente dicha fue en 4º ESO, cuando llevaba el chándal del uniforme del colegio. Luego en el instituto, sí... bueno, vale: algún día me puse una ropa que parecía deportiva. (No busques más; no falta ningún párrafo aquí, esto es todo lo deportista que he sido en mi vida). Incluso con un padre que fue corredor y que ha hecho el Camino de Santiago desde Francia (800 Km), nunca he pisado un gimnasio, me agoto cuando corro 5 minutos y mi concepto del Pilates son ejercicios con una pelota gigante de colores (parece que no voy mal encaminada).

Claro que, desde que mi lumbalgia empezó a darme quebraderos de columna a principios del verano, decidí que era el momento de organizarme y programar algo de tiempo para mi propia salud. Así que al volver de vacaciones me propuse ir, poco a poco, haciendo algo de estiramiento, ejercicios de columna y esta clase de cosas. Un par de semanas más tarde esas sesiones de "¡ay! ¡ayayay la espalda!" pasaron a sonar a música y a saber mejor. Además, conseguí volver a mi peso habitual y esto, me animó a continuar. En estos últimos días se me ocurrió que también podría ser una buena idea ir un paso más allá y hacer que los brazos trabajen con algo de peso... ya sabes de lo que te hablo, de las mancuernas clásicas; y así llegamos al punto clave: para mí ir a una tienda de deportes puede ser tan embarazoso como ir a comprar a ElCorteInglés en pijama... me hace sentir totalmente fuera de lugar. 


Pero ¡ey! ¿Por qué no?
Para allá fui.
Al llegar, hacía tanto viento en la puerta de entrada que tuve que agarrarme las gafas de sol (y el pelo) para que no saliera volando; en consecuencia, cuando se abrieron las puertas, la gente que estaba dentro me vio llegar con una mano en la cabeza y el pelo en la cara. Me recompuse como pude; entré por donde decía "Salida sin compra" y marché decidida hacia el pasillo central. Bañadores, bañadores, bañadores y bañadores: de mujer, de hombre, de niños y de saldo. Gafas y tubos, equipos de submarinismo, de equitación, botes de pastillas y barritas de... vamos a pensar que son cereales, bicicletas como para participar en el Tour de Francia, guantes de ¿boxeo? ¿todavía se practica?, las pelotas para Pilates y ¡ah! las "cosas" del gimnasio. 

Cuando enfoco hacia la estantería donde estaban las mancuernas desde lejos, veo como se acerca un grupo de chicas. ¡Ya se me adelantaron! Desvío mi trayectoria y me quedo frente a la ropa de gimnasia rítmica y los aros. Veo como empiezan a hablar entre ellas y a probar las mancuernas de demostración. Entonces me acerco para escuchar qué es lo que dicen. Una de ellas parece más entendida en el tema y oigo como le dice a las otras: "... es lo que yo siempre digo, lo mejor es comprarse unas de 8 Kg; las tienes en casa y cuando te aburras, las coges y aunque sea haces 5 minutos de ejercicio". Las otras asintieron con la cabeza pero no compraron nada. Cuando se fueron me acerqué yo y tuve la misma sensación que cuando voy a hacer la compra y me toca elegir el fregasuelos ...sudor frío. 

Busqué las más ligeras y traté de borrar esa expresión de mi cara que decía "¿por qué tenían que ser rosa?". Miré al frente, uno de los dependientes me observaba al otro lado de las bicicletas estáticas así que decidí seguir viendo la tienda porque estaba segura de que, si pasaba un minuto más frente a la misma estantería, iba a venir a preguntarme si necesitaba ayuda. Así que, con 1 Kg más en mis manos me fui a rebuscar en los demás pasillos. 

Quede dicho que la ropa de deporte me parece muy demasiado cara.
Poca cosa más interesante. Un hippie de pelo largo mirando platos para acampadas, una familia de extranjeros comprando ropa de montaña, una mujer revolviendo en las rebajas y un par de chicos eligiendo tenis para correr. En fin, empiezo a sentir el peso de más y decido dar media vuelta, bajar las escaleras mecánicas y dirigirme hacia la caja. Me coloco en la fila para pagar y pongo los ojos en blanco calculando cuánto voy a pagar: las mancuernas y una camiseta (sí, la que estaba revolviendo en las rebajas era yo). Luego me distraigo mirando lo que llevaba el chico que estaba delante mío en la cola: unas mallas que, a mi juicio le iban a quedar algo jus-ti-tas... sí que le haría bien perder unos kilillos, pero tampoco era para llegar al extremo de usar mallas.

Entonces me di cuenta de qué era lo que no me gustaba de las tiendas de deporte. Aparte de que detesto parecer una aficionada, supongo que no me gusta permanecer bajo la mirada crítica de los que no son tan aficionados y sus comentarios del tipo: sí, necesitas perder peso o ¿de verdad crees que cabes ahí? o no, mira... lo que tienes que hacer es (dos puntos) ... y aquí sí que identifico el grave problema personal que he tenido con el resto del mundo desde el principio de los tiempos: no soporto que me evalúen y por consiguiente me digan qué tengo que hacer o no

Entre tú y yo, puede que ya supieras esta gran revelación acerca de mí pero deseaba que a partir de ahora tú tambien la asociaras a unas mallas demasiado ajustadas.
¡Feliz noche!

14 septiembre 2011

En la pista otra vez

El primer día de clase después del verano siempre es crucial. 

Todos estamos más relajados y liberados; de ahí que seamos mucho más expresivos y cada movimiento tenga una traducción casi literal de nuestro verdadero estado de ánimo. Las risas con los amigos, las miradas fugaces, los "¡qué bien estás!" y el clásico "¿qué has hecho?" o "¿dónde has estado?" (aunque en el fondo no nos interesa para nada). Nos fijamos en quién ha perdido peso (y le felicitamos), quién lo ha ganado (y... bueno, no decimos nada), quién está más bronceado (y le envidiamos). Y bajo toda esta trabajada superficie de banalidades está lo que subyace en el subconsciente más remoto de cada uno.


Ahora que hago memoria, al empezar el curso pasado (4º Medicina) tenía la sensación de que había sido atropellada y machacada por un camión de cemento y que, en vez de acabar en Urgencias, había ido a parar a la clase. No estaba para nada motivada. Después de un verano inigualable, volver se me hizo un infierno ¿para qué te voy a engañar? Y claro, en consecuencia todo el curso fue un auténtico DESASTRE. Incluso muy al final, seguía igual de desubicada que el primer día.

Este año, sin embargo, la sensación es bien diferente. Al principio no era capaz de reconocer la causa por la que este curso estaba mucho más optimista y positiva. ¿Las ganas de estudiar a tope? Lo dudaba mucho. Entonces pasó algo interesante. 

Te pongo al día y te digo que este año será una excitante mezcla de asignaturas de dos cursos, así que me veré atrapada entre 4º y 5º de Medicina (Gracias, Bolonia). Durante el verano me torturaba pensar que retrasar un año una carrera tan larga como Medicina sería una pesadilla. Pero ayer tuve una revelación. 

Ocurrió cuando me acerqué a la puerta de la que era mi clase para saludar a una amiga en un intercambio de hora. No tenía muco tiempo, así que pillé a mi amiga S. y nos comentamos unas palabras rápidas. De repente, alcé la vista y miré de reojo a un par de caras conocidas a lo lejos, algunas otras sentadas en la primera fila con miradas atentas y bolígrafos en la mano. Los profesores hablaban entre ellos y estaban a punto de empezar con la clase, así que... me fui. Amigos y desamigos; buenos y malos momentos; risas y competitividad extrema. Todo ello metido en un mismo aula. Sin mí.

Luego, mientras caminaba en silencio por el pasillo de la facultad daba gracias a quien fuera porque no tenía que entrar con ellos en aquella tediosa hora de clase. Me alegró darme cuenta de que había conseguido lo que siempre quise: mi propio camino, a la medida y en solitario. Pudiendo haber escogido continuar con mi promoción decidí tomar un año diferente: tomé la vía alternativa porque, incapaz de discernir entre estudios y vida, había escogido ambas. Decidí, por una vez, no seguir la pauta trazada. Ya no tendría que medir mis pasos por los de los demás y esta sensación me gustó. 

Descubrí entonces que todo esto era lo que había puesto la sonrisa en mi cara. Un sonrisa que, entre tú y yo, espero que haya venido para quedarse. 


¡Feliz comienzo de curso 2011!

20 julio 2011

Alguien como yo

Hay muchas personas con las que no encajo. No es que esté interesada en congeniar con ellos pero el no hacerlo me ha llevado a darme cuenta de que soy una persona singular, sin plural. 

Tomo una muestra representativa y reflexiono por ejemplo, al ver una guagua pienso sobre qué clase de personas son las que viajan en ella: gente mayor que acompaña a sus nietos, un grupo de jóvenes que van a la playa, parejas, hippies, trabajadores, dos amigas, una señora con bolsas de compra, más gente joven, una persona que lee en silencio ajena al mundo, una chica con unos papeles de la universidad...  

Y yo los miro sin sentirme identificada con ninguno; así me siento en este mundo. Claro que tengo amigos, pero son precisamente sus diferencias conmigo lo que más valoro de ellos, lo que me completa y les convierte en mis amigos

Entre tú y yo, creo que sólo busco alguien como yo, ¿existirá?  

12 julio 2011

Yo dije; él dijo

Todo palabras. Más volátiles que nunca, imperfectas como siempre.
¿Por qué en una discusión entre dos, el que habla más alto lleva razón?
       Aplícalo a la conversación que quieras; ya sea con un un amigo, con alguien que es algo más que un amigo, con un profesor, jefe o un completo desconocido. A mí no me ha pasado pocas veces. Conmigo va el signo de la discordia y a menudo suelo disfrutar de una buena polémica... hasta que el otro tiene razón. Entonces es hora de una retirada digna y se acabó. Admito que él tenía las de ganar. Rara vez elevo el tono de voz (no grito, a menos que me vea obligada). Razono a partir de aquello que sé, aunque no lo pueda demostrar. Y sobre todo, por encima de todo, no me escudo en falsos pretextos ni jerga infantil del tipo "porque no" y "porque sí".

       Impertinente... sí, entre tú y yo, soy un pelmazo de mujer.


       Creo que tener diferentes puntos de vista y defender cada uno el suyo es algo totalmente sano, deportivo y necesario. Respeto a mi oponente y he aprendido a aceptar los dos posibles resultados de cualquier debate (ganar y empatar). Vale, lo admito... me gusta discutir. Pocas discusiones pueden desconcertarme. Pocas personas pueden hacerme perder la paciencia, amasada pizca a pizca a lo largo de los años. Pocos asuntos pueden exaltarme de manera importante. 

       No es ya a nivel personal sino académico más bien, donde me he encontrado en situación de conflicto. La piedra en mi zapato se llama sugestión de prestigio. Esto sí que es un problema para mí -saber que mi palabra no significa nada "porque no". Qué necedad por nuestra parte haber permitido que algunas personas crean que juegan con el factor autoridad a su favor y que éste les confiera alguna clase de poder especial "porque sí". El único juego posible es tu palabra contra la de él; y si dice "yo no dije eso" más alto que tú, ya sabes lamentablemente, quien tiene las de perder... 

Por supuesto, la culpa es mía. 

       Por pensar que vivía en un mundo de personas cuya valía no se medía ni se enmarcaba para colgar en la pared; por pensar que podíamos tener una lucha de iguales; por pensar que la justicia era ciega cuando a veces, te mira por encima del hombro. Sin duda sé que dos no discuten si uno no quiere pero, por favor, nunca quieras ganar una pelea conmigo por el "yo no dije eso" si sabes que lo dijiste.     

¡Feliz martes!

05 julio 2011

Preparados, listos, ¡ya!

Tengo un grave problema de cara a mi profesión: no soy para nada competitiva. No es ironía; no soy competitiva. 

         La sobre-preocupación de esas personas que se auto-exigen lo más y lo mejor no significa nada para mí. Me quito el sombrero ante ellos y sus logros, eso sí; pero no inspiran en mí el más mínimo sentimiento de competitividad. Por alguna extraña naturaleza mía, cuando me encuentro en una carrera mi táctica es inconscientemente, dar un paso atrás y facilitarle a los demás la vía.

       Algunos me podrán señalar muy suspicazmente que por alguna razón acabé en Medicina. Claro, porque estudiaba... pero no más que los demás ni con mayor presión. Y como llegados a este punto habré contribuído a crear unos cuantos deb-escépticos, a ellos les ilustro con el siguiente anécdota mis argumentos. 

       Un verano siendo yo pequeña, mi madre me apuntó a un cursillo de natación. Creyó -y estaba en lo cierto, que ya era hora de que aprendiera a darle a los pies y a las manos por mi cuenta. En definitiva esto sólo propició que me pasara un mes completo chapoteando con el resto de niños en la piscina. Aprendí a nadar, por supuesto (tampoco es que fuera muy complicado), ayudada con una tabla de color azul (seguro que sabes a cuál me refiero). 

       El último día de agosto, para dar por finalizado el curso, se dedicaba la jornada a realizar juegos en la piscina y ¿cómo no? Una carrera. Delante de todas las orgullosas madres y demás espectadores varios, ¡qué vergüenza! Pero era pan comido: sólo había que tirarse de cabeza, nadar hasta la otra orilla y volver. El premio era una palmadita en la espalda del monitor, un achuchón de tu madre y a lo mejor, un helado del kiosko.  

       Allí estábamos todos, de pie junto al borde de la piscina con nuestras tablas en la mano. Miré hacia atrás y vi la expectación que causábamos en el público; era tremendo. Nuestro monitor nos dio un toque de atención (nos metió un grito) y al momento se preparó a tocar el silbato. Sonó. Y todos los niños saltaron con rapidez al agua. Todos menos yo... que en ese momento me quedé hipnotizada pensando por qué había que colocar los brazos estirados. Para mí ese momento era tan bueno como otro cualquiera para preguntármelo pero como no sabía la respuesta me giré hacia mi monitor y se lo pregunté a él. Él sólo me dijo: ¡lánzate! Y así lo hice...


Un genial salto en bomba, poco competitivo pero ¡divertidísimo!

       Ya ves, eso es lo mío. Poner toda mi pasión en aquello entre tú y yo que me apasiona y disfrutarlo. Todo lo demás, me sobra. Y por esto antes de que te cueles, te dejaré pasar. Antes de que suspendas, te chivaré la respuesta correcta y luego yo me equivocaré al marcarla. 

¡Feliz chapuzón!

30 junio 2011

Hoy cocino para mí

       Antes de empezar... ¡buena música bien alto!


       Ahora, manos a la obra: hoy toca champiñones revueltos; receta propia. No se por qué no como sola más a menudo... bueno, siempre que puedo lo hago en familia; y cuando no, es porque no tengo tiempo para el almuerzo. Lástima, porque me gusta preparar los platos a mi gusto. Champiñones, ¡a la sartén!

       La ausencia de palabras, la concentración para preparar cada ingrediente, el juego de manos y utensilios. Armonioso, sistemático, rápido. Picamos el chorizo y lo echamos a la sartén también; mezclamos y añadimos un poco de aceite; fuego sin prisa pero sin pausa. 

       Ahora el toque personal. Esa pincelada propia con la que sazonamos la vida. Para algunos puede ser la risa; para otros, la ironía pero todos tenemos el nuestro propio. Para mí es el orégano. Algunas personas se conocen muy bien y otros, en cambio, tardan años. Hay personas que se miran en el espejo y lo ven vacío, si quiera un reflejo difuso. Hay personas a las que les lleva una vida conocer su vida y son los mayores extraños para su propia persona. ¿Por qué no ven lo fácil que es conocerse? ¿Por qué no ven lo fácil que es quererse?

       Ahora batimos el huevo y cubrimos con él el contenido de la sartén. Aún así no veo claro que apreciar quien soy me haya facilitado encontrar a más personas como yo. Al contrario, en cada ocasión en la que me he visto reafirmando mi postura (llámalo cabezonería -no te contradigo), he visto cómo se me cerraban puertas. Muchas de ellas me han conducido a la mesa individual en la que me toca comer hoy. No te olvides de remover.

       Entonces, ¿por qué no callo alguna que otra vez? Pues porque yo valgo más que ese silencio. La persona que soy es el proyecto resultado de 21 años de trabajo, ¿cómo negar ahora una parte de mí? No. Prefiero ver cerrarse una puerta (tras otra). Ceder en mi personalidad para agradar a los demás no es una opción. Así soy he decidido ser; para bien o para mal. Claro que nadie es perfecto, pero si se me quema la comida hoy... mañana me acordaré de rebajar el fuego.

       Muchas palabras cruzadas a destiempo y oportunidades estrelladas en la pared me han conducido hasta aquí. Un salvamantel y un servicio (de momento). Pero no por ello me detengo, no. Sigo cocinando mientras espero que venga aquella persona que, entre tú y yo, convierta el alumerzo para uno en cena para dos

¡Buen provecho!

26 junio 2011

Quoad vitam

Hoy leí estas palabras entre mis apuntes y me dije:  

¿Por qué nadie me dijo que no era saludable meterse en Medicina? ¡Por supuesto que puede conducirte a la muerte! (o algo peor: a la locura).

Luego volví por un segundo a revivir aquellos momentos de indecisión e ingenuidad que me llevaron a elegir esta carrera. Todavía no sé muy bien cómo ocurrió; pero sí sé cuándo empezó... Lo cierto es que nunca quise ser médico, ¡ni loca! Era B. mi mejor amiga del colegio, la que quería dedicarse a ello; su padre trabajaba en una farmacia así que supongo que sería "cosa de familia" o a lo mejor le gustaban las conversaciones a la mesa del tipo: "hoy vendí 4 cajas de aspirina, ¿me pasas la sal?" y "¿ah, sí? pues yo lo receté a 28 pacientes esta mañana, la sal no está aquí". A mí no me atraía mucho para nada la idea, aunque siempre me gustó (mucho) la Biología y la Química.

No, mi plan era ser abogada. Esto de la justicia lo llevo en la sangre y en el zodiaco; siempre lo tuve en mente hasta que me di cuenta de que era patológicamente sincera y desistí. Además, no quería pasarme el día peleando con gente que conocía ni poniendo la zancadilla a mis colegas de profesión (justo lo que he terminado haciendo y padeciendo en Medicina). 

Ya en el instituto, nos llevaron a las Jornadas de Puertas Abiertas de la universidad para que correteáramos por el césped del campus y dieramos un bocado al inminente futuro. Y...

     ¡Ahí me colé y en la charla me planté,
     coca-cola para todos y algo de comer!

Acabé en la charla de Medicina, entre otras. Un cardiólogo del Hospital Universitario la dirigió. Explicó los requisitos para acceder a Medicina y qué nos íbamos a encontrar allí, cómo era el sistema de enseñanza y (en parte) qué exigían. Se quedaron cortos. Ahora comprendo que 45 minutos no eran suficientes para explicar qué significa estudiar Medicina. Tampoco podría contártelo yo después de 4 años. Es algo que se tiene que experimentar; si no, no se puede llegar a comprender.

No sé lo que pasó entonces. Creo que aquel hombre supo hipnotizarme con ecografías y electrocardiogramas, porque una hora después salí de aquella sala totalmente convencida de que iba de cabeza para Medicina. De hecho, borré de mi mente toda idea de otra posibilidad. Había hecho una elección de corazón. Puro instinto, sin razón. Entre tú y yo, lo cierto es que la Medicina me enamoró (aunque esto no quita que haya amores que matan con dolor).  

¡Feliz tarde!

16 junio 2011

Sí, el jardín del vecino tiene lavanda, huele mejor y es más bonito

       ¿Por qué será? Tenemos que reconocer que de vez en cuando (más bien muchas veces) es inevitable echar un ojo al jardín del vecino. Sabemos de antemano que puede no gustarnos lo que veamos, pero aún así lo hacemos. Por qué puede no gustarnos es sencillo: él tiene tal, puede hacer cual...  

        "Bueno, no hemos estado tan bien como el vecino".. "tuvimos aquel problema y después no fue fácil coger el ritmo".. "él tuvo ayuda y yo no".. excusas, excusas. Hay que aprender que no sirve de nada compararse con los demás, ¡deja de buscar pretextos! Cada uno de nosotros ha recorrido unos pasos distintos a los otros y por esto, tiene un jardín diferente. No es ni mejor ni peor; sólo diferente.

       Por supuesto, resulta muchísimo más fácil externalizar nuestro posible conflicto, proyectándolo en la bonanza del vecino, llegando de esta manera incluso a pensar que "no es que yo me haya descuidado, sino que él tuvo suerte". No nos engañemos entre tú y yo de esta manera. Nosotros somos los responsables de la situación en la que nos encontramos; es nuestra vida y las que se encargan de la siembra son nuestras manos. Así que deja de ojear el jardín de al lado que el tuyo es el que importa. 

       Recogemos lo que sembramos: aprende a amar las rarezas y extravagancias que te distinguen de los demás, porque éstas son las que te hacen único y además, hacen florecer tu jardín.

¡Feliz Jueves!

30 mayo 2011

¿Cuál es tu imposible?

       ¿No has tenido alguna vez la sensación de que la vida te coloca delante aquello que anhelas y que, en lo más profundo sabes, que nunca tendrás? Todos tenemos nuestros imposibles: aquella villa en la costa, el viaje de tu vida, el chico independiente que no se compromete... 

       Muchos vivimos creyendo que todo es posible, que tenemos en nuestras manos cuanto necesitamos para tener aquello que deseamos. No sin esfuerzo, no sin quererlo. Cerramos los ojos; borramos de la mente esa palabra tan molesta.. ¿cómo era? Imposible ... ¡sí, mejor! Damos un paso adelante; y luego, otro... y luego, muchos más -los que hagan falta. Y así, de esta manera casi inconsciente guiamos nuestra vida hasta que alcanzamos nuestros deseos. ¿Por qué no querer atrapar la luna? Nada está demasiado lejos; al final, no importa cuántas personas jueguen a tu lado: la vida es un juego en solitario donde las distancias las pones tú.
    

        ¿Qué ocurre con aquello que se nos resiste? Tener en cuenta que el verbo poder no se conjuga en negativo la 1ª persona de indicativo: yo no puedo. Lo mejor es empezar con el intento -que puede convertirse en logro. Porque aquel que nunca arriesga, no genera la oportunidad de conseguirlo -así como el que nunca juega, no podrá ganar. Pero sobre todo, es importante no rendirse, no dejar de intentarlo porque el día que dices "no puedo" te cierras puertas, te alejas... No dejes que esto te ocurra. 

       Creo (porque quiero creer) que cuanto se presenta ante ti en la vida, está a tu alcance. Con mayor o menor dificultad, si es lo que deseas: es tuyo. Además, entre tú y yo, las metas más difíciles son las que más valen la pena, con las que de verdad se saborea la victoria ...¿no merecen acaso el intento? 

     Por eso hoy deténte; piensa un suspiro; busca entre las estanterías de tus profundidades aquello que quieres y hazlo tuyo.

¡Feliz Lunes!